Adriana y Laura (nombre cambiados a petición de las entrevistadas) son una estudiante y una empresaria de la zona metropolitana de Nuevo León quienes comprobaron, de la peor manera, los efectos que ha tenido el aumento de casos y decesos provocados por el Covid-19 en la entidad.
Ambas no solo debieron de soportar el dolor de haber perdido un ser querido por un problema ajeno al Coronavirus, sino que además tuvieron que esperar entre seis y diez días para recibir las cenizas de su pariente.
Esto se debe a la saturación que existe en los distintos crematorios de empresas funerarias ubicadas en la zona metropolitana de Monterrey, que están rebasadas por el promedio de 30 fallecimientos diarios adjudicados únicamente al Covid-19.
Este exceso de trabajo ha provocado que las empresas funerarias tengan lista de espera para poder destinar salas de velación, además de que algunas están ofreciendo la opción de cremar los cuerpos pues los espacios en sus cementerios se han terminado.
Consuelo Treviño Garza, subsecretaria de y Prevención de Enfermedades de la Secretaría de Salud, informó que en Nuevo León existen alrededor de 20 crematorios que son utilizados por 149 funerarias en la entidad.
La funcionaria recordó que el servicio de cremación de cuerpos se regula por medio de los contratos establecidos entre particulares, los prestadores de este servicio y los propios crematorios.
Aunque reconoció que existen negocios que están saturados por el incremento en la demanda, indicó que no es la generalidad e incluso dijo que no tienen reportes oficiales que los tiempos de espera para la entrega de cenizas tarden entre quince días a un mes.
“Posiblemente habrá algunas funerarias que por el exceso de trabajo o por el tipo de contratos o de convenios que ya tengan podrán tener alguna saturación, pero no tenemos información de que en la generalidad de los crematorios se tarden ese tiempo o que esté sucediendo esto, a lo mejor está sucediendo, no lo descarto”, expresó.
‘VENTILEN EL CUARTO’
El pasado 4 de enero, Adriana y su familia fueron notificados de lamentable fallecimiento de su abuelo de 87 años debido a un paro cardiaco.
El hombre, quien vivía junto con su esposa de 82 años de edad en un domicilio ubicado en el municipio de San Nicolás, siempre gozó de la protección de sus seres queridos, quienes procuraron mantenerlo a él y su esposa alejados de cualquier riesgo de contagio de Covid-19.
De hecho, recordó la joven, la pareja ni siquiera estaba enterada de los estragos que la enfermedad ha hecho en la sociedad regiomontana, pues sus hijos y nietos procuraban no bombardearlos de información relacionada con la pandemia.
Alrededor de las 2:00 horas del 4 de enero, el corazón del abuelo finalmente se detuvo, ofreciendo al hombre lo que su familia espera fue una muerte tranquila.
Tras darse cuenta del deceso los dolientes llamaron a un amigo médico, quien certificó que el deceso se había debido a un paro cardiaco, además de que descartó cualquier riesgo de Coronavirus.
Con esa noticia la familia se comunicó con la empresa Protecto-Deco, a la que habían contratado para los servicios funerarios de los abuelos, en un paquete que incluía la velación y sepelio en un cementerio de la empresa.
Al comunicarse para reclamar el seguro, un representante de la funeraria les explicó que, debido a la saturación de servicios, solamente podía ofrecerles incluirlos en una lista de espera para una sala de velación, además de la cremación del cuerpo, pues no contaban con espacio en sus cementerios.
Sin embargo lo que más sorprendió a la familia fue que les informaron que iban a tener que esperar, al menos, 16 horas para que una carroza pudiera acudir a su domicilio para recoger el cuerpo y llevarlo a un crematorio que, solo les dijeron, está ubicado en el municipio de Santa Catarina.
“Nos recomendaron que ventiláramos bien el cuarto donde estaba el cuerpo y que esperábamos la llegada de la carroza, que al final llegó alrededor de las 18:00 horas de ese 4 de enero”, recordó Adriana.
Para hacer las cosas más dolorosas, la funeraria adelantó a la familia que las cenizas del abuelo no iban a tenerlas en menos de 10 días hábiles, debido a la saturación de trabajo que existe en los hornos.
Este hecho representó un trauma para Adriana y sus seres queridos quienes, como miles de personas en el país, fueron despojados de cualquier posibilidad de ofrecer una despedida digna a sus familiares.
“Ha sido muy doloroso”, finalizó.
La misma situación la vivieron Laura y sus familiares, quien el 31 de enero sufrieron el deceso de su abuela, también por causas naturales.
En el caso de esta empresaria, su posición económica le permitió contratar los servicios de las Capillas Marianas, quienes no los hicieron esperar tantas horas para recoger el cadáver, pero no pudieron entregar las cenizas tan rápido como les hubiera gustado.
“En nuestro caso mi abuela falleció el 31 de enero, ese día se llevaron el cuerpo pero las cenizas nos las entregaron hasta el 5 de enero pues, nos explicaron, su crematorio está saturado”, relató.
Así como estas dos mujeres, los casos se replican por los cientos y seguirán registrándose mientras no haya una disminución en la incidencia de Covid-19 en el estado de Nuevo León, que en la primer quincena de enero ya ha cobrado la vida a más de 6 mil personas.