Hace medio año, cuando en México inició la pandemia por el Coronavirus, el mensaje de las autoridades fue quedarse en casa; muchas personas aceptaron resguardarse en sus viviendas pero, poco a poco y conforme pasó el tiempo, comenzaron a salir a la calle. Sin embargo, existe otro grupo de ciudadanos quienes por diversos motivos no quieren romper la cuarentena y ya tienen 24 semanas sin salir. Estos son sus testimonios.
MAYRA
TODO POR SU BEBÉ
Para Mayra Tamez respetar la cuarenta tiene una razón mucho más importante que su salud o la de su esposo: su bebé de poco más de siete meses de gestación.
Y es que esta joven mercadóloga tiene que vivir esta etapa de su vida con mucho cuidado.
Sin embargo, y más allá de angustiarse, Mayra decidió ser proactiva, respetar la cuarentena y las medidas sanitarias de una forma casi militar.
“Normalmente estoy feliz en mi casa, me siento como en una burbuja donde me pierdo, nadie se mete conmigo ni con mi embarazo, nadie me hace preguntas de cómo voy, entonces estoy en mi mundo, tranquila con mi bebé y eso es lo que me está gustando, eso es lo que me da paz”, aseguró.
La joven manifestó que recuerda perfectamente el último día que estuvo en la calle: el 13 de marzo de este año, cuando su jefe les informó que debido a la pandemia todos iban a trabajar desde casa.
Durante estos seis meses de encierro Mayra sólo ha salido unas siete ocasiones, y eso porque debe acudir con su médico para revisar el desarrollo de su embarazo, además de algunas visitas a sus seres queridos.
“Salgo a mis consultas y he ido tres veces a visitar a mi mamá y mi suegra, pero desde el carro, no entro a la casa, no me acerco ni a la reja, voy con cubre bocas y ellas se han quedado con las ganas de tocar mi pancita, pero no se puede”, indicó.
Fuera de eso su casa se ha convertido en su santuario, donde ninguna precaución es suficiente, con todos los inconvenientes que la decisión le ha acarreado.
“Si me dan ataques de ansiedad, para qué digo que no.
“Una vez mi esposo me dijo: ‘súbete al carro’, primero lo limpió muy bien y me llevó a dar una vuelta a la plaza, así nada más, sin bajarnos, sólo para que me diera el aire.
“Pero creo que lo que más me ha estresado en estos meses es ver el Facebook. Yo estoy feliz con mis memes y todo eso, pero veo a la gente en las fiestas, emborrachándose o saliendo de viaje ¡qué coraje da!”, sentenció.
Además, está el hecho de que cada vez son más las personas a la que conoce y ha sabido que han estado enfermas o, en algunos casos, han perdido a un ser querido debido a esta enfermedad.
Es por ello que no puede entender cómo, en estos momentos, hay personas que no están respetando las disposiciones sanitarias.
Para Mayra, otro de los apoyos que le ha permitido salir adelante en esta cuarenta es su marido, quien le ha hecho la vida mucho más sencilla pues es él quien se encarga de las compras y de asegurarse que se respete la sanidad.
De hecho, cuando sale y regresa a casa, cumple religiosamente con el ritual de quitarse los zapatos, poner su ropa en una bolsa y tomar un baño, además de desinfectar todos los productos que compró. Incluso él se encarga de lavar su ropa, con lo que evita que su esposa tenga contacto con ella.
“Se puede decir que es más precavido que yo, hay cosas que digo: ‘qué exagerado’ pero me contesta que hay que hacerlo”.
Agregó que en su caso la cuarentena ha sido tan feliz, que ha iniciado un pequeño huerto en su casa, aprendió a cocinar platillos nuevos, maneja las redes sociales del negocio de su papá y ha avanzado en otros proyectos personales.
Por eso no tiene prisa en regresar a la calle, considerando que una vez que nazca su bebé deberá de permanecer en cuarentena mínimo, hasta el primer trimestre del año que entrada.
SUSANA
VIDA EN PAUSA
180 días podrían sonar como poco tiempo, pero para Susana Salinas, maestra jubilada de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), este número representa los días que ha permanecido tras la protección de los muros de su casa.
Susana es una de las pocas personas que ha respetado estrictamente la cuarentena decretada por la pandemia del Coronavirus; pues no solo no ha salido en seis meses, sino que no ha recibido a nadie más allá del porche de su vivienda.
