Francisco Lastor Mejía salió hace cuatro años de su natal Escuintla, en la República de Guatemala, con la idea de alcanzar el llamado sueño americano; sin embargo, sus ilusiones se convirtieron en una pesadilla que actualmente lo tiene postrado en cama.
Francisco nació hace 41 años en un pequeño caserío en medio de la sierra ubicado en el Cantón Chupol, del municipio de Chichicastenango, en Guatemala.
En su juventud se fue a vivir a Escuintla y debido a que la situación económica era precaria, Francisco solamente concluyó la educación secundaria y aprendió el oficio de la carpintería.
En Guatemala tiene tres hermanas, dos hermanos y su papá, que reside actualmente en Cantón Chupol. Desgraciadamente su madre falleció hace 22 años y tiene una hija de 13 años con la que nunca ha convivido.
Hace cuatro años decidió salir de su país ya que no había trabajo y los pocos eventuales que estaban disponibles son muy mal pagados.
Tan inestable era su situación económica y la de su familia, que estuvo a punto de perder su único patrimonio: un terreno con una pequeña casa que fue hipotecada por una institución bancaria.
“Tenía la ilusión del sueño americano y que mejoraría mi vida totalmente al trabajar allá, para poder ayudar a mi viejito de 80 años y a mis hermanos. Sin embargo nunca me imaginé que me iba a pasar todo esto. Irónicamente nunca pisé el territorio estadounidense”, mencionó.
Este hombre salió de Escuintla con la idea de que su vida mejoraría al cruzar ilegalmente a Estados Unidos. La travesía comenzó llegando a Tapachula, Chiapas, donde no tuvo problemas para ingresar a México.
“Llegué a un albergue para migrantes y estuve refugiado por tres días, pero me pescaron las autoridades mexicanas y me deportaron de nuevo para Guatemala”, recordó.
Después de un tiempo volvió a cruzar hacia México con 20 quetzales en el bolsillo (equivalentes a 33 pesos mexicanos), con ese capital llegó por segunda ocasión a Tapachula, Chiapas, donde buscó trabajo pero no tuvo suerte, ya que le pedían documentos oficiales.
“Comencé a pedir ayuda a la gente, me daban comida y dinero hasta que junté para irme a Mapastepec, Chiapas. De ahí le seguí hasta Arriaga donde me subí al tren llamado ‘La Bestia’. Recuerdo que vi a mucha gente entre niños, jóvenes, ancianos y hasta mujeres
embarazadas, todos con el mismo propósito: llegar a la Unión Americana sin importarles que arriesgaban la vida por un mejor futuro.
Algunos de ellos los observe caer durante el trayecto y perder la vida en los viajes, yo me agarraba fuerte para no caerme, no quería terminar como mis compañeros”, indicó.
Francisco llegó a Iztepec, Oaxaca; ahí nuevamente buscó trabajo pero tampoco encontró. Fue apoyado en una casa de migrante por tres días, para de nueva cuenta subirse a “La Bestia” y llegar a Matías Romero, Oaxaca, donde cayó del ferrocarril y tuvo que pernoctar una noche para continuar con su trayecto que lo llevó hasta Tierra Blanca, Veracruz.
“Ahí conseguí trabajo de albañil, estuve varios días, ya comenzaba a ganar mi dinerito pero me asaltaron y me quitaron lo poco que había juntado”, narró.
El guatemalteco subió de nueva cuenta al tren sin un centavo en el bolsillo. Para colmo, tomó el ferrocarril equivocado que lo llevó hasta Querétaro en lugar de acercarlo al norte de México.
“Continué en el tren pasando hambre, sed y frío, dormía arriba del armatoste bien agarrado porque peligraba caerme y recordaba a mi padre, a mis hermanos y familiares que se habían quedado en Guatemala. Eso a la vez me motivaba para cruzarme el río Bravo y comenzar a trabajar en Estados Unidos, quería ayudarlos mandándoles dinero, porque iba a ganar bien y en dólares”, describió.
Después de unos días llegó hasta Celaya, Guanajuato, ahí pasó la noche pidiendo dinero y comida. Tras juntar algunos pesos volvió a subir al tren para continuar el viaje donde tuvo que esconderse de las autoridades migratorias mexicanas que hacían revisiones. Llegó a San Luis Potosí, donde se albergó en la Casa del Migrante por siete días y le brindaron techo y comida.
De ahí partió hacia Monterrey, Nuevo León, donde buscó trabajo, pero nunca encontró; posteriormente viajó a Reynosa, Tamaulipas, por lo que sentía que su sueño estaba a punto de cumplirse, sin embargo, el panorama dio un cambio radical convirtiéndose en una amarga pesadilla.
Francisco nunca logró pasar hacia Estados Unidos, al contrario, anduvo vagando tristemente por las calles con hambre, sed y sin tener dónde dormir, ya que en la Casa del Migrante de esta ciudad solamente le dieron refugio por tres días como marca el reglamento.
