Desde que tenía siete años, Guadalupe Ramírez Guzmán aprendió a utilizar el telar de cintura para tejer no sólo su historia sino la de una tradición artesanal de la que se vive en Oaxaca y por la que luchan para que no se pierda entre los descendientes.
En Putla de Guerrero, Oaxaca, donde Guadalupe creció, se trabajan sobre esa técnica prehispánica que ha permanecido de generación tras generación, y la aprendió muy bien, que hasta la fecha se dedica a promoverla por el país y vende sus artesanías.
“Aprendí de este arte por mis abuelas y mi madre; empecé desde niña enredando los hilos que sin darme cuenta hacíamos el telar. Al principio hacía piezas pequeñas y después; manteles, mochilas, morrales y blusas, entre otros productos”, expresó.
Con el paso del tiempo perfeccionó la técnica hasta dominar el oficio y desde su adolescencia y juventud se dedica a maquilar diversidad de artículos para los hombres o mujeres.
Desde hace un año Ramírez Guzmán disfruta de la oportunidad que tiene de llevar su arte a diferentes partes del país. Hace unos días estuvo en Monterrey para mostrar cómo labora el telar de cintura a través de la Feria artesanal que se montó en la Plaza Zaragoza.
ARTE EN MOVIMIENTO
Lo que quiere trasmitir con esas piezas a la población regia como del resto de la República Mexicana es que conozcan que el producto creado es 100 por ciento hecho a mano y con precios accesibles.
“Ojalá la gente valore más nuestro trabajo y no tengamos que malbaratarlo tanto porque se requiere un proceso laborioso y que además toma un valor significativo”, dijo.
La artesana dijo que su población trabaja con el telar de cintura desde antes que llegaran los españoles, y a su llegada aportaron el telar de pedal, el cual fue un instrumento fundamental para el desarrollo de los textiles indígenas de México desde la época prehispánica.
Ramírez Guzmán explicó que este trabajo consiste en dos tiras horizontales y paralelas sostenidas por correas, que son llamadas “enjulios”, estos se posicionan en los extremos de la urdimbre y se sujeta en la cintura.
Sentada sobre sus piernas y con el telar en la cintura, fijado a un poste, comenzó a tejer los hilos que quedaron en forma vertical de ella.
Empezó a tensar los hilos para tejer y escribir con variedad de colores o figuras, parte de su historia y la de una mochila o blusa.
La oriunda de Oaxaca señaló que el telar de cintura tiene varias ventajas, como lo es su versatilidad; ya que con esas técnicas se pueden tejer las prendas más representativas que componen la indumentaria de los diferentes grupos étnicos que existen en México, como los huipiles, las fajillas y enredos, entre otros.
“Hay desde el tejido más sencillo hasta el más difícil y de la creatividad de una dependerá hacer una pieza única, así como del tiempo para terminarla”, dijo.
PIERDE SU VALOR
Una mochila tarda en hacerla hasta un día y medio; “creo que nosotros como artesanos también nos hace falta mostrarle a la gente cómo es que trabajamos para que puedan valorar las piezas. No es posible que en otros lugares como Estados Unidos nos tome más en cuenta”.
Los materiales que utiliza son de calidad y para poder trabajar en el telar requiere de hilo de algodón o acrilar, que son de los más finos para crear los productos mencionados.
“A veces vendo, a veces no y tenemos que bajar los precios de los productos; oscilan entre los 20 hasta 200 pesos, según el artículo”, reveló.
Guadalupe ha enseñado el telar de cintura a sus tres hijas, quienes desde chiquitas le ayudan a crear nuevas prendas para la vendimia en su localidad o ferias dentro del país.
“Es una forma de enseñarle al mundo nuestra tradición, de preservarla entre los nuestros y de obtener ingresos porque es una fuente de trabajo porque representa todo en nuestra vida; nos trae recuerdos de nuestras madres y abuelas. Nos acerca a la cultura de nuestro pueblo”, finalizó.
Durante una hora la artesana compartió su historia mientras tejía una blusa a la que apenas le dio forma al cuello. De pronto detuvo sus manos sobre los hilos para atender a los clientes. Se quitó el telar de la cintura, desdobló sus piernas, las estiró un poco, calzó sus huaraches y se puso de pie… la venta se volvió su prioridad durante la tarde.
En su tiempo libre, seguramente retomó el telar para continuar entrelazando los hilos de la blusa, que añadiría al mostrador de su local, con el fin de colocarla más adelante en el gusto o preferencia de alguna muchacha o señora.