Para esta catedrática el 11 de marzo de 2020 es una fecha que nunca podrá olvidar, pues fue el día que salió por última vez a la calle.
Recordó que en esa ocasión los encargados del Servicio Médico de la UANL informaron a sus derechohabientes que debido a la propagación del Covid-19 se cancelaban todas las consultas médicas que estaban programadas.
Esto impactó directamente a la que fuera maestra de Prepa 3 de la UANL durante 36 años, pues debido a sus condiciones de salud tiene que estar en constante revisión médica.
Y es que desde hace tiempo Susana está bajo un tratamiento que contempla el uso de inmunosupresores, unos medicamentos que afectan las defensas naturales de su cuerpo, algo que en su caso es positivo pero, a la vez, un peligro.
“Debido a mi condición cualquier enfermedad -no solo el Covid-19- se puede agravar rápidamente y es muy fácil que necesite hospitalización, es por ello que en los inviernos procuro no salir tanto y mantenerme lejos de las aglomeraciones.
“Ya tengo la vacuna contra la neumonía, hepatitis, todos los años me aplico la vacuna para la influenza, tengo que cuidarme mucho”, indicó.
Estas condiciones la ayudaron a comprender que la mejor decisión que pudo haber tomado es permanecer en su casa, resguardada y sin recibir a ninguna visita en los últimos seis meses.
Reconoció que mantener la cuarentena no ha sido sencillo, pues conforme pasa el tiempo y la recomendación de no salir se mantiene, se vuelve más complicado aceptar el encierro.
“Al principio no fue tan difícil porque originalmente nos dijeron que íbamos a estar así un mes y que ahí se iba a decidir qué pasaba, pensé que un mes se iba solucionar la situación, pero cada día se va haciendo más complicado.
“En mi caso no esperaba prolongar tanto esta cuarentena, que la verdad ya no es cuarentena, sino un largo aislamiento”, manifestó.
Y aunque sí hay ocasiones en la que siente ansiedad por permanecer en su casa sin poder desarrollar sus actividades, saber que está salvando su vida la ayuda a sobreponerse.
“Me ayuda mucho comprender que sería peor si salgo a la calle, porque si sales y te encuentras alguien contagiado que sea asintomático las consecuencias pueden ser funestas, entonces me queda claro que el aislamiento es, de todos los problemas, el menor, esta opción es la que me produce menos ansiedad”, reveló.
Añadió que en este medio año no ha recibido a nadie en su casa, los pocos contactos con el exterior son con su hija que la ha apoyado llevándole algunos de los medicamentos que necesita y lo que se ha convertido en su más grande ayuda: una tablet.
“La verdad es que en otras épocas, sin esta tecnología y asilada, me hubiera sido muy complicado mantenerme en mi casa”, indicó.
Incluso los avances tecnológicos le han ayudado a pagar los servicios públicos y hasta comprar víveres, gracias a aplicaciones como Cornershop, de la que se ha vuelto una asidua usuaria.
Además, para su tranquilidad, el Servicio Médico de la UANL ha implementado una serie de medidas encaminadas a seguir protegiendo su salud.
“Están las consultas por teléfono. El Servicio Médico se ha organizado muy bien y nos están apoyando con esa forma de consultar, te llama el doctor, sean generales o sean especialistas y ya hablas con ellos de lo que te sucede. De hecho, hoy a la 8 de la mañana me llamaron. Eso ha sido un gran apoyo”, expresó.
Y aunque ha permanecido en casa durante 24 semanas, tal y como lo recomendaron las autoridades, Susana sabe que existen personas que no respetan ni ésta o el resto de las medidas sanitarias.
“Hay cierta irresponsabilidad, entiendo a las personas que tienen que salir a trabajar porque no tienes otra opción, si para conservar tu trabajo tienes que ir, no hay de otra, pero si hay mucha gente que no tiene que andar en la calle, sobre todo gente más joven que anda en fiestas, cumpleaños, graduaciones, y son ellos los de mayor contagio, eso lo vemos diario.
“Pienso que salir sin precaución y no respetar las medidas sanitarias si es irresponsable, si podemos mantener la cuarentena es por el bien mayor, tienes que poner esas cosas en la balanza porque después de todo las fiestas no son necesarias, podemos celebrar después, lo más importante es no exponernos tanto”, indicó.
