En el universo ideal, el reparto de una vacuna nueva y escasa, como la que eventualmente está en desarrollo para neutralizar el Covid-19, sería equitativo entre la comunidad de naciones.
El antídoto, conforme a las guías publicadas por instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS), llegaría primero al personal médico, después a los más vulnerables (personas de la tercera edad y en riesgo por enfermedades crónicas), seguido por las poblaciones que habitan en focos de infección que no dan tregua; al final, el resto.
Si la respuesta fuera igualmente coordinada, partiendo del principio de que el objetivo esencial es frenar la expansión del virus, la repartición sería con la mira a crear un aro de protección en torno a los puntos con mayor número de brotes, posteriormente seguirían doctores y enfermeras, población vulnerable, y los demás.
Todo indica que no será así. Por el contrario, la carrera por la anhelada vacuna desembocará en una contienda en la que los estados verán por sus propios intereses. El rompimiento de filas sobre quién obtiene primero la vacuna ya se refleja en los datos de instancias como la firma londinense Airfinity, los cuales muestran que son los países ricos quienes llevan la mano en la lista de pedidos a las farmacéuticas.
Las naciones más prósperas han apartado más de 2 mil millones de dosis con las farmacéuticas que van en las fases más avanzadas. El pactar con varias compañías simultáneamente eleva las posibilidades de que serán los primeros en obtener la “pócima”, puesto que se estima que sólo 10 por ciento de las vacunas pasará del laboratorio a la fase de aprobación final.
Si nos atenemos a las características demográficas de los países, el gobierno del británico Boris Johnson encabezaría la lista de pedidos con 300 millones de dosis, es decir, cinco vacunas por habitante. Le sigue la administración del presidente estadounidense, Donald Trump, quien con su bandera de América Primero ha firmado contratos por 800 millones de dosis. La Casa Blanca está en posición de aumentar su solicitud, de poco más de dos por habitante a casi cinco.
El gobierno del premier canadiense Justin Trudeau, cerró a finales de agosto acuerdos con dos compañías estadounidenses por hasta 114 millones de dosis, tres por habitante.
La Unión Europea, en conjunto, ha sellado la compra de 300 millones de dosis con la farmacéutica AstraZeneca, con opción de adquirir 100 millones más. Sin contar las adquisiciones individuales de los 27 Estados miembros, por la vía comunitaria, estará garantizada la cobertura de una vacuna por cada ciudadano mayor de 13 años.
Japón también ha amarrado millones de vacunas, casi dos por cada ciudadano, seguido por Vietnam que ya tiene pedidos para cubrir la mitad de sus 95 millones de habitantes, pero con opción de triplicar la cuota.
“Los australianos estarán entre los primeros del mundo en recibir una vacuna Covid-19”, reza un comunicado de la oficina del primer ministro de ese país, Scott Morrison, divulgado tras suscribir un acuerdo con la compañía AstraZeneca. “Con este acuerdo, todos los australianos (25 millones) podrán recibir la vacuna Covid-19 de la Universidad de Oxford de forma gratuita”, precisa.
Suiza suscribió un acuerdo para la adquisición de 4.5 millones de dosis con Moderna y está en contacto con otras firmas. “Dado que serán necesarias dos dosis, podremos vacunar a 2.25 millones de personas”, dice la Oficina Federal para la Salud Pública. Suiza registra una población de 8.6 millones, alrededor de 18% tiene más de 65 años.
(AGENCIA EL UNIVERSAL)