La tranquilidad pura de una ciudad que no rebasa los 200 mil habitantes convive con el ajetreo de cientos de turistas nacionales e internacionales, principalmente mochileros, que a diario llegan para descubrir el misticismo de la localidad
En un rincón del sureste mexicano, un Pueblo Mágico retrata en una sola estampa tres etapas de la vida nacional: las civilizaciones prehispánicas, la colonia y la globalización.
Enclavado en la región de Los Altos de Chiapas, San Cristóbal de las Casas es una joya turística en donde el tiempo tiene permiso de desacelerar mas no de detenerse.
Son las 12:30 horas del domingo 14 de agosto en Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado, y la mañana ha sido aderezada con incisivos rayos de sol, pero a 60 kilómetros al este, una postal totalmente distinta se vislumbra en el considerado por algunos como “El Pueblo más Mágico de los Pueblos Mágicos de México”.
A poco más de una hora por la vía libre, un nuevo marco natural da la bienvenida a los paseantes por la carretera a San Cristóbal en donde la altitud hace descender el termómetro y permite, literalmente, tocar las nubes.
Y es que, a más de 2 mil 100 metros el nivel del mar, el trayecto al Pueblo Mágico es digno de fotografía gracias a los pintorescos poblados ubicados en el relieve boscoso de los cerros chiapanecos que, sin duda, arrebatan la respiración.
La emoción del viajero contrasta con la serenidad de los habitantes de dichas comunidades, aquellos niños, jóvenes y adultos que ven transcurrir sus vidas a las orillas de la transitada carretera o sentados en los bordes de los paraderos naturales.
La escena se replicar en más de 10 ocasiones desde Tuxtla Gutiérrez y finalmente, luego de casi 80 minutos de travesía por las carretera plagada de curvas, se ha llegado a San Cristóbal de las Casas, en donde el levantamiento zapatista es apenas uno de los tantos atractivos de la localidad.
En el lugar, la tranquilidad pura de una ciudad que no rebasa los 200 mil habitantes convive con el ajetreo de cientos de turistas nacionales e internacionales, principalmente mochileros, que a diario llegan para descubrir el misticismo de la localidad.
Caminar por las calles empedradas de San Cristóbal es un recordatorio de la mezcla cultural que vive México, en donde los descendientes de los mayas –los tzotziles y los tzeltales- ofertan sus artesanías a los viajeros que admiran la arquitectura colonial del lugar o que buscan calmar su apetito en alguno de los restaurantes de comida internacional que ahí se concentran.
“Cómpreme una pulserita”, “cómpreme un bolso, se lo dejo barato”, o “llévese los llaveritos” son algunas de las insistentes peticiones que los lugareños le hacen a los paseantes para ganarse unos cuantos pesos.
Desde bolsos para dama, cintos, llaveros, plumas, pinturas, juguetes, rebosos y hasta ropa son algunos de los productos artesanales de calidad que los habitantes de las comunidades indígenas cercanas ofertan a los visitantes, principalmente en las calles o en los mercados.
La Catedral de San Cristóbal, el Museo Templo y Convento de Santo Domingo Templo, la casa del Ayuntamiento, la plaza central, los andadores turísticos Eclesiásticos y Guadalupano, el Templo del Carmen, el Museo de la Medicina Maya son tan sólo algunos de los sitios que se deben de visitar cuando se viaja a este Pueblo Mágico del sur de México.
Desde el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicado en lo alto de un cerro, los turistas disfrutan de una vista panorámica de la ciudad, que está resguardada por cerros cubiertos de bosques de coníferas y que regalan una mágica fotografía para los apasionados del lente… y las “selfies”.
Con una temperatura promedio de 15 grados centígrados, San Cristóbal de las Casas da la bienvenida a los visitantes con un clima fresco y “romántico”, el ideal para tomar una copa de vino, un café o una taza de la bebida típica chiapaneca hecha con maíz y cacao: pozol.
Los viajeros de “buen diente” son consentidos en el Pueblo Mágico ya que los restaurantes de cocina local, nacional e internacional dejan satisfecho hasta el paladar más exigente.
Por su concurrencia, las actividades culturales están a la orden del día, desde bailes tradicionales hasta sinfónicas que invitan al desvelo.
El misticismo de la ciudad chiapaneca no estaría completa sin la imagen del Subcomandante Marcos, el líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional o EZLN que el 1 de enero 1994 tomó la alcaldía de San Cristóbal de las Casas como parte del primer golpe del levantamiento zapatista.
El personaje, que está presente en cada rincón de la localidad en fotos y objetos de recuerdo, es parte de la atmósfera de diversidad que envuelve al municipio y que atrapa a miles de turistas cada año, especialmente a europeos catalogados como “hippies”.
Destino turístico por excelencia, ya por placer o labores humanitarias y de derechos humanos, San Cristóbal de las Casas es un sitio que atrapa y encanta, y en donde el español es un idioma que se pierde entre el apasionamiento de los foráneos y lenguas nativas.