Fue en el Centro de Rehabilitación Cristiano para personas con alcoholismo y drogadicción Victory Home, que se ha convertido en albergue para gente necesitada, donde le abrieron las puertas a Francisco.
“Este fue el único lugar donde me aceptaron por mi condición de indocumentado, siempre les voy a agradecer que ahí me apoyaron para salir adelante. Pude conseguir un trabajo aquí en Reynosa, ya que mi meta seguía fijada en cruzar a Estados Unidos, pero para lograrlo necesitaba dinero.
“Aquí en Reynosa tuve que comprar documentos falsos para entrar a trabajar en una maquiladora, después de un tiempo de juntar dinero para cruzarme al lado americano todo se vino abajo”, comentó.
Hace dos años, cuando viajaba en la caja de una camioneta con un grupo de compañeros de trabajo, la unidad tuvo un accidente y Francisco se cayó del vehículo, sufriendo lesiones irreparables que lo dejaron paralítico y ciego.
“Perdí la memoria y después de un tiempo un día desperté en el Seguro Social con la triste noticia que no podía ver ni caminar. A causa de ese accidente perdí mi trabajo, por lo que al salir del IMSS me llevaron al centro de rehabilitación. Me trasladaron para allá diciendo que le iban a dar seguimiento a mi caso pero nunca cumplieron su palabra; eso fue hace casi dos años”, señaló.
Desde entonces en Victory Home lo han apoyado cubriendo sus necesidades básicas, brindándole techo y comida, además de inculcarle la palabra de Dios.
Sin embargo, a pesar de estar atado a un silla de ruedas quiso obtener recursos para solventar los gastos de su bolsa de descarga de orina, ya que perdió toda sensibilidad de la cintura para abajo a causa del accidente, por lo que empezó a vender dulces y chocolates afuera de Pemex.
Lamentablemente, desde hace tres meses le empezaron a salir unas llagas en la parte superior de su pierna derecha, provocadas al estar sentado por largos periodos y el intenso calor.
Sus compañeros y voluntarios del refugio lo llevaban a la delegación de la Cruz Roja donde le hacían las curaciones periódicas, pero el problema comenzó a ser grave ya que las llagas se estaban infectando, tuvo una severa hemorragia y fue trasladado de emergencia por la misma Cruz Roja al Hospital General de Reynosa.
“Chapín”, como lo nombran de cariño en el albergue Victory Home , continúa internado en el nosocomio con un diagnóstico de úlcera por presión infecciosa estado 3, por lo que requiere de constantes curaciones, ya que la infección puede llegar al torrente sanguíneo y afectar otros órganos.
Afortunadamente la población ha respondido de una forma extraordinaria ante su caso y le han brindado el apoyo necesario.
Actualmente sus compañeros del albergue lo están ayudando y no lo han dejado solo, en especial uno de los voluntarios de nombre Óscar de la Garza, quien junto con otras personas ha conseguido medicamentos y donativos para Francisco; además solicitaron el apoyo de las autoridades consulares de Guatemala para que regrese con su familia.
Lastor Mejía dijo sentirse agradecido primeramente con Dios por poner en su camino a personas de buen corazón y amigos que no lo han dejado solo.
“Gracias a Dios y a todas aquellas personas que me están apoyando y orando por mí, sinceramente si no fuera por esa gente ¿dónde estuviera yo? solamente por las personas que me están ayudando me he mantenido en este hospital porque yo soy de Guatemala y creo que algún día voy a estar en mi país, ya bueno y sano; lo creo porque tengo fe.
“Personas que ni siquiera me conocían me están ayudando y eso es grande para mí, gracias a Dios que les tocó el corazón. Me siento muy dichoso de estar en este lugar porque siento la grandeza del amor de toda la gente hacia mi vida, nunca me imaginé eso. Me siento como príncipe de estar internado aquí porque los doctores, enfermeras y todos los trabajadores de aquí me están ayudando mucho a pesar de que no soy mexicano”, dijo.
“Chapín” mencionó que existen muchas personas centroamericanas que necesitan el apoyo, por eso pidió que se construya una casa o centro de rescate para personas inmigrantes.
“Estoy seguro de que Dios va a hacer grandes cosas en este lugar, porque dice su palabra que donde sobreabundó un pecado ahí sobreabundó su gracia, veo la grandeza de su amor hacia mi vida”, comentó.
Mientras tanto su amigo Óscar de la Garza sigue haciendo los trámites ante el Consulado de Guatemala en Tijuana, Baja California. Hasta la fecha ya lograron localizar a sus familiares en su país natal.
LO CONTACTA EL CONSULADO
Respecto a este caso, la cónsul General de la República de Guatemala en Tijuana, Baja California, María Jimena Díaz González, dio a conocer que ya establecieron contacto telefónicamente con dos hermanos de Francisco para saber si estaban en la disposición de recibirlo; afortunadamente la respuesta fue positiva a pesar de que “Chapín” tiene más de cuatro años fuera de Escuintla, Guatemala.
La representación diplomática hizo lo propio para conseguir el acta de nacimiento de Francisco, a fin de tramitarle el pasaporte para que al mejorar su salud pueda reunirse con su familia.
“Aquí en el consulado hacemos un protocolo para hacer las coordinaciones con autoridades mexicanas y guatemaltecas, además de adquirir el pasaje mediante una agencia de viajes de Tijuana, quienes nos piden la documentación necesaria para poder trasladarlo”, indicó.
Sin embargo, mencionó que lo primordial es que Francisco se restablezca y esté en condiciones para viajar a su natal Guatemala y reunirse con su familia.
Al tomar conocimiento del caso, la diplomática hizo contacto con los directivos del Hospital General de Reynosa para mantenerse informada del estado del guatemalteco.
“Agradecemos la atención de los empleados del Hospital General que han atendido tan amablemente a ‘Chapín’, y también la sensibilidad de los ciudadanos de Reynosa para con él que lo están apoyando constantemente”, dijo.
Díaz González lamentó que muchas personas centroamericanas tengan todavía la idea de buscar el “sueño americano”, aunque reconoció que la situación económica en su país es difícil.
“Algunos que tienen familiares en la Unión Americana, a pesar de la crisis económica que padece ese país, piensan que de todas formas les irá mejor que en su país de origen por lo que comienzan a migrar”, indicó.
Señaló que en Guatemala existen problemas económicos y falta de trabajo, por lo que se arriesgan ya que desean mejorar su calidad de vida.
En el Consulado de Guatemala de Tijuana, Baja California, se cuenta con un programa de apoyo a los migrantes para ayudar a las personas que estén en situaciones de vulnerabilidad como Francisco.
En los casos de migrantes que fallecen fuera del territorio guatemalteco, también se les brinda el apoyo económico para ese tipo de gasto. Cuando el migrante no está en ninguna de esas situaciones, solamente se les brinda orientación en las sedes consulares de Guatemala que están ubicadas en Monterrey, Nuevo León; en McAllen, Texas y en Tijuana, Baja California, donde se trata de asistir a las personas que lo requieren.
Algunos de los programas que el Ministerio de Relaciones Exteriores ofrece mediante el consulado son: Programa de búsqueda de guatemaltecos desaparecidos en el exterior, Programa de asistencia a guatemaltecos
fallecidos y vulnerables en el exterior, Programa de asistencia humanitaria a guatemaltecos retornados vía aérea desde los EUA, entre otros.
Es a través de la coordinación de este MRE con las oficinas consulares guatemaltecas y autoridades migratorias mexicanas que se otorga asistencia, atención y protección consular a los guatemaltecos que vienen deportados.
La cónsul general recalcó que es necesario abrir un refugio para centroamericanos en la frontera de Reynosa, Tamaulipas, ya que solamente se tiene en Tijuana, Baja California.
“Urge que se construya un albergue especial para ellos, porque los centroamericanos necesitan más tiempo, ya que desconocen las leyes o a dónde pueden acudir para ser orientados”, sentenció.
Indicó que Óscar de la Garza, voluntario del albergue y amigo de “Chapín”, tiene el interés de crear un refugio de este tipo, por lo que están contactando a las autoridades municipales y estatales para concretar este proyecto que beneficiaria en mucho a los migrantes y deportados guatemaltecos de Estados Unidos.
Para los miles de centroamericanos que ansían cruzar de forma ilegal la frontera de México a la Unión Americana con el objetivo de alcanzar el llamado “sueño americano”, “Chapín” les tiene un mensaje:
“Les quiero decir a toda a la congregación y a toda la gente de Centroamérica que no es fácil llegar hasta la frontera y menos cruzar a Estados Unidos, a pesar de que se escuche sencillo.
“Actualmente es más difícil porque además de los peligros propios del largo trayecto, existe mucha inseguridad, violaciones a los derechos humanos y situaciones que se padecen en el camino. Le digo a toda la gente que es muy difícil llegar hasta acá, yo nunca pisé territorio estadounidense. A pesar de eso le agradezco a Dios infinitamente, primeramente porque estoy vivo y llegué a este lugar cayendo en buenas manos con personas de buen corazón.
“Ahora mi máximo sueño es regresar con vida y mejor estado de salud a mi país de donde nunca debí salir. Es mejor estar en tu país y trabajar dignamente a pesar de que se gane poco dinero, pero finalmente estás en un lugar que conoces y con tu familia.
“Debemos recordar que Dios no nos deja morir de hambre, Dios está atento siempre a nosotros si actuamos conforme a su voluntad”, finalizó. v