Por Yenisey Valles Acosta
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urante los últimos minutos del concierto de Paul McCartney en Monterrey, creo que muchos nos dimos cuenta de que acabábamos de participar en un evento histórico. No solo porque se trató de la primera presentación en vivo del ex Beatle en esta ciudad, sino porque fue una experiencia deslumbrante, nostálgica, apasionada y emocional, compartida ni más ni menos que con la leyenda musical más importante de nuestros tiempos.
Seguro hay adjetivos más adecuados, pero ahora –a un día de la noche del ocho de noviembre- son las palabras que creo describen mejor la presentación de la gira “Got Back” en esta ciudad.
CON GRATITUD Y MELANCOLÍA
Después de toda una vida viendo la publicidad de sus giras lejanas, añorando tener un día la oportunidad de verlo en Dallas o Houston, muchos como yo recibimos la noticia de su visita con enorme gratitud. Y este sentimiento lo pude notar en la expresión de los asistentes la noche del viernes ocho de noviembre en el Estadio BBVA Bancomer.
Entre el público a nivel de cancha, un señor de unos 60 años miraba al escenario con expresión maravillada y una sonrisa permanente. Una joven pareja que estaba al frente mío no dejó de bailar ni mirar a Sir Paul, aunque fuera a través de sus celulares.
Algunas familias acudieron con todo y niños para, sin duda, sumar este concierto a sus experiencias entrañables. Viajeros de todo el norte del país llegaron a este punto para aprovechar una cercanía que –quizá- no se repita.
Después de varias giras mundiales, Paul McCartney vino a México por primera vez hasta 1993. Posteriormente, comenzó a venir más seguido y ahora suma seis ocasiones más en nuestro país: 2002, 2010, 2012, 2017, 2023 y este 2024.
En Monterrey, creo que no pudimos estar más agradecidos. Y la generosidad con que respondió el ex Beatle fue desbordante. Desde el primer momento se dirigió al público en español y se tomó la molestia de usar frases muy coloquiales.
“Buenas noches, mis regios. Qué ha habido, raza, ¡está con madre estar aquí!”, dijo McCartney en los primeros minutos, generando al instante un ambiente de alegría y complicidad.
JÚBILO Y MELANCOLÍA
“Da mucha melancolía”, me dijo mi hermana después de que abrió con “A Hard Day’s Night”. Y me pareció que nada definía mejor ese momento. Pero pronto se mezclarían las emociones y pasaríamos de la nostalgia a la euforia con temas tan variados como “Got to get you into my life”, del álbum “Revolver”, y “Let me roll it”, mi canción favorita de su etapa con los Wings.
Muchos rostros en el público lloraban mientras reían. Algunos soltamos lágrimas al bailar y coreábamos aguantando los sollozos, por la emoción contenida tras toda una vida esperando ese momento.
Fue una noche muy emocional.
Cuando llegó el momento de “Love me do”, muchos volvimos a ser los niños y adolescentes que bailábamos en nuestra habitación, bajo el influjo de esos arreglos de armónica que me atrevo a calificar de emblemáticos. El júbilo llegó con canciones que todos amamos, como “Getting Better”, “Drive my car” y “Ob-la-di, Ob-la-da”.
Beep-beep, beep-beep, yeah
Sí, tengo que decirlo, muchos revivimos el soundtrack de nuestras vidas.
A PESAR DE TODA LA NOSTALGIA
Justo después de “I’ve just seen a face”, McCartney evocó un tiempo que creíamos enterrado: el de los inicios de los Beatles en el Liverpool de la Caverna. Un tiempo que solo habita en el imaginario de quienes no vivimos en aquellos años, pero que de alguna manera recreamos con la guía de Sir Paul.
Después de presentarla como la primera canción grabada por los Beatles, Paul comenzó a tocar “In spite of all the danger”.
¡Qué momento!
“A pesar de todos los peligros” es tan vieja que cuando la grabaron los Beatles ni siquiera eran los Beatles y Ringo Starr no era el baterista. La grabaron cuando se llamaban The Quarry Men, con Colin Hanton en la batería y John Lowe al piano.
Algunos la habíamos escuchado en casetes de colección, o en las Antologías, pero reconocimos y recreamos ese coro que recordábamos con la voz de Lennon, espesada por las múltiples capas que van adquiriendo las grabaciones analógicas.
In spite of all the danger
In spite of all that may be (Ah, ah, ah, ah)
I’ll do anything for you
Todos nos convertimos en jóvenes de los 60 y cantamos con una nostalgia similar a la que dice Sabina en “Sin embargo”, de añorar lo que nunca jamás sucedió, porque fueron años que no nos tocaron.
“Now and then” fue una de las más lloradas. Aunque reciente, este tema ya es de los más queridos por haber sido escrito por Lennon y producido con todo el sello de los Beatles, de la mano de McCartney.
UN CONCIERTO INOLVIDABLE
En esta gira de Got Back Tour, la producción nos brindó el escenario ideal para viajar del pasado al presente y transitar de la melancolía al júbilo, vibrando con las notas del músico más emblemático del pop.
Con “Live and let die”, el espectáculo llegó a su punto máximo con un show de luces, pirotecnia y llamas que iluminó el escenario.
Paul McCartney fue pura generosidad en escena. Pasó de la guitarra eléctrica al bajo, del ukulele a la mandolina, la guitarra acústica y el piano, con la facilidad del hombre orquesta que siempre ha sido.
Entre el público, la estrella de Liverpool supo sembrar la expectativa y brindar una sorpresa en cada canción. Con arreglos deslumbrantes, “I’ve got a feeling” nos trajo de regreso a John Lennon, cuya imagen y voz se unieron a la interpretación en vivo a través de las pantallas. Fue uno de los momentos más emotivos de la noche.
Sin embargo, no podría estar más agradecida por las canciones que tocó en su versión original, como “Lady Madonna”, “I’ve Just Seen a Face” y “Ob-la-di, Ob-la-da”, que volvieron a resonar en mi memoria como cuando las escuchaba en LP y después en cassette.
Con “Something”, Paul recordó a George, por quien pidió un aplauso. A John Lennon, también le dedicó una canción escrita especialmente para él: “Here today”.
Un momento que me pareció histórico fue la interpretación de “Blackbird”. McCarney solo, con su guitarra, subió a un escenario que se comenzó a elevar despacio, mientras todos cantábamos.
You were only waiting
to this moment
to be free!
El gozo de McCartney es inmenso en el escenario, con el baterista Abe Laboriel Jr. como un comparsa festivo. Por su parte, Rusty Anderson, Paul “Wix” Wickens y Brian Ray demostraron por qué llevan décadas en la banda de Paul.
Para esta gira se unió al conjunto el trío de vientos Hot City Horns, quienes se lucieron en canciones clave como “Let’em in”, “Letting go” y “Hey Jude”.
La noche se sintió como si todo estuviera bien, fue como si todo se hubiera puesto en pausa, nos dijo Arturo, un amigo periodista, al salir del concierto. Coincido.
Por más de dos horas y media, asistimos a una cita con la genialidad y el asombro de atestiguar el arte del músico más trascendente de las últimas décadas. Gracias, Paul. La noche del viernes ocho de noviembre de 2024 quedará como un hito en la historia musical de esta ciudad.
La autora es periodista de nacimiento, mercadóloga por gusto adquirido, lectora, madre de dos niñas y beatlemaniaca de corazón. Esta reseña apareció originalmente en el portal Ruta Familiar.