Para esta catedrática universitaria, saber que todo esto terminará un día la llena de esperanza, pues finalmente podrá reactivar una vida que dejó en pausa hace medio año.
“Creo que lo que voy a hacer cuando termine todo esto es realizar las actividades que para mí son importantes: ir a mis estudios médicos, al laboratorio, atender la parte de salud y cumplir con las actividades han quedado en el tintero y que no he podido hacer.
“Seguramente cuando todo esto termine podré reunirme con mi familia y nos iremos todos juntos a comer a alguna parte, además de que podré jugar con mi nieta, ella siempre quiere verme y yo también”, finalizó.
EUNICE DEL CARMEN
VOLUNTAD DE HIERRO
Quienes escuchen únicamente su voz, se sorprenderían al saber que Eunice del Carmen Benítez Rodríguez apenas cuenta con 15 años de edad, pues esta chica se expresa con una madurez pocas veces visita en alguien tan joven.
Estudiante del primer año de preparatoria, Eunice del Carmen tiene desde el 17 de noviembre que no pasa de la cochera de su casa. De hecho no ha pisado la banqueta en más de seis meses.
La decisión de encerrarse no fue complicada. Eunice del Carmen tiene estenosis aórtica, un estrechamiento de la válvula en el gran vaso sanguíneo que nace del corazón, mismo que evita que la válvula se abra por completo, lo que reduce la irrigación sanguínea y hace que al corazón le cueste más funcionar.
Y aunque esta enfermedad no le impide desarrollar su vida como cualquier adolescente de su edad, los riesgos son más altos si llegara a contagiarse de Covid-19.
Es por ello que apenas se decretó la suspensión actividades en Nuevo León, la joven administró su vida para hacerla dentro de los cuatro muros de su vivienda.
A medio año de esta decisión la rutina no ha cambiado mucho en la vida de la adolescente: se levanta a las ocho de la mañana y se prepara para el arranque de sus clases a las 10:00 horas, mismas que extienden hasta las 18:00, que es cuando termina la escuela y aprovecha para ver videos en YouTube o alguna serie.
Como todo joven de su edad, la vida de Eunice del Carmen se modifica constantemente y uno de los cambios más significativos fue terminar la secundaria y arrancar la preparatoria, todo por internet.
Otra cosa que le pesa en su encierro es que no puede tener contacto físico con sus amigos, lo que compensa con llamadas telefónicas y videoconferencias.
“La verdad es que sí quiero salir a la calle, no me gusta estar todo el día encerrada en mi casa, además de que tampoco me gustó empezar la prepa de esta manera, pero sé que hay que esperar”, mencionó.
Eunice del Carmen consideró que los jóvenes no respetan la cuarentena y las medidas sanitarias pues piensan que al tener un sistema inmunológico más fuerte no les va a afectar tanto en Covid-19.
“No están tomando en serio al virus”, indicó.
Por último, expresó que sabe que un día va a terminar todo esto, aunque está segura que el regreso a la “normalidad” no será muy diferente a lo que está viviendo en estos momentos.
“Para cuando podamos salir seguramente voy a tener que regresar a clases y, entonces, voy a estar toda la semana ocupada con mis estudios, como me pasa ahora, lo positivo es que podré ver a mis amigos”, finalizó.
RUBÍ DEL CARMEN
VIVIR EN OTRO MUNDO
Junto a su esposo y dos hijos, Rubí del Carmen Aguilar Díaz ha logrado un encierro total desde que inició la contingencia sanitaria del Coronavirus.
Aunque llegaron a considerarlo difícil en un principio, explicó que con el pasar de los días lograron acostumbrarse, llegando a un punto en el que no extrañaron la “vida normal”.
“Empezó con el miedo, nos encerramos y directo a cambiar totalmente nuestra rutina. Al principio se nos dificultó por la costumbre de ver más gente afuera o salir, a la vez fue triste y nostálgico”, comentó.
Recordó que hace unos días decidió salir a la calle junto a sus hijos, con lo que rompieron la “racha de aislamiento”. Fue una llamada del banco la que los obligó a dejar el confinamiento total.
En cuanto a la cuestión laboral Rubí y su marido manejan su negocio propio -una escuela de pintura para niños-, la cual cerró una vez que comenzó la cuarentena, lo que la orilló a reinventarse.
