Escribo nuestra historia con la intención de salvar vidas, para que sí estás pasando por algo similar tú sí puedas actuar a tiempo.
Escribo esto porque cuando hablamos de Covid-19 no hay médicos que vayan a tu casa, no hay información certera, no hay ayuda, estás solo y si tienes suerte, vas a tener apoyo de un doctor vía WhatsApp y llamadas telefónicas.
Escribo nuestra experiencia con la intención de ayudarte desde lo que nosotros vivimos, para que tú no tengas que pasar por lo que nosotros pasamos.
Escribo esto porque siempre pensamos que a nosotros no nos va a pasar.
De todos los escenarios que imaginé, jamás creí que sería responsable de la vida de mis papás y de mi abuelo.
Nunca me imaginé llorando en la cocina de mi casa, mientras le suplico a la enfermera que tenga más cuidado al tratar a mi abuelo.
Nunca creí que terminaría preguntándome todas las noches ¿qué pude haber hecho mejor? Preguntándome ¿si alguien más se hubiera hecho cargo, él seguiría con vida?
Escribo esto porque se que hay muchas personas que como yo, no tienen idea de cómo enfrentar esta situación, porque el Covid-19 puede ser tan silencioso que cuando intentas hacer algo ya es muy tarde.
Espero con todo mi ser que a alguien le pueda servir. Espero que no tengas que pasar por lo que nosotros pasamos y que sí lo pasas, tú puedas tener un final diferente.
27 de agosto
El jueves llegó mi abuelito de Piedras Negras, tenía un poco de tos, pero en general se sentía bien, caminaba, platicaba, comía y estaba de buen humor, no le tomamos mucha importancia.
29 de agosto
El sábado mis papás y mi abuelo se fueron a un rancho a trabajar.
30 de agosto
El domingo regresaron y mis papás comenzaron con síntomas de gripa; congestión nasal, temperatura, cuerpo cortado, entre otras cosas.
31 de agosto
El lunes los síntomas de mi papá y mi abuelo empeoraron, pensamos que había sido por el frío que hacía en el rancho, no le tomamos mucha importancia.
3 de septiembre
El jueves yo comencé con síntomas de gripa y nos avisaron que las personas con las que mi abuelito vivía en Piedras Negras habían dado positivo a la prueba de Covid-19.
Antes de ese día nosotros no teníamos ninguna sospecha de que podía ser Covid-19. Comenzamos el aislamiento total.
4 de septiembre
El viernes nos realizamos la prueba RT-PCR, fuimos mis papás, mi abuelo y yo.
Para ese día mi mamá y yo ya no teníamos síntomas, pero mi abuelo y mi papá estaban empeorando.
Con un oxímetro que habíamos adquirido anteriormente, revisamos la saturación de mi abuelo, estaba en 65.
No me alarmé, pensé que se lo había puesto de una manera incorrecta, mi abuelo caminaba, platicaba, se reía, no presentaba disnea (dificultad para respirar).
7 de septiembre
El lunes recibimos los resultados. Mi papá, mi abuelo y yo salimos negativos, mi mamá salió positiva.
¿Cómo era posible? Si habíamos estado conviviendo todos los días, mis papás dormían juntos. Mi abuelo y mi papá eran los únicos con síntomas, nada tenía sentido.
Marqué a los números que te brindan en el correo que te mandan los resultados, me dijeron que las pruebas no tenían ningún error, que mi mamá se aislara por completo y que mi abuelo y mi papá debían de tener un cuadro parecido a Covid-19 pero que seguramente era otra cosa.
Mi papá ya no se levantaba de la cama, se sentía y se veía muy débil, casi no hablaba, dormía casi todo el día y la noche, le costaba respirar y tenía una tos horrible, que solo las personas que han padecido Covid-19, comprenden la gravedad de los episodios de tos que sufren.
Ambos tenían días con la temperatura arriba de 39 y batallábamos mucho para que se les bajara.
Llevaban varios días sin apetito y apenas y comían algo.
Comenzamos a buscar enfermeros para que inyectaran a mi papá y mi abuelo. Batallamos mucho, nadie quería inyectar a alguien con Covid-19.
