Cuando se ha cumplido un año de la pandemia del Covid-19 en Nuevo León, más de 10 mil personas han perdido la vida, dejando un doloroso hueco dentro de sus familiares y seres queridos. Buscando ofrecerles un testimonio de amor, algunas de estas personas aceptaron compartir con Hora Cero una fotografía y un mensaje de amor para aquellos que ya no están con nosotros físicamente, pero persisten en nuestros corazones.
Carlos Carrizales Martínez
04/08/1956
19/08/2020
Recuerdo la angustia que sentía por esos días, la presión porque no conseguíamos plasma, la fe que tenía en que todo saldría bien y el miedo de que ocurriera lo contrario.
Un hombre de carácter fuerte, pero de un noble corazón, casi no le pedía su opinión médica, aunque me encantaba escucharlo, tenía una manera de compartir sus conocimientos única, atrapadora.
Me gustaba escuchar sus consejos sobre la vida, siempre muy acertado.
Me enseñó a ofrecer disculpas aunque no fuera responsable de lo que se me acusaba, aún recuerdo que me dijo “ofrece una disculpa, aunque no sea tu culpa lo qué pasó, la otra persona sabrá cuánto vales la pena y tú te sentirás mucho mejor contigo misma”.
Recuerdo el día que me dieron la más triste noticia de mi vida, el calor insoportable que se sentía, como me dolía la cabeza de tanto llorar y la reacción de mi abuela al comunicarle que mi tío había partido.
Veía sus fotos en las noticias, las esquelas, los homenajes y mi mente estaba en shock, no podía creerlo, sigo sin creerlo.
Me faltó su felicitación en mi cumpleaños, me faltó el día de Navidad y creo así será por siempre.
El dolor no disminuye, hay pequeños silencios y miradas de dolor en nuestra familia cuando nos reunimos, pero muy honrada su memoria pues todos sabemos que fue una gran persona, un excelente médico y un mejor ser humano.
Juan Francisco Salazar Leal
22/11/1963
26/7/2020
Mi ausencia más presente.
Aún recuerdo aquel domingo de diciembre de 2019, mi marido, viendo televisión y yo leyendo el periódico, cuando le comenté la nota sobre un virus que apenas ponía en jaque a la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei en China.
Comentamos la nota como solíamos comentar tantas otras, sin imaginar jamás que a los siete meses, los cinco integrantes de mi familia estaríamos contagiados y menos aún que él perdiera la batalla ante este virus.
Es increíble como esta pandemia te cambia la vida de un día para otro, por desgracia hay quienes dudan de la existencia del virus y eso es lo que tiene al país sumido en las peores estadísticas, (tenemos el nada honroso peor lugar para vivir en pandemia) ¿y pues cómo no?, si desde un principio no se tomaron las acciones necesarias para frenar el embate del coronavirus.
¿Qué fue lo qué pasó?, no lo sabemos porque toda la familia nos cuidábamos en extremo.
Sabíamos obviamente que por su trabajo como Coordinador de Comunicación Social en el IMSS, estaba más expuesto, más aún cuando le pedían que acudiera a hospitales Covid, como son las clínicas 4, 6, 17 y 67, me refiero a ese tiempo porque a estas fechas algunos más se han conformado como híbridos, es decir que atienden además de sus especialidades, también casos Covid.
Como jefe de prensa y desde su trinchera no sólo se dedicó a defender “a capa y espada “ al IMSS, sino también a ayudar a cientos de personas por no decir miles y eso me consta, su teléfono no paraba de sonar, así fuera domingo o días festivos.
Recuerdo que alguna vez platicando le dije cómo quisiera que cuando yo tenga un problema, tener alguien que me ayude, así como tú los ayudas, a lo que él me contestó, tú no necesitas, porque me tienes a mí.
Pues hoy, no lo tengo, pero sé que está en un mejor lugar y sé también que desde allá cuida de mí, de Mirna, quien fue la niña de sus ojos, así como de Paco y de Mauricio.
Siempre vivirás en mi corazón y aunque hoy me duela no tenerte, agradezco a Dios por tu vida y porque me haya permitido ser parte de la tuya.
Te amaré por siempre
José Fredivindo Moncada Maldonado
Fue un siervo de Dios que de acuerdo a su fe se apasionó por servir al prójimo. Llevaba el mensaje de Dios a lugares donde había dolor, tristeza y angustia.
Nos dejó una gran herencia: Empatía y solidaridad.
Aunque no podía verlo iba todos los días a orar por él y todos los que estaban enfermos.
Alma Carranza Torres
Mi mamá siempre fue una persona cariñosa no solamente con su familia, si no con todas las personas que la conocían, pues a todas las hacía sentir amadas y siempre les sacaba una sonrisa, era sumamente trabajadora, sin importar las condiciones climáticas o incluso si se sentía mal, ella siempre iba a su trabajo hasta sus últimos días, le gustaba siempre aprender a preparar comidas nuevas y platicar con todos.
Amorosa, una mujer sentada en las cosas de Dios, una mujer que primero ve por el prójimo.
Luis Germán Flores de la Rosa
Desde la escuela primaria siempre destacó, obteniendo primeros lugares en oratoria, matemáticas y ortografía, lo cual le permite obtener una beca y estudiar en la prepa Emilio Guzmán, incorporada al ITESM, escuela especializada en contadores públicos; esto le ayuda para obtener su primer trabajo con contador auxiliar a los 15, en el CMMM, después entraría a trabajar en el Banco Serfín, organización Soriana, en total fueron más de 40 años de duro trabajo, siempre procurando por su familia; es una alma buena, que su estancia en este mundo fue para dar siempre un ejemplo y disciplina.
Celso Ruiz
Definitivamente una de las cosas que más extrañaré de visitar la Ciudad de México será conversar contigo; podíamos pasar horas y horas platicando de un sinfín de situaciones desde las más cómicas hasta las más trascendentales
Cuando me enteré que todos en la casa dieron positivo al coronavirus, pasé días y semanas preocupados por la salud de todos ustedes, principalmente la tuya, ya que eras adulto mayor y padecías diabetes.
Aunque tus hijos recibieron tratamiento en casa, no corriste la misma suerte y fuiste internado, ya que el “enemigo invisible” evolucionó desfavorablemente dentro de ti.
Aún recuerdo ese lejano 19 de junio, cuando tu cuerpo no pudo más y sucumbió ante este virus tan impredecible. La noticia nos golpeó fuertemente a toda la familia porque teníamos esperanza de que saldrías adelante.
Me quedo con los buenos e inolvidables momentos que pasamos juntos, los acalorados debates que nos aventábamos por cualquier cosa en la que discrepáramos, pero eso sí, siempre respetándonos. Tu memoria quedará por siempre entre nosotros, un abrazo hasta el cielo mi querido tío.
David Eduardo Antonio Hernández
Jamás olvidaré aquel 18 de diciembre cuando viví el peor día de mi vida, falleciste tras una tercera reinfección de Covid-19 mientras tus defensas se encontraban bajas por el cáncer.
A tu corta edad hiciste mucho más de lo que podía esperar, tenías tantas iniciativas e ideas para todos los niños que pasaban por el mismo calvario que tú. Siempre antepusiste el bien colectivo antes del personal.
Por más agotado o fastidiado que te encontraras después de tus quimioterapias, jamás perdiste esa sonrisa que tanto te distinguía, obstáculo que se te atravesaba lo superabas como el guerrero que siempre fuiste.
No hay día en el que no te extrañe, mi “bodoquito”. Como quisiera que esto solo fuera un sueño, pero sé que Dios te necesita arriba por haber sido un niño extremadamente valiente.
Mi camino contigo terminó, pero me dejaste grandes lecciones de vida. Muchas veces fuimos felices y escuchamos tanto pronósticos buenos como malos. Por eso te pusimos David, porque eras un luchador de fe, fe que nunca perdiste.
Bertha Cantú
¡En esta pandemia lo más preciado que perdí fuiste tú!
Ya no veré esa cara alegre con ganas de cantarle a la vida, no podré escuchar tus risas u ocurrencias, o estar junto a ti y poder verte a los ojos y que me digas “ya desayunamos” cuando ya era hora de dormir.
Recuerdo cada palabra que le decías a tu hermana, le comentabas que todo iba a estar bien sin saber que era un adiós. Aún y cuando se te complicaba la respiración a pesar del oxígeno, siempre mantuviste una sonrisa en el rostro.
Hoy te doy gracias por el tiempo que te conocí y llenaste mis días de alegría cada vez que te veía pasar por el corredor diciendo: “buenos días, chicos”.
Me quedo con todos los bellos momentos que pasamos juntos: esos viajes, las pláticas y esos hermosos boleros que cantabas en la playa mientras veías el mar; un hermoso recuerdo que llevaré en mi alma…
Te deseo un buen viaje y no es un adiós, simplemente es un hasta luego. Algún día nos volveremos a encontrar y cantaremos y recordaremos todos los momentos que pasamos juntos.
Solo me queda agradecerte por haber abierto tu corazón y brindarme ese cariño y confianza de guiar tus últimos pasos hasta el fin de tu vida. Te quiero mucho y te mando muchos abrazos hasta el cielo.
Jorge Raúl González Domínguez
Murió de Covid el 25/12/2020
Hemos escuchado tanto del Covid-19 y los horrores que provoca y todavía hay quienes se resisten a creer en su existencia.
Pero cuando ese enemigo invisible se cuela hasta tu casa y te arrebata seres que amas es cuando la realidad te sacude.
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué manera? ¿Por qué a ellos?, son las preguntas que se amontonan en la mente.
Nadie tiene las respuestas: hay gente que dice cuidarse y se contagia, otros, no le dan importancia hasta que no hay remedio.
Creo que pocas cosas son más dolorosas que ver a tu ser querido luchando por respirar con la angustia asomando por los ojos. Llega luego el miedo, cuando el hospital es la única opción, porque nadie te asegura que volverás a verlo.
Y cuando el final llega irremediable cae sobre la familia ese pesar por no haber estado ahí, por no haber podido sostener su mano para calmar la angustia, la soledad e indefensión que sufren en sus últimos momentos.
Muy cruel este mal que nos impide despedirnos para siempre de los nuestros, que nos obliga a vivir el duelo por internet, a rezar rosarios por Zoom y acariciar con dolor, una urna con cenizas.
Son nuevos tiempos y nuevas formas de vivir y morir.
Pedro Pérez Cantú
28/2/1955
Gracias por todo aquello que dijiste hasta en mis momentos sordos.
Gracias por los abrazos pedidos y dados hasta en mis momentos necios.
Gracias por ser el mejor papá del mundo.
Te recuerdo, te extraño, te amaré por siempre.
Tu hija, tu adoración.
Blankuchis.
Álvaro Iván Cuevas Hernández
Álvaro es la persona más limpia y pulcra que conozco; se contagió y sus pulmones quedaron solo al 10 por ciento de funcionamiento, lo conecte a una máquina llamada ECMO para que pudiera rehabilitarse, pero todo empezó a empeorar, desde el 28 de octubre hasta el 19 de diciembre fue la pesadilla más horrible que hemos vivido.
Perdió la batalla como el gran hombre que era, sé que siempre dicen eso cuando alguien muere, pero él realmente lo era.
Era el mejor papá siempre con tiempo para su hija, el mejor amigo siempre ayudando, el mejor y más consentidor esposo, hijo, hermano, padrino y en vida siempre lo dije: ‘no conozco a una mejor persona que mi esposo Álvaro Iván Cuevas Hernández’.
Dejó esperando a su hija Lya, quien todas las noches pregunta si ya vendrá su papá y también dejó esperándome a mí, pero sé que está en un lugar mejor.
Manuel César Torres Portales
Mi hermano ya está en el cielo junto a Dios, mi madre y mis seres queridos que se nos adelantaron. Voy a entrañar mucho su positivismo, bondad y alegría al disfrutar cada momento de su vida. Siempre vivirás en mi corazón, te amo hermano.
Salvador Martínez Santana
71 años
Eran las 3 de la madrugada con 40 minutos del día 15 de enero del 2021 cuando vibró mi teléfono celular.
“El médico de guardia dice que si puede presentarse en Trabajo Social”, se escuchó del otro lado del teléfono en la voz de una mujer.
En ese momento, mi corazón sabía que bastaba el tiempo en que me iba a tardar al Hospital Emiliano Zapata con especialidad en Covid-19 para recibir la noticia que jamás hubiera deseado escuchar.
Como un robot me encaminé a la pequeña oficina y el médico de guardia tras confirmar mi parentesco con su paciente procedió a informarme:
“Para notificarle el fallecimiento del señor Salvador….”, lo demás ya no lo recuerdo.
Acto seguido, y tras vestirme con esos espantosos trajes blancos que cubren todo el cuerpo, me llevaron a identificar el cadáver de mi Apá como yo le llamaba.
Ahí frente a él, dentro de una bolsa negra, le dije: “Se acabó Apá, vete tranquilo, éste lugar no es ni para ti ni para mi”, rápidamente asentí con la cabeza viendo al médico del área mortuoria y así subió la cremallera de la bolsa.
Lo extraño de todo esto fue que yo jamás le hablé en vida de “Tu” a mi Apá y cada que recuerdo estas palabras las escucho en mi cabeza con su voz, por lo que estoy convencido que fue él quien me dijo que se iba tranquilo y que yo también me retirara de ahí, que ese…no era lugar para nosotros.
Y claro que no lo era, mi Apá y yo convivíamos a diario de una forma tan hermosa y tan unida y por más que hago memoria no encuentro un momento de discusión o problemas con él, siempre felices, siempre sonriendo y siempre escuchando sus anécdotas claro con nuestro infaltable abrazo y beso en la mejilla.
Antes de su ingreso al hospital, ya contagiado de Coronavirus, mi padre me escribió un mensaje en mi WhatsApp del que me reservo su contenido, pero que me dejó en claro cuánto nos queríamos.
A través de estas líneas me solidarizo con todas aquellas personas que han perdido a un ser querido a causa de este trágico episodio en la humanidad en general y al mismo tiempo les digo, si quieren a alguien y aún está aquí, corran, corran y díganselo, abrácenlo, exprésenle lo que sienten por él o ella, no pierdan tiempo porque la pesadilla aún no termina.
Papá Salvador Martínez Santana, no nos quedamos con nada, usted y yo siempre nos dijimos y nos demostramos amor y mucho respeto pues jamás me escuchó decir una mala palabra.
El único pequeño gran detalle es que usted me quería tanto que yo nunca dejé de ser su niño, “su pollo” como usted me decía y ahora pues….aquí me quedé, solo, sin usted, lo que me embarga de gran tristeza y dolor.
Descanse en paz Apá, nunca lo voy a olvidar.