“Cambié de giro, me puse a vender cuadros para que los niños los pinten en casa y me fui acoplando a la demanda. Ahorita se podría decir que estoy en algo más especializado que son los retratos y fabricación de bastidores.
“Por su parte mi esposo es mecánico, cerró su negocio y ahorita está trabajando solamente por citas; los clientes acuden al taller”, detalló.
Respecto al manejo del encierro con sus hijos, confesó que fue más difícil hacérselo entender a la menor de tres años ya que estaba cursando el nivel preescolar.
“Batallamos un poco porque empezó a ir al kínder y le gustaba mucho ir, ya que era de salir y ver a sus amiguitos. Comenzó el encierro y nos preguntaba que por qué no podía ir al kínder.
“Afortunadamente mi hijo mayor de 11 años entendió de volada, aunado a que es un joven muy precavido, contribuyó a que comprendiera que allá afuera existía un riesgo, aunque si llegó a sentir nostalgia por visitar a sus abuelos o salir al parque”, afirmó.
Remarcó que en su casa manejan un estilo de vida muy hogareño, por lo que la ausencia de fiestas o reuniones no les pesó ya que, incluso, desde antes de la cuarentena ya realizaban sus compras o pagos de servicios a través de aplicaciones.
“Podría decir que nos anticipamos meses antes, cuando empezaron las ‘fake news’ de que el virus ya había llegado a Nuevo León. Pero en sí, la cuarentena la comenzamos a hacer desde que vimos las recomendaciones en la tele de no salir, aunado a las otras precauciones como el uso de desinfectantes”, expresó.
Al ser cuestionada sobre cómo describiría los seis meses de encierro hasta la fecha, Rubí afirmó que es como “vivir en otro mundo”, argumentando que afuera la gente seguía sus vidas como si nada e inclusive ignorando el uso de cubre bocas y el distanciamiento social.
Confesó que veía frecuentemente las actualizaciones diarias de la Secretaría de Salud y ante la constante sintonización de las ruedas de prensa admitió que llegó a asustarse y “enfermarse de los nervios”, por lo que dejó a un lado el contenido noticioso y optó por enfocarse en sí misma.
“Las recomendaciones sanitarias llegaron para quedarse: desinfectar todo, lavado constante de manos, dejar los zapatos afuera o limpiar envases y billetes, esas pequeñas acciones difícilmente se irán”, reafirmó.
Respecto a lo que más extraña de la normalidad, Rubí respondió que hasta la fecha no hay una salida que desee.
“Me dirán ridícula, pero hemos disfrutado mucho la cuarentena. Hemos realizado un chorro de actividades que antes no hacíamos en familia, nuestros hábitos han cambiado al 100
“Por ejemplo mi hijo ha aprovechado la cuestión educativa, avanzando más que cuando iba en presencial que hasta hemos pensado en implementar el ‘home schooling’.
“A fin de cuentas la cuarentena a nosotros nos afectó positivamente y quién sabe que vaya a pasar cuando acabe el confinamiento, pero no creo que mucho vaya a cambiar”, sentenció.
BLANCA ARGELIA
UN ENCIERRO FASTIDIOSO
Blanca Argelia Pérez Lozano vive con su pareja en un departamento y más allá de la obligación de ir a trabajar, han respetado al pie de la letra la orden de quedarse en casa.
Afirmó que los seis meses de encierro se han vuelto complicados, pues se ha vuelto un proceso rutinario de despertar, trabajar, realizar actividades dentro de casa y dormir.
Debido a su puesto en el área de logística, no cuenta con la oportunidad de trabajar en casa, afortunadamente, su oficina cuenta con las medidas sanitarias para laborar de manera segura.
“El distanciamiento social ha estado desde los tiempos normales, prácticamente son dos metros lo que separa cada escritorio, se sanitizan las oficinas cuatro veces al día, nos asignaron el uso obligatorio de cubre bocas y gafas, gel antibacterial en cada cubículo y revisión de temperatura en los dos accesos de la empresa”, comentó.
Respecto a su pareja, detalló que él sí ha estado cumpliendo la cuarentena al 100 por ciento, ya que desde antes del confinamiento se encontraba sin trabajo y al mismo tiempo estaba realizando unos cursos en línea.
Añadió que conforme avanzó la contingencia creció el miedo de infectarse, por lo cual reforzaron las medidas sanitarias en el departamento.
Relató que en su colonia las áreas comunes fueron restringidas y notó que muchos de sus vecinos respetaron la cuarentena, hecho que pudo apreciar en el estacionamiento de la privada ya que con el pasar de los días los vehículos se encontraban aparcados.
Sin embargo, en las áreas aledañas a su vivienda observó que la mayoría de las personas ignoraban por completo las medidas preventivas, sobre todo el uso de cubre bocas y el distanciamiento social
“Te puedo garantizar que cada tres casas te podías topar una reunión, carnes asadas, niños jugando en la calle. Yo vivo cerca del Parque Lineal aquí en Escobedo y prácticamente desde las 06:40 que salgo rumbo a mi trabajo veo gente ejercitándose sin una sola medida”, expuso.
Blanca Argelia relató que sus padres dieron positivo a Coronavirus y mientras que su mamá logró recuperarse en casa, su padre requirió de hospitalización tras presentar complicaciones, donde permaneció 45 días hasta que perdió la vida el pasado 23 de agosto.
Recordó que a principios de la pandemia le causaba mucha molestia y preocupación el nulo interés de la población por las normas sanitaria; sin embargo, ante la tragedia su pensamiento cambió a “ya a la gente le vale”.
“Llegué a compartir la situación con familiares y amistades que realizaban su vida de manera normal y al enterarse siguieron llevándola de la misma manera. Lamentaron la situación, pero hasta ahí, la situación de mi padre no les significó una alarma y me pareció un discurso de doble moral”, expresó.
Sobre sus dos hermanos que viven en casa de sus padres, comentó que a ambos les facilitaron la opción de trabajar en casa y agregó que su única salida fue cuando hospitalizaron a su padre y en los temas legales tras su partida.
En su caso, sostuvo que salidas “esenciales” como las compras al supermercado o el pago de servicios como agua, luz o gas, tuvo la comodidad de poder realizarlos por medio de aplicaciones.
Tras seis meses de pandemia, Blanca Argelia calificó al encierro como “fastidioso y trágico”, explicando que el ritmo rutinario y la pérdida de su padre marcaron por completo su confinamiento.
“No voy a mentir, extraño las idas al cine, visitar los estadios, salir y reunirme con mis amistades en alguna casa. No hay ese escape de distracción más que en el propio hogar; ver la tele, alguna serie o dependiendo de lo que tenga cada quien.
“Sí, el encierro sigue siendo necesario, hay que seguir llevándolo a cabo, lo primordial es la salud y la seguridad”, puntualizó.
JENNIFER JUDITH
‘FORTALEZA’ ANTIBACTERIAL
Jennifer Judith Treviño López vive con su esposo e hijo y desde que arribó el virus a Nuevo León, a principios de marzo, han hecho de su casa una “fortaleza antibacterial”.
Admitió que llevar a cabo el encierro total ha sido más que un reto y sostuvo que el cambio de rutina, aunado a la limitación de actividades, formaron una costumbre que han sabido sobrellevar.
“La verdad es que al día de hoy me da miedo que de repente termine la cuarentena y de nuevo tengamos que cambiar nuestra rutina. Ya estamos adaptados y ha sido más fácil todo.
“El cambio más pronunciado en la familia fueron los aspectos de limpieza, ahora la limpiamos prácticamente cada segundo, utilizando productos más agresivos para desinfectar”, comentó.
Parte del éxito de su “fortín” consistió en realizar las compras del supermercado a través de Internet, abstenerse tanto a visitar como recibir familiares o amigos y a la oportunidad que le otorgaron a su marido de realizar “home office”.
Señaló que al estar todo el tiempo en el hogar no vio necesidad de salir, mientras que a su esposo lo mandaron a trabajar en casa una semana después de confirmar el primer contagio.
“Lo que más extraño de mi vida normal es la libertad de poderte mover y fluir en tu vida a lo que tienes que hacer, el no limitarte para hacer tus cosas y convivir con la familia”, añadió.
Respecto a su hijo de cuatro años reveló que, contrario a lo esperado, fue sencillo platicar con él sobre la contingencia, reiterándole que “allá afuera había un virus muy contagioso”.
“Le comentábamos que todo podía estar infectado, el piso, mesas o cualquier cosa que tocará, y si de ahí tocaba su cuerpo corría el riesgo de contagiarse. A eso súmale que le dijimos que el único lugar seguro era la casa, siempre y cuando siguiera ciertas medidas de higiene.
“Lo entendió súper bien y cada que tiene la oportunidad de hablar con alguien les dice que afuera hay un virus, repite que usen cubre bocas y que no salgan. Podría decirse que lo traumé un poco, para mi sorpresa no quedó asustado y fue muy bonito que siguiera las indicaciones al pie de la letra”, recordó entre risas.
Con una frase resumió los seis meses de confinamiento como un “tiempo de cambio” tanto en el sentido literal como figurativo, explicando que permitió la oportunidad de modificar hábitos, y a su vez, también le ayudó a percatarse de ciertas acciones que hacía mal.
“Dentro de todo también me brindó la oportunidad de meditar y aprender cosas nuevas de la vida. Pasé de ver bastante a mi familia a extrañarla y ahora siento que la valoro más, y con mi esposo y mi pequeño he pasado más tiempo de calidad
“Al convivir 24 horas nos hemos conocido de una manera favorable y sacamos habilidades que no conocíamos y comenzamos a realizar actividades que antes no teníamos tiempo de hacer”, expuso.
Antes de finalizar, Jennifer aprovechó para enviar palabras alentadoras a todos aquellos que se les ha complicado mantener el confinamiento y expresó que dentro de todo pueden obtener una experiencia satisfactoria.
“No pierdan la calma, tengan mucha paciencia y si tienen la posibilidad de seguir haciendo su cuarentena o empezarla, háganlo, ya que vale mucho la pena no arriesgar tu vida.
“Puedes tener cosas muy positivas tanto familiares como personales, convives y aprendes más con ellos y te permiten conocerte más como persona, no hay como tomarnos un momento para meditar y reflexionar a dónde vamos”, concluyó.
AMALIA
NO HA SIDO SENCILLO
“Despierto pensando que es el mismo día que he estado viviendo durante casi los seis meses de confinamiento”, aseguró Amalia Mendoza, ama de casa quien relató cómo ha sobrellevado la pandemia con el aislamiento social voluntario.
La madre de dos niños: Sofía, de 4 años y Jorge de 7, reconoce que no ha sido fácil; sin embargo, no baja la guardia para cumplir cada protocolo recomendado por la Secretaria de Salud.
Las únicas salidas que la familia ha realizado durante estos meses son al supermercado y en una ocasión, al hospital por un accidente que sufrió el pequeño Jorge.
“Solo salimos a comprar los víveres para la casa y en una ocasión mi niño se accidentó jugando con una piedra que le cayó en la cabeza y se abrió, yo utilizaba la frase típica, ‘que no les pase nada porque no hay manera de llevarlos al hospital’ y sí le terminó pasando y tuvimos que realizar esa salida no tan deseada a un hospital”, comentó.
Por otra parte, pese a la reapertura de algunos negocios, Amalia prefiere quedarse en casa, aprovechando que su esposo no regresará a su empleo presencial hasta el 16 de enero del 2021.
“Claro que da miedo salir y regresar infectado, te entra paranoia. Ir al supermercado, ya sea yo o mi esposo, es como hacer un sacrificio humano.
“Pero los protocolos son estrictos cada vez que entramos y salimos de la casa; dejamos toda la ropa afuera, lavamos todos los productos del súper con cloro y jabón, nos desinfectamos y bañamos”, enfatizó.
Ser enemiga de videojuegos y tablets la ha llevado a buscar una nueva manera de entretener a sus hijos, pues con el confinamiento tuvieron que dejar de realizar sus actividades extracurriculares a las que estaban acostumbrados.
“De estar acostumbrados a tener muchas actividades extracurriculares comenzaron a disfrutar de su vida de otra forma, hasta el punto de que el mayor me ha dicho, ‘es malo no querer volver a lo de antes, me gustan las clases en línea, me gusta estar contigo mamá’. Mis hijos definitivamente tuvieron una pausa en su vida y comenzaron a vivir más su infancia con esta pandemia”, señaló.
Indicó que su encierro es como una montaña rusa de emociones, y acepta que ha sido un reto porque siente que todos dependen de ella para que todos se sientan positivos.
Por otra parte, confesó la molestia que siente al ver personas que han bajado la guardia.
“Me da coraje y siento la irresponsabilidad, yo tuve que salir hace algunas semanas al super y sentí horrible, regrese con un dolor de cabeza terrible porque te da coraje que te están tomando mal la temperatura, no es en el brazo tiene que ser en la cabeza, y hacen los protocolos, pero mal.
”Me da coraje cómo las personas no utilizan el cubre bocas, porque uno ve como cada día los números crecen y la gente muere, y las personas tranquilas salen a pasear o comprar el helado y si todos estuvieran encerrados ya se hubiera acabado desde cuándo y te sientes prisionero por culpa de ellos”, agregó.
Reconoce que los casos han pasado de ser “le pasó al amigo de un amigo” a “le pasó a un conocido”.
“Antes oíamos casos alejados, ahora cada vez son más cercanos, teníamos un conocido que en cinco días murió, es por eso que respetamos el confinamiento y lo peor es que nos califican de exagerados, es como si nos voltearan la tortilla y ellos no están mal, está mal uno por ser tan exagerado”, comentó.
Dentro de todo lo malo Amalia ha reconocido que el confinamiento los ha acercado más, creció la empatía y crearon nuevas actividades para pasar el rato, además, que los niños pueden disfrutar más tiempo con su padre, es por eso que no bajará la guardia de ninguna forma.
“Siempre he dicho que la información es poder, como madre de familia he tenido que identificar hospitales no Covid en caso de una emergencia, tener a la mano las tarjetas de seguro, y estar al pendiente de las noticias.
“Es la responsabilidad de ser mamá, tengo la niña asmática y no puedo arriesgarme a exponerla por ser de un grupo vulnerable, y si le pasa algo a ella o cualquier integrante de mi familia no podría con la culpa por ser irresponsable”, concluyó.
LAURA
ESPERANZA EN LA VACUNA
Para Laura Rosales el confinamiento lo ha sobrellevado junto con su familia con la esperanza de que pronto va a salir un tratamiento eficaz o una vacuna; sin embargo, los plazos alargan cada vez más su aislamiento voluntario.
“Ya vamos para seis meses de este confinamiento, en casa lo iniciamos desde el 17 de marzo, fue cuando cancelaron las clases en escuela y demás”, describió.
Laura es la menor de tres hermanos, en una familia donde ella y un hermano son los únicos que salen a realizar las compras en el supermercado con toda la responsabilidad y precaución.
“La hemos sobrellevado como todos, con esperanza, aunque ha sido un poco difícil, pero en la casa somos cinco integrantes y eso aminora la carga de estar aislados, sí salgo una vez a la semana para comprar medicamento para mis papas y al mandado”, explicó Laura.
Laura y su familia tuvieron que implementar un lugar que funciona como filtro sanitario antes de entrar a su casa para asegurar que el virus no entre.
“Nuestro protocolo de sanidad cuando salimos es estricto; tenemos ropa especialmente para salir, cuando no hace tanto calor procuramos utilizar de manga larga para tener el contacto menos posible con objetos”, explicó.
Por otra parte, el contacto con su familia ha tenido que ser nulo, y dentro de la casa seguir y cumplir con la sana distancia.
“Ya hemos pasado tres cumpleaños, el día del papá y de la mamá y tenemos cero contacto físico, nada de abrazos o besos, y cuando partimos los pasteles los apagamos con agua apoyándonos de los dedos.
“Tenemos una mesa larga que es el comedor, cada uno tiene su lugar asignado y todos respetan eso y entre cada uno hay una separación muy grande, al igual cuando nos sentamos en la sala dejamos un espacio libre. No nos acercamos por el riesgo de que las personas que salimos podamos ser asintomáticos y podamos contagiar a otro integrante”, comentó Laura.
Igual que muchas familias, la suya tuvo que buscar la forma de entretenerse.
“Cuando llevábamos cerca de una semana de cuarentena tuvimos que realizar rutinas semanales en la casa, dividimos las tareas domésticas, y es una forma de salir adelante porque te levantas y dices además de mis propios pendientes tienes que realizar los de la casa.
“También implementamos un foro familiar en donde uno expone un tema, además los fines de semana, vemos películas y hacemos juegos”, comentó.
Aunque reconoce que ha sido un poco difícil que su vida laboral y estudiantil se tengan que complementar con sus actividades del hogar, reconoció que gracias a eso tuvo que adquirir nuevas habilidades para sacar adelante su trabajo.
“Es un poco difícil porque uno no puede hacer lo que acostumbraba, por otra parte adquieres nuevas habilidades, como manejar programas, videoconferencias, pero tampoco hay horario de entrada ni de salida, e inclusive los fines de semana toca atender trabajos de oficina y se me hace más pesado que tener un horario laboral.
“Por ejemplo, mandas un aviso o información y esperas que te respondan pronto, pero por la misma contingencia desconoces los horarios de las demás personas y los periodos para resolver cosas se tarda mucho”, expresó.
Laura explica que no ha sido criticada directamente por la forma que lleva la contingencia, pero sí le ha tocado rechazar muchas invitaciones de reuniones, por temor a exponerse ella y su familia.
“Soy la primera en decir no puedo, estoy en cuarentena y pongo en riesgo a mis padres y hermanos, no tanto por la crítica, pero sí me doy cuenta que la gente anda en fiestas, albercas, quintas y no entiendo por qué poner en riesgo a la familia”.
Aunque reconoce que no todos tienen la posibilidad de trabajar desde casa y uno tiene que aprender a ser tolerante con las situaciones de los demás, pidió que las personas sean conscientes y si no tienen a que salir no arriesguen su vida o a la de familia.
Para Laura el confinamiento ha hecho que su familia tenga una alimentación más sana, se han vuelto más autodidactas, pero sobre todo han aprendido a ser más unidos.
“Definitivamente la pandemia nos hizo que nos uniéramos más como familia y también que nos conociéramos, fue sorpréndete saber que había cosas que no sabíamos de nosotros y nos ha ayudado a descubrirnos interiormente, eso es lo mejor que nos ha dejado el confinamiento”, concluyó Laura.
(Con información de Gerardo Ramos, Sebastián Estrella y Berenice Rojas)
Cómo afecta el confinamiento
Por Berenice Rojas
Tras varios meses de encierro las personas pueden llegar a tener efectos de manera física, cognitiva y emocionalmente, explicó la psicóloga Korina Hernandez.
“El confinamiento puede traer consecuencias para todas las personas en general; nos está afectando de alguna manera, pero especialmente aquellas que tienen una situación previa de este confinamiento y que ya era delicada, independientemente de su edad. Hablo de personas que ya presentaban cuadros de depresión o ansiedad”, expresó Hernandez.
Los adultos mayores son un grupo vulnerable y de los cuales más se pueden ver afectados por el confinamiento.
“Hablando de adultos mayores, ellos por ser de un grupo vulnerable son los que mayor han cumplido con este requerimiento de confinamiento, este encierro puede traerle consecuencias a nivel físico, cognitivo y emocional”, comentó.
Desde el nivel físico, un adulto mayor puede tener perdida de masa muscular porque no hace movimiento, ya que no es lo mismo realizar una caminata al parque o algún otro lugar en vez de estar dando vueltas por la casa, explicó la psicóloga.
En cuanto el nivel cognitivo la poca estimulación de la mente por estar encerrado puede provocar una pérdida o alteración de capacidades cognitivas.
El nivel emocional, Karina Hernandez enfatizó que este ya es más delicado, porque en adultos mayores les puede dar cuadros de depresión y el miedo constante de nos saber manejar la situación.
Por otra parte, destacó que el nivel de comportamiento también puede ocasionar una alteración en conciliación de sueño o mantener buenos hábitos nutricionales.
“Cualquier se aburre en su casa y pierde el apetito por lo cotidiano en ellos es mayor el impacto”, dijo Hernandez.
Además, resaltó que la convivencia es más complicado con los familiares aunque en un principio se pensó lo contrario.
“Siendo realistas en esta pandemia, y debido a la nueva modalidad de trabajo en casa y clases virtuales, no se está dando una convivencia sana.
“Porque cada quien lleva su ritmo de trabajo y estamos viviendo más deprisa y cada quien tiene su propia rutina”, puntualizó.
Korina Hernandez aconsejó establecer rutinas equilibradas para los adultos mayores, por ejemplo conseguir libros de crucigramas para que puedan tener actividad cognitiva, y en el caso de mantenerlos bien de manera físico, comprarles un equipo para que realicen ejercicio.
Resaltó la importancia de tener un espacio para dar tiempo de calidad a los adultos mayores.
“Muchos adultos mayores debido a su edad ya no se sienten útiles, y estar encerrados les afecta; lo más importante es darles el acompañamiento emocional, tenerles mucha paciencia y compresión, e intentar convivir con ellos lo más que se pueda”, concluyó.