El sueño de viajar no sólo como turistas sino con un fin social y que hace seis años se plantearon Emma Rodríguez, Gerardo Moyano, José Rodríguez y Roberto Razo, se hizo realidad a partir del 15 de marzo de este año cuando salieron de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde residían.
A poco más de 90 días de viaje, 3 mil kilómetros recorridos y haber visitado Comitán, Chiapas; Villahermosa, Tabasco; Poza Rica, Veracruz; Querétaro, Guadalajara, San Tiburcio, Zacatecas y Saltillo, a su paso por Monterrey hace unos días promueven el objetivo de su travesía.
“Es un trayecto a través de nuestro propio continente porque es un lugar que tiene mucho que enseñarnos: queremos rescatar y aprender a valorar a nuestros pueblos originarios, pero también trasmitir lo que hay en ellos, además de compartir experiencias y brindar esperanzas a las comunidades indígenas o marginadas”, expresó Emma.
Y más allá de ese cometido que poco a poco logran, quieren difundir el trabajo social, que como ellos, muchas otras organizaciones realizan en pro de esas personas de poblados “olvidados”, que a su cultura y tradición, tienen mucho que instruir a la humanidad, recalcó.
“La idea es recorrer caminos alternativos, de gente que ya está haciendo algo para cambiar un poquito las cosas, defensores de derechos humanos, trabajadores sociales”, añadió Gerardo.
Ellos sueñan con heredar un mundo mejor y quieren aportar todo lo que esté a su alcance para moldearlo. Quieren estrechar la mano de esas personas, aprender de ellos y divulgar sus logros y anhelos.
“Soñamos con recorrer las venas abiertas del continente, para ver cuáles siguen sangrando, cuáles cicatrizan y cómo podemos evitar que se abran más. Creemos que la clave está en volver a las raíces, en recuperar las conexiones naturales perdidas”, dijo Gerardo.
En pocas palabras, como dice el escritor Eduardo Galeano, perseguimos una utopía que es como el horizonte: nunca la podremos alcanzar, pero nos mantiene en constante movimiento hacia ella.
Aunque la idea original era documentar un recorrido del Polo Norte al Polo Sur del planeta, de allí el nombre del proyecto, pero con el tiempo el objetivo se fue mudando hacia un plano más socio-antropológico. El anhelo de tocar los dos extremos del planeta, sigue ahí, pero no nos quita el sueño. Lo importante no es llegar, sino andar, quedarse, compartir…
El recorrido es lento en automóvil y las altas temperaturas parecieran no apremiar su trayecto pero no desisten. En cuanto partieron de San Cristóbal, el primer lugar que visitaron fue Comitán, Chiapas.
En esa primera experiencia se encontraron con los niños de las Aldeas Infantiles SOS, una organización que rescata a menores de edad en situaciones de riesgo, tales como el abandono y se les ayuda a que crezcan en una familia, explicó Emma.
CIRCO SOCIAL: CULTURA
Y ARTE EN MOVIMIENTO
Llegar a una comunidad como la de Comitán, les abrió un panorama lleno de cultura. Aunque la situación de los choles que ahí habitan es de marginación, los recibieron con los brazos abiertos.
“Los que menos tienen son los que más dan. Se portaron muy bien y como parte de su hospitalidad, dejarnos aprender de su lengua, tradiciones y demás, les dimos algo de nosotros”, dijo Roberto, experto en psicología y quien integró al arte como un circo social al proyecto junto con José.
Lo anterior porque a través de sus conocimientos en el pensamiento y actuar del ser humano implementaron el arte circense para promover la cultura, compartir experiencias y regalar esperanza.
“Creemos que el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, es una forma de acercar a los pueblos. Por eso, a lo largo de la ruta, queremos compartir nuestras aptitudes artísticas, llevar un poquito de la riqueza del folklore mexicano y nuestros primeros pasitos en las acrobacias circenses a los niños del continente”, explicó José.
Lo mejor de su quehacer, coincidieron, es poder sacar sonrisas a esos niños y personas que en ocasiones se encuentran excluidos de condiciones óptimas de vida, comentó Emma.
“Les enseñamos a trabajar el cuerpo con malabares, danza aérea, fortalecer sus expresiones a través del teatro y establecemos una comunicación directa donde todos aprendemos”, manifestó Roberto.
Los talleres que imparten dentro de su labor social no los sacaron de la manga, como popularmente se dice. Tanto Roberto, como Jorge y Emma se han preparado.
“En un viaje de placer que hicieron en Cuba, tiempo atrás, tomamos un curso de danza aérea y otras expresiones artísticas. Con nuestro saber podemos hacer mucho y qué mejor que ayudar”, dijo la joven.
Y no es difícil que los niños lo aprendan porque ellos suben y bajan árboles en sus juegos diarios y trepar las telas no les es complicado, añadió. Son muy listos y absorben todo, “hasta nos enseñan otras estrategias para subir más rápido”.
Así con ese espíritu de compartir, de dar y no sólo recibir… ellos han viajado y siguen su ruta para trasmitir conocimiento en toda la extensión de la palabra.
“ADELITA” LOS LLEVA…
El motor principal para esta aventura lo tiene “Adelita”. Una combi Volkswagen modelo 1967 que los mueve de un lugar a otro y los ayuda a cumplir con su cometido a cada sitios a donde llegan.
“Es muy viejita pero se ha portado bien, aunque hemos tenido algunas complicaciones. Desde el principio decidimos emprender el viaje en ella porque es fácil repararla; las piezas se consiguen más fácil”, expresó Gerardo.
Además, llevan un bocho auxiliar, que incluso a veces también se descompone, dijo. “Ambos son carros nobles y nos acompañaran en todo nuestro viaje, el tiempo que nos tome”, señaló.
“Adelita” fue modificada en su estructura externa e interna. El exterior ya está rotulado con el nombre de “Polo a Polo” e imágenes que dan realce al proyecto.
Por otro lado, cuenta con una estructura de metal -parrilla- para colocar las telas con las que practican la danza aérea durante el circo social que presentan en su recorrido.
Al interior, los asientos se convierten en sus camas de noche para dormir; llevan una cocina u oficina móvil y no faltan sus accesorios circenses para los shows que ofrecen.
Vaya que “Adelita” ha sido fuerte. Pasando Guadalajara justo al llegar a San Tiburcio, Zacatecas, la combi se descompuso, contó Gerardo, “tuvimos que parar el viaje y esperar a arreglar la falla mecánica”.
“Un chavalo de un taller nos dejó dormir ahí y al siguiente día arregló a la “Adelita”. Fueron varios días pero lo bueno es que tuvo compostura. Todo salió bien y seguimos a Saltillo para poder venir a Monterrey”, detalló.
Lo anterior, dejó en claro una vez más ese carácter luchón y revolucionario por el que le pusieron “Adelita”. Recuerda que cuando compró la combi, traía pegada en la parte trasera una calcomanía del sub Comandante Marcos.
VIAJAN CON RECURSOS PROPIOS… Y ALGO MÁS
Por más que economicen el viaje en un auto Volkswagen y de modelo antiguo, del que la gasolina resulta económica, tienen que costear los alimentos y cualquier otra situación que se presente.
Para cubrir los gastos, lo hacen con recursos propios y el apoyo que les ha dado la gente de los lugares por donde pasan durante su trayecto. “Las personas son muy cálidas y aunque tienen poco para dar, nos tratan bien.
“Teníamos nuestro guardadito pero además tenemos el apoyo de nuestras familias y amigos. Por otro lado en su página www.depoloapolo.net también tienen un apartado donde indican lo que necesitan, y también les ha llegado ayuda.
Además subieron su proyecto a Ideame, una página a través de la cual puedes recaudar fondos, donde obtuvieron mil dólares que habían solicitado para cubrir el pago de la gasolina.
Pero reconocen que no por trabajar en una labor social, más que personal, se la pasan pidiendo o recibiendo. También dan, recalcaron.
“La idea es hacer algo con el arte. Los que somos artistas damos pequeños shows en algunos lugares donde vemos que podemos obtener ingresos para subsanar parte de los gastos pero generalmente no lo hacemos así: vamos con nuestro dinero que administramos bien”, dijo Emma.
RODAN CON UN PROYECTO AUDIOVOSUAL
A pesar de tener poca experiencia en cine, Emma, Gerardo, Roberto y José son amantes del séptimo arte y confiamos en explotar los conocimientos adquiridos en el plano periodístico y psicosocial, para mezclar teoría y creatividad.
“Creemos en el poder de la información como herramienta de desarrollo y arma de defensa, la usamos de los dos modos sin fines de lucro que vamos documentando por escrito, en video y fotos, nuestra experiencia”, expresó Emma.
Durante la travesía proyectan crónicas en radio, documentales e imágenes fotográficas. Conforme tienen una conexión a Internet actualizan su página y exponen a sus seguidores sobre los avances de su viaje, pero sobre todo comparten lo que han vivido.
“Es un trabajo diario porque escribir, tomar el video, editarlo, y completarlo, así como tomar las fotos, implica un esfuerzo y más porque lo hacemos con dedicación”, comentó Gerardo.
Pero les gusta ejercer de cierta manera lo que aprendieron en su preparación profesional en el área de la Comunicación y la Psicología, que no les pesa desarrollarlo.
“Lo principal es compartir la lengua, tradiciones, costumbres y conocimientos que se adquieren en el transcurso de este camino hasta la Patagonia”, dijo Emma.
LOS OBSTÁCULOS
SERÁN SUPERADOS
Esta aventura no es y ha sido miel sobre hojuelas como muchos podrían pensar. Viajar no es sólo placer. En medio de este viaje y con el rumbo a Canadá para llegar al destino final: Alaska y la Patagonia, el trámite de la visa ha sido negado a uno de ellos.
“Nos falta un visado pero haremos la lucha en otra embajada. Nos hemos topado con este obstáculo burocrático pero no cesaremos, es difícil, incluso, más que una falla mecánica”, comentó Emma.
Explicó que para el personal de las embajadas y seguramente para algunas personas de la sociedad no les es sencillo entender o apoyar la concepción del proyecto de Polo a Polo.
“Veremos qué camino tomar, claro todo por la vía legal pero tenemos fe en que todo saldrá bien y sin fecha y hora, llegaremos a nuestro objetivo”, concluyeron.
Después de haber conversado con ellos en terruño regio, hoy seguramente pasan por Coahuila, ya que su siguiente parada es Monclova, Sabinas, Piedras Negras para después cruzar a Estados Unidos y seguir su camino a Alaska y bajar al sur.
El calor, la lluvia, el frío, el cansancio y la renuncia a la comodidad, parecieran ser cosas que imposibilitarían el proyecto pero no. Saben a lo que se exponen y sobreviven las inclemencias del tiempo, entre otras.
Llegarán a la Patagonia y continuarán compartiendo, aprendiendo y mostrando a través de su página de internet lo que otros no pueden conocer.