
No es una perrita común y corriente, Tootsie es especial en todos los sentidos, su belleza no radica en su pelaje, ni en su coqueto andar, no, su belleza la trae dentro, porque por fuera, su aspecto está algo deteriorado, le faltan dos patitas, pero eso sí, le sobra mucho, pero mucho corazón.
La pequeña chihuahua fue especial desde su nacimiento el 28 de mayo de 2012, ya que la ausencia de sus patas delanteras, arrebatadas por caprichos genéticos, era compensada por su encanto y ganas de vivir.
Por su malformación, sus primeros dueños consideraron que el destino de la pequeña Tootsie era la calle; sin embargo, su suerte canina le abrió las puertas de un nuevo hogar al lado de Silvia Navarro Marmolejo, activista en pro de los animales y actual madre de Tootsie.
“Me enteré de que la iban a dejar por ahí porque no la querían y yo desde que la vi cuando tenía un mes de edad me enamoré de ella y por eso la adopté”, mencionó la entrevistada.
Silvia no sólo se encargó de brindarle un techo a la pequeña perrita, también se esforzó por darle una vida digna en la que se pueda valer por ella misma, a pesar de su discapacidad motora.
Fue así que tan pronto la recibió, esta amante de los animales comenzó a buscar la manera de regalarle movilidad, a través de aparatos.
“Busqué cómo mandarle hacer un carrito y de repente vi que en el DF había un doctor que se llama Javier Herrera se dedicaba a fabricarlos. Le platiqué mi situación, le tomé las medidas de la ingle para arriba (a la perrita) y le deposité 850 pesos al doctor”, mencionó Marmolejo.
A la brevedad, Tootsie obtuvo su primera oportunidad de caminar por cuenta propia, pero nunca pudo acostumbrarse a la nueva extensión de su cuerpo, por lo que seguía dependiendo en su totalidad de Silvia.
Esta mujer aún recuerda con alegría cuando de manera casi clandestina se llevaba a la perrita al trabajo, ya que no podía dejarla en casa.
“Al principio mis dos perras chihuahuas que tengo en la sala no la querían y tuve que llevármela a mi oficina de contrabando. Ahí me la cuidaban mis compañeras y la perrita feliz”, señaló entusiasmada.
Afortunadamente, después de un tiempo Tootsie fue aceptada por todos los compañeros de oficina. Y es que enamorarse de esta pequeña chihuahua no resulta complicado, su carisma es tal que nunca falta quien busque consentirla o apoyarla.
Tan es así que semanas atrás Silvia colocó en su perfil de Facebook fotografía de la canina y fue tanto el revuelo que generó, que no tardó en llegar la ayuda para conseguirle un chaleco especial que le permita moverse.
“Hace poco subí fotos de ella y así conocí a Adhara Talamante,s esta chica también tiene una perrita discapacitada igual que Tootsie y me ofreció que iba a juntar entre sus amistades dinero para mandarle hacer el chaleco”.
Toostie movilizó sentimientos de varios usuarios de la red social y entre varios costearon los 700 del chaleco especial, traído desde Denver, Colorado.
Por ahora, la perrita intenta adaptarse a su nuevo aditamento, mientras que da sus primeros pasos por cuenta propia en el patio de su dueña Silvia Marmolejo.
ACTIVISTA SOCIAL
Si alguien ha acompañado a Tootsie en sus alegrías y tristezas, esa es Silvia Navarro Marmolejo, una activista social que ha dedicado prácticamente toda su vida a apoyar a los animales.
Su pasión nació desde pequeña, sonriente cuenta que de pequeña su mamá dejó de enviarla a la carnicería porque siempre llegaba con producto de menos, ya que en el camino no podía evitar regalar un poco de comida a los perros en condición de calle.
Con el paso de los años, su deseo de apoyarlos creció. Silvia entró a la secundaria y con la madurez que regalan los años comenzó a trabajar para conseguirles hogar a los animales desamparados, especialmente perros, gatos y palomas.
“Tengo más de 5 mil fotos de todos los casos en los que he estado, de ayudar a animales que sufren. A veces, de tanto que me meto hasta me han amenazado”, dijo Navarro Marmolejo.
Y es que cuidar de los animales no es pasatiempo, es una verdadera responsabilidad a la que le invierte tiempo y dinero.
“La responsabilidad que tengo con los animales es de toda la vida. He empeñado mis cosas, mis ahorros, mi todo para atender a los animales, para operarlos y demás”, comentó la entrevistada.
“Me llego a acostar hasta las 3:30 de la madrugada buscándoles casa y a las 6:00 am ya tengo que estar despierta otra vez para limpiar la casa e irme a trabajar. Son tantos animales que de repente ya no sé ni qué hacer, pero también me dan toda la energía, con eso se me olvida”, añadió.
Diariamente esta mujer cocina dos kilos de arroz para alimentar a sus ocho mascotas en casa y 22 de la calle, que esperan con ansias el momento en el que la activista arribe con un plato de comida.
Navarro Marmolejo dedica casi siete horas al día para atender las necesidades de los animales de la calle y ha gastado hasta más de 20 mil pesos al mes apoyándolos.
Combinar las labores del hogar, las profesionales y su pasión por ayudar, no ha sido tarea sencilla, el tiempo de esta mujer ha tenido que dividirse demasiado, al grado que hasta su matrimonio de 20 años ha corrido el riesgo de desmoronarse.
“Mi esposo un día me dijo ¿o los perros o yo? Y mi respuesta fue ‘si quieres irte, vete’, yo no puedo dejar a los animales”, sentenció.
A pesar de las adversidades Silvia Navarro se mantiene firme, seguirá apoyando a los animales en condición de calle hasta que un día pueda construir un centro para darles refugio.
“He visto como sufren tanto, que yo no tengo el valor de echarlos a la calle. Me dan una lección de vida, que hay que luchar, hay que querer vivir”, comentó.
¿Quién ayuda a quién? Es la pregunta que diariamente se cuestiona Silvia, ya que aunque ella apoya con alimento a las indefensas mascotas, su recompensa es un gustoso ladrido o maullido que la inyectan de vida.