8 de septiembre
El doctor que revisaba a mi papá y a mi abuelo (únicamente vía WhatsApp, porque cuando tienes Covid-19, es la única manera en la que te pueden apoyar) me pidió videos de como estaba utilizando el oxímetro.
De inmediato me marcó y me pidió que llamará al 911, me dijo que en cualquier momento podía sufrir un paro respiratorio, que mi abuelo estaba muy grave.
Marcamos de inmediato, nos dijeron que si nos mandaban la unidad era para trasladarlo al hospital, que nadie lo revisaría y que pasaría directo al área de Covid-19.
Mi abuelo aún bromeaba, platicaba, se levantaba a la mesa a comer, caminaba, y sobre todo se rehusaba a internarse, decía: “voy a estar solo en el hospital, nadie me va a ver, si entro ya no voy a salir y yo solo tengo un poco de tos”.
El tenía mucho miedo de estar solo en el hospital, optamos por respetar su decisión. Esa noche entre todos sus familiares adquirimos un tanque de oxigeno y contratamos a una enfermera que estuviera toda la noche con el.
9 de septiembre
El miércoles les realizaron radiografía de tórax, ambos tenían neumonía, cada día empeoraban.
Y a pesar de que mi abuelo decía que se sentía muy bien, ese fue el último día que se levantó de la cama a comer.
Todo se complicó, la disnea de mi papá era cada vez mas grave, ya no podía caminar, ya no podía hablar, la tos hacía que su saturación bajara a 80 en un minuto, tenía temperatura, no hay nada más difícil que ver sufrir así a alguien que amas, ver cómo no puede respirar y no poder hacer nada para ayudar.
Mi abuelo, seguía saturando entre 70 y 85, aún con oxígeno.
Nadie podía ingresar a la casa, más qué la enfermera que nos estaba apoyando en las noches. Hasta ese momento mi mamá y yo habíamos encontrado la manera de solucionar todo entre nosotras, pero ese día nos dijeron que mi mamá también debía de estar en aislamiento y no salir de su recámara.
Así que a partir de ese día yo debía de hacerme cargo de todo.
10 de septiembre
El jueves a las 8 de la mañana se fue la enfermera de la noche y después de 10 minutos, mi abuelo comenzó a saturar en 50, aún con el soporte del tanque de oxígeno, llamamos a la ambulancia, los paramédicos llegaron y contrario a lo que nos dijeron, lo revisaron y estabilizaron, nos dijeron que tenía la presión muy alta, que era urgente trasladarlo al hospital, pero mi abuelito se rehusó, no lo podían trasladar en contra de su voluntad y los paramédicos se fueron.
Mi abuelito cada vez batallaba más para trasladarse, se cansaba mucho y con tan solo sentarse le bajaba mucho la saturación.
El jueves mi papá comenzó a saturar abajo de 80, y también comenzó a utilizar un tanque de oxígeno.
11 de septiembre
El viernes a las 5:50 de la mañana llamamos a la ambulancia nuevamente, mi abuelo tuvo una hemorragia nasal, nunca había visto algo parecido, era demasiada sangre y no sé detenía, para cuándo los paramédicos llegaron ya se le habían detenido la hemorragia.
Lo estabilizaron, nos dijeron que nuevamente tenía la presión alta. Le explicaron a mi abuelo que era urgente el traslado, que ya no podía seguir en casa, el dijo que no quería ir al hospital, que no quería estar solo y que ya se sentía mejor.
Ese día contratamos a otra enfermera, para que las 24 horas al día estuviera alguien con él, porque a pesar de que yo diera mi máximo esfuerzo, era imposible darles el 100 a mis papás y a mi abuelo, ambos requerían de una atención muy personalizada.
Ese día compramos los aparatos para revisar la presión y la glucosa, lo revisaba hasta cada 20 minutos
12 de septiembre
Mi abuelo apenas comenzó a decir que estaba batallando para respirar, se veía cansado, ya no podía levantarse por sí mismo, ya no podía tomar agua o comer, ese día le tuvimos que dar cuatro medicamentos diferentes para bajarle la presión y la saturación ya no le subía de 70, aún con todo el apoyo que le podíamos dar con el tanque oxigeno, aún en reposo absoluto, aún sin presentar tos.
Ese día yo estaba desesperada, daba mi máximo esfuerzo porque mi papá, mi mamá y mi abuelo estuvieran bien, no comía, no dormía, no me sentaba, no tocaba el celular, hacía lo mejor que podía, los enfermeros no dejaban de cometer errores y le llamé al doctor, preguntándole si le estaba haciendo más daño a mi abuelo al dejarlo en casa, que si lo mejor era convencerlo de trasladarlo y el me dijo que en cuanto ingresara a un hospital lo iban a querer intubar y que él no resistiría la anestesia.
Dijo que tenía menos de 5 por ciento de probabilidad de sobrevivir. Que sí él quería estar con su familia se lo permitiéramos.
13 sept
El domingo volvió a presentar hemorragia nasal y nuevamente llámanos al 911, esta vez, él pidió ser trasladado.
Lo ingresaron al rededor de las 10 de la mañana.
Antes de las 12:30 mi hermana marcó para avisar que mi abuelo tuvo un paro respiratorio y falleció.
Y sólo quedó un cuarto lleno de sus cosas, que esa tarde tuvimos que meter a una bolsa negra y llevarlas a la basura.
Yo no soy doctora y me falta mucho por conocer.
Pero puedo decirte que mi abuelito no presentó dificultad para respirar hasta un día antes de sufrir un paro respiratorio.
Así que si puedes conseguir un oxímetro, revísate constantemente, revisa a tu familia.
No te confíes de las pruebas, están desesperados por maquillar los casos de Covid-19.
Si ya tienes covid:
Haz un registro de todo lo que ingieran y anota la presión, la temperatura y la saturación mínimo cada hora. Y la glucosa todos los días en la mañana y en la noche.
No importa si antes no padecían de diabetes o hipertensión. Los medicamentos como la dexametasona o algunos sueros pueden elevar los niveles de la glucosa o la presión.
Si satura a menos de 90 encuentra la manera de conseguir un tanque de oxígeno, están exageradamente caros y al día gastas al rededor de 2 mil pesos.
Pero los doctores nos dijeron que eso fue lo que salvó a mi papá.
Sin importar lo que te dice en el 911, los paramédicos si se bajan a revisar y estabilizar y son muy amables, su trabajo es admirable.
Escribo esto porque mi abuelo comenzó a tener disnea (dificultad para respirar) un día o dos antes de fallecer, el 9 de septiembre fue cuando realmente se veía enfermo y el 13 de septiembre falleció.
Escribo esto porque nosotros no teníamos razón para revisar la glucosa o la presión, ya que a pesar de 91 años estaba perfectamente sano, el platicaba, bromeaba, veía la televisión, caminaba sin ningún tipo de apoyo e incluso subía y bajaba las escaleras el solo.
Escribo esto porque espero que tú que lees esto estés a tiempo de actuar, que si tú sales dejes de visitar a tus abuelos, que sepas que aunque no tengas dificultad para respirar, puede ser que tus niveles de oxígeno sean críticos.
Porque creo que si nosotros hubiéramos comenzado el tratamiento desde que la enfermedad comenzó tal vez hubiéramos tenido un resultado diferente.
Escribo esto porque no le deseo a nadie pasar por lo que mi familia y yo pasamos. Porque mi abuelo merecía algo mejor.
Porque ni la persona más empática del mundo podría comprender el miedo que se siente al estar sola en una situación así.
Por último, quiero decir que mi familia, mis tíos, mis primos, mis hermanos, cuñados, estuvieron presentes en todo momento, no hubo un solo día, noche o madrugada que no nos trajeran de comer, que no llamaran, que no enviaran dinero, que no estuvieran al pendiente de cada medicina o aparato que necesitábamos.
Me faltó tanto por decir, por escribir, aquí no está ni la mitad de lo que vivimos.
Pero en fin si puedo ayudarte en algo, no dudes en comunicarte conmigo, que Dios te bendiga y te guíe siempre.