Si quieres resultados diferentes haz cosas diferentes para obtenerlos, y eso fue lo que Sofía Galván Silva hizo en días pasados al atreverse a circular por calles de la ciudad con el medallón de su camioneta rayado pidiendo un riñón.
Por casi 10 años Sofía espero ‘sentada’ la llegada de un riñón, pero al no ver respuesta y después de entrevistar a un cirujano especialista le vino la idea de escribir en uno de los vidrios de su camioneta si alguien le regalaba el órgano.
“Me quieres donar un riñón 8132347349”, fue lo que escribió Sofía en su camioneta Renault, leyenda que acompañó con sus redes sociales.
“A estas alturas del partido ya estoy desesperada, si me dicen que vaya al cerro porque ahí hay uno voy.
“Tenemos un programa, una plataforma de mujeres, en donde los lunes entrevistamos personas y la semana pasada recibimos a un cirujano de transplante renal. Él nos platicó que en Canadá era muy común que la gente pusiera en sus vidrios traseros que esta buscando un riñón”, contó.
Al siguiente día Sofía pensó en la estrategia y decidió aplicarla para recorrer las calles de Monterrey y su área metropolitana.
“Honestamente no pierdo nada, no tengo el riñón y ya son nueve años que estoy en hemodiálisis y diálisis, ahora si que he hecho todo lo humanamente posible para estar siempre lista”, dijo.
Comentó que estar en protocolo de transplante es estar todo el tiempo sometida a estudios por la vigencia de los mismos, análisis en donde tienen que dar el visto bueno, una gran cantidad de especialistas.
“Con esta campaña quiero hacer un poquito más porque de nada me ha servido estar nueve años esperándolo en casa y no ha llegado”, agregó.
En su búsqueda ha recibido múltiples mensajes pero hasta el momento no se ha concretado nada, sin embargo su segundo deseo es conectar donadores con donantes para que alguien más tenga una nueva oportunidad.
“Se que hay personas que quieren donar y personas que lo necesitamos, la forma es encontrarnos y eso es lo que estoy tratando de buscar”, resaltó.
Si algo le molesta a Sofía, es que le cuestionen si tiene algún familiar que le pueda donar el órgano, pues si eso fuera una posibilidad, no estuviera pidiendo fuera de casa.
“Ustedes creen que si un hermano o prima ya me lo hubieran querido dar, ¿estaría haciendo esto en este preciso instante?.
“Por eso les pido que no hagan preguntas incómodas, ya que para uno no es muy grato decir que nadie cercano a mí me lo quiso dar”, platicó.
VIVE LA PANDEMIA DESDE HACE 20 AÑOS
A Sofía le detectaron la insuficiencia renal a los 16 años, sin embargo no fue considerada una enfermedad, sino una discapacidad, porque se desarrolló por causas congénitas.
“Me la detectaron cuando estaba en la adolescencia, cuando crecí mis riñones se quedaron infantiles y no fueron suficientes para drenar un cuerpo completo.
“El riñón es el órgano encargado de desechar las toxinas y el exceso de agua del cuerpo. Una vez se me hincharon los pies, algo que no era normal a esa edad, y me hicieron una serie de estudios resultando que tenía insuficiencia dude nacimiento”, contó.
Y aunque Sofía comenzó a llevar casi de manera rigurosa un estilo de vida sano, que le valió para no dializarse inmediatamente, la llegada de ese proceso era inminente.
“Desde entonces tengo un estilo de vida en el que no tomo coca, no tomo café, procuro no comer alimentos procesados, tantas grasas, enlatados, embutidos; como de todo pero trato que sea preparado en casa con ingredientes naturales libres de muchas cosas.
“No andar en lugares con mucha gente, lavarme las manos a cada rato, lo que todo mundo conocimos en pandemia, yo vivo así desde los 16 años”, recordó.
La rutina se apoderó de Sofía y la costumbre no tardó en aparecer, pero aún así no deja de ser un proceso cansado en donde incluso, por algunos periodos, aparece la depresión.
“La salud mental importa y quienes padecemos depresión, sabemos que es una sombra que va y viene, que no siempre se ve con alguien triste.
“La gente que me conoce casi siempre me ve contenta, pero eso no significa que no tenga depresión”, platicó.
LIBRE PERO…
Sofía trata de llevar a cabo una vida normal aun con los demandantes procesos que tiene que seguir, aunque lo cierto es que de normal no tiene mucho, pues ella se considera una presa de la ciudad.
“Me conecto a las 10 de la noche, antes de conectarme tengo que preparar la máquina, estamos hablando de media hora antes y media hora después, la máquina dura diez horas, entonces hablamos de 11 horas que ya no puedo hacer nada”, detalló.
Durante ese tiempo la máquina hace cuatro diálisis y ya en el día, Sofía se realiza otras dos de manera manual.
“No puedo despegarme de mi casa más de cuatro horas porque ya me toca la siguiente, no puedo viajar ni de aquí a Saltillo porque ya me toca la siguiente”, comentó.
Una ventaja que tiene Sofía es que en su trabajo en el PRI Estatal, como secretaria de atención a personas con discapacidad, su jefe le adecuó la oficina para que se pudiera dializa.
“La gran ventaja que tengo en este momento es que tanto en mi casa como mi oficina que está en el mero centro tengo otro punto donde puedo picar base.
“En ocasiones llego en domingo, cuando no hay nadie, y los guardias me saludan porque saben que cuento con ese apoyo de poder llegar ahí a hacerme la diálisis”, platicó.
Sofía aprendió a ser feliz con lo que tiene y no se fija en sus carencias pues cree que si uno se enfoca en las cosas desafortunadas la depresión podría apoderarse de las personas, sin embargo no pierde la esperanza de tener una vida normal.
“Me siento como si fuera un perrito que recorre ciertos kilómetros a la redonda o como un preso con brazalete, soy una presa dentro de mi misma ciudad”, refirió.
La única vez que viajó fuera de la ciudad fue el año pasado a Ixtapa, en medio de un gran caos para transportar todo su equipo para dializar.
“Fue todo un espectáculo viajar con mi máquina, las cajas, de puras cajas de diálisis para cuatro días llevaba al rededor de 500 kilos de sobre peso”, contó.
Para Sofía el tener que llevar consigo casi media tonelada de sobre peso, no fue tan abrumador como el tener que soportar los protocolos para obtener el permiso de llevar consigo los materiales.
“Gracias a Dios en México las leyes nos amparan, cualquier persona que demuestre su discapacidad puede llevar lo necesario para la vida, sin embargo falta algo ahí de dignidad humana porque para poderme aplicar el protocolo me obligaron en una silla de ruedas”, señaló.
SU INSPIRACION
Aunque por momentos ha llegado a derrumbarse, Sofía está enamorada de la vida y las fuerzas vienen desde el corazón al recordar al compadre que le arrebataron durante la ola de violencia que azotó al Estado allá por el 2010.
Después de ese trágico suceso, cuatro años después comenzