
Después de que intentaron adoptar y luego de someterse a un fallido tratamiento de fertilidad, la pareja formada por José Gabriel Ramírez y Ema Luz Vega vieron cristalizado su anhelo de ser padres no con una, sino con cinco hijas: Ema Guadalupe, Cristina de los Ángeles, Isabel del Rosario, Jesenia Milagros y Verónica Cecilia, “Las quintillizas de Juárez, Nuevo León”.
Las cinco niñas llegaron al mundo con apenas seis meses de gestación, por lo que permanecieron en incubadoras entre dos y cinco meses, y a pesar de los pronósticos desfavorables, las pequeñas hoy gozan de buena salud y de mucha energía para hacer sus actividades diarias.
“Pero si se me enferma una, se enferman todas, así es siempre. Lo que les da más seguido es gripa, pero yo ya sé que si una empieza, al rato andan todas igual”, explicó Vega.
Aunque las enfermedades nunca han sido un gran problema, la educación sí, y esa era la preocupación más grande de su papá, José Gabriel Ramírez.
Incluso desde el momento en que recibió la noticia de que sería padre de quintillizas, esa fue su más grande consternación, pues el hecho de tener cinco niñas de un solo golpe sería una situación complicada, ya que todo pago sería multiplicado por cinco.
Al padre de “Las quintis”, su familia lo describe como un hombre trabajador, por lo que a las niñas nunca les faltó nada.
Pero justo cuando iniciaron su etapa preescolar, la situación se complicó para la familia, ya que en ese tiempo fue cuando Ramírez tuvo que dejar de trabajar.
Y recientemente, el 5 de octubre, falleció a causa de insuficiencia renal.
Ahora la madre de las pequeñas teme por la manutención de sus hijas y por su educación, aunque el Gobierno del Estado y el municipio le han brindado apoyo.
Ayuda de Juárez
y de NL
Tras quedar viuda, Vega buscó apoyo para la manutención de sus hijas, quienes actualmente cursan tercer grado de preescolar.
En las oficinas de gobierno la apoyan, pero este año, al faltarle material de la lista del kínder, decidió pedir ayuda directamente con el municipio de Juárez.
“Cuando entraron al kínder, fue cuando mi esposo ya se puso más enfermo; no pudo trabajar ni nada y yo pedí apoyo en gobierno, gracias a Dios el año pasado y éste, la licenciada Sandra Gutiérrez me ayudó mucho con lo del ciclo escolar.
“Ellos les compran las cosas, me hablan y voy yo a recogerlas”, dijo la madre de las pequeñas.
Por ahora, la pensión de su marido no la está recibiendo porque aún se encuentra en trámites. De momento recibe ayuda económica de su cuñada, sus hermanos y su papá.
Otro gasto importante para la familia es la ropa, pues cada año “Las quintis” crecen y necesitan artículos nuevos; aunque nacieron prematuras se van desarrollando de manera óptima.
Para la madre de las quintillizas la solvencia y educación de sus hijas es lo que más la preocupa, pero la comunidad le ha demostrado que no está sola.
El 12 de noviembre las niñas recibieron dos laptops, una mochila con útiles escolares para cada una, libros para colorear y además una despensa.
También la promesa de 5 mil pesos mensuales por todo un año, de parte de Grupo AutoFin.
Por su parte, el municipio de Juárez, dirigido por el alcalde Rodolfo Ambriz, se encargó de ofrecerle un empleo a Vega para que pueda solventar a sus hijas y tener un seguro médico municipal.
De acuerdo al edil, el empleo puede ser de medio tiempo o completo, dependiendo de los horarios de los que disponga la madre de “Las quintis” para que no descuide a las pequeñas.
El alcalde les hizo entrega de vestidos de las princesas: Blanca Nieves, Bella, Cenicienta, Aurora y Rapunzel, para que estrenen en su próximo festejo, recordando que son los personajes favoritos de las niñas.
Y al paso de los años desde su nacimiento, la comunidad las ha ayudado con juguetes, despensa, ropa y diversos artículos.
Vega puede asegurar que siempre ha sentido el apoyo del municipio y del gobierno.
Un cumpleaños fuera de lo común
Por ahora las niñas se prepararan para festejar su cumpleaños número cinco, el 29 de noviembre. Pero les faltará una persona muy importante para ellas: su padre.
Acostumbradas a celebrarlo en grande, las quintillizas tendrán una celebración muy distinta, ya que su papá se encargaba de organizarles su fiesta.
“Cuando estaba él que todavía trabajaba, les hacíamos su piñata, pero gastábamos de 5 mil a 7 mil pesos, porque había que comprarles sus vestidos, zapatos y aparte lo de la fiesta”, comentó Vega.
Y es que de por sí ya es caro celebrar a un sólo hijo, festejar a cinco es mucho más.
“No se le puede comprar sólo a una, porque son muy celosas, lo que se le compra a una, se le compra a todas, eso la familia lo tiene muy en claro”, comentó.
Además de los vestidos y zapatos, se les compran los respectivos regalos, la comida de los invitados, las bolsitas, la piñata y el pastel, todo lo necesario para una fiesta.
“Cada una tiene sus color favorito, entonces también hay que darles gusto a todas”, dijo Vega.
Los colores favoritos de las quintillizas son: azul y amarillo (Isabel), naranja (Vero), morado (Milagros), rosa (Cristina) y verde (Lupita).
Vega agregó que la familia de su difunto esposo y la suya, es muy extensa, por lo que siempre les han brindado apoyo, ya sea con los festejos o con algo de ayuda para la manutención de las pequeñas.
“Siempre hay quien nos ayude en ese aspecto, pero estamos muy conscientes que nos siempre podrán, por eso yo busco ayuda con el gobierno para no quedar desamparadas”, dijo.
Proceso del embarazo múltiple
Después de una lucha de seis años para tener a su primogénito, un intento de adopción en el DIF Capullos sin conseguir resultados positivos y de dos tratamiento para conseguir el embarazo, Ema Luz Vega López y José Gabriel Ramírez Orona hicieron lo posible por ser padres, hasta que lo consiguieron.
Y para su sorpresa no fue de un bebé, sino de cinco pequeñas. Los padres recibieron la noticia con una mezcla de angustia y preocupación, pero también de mucha alegría, por la bendición que les llegó.
Lupita, Cristina, Isabel, Jesenia y Verónica son las quintillizas que desde su llegada, enamoraron a quienes las rodean.
“Con el primer tratamiento no conseguimos el embarazo, hasta la segunda ocasión; el doctor nos recomendó no decir nada hasta que las bebés estuvieran más desarrolladas y fuera más seguro hablar sobre ellas.
“En el segundo mes que fui a otra ecografía, me dijeron ´son cuatro´ (fetos), pero después me confirmaron que eran cinco niñas”, recordó, “no me puse nerviosa porque no me la creía, pero mi esposo sí se preocupó mucho”, afirmó Vega.
Entre los dos tratamientos de fertilidad gastaron 45 mil pesos, los cuales eran los ahorros de Gabriel Ramírez para una camioneta, pero por decisión de ambos, los emplearon con la ilusión de ser padres.
“Todo el embarazo fue estar acostada, en reposo, porque era de alto riesgo”, recordó Vega.
Pero a los seis meses y medio fue intervenida porque le dio preeclamsia (tensión arterial durante el embarazo), la internaron y se puso más grave en el hospital, ya que no conseguían restablecerle la presión. Permaneció ahí durante 15 días posteriores al parto”.
Mientras que sus niñas, colocadas en incubadoras, iban adquiriendo fuerza y creciendo.
Las bebés fueron dadas de alta en diferentes fechas, la primera a los dos meses, otras a los tres meses y la que más demoró fue Verónica (cinco meses y una semana).
Su esposo era quien iba todos los días a verlas y llevarles pañales, porque Vega aún debía permanecer en reposo.
Cada que le entregaban a una de “Las quintis”, acudían los medios de comunicación, principalmente de televisión para dar la noticia de que una más de las hermanitas había salido bien.
“Por medio de las noticias me estuvo ayudando mucha gente, sobre todo con ropa y con cunas”, comentó.
El tradicional baby shower se lo realizaron a tiempo, porque ya le habían dado la noticia de que sería internada a los cinco meses y toda la ropa recibida para las bebés no pudo ser utilizada de inmediato por el tamaño de las niñas al nacer prematuras.
“Muchas señoras que tuvieron embarazos múltiples, tenían un club y entonces ellas me ayudaron con ropa chiquita, pues sí tuvieron la posibilidad de comprarles a sus bebés, me dieron la ropa y portabebés”, dijo.
Vega señala que las cinco niñas se mantienen creciendo a buen ritmo, tienen buena altura de acuerdo a su edad y no se enferman tan seguido como se pensaría.
Las travesuras
Mientras las niñas se encontraban coloreando sus libros, muy concentradas, su madre platicaba cómo se pueden pasar horas recostadas en el piso jugando con sus libros.
“Cuando no tienen libros, nos ponen a su abuelo y a mí a dibujarles cosas que ellas puedan pintar: casitas, mariposas, árboles ¡de todo!”.
Además relató que les encanta la fantasía, por lo que en ocasiones la tienen riendo a carcajadas por los cuentos que inventan, de princesas especialmente.
“Son muy alegres, les gusta mucho pintar y otras veces son muy fantasiosas, porque me dicen: ‘mamá, te voy a contar un cuento’, y empiezan a decirme que las princesas y que son ellas y se inventan un montón de cosas que nos tienen risa y risa”, aseguró.
Otra de las actividades que disfrutan es la de dibujar y aunque los trazos que hacen no tienen forma, ellas le dicen a su mamá: ‘¡Mira, te dibujé!’.
“Pero no siempre están de amigas, como todas las hermanas se pelean todas contra todas y ahí anda una de réferi”, dijo.
Vega mencionó que la más inquieta es Verónica, la más chiquita, quien salió después de cinco meses en el hospital y que fue la más enfermiza porque no le caía ninguna leche.
Las quintillizas son aplicadas para hacer sus tareas, sólo la pequeña es la más distraída.
“Sabe hacer las cosas, pero mientras hace la tarea, ya está pensando qué va hacer después, es más floja, tiene que estar una al lado de ella diciéndole qué hacer.
“Pero es tremenda, todo lo alcanza, ni sus hermanas más grandes; empalma sillas, bancos y todo con tal de conseguir lo que quiere”.
Incluso por esas travesuras se ha caído en diversas ocasiones y la peor fue cuando se tumbó tres dientes de enfrente, “por andar de traviesa, porque es bien inquieta”.
Mientras que las más serias son las gemelas (Lupita y Cristina), la platicadora es Milagros quien también es muy inteligente, “todo se le graba, a veces dice palabras que uno no se espera, pero es muy correcta para hablar”, dijo.
“Las quintis” son alegres y brindan mucho amor a su mamá, incluso en ocasiones pelean por ella.
“Me estira una del brazo y otra del otro… Una dice: ´déjala, es mi mamá´ y ahí están peleando, pero sí son bien celosas, igual con sus tías”, comentó.
También les gustan mucho las burbujas, aunque se gastan mucho jabón, asegura Vega.
Un recuerdo imborrable: su padre
A dos meses de distancia del suceso, “Las quintis” siguen en espera del regreso de su papá.
“Ellas no saben la situación, por más que uno les diga que su papá está con Diosito, lo siguen esperando. A veces me pongo triste y las niñas me dicen, ‘ya no llores mami, nosotros lo vamos a despertar y si sigues llorando te vamos a llevar con el señor de la basura´”, comenta la madre entre risas.
Pero cada día de camino al kínder, al pasar por la iglesia, las cinco hermanitas le preguntan a su mamá que si ahí está su papi y que hasta cuándo va a regresar.
“Se me hace muy difícil hacerme la fuerte, pero ellas me animan, ellas me ayudan a salir adelante”, aseguró Vega.
Su esposo, que trabajaba como soldador, y sus seres queridos lo describen como un hombre sumamente trabajador y responsable, al que sin importarle el clima se iba a laborar para darle todo a su familia.
Pero al padecer insuficiencia renal las cosas se complicaron para los Ramírez Vega y el trasplante de riñón que esperó durante años, nunca llegó.
“Cuando le hicieron la diálisis peritoneal, él siguió trabajando, incluso duró dos años así, pero después le entró peritonitis y le pusieron el catéter para hemodiálisis, ahí fue cuando ya no pudo trabajar”, dijo.
Incluso recuerda que gracias a su esposo, el negocio de su patrón se levantó, “le dio prestigio porque era muy organizado y todos los trabajos que hacía eran bien hechos”.
La pérdida de su papá, José Gabriel Ramírez, no ha sido sencilla. “Las quintis” preguntan seguido por él, ansiando su regreso.
“Siempre les digo que él desde el cielo las está cuidando, pero ellas ahorita no se dan cuenta la realidad, esperan que su papá vuelva y todos los días me preguntan que cuándo va a volver.
“Me dicen que ya se tardó mucho con Diosito, que ya quieren que se regrese, pero yo a veces les cambio la conversación y las distraigo y ya se les olvida”, recordó Vega.
Asegura que es de sus cinco hijas de donde obtiene la fuerza y el coraje para mantenerse fuerte y aunque tenga momentos de vulnerabilidad, sus hijas no la dejan ni a sol ni a sombra para mantenerla feliz.
“Ellas mismas me animan contándome sus cuentos y yo también hago por ponerme a jugar con ellas, porque no les gusta verme así”, puntualizó.
Un día de “Las quintis”
:: Se levantan desde las 07:00 horas, se cambian se peinan, desayunan y se preparan para ir al kínder.
:: Y aunque la entrada es a las 09:00 horas, comenta Ema que se deben de ir con tiempo, porque unas caminan muy lento.
:: La salida del preescolar es al mediodía, llegando se cambian, comen y tiene un poco de tiempo libre para ver televisión o rápido van por sus libros para pintar.
:: Posteriormente hacen su tarea, y luego se ponen a jugar con las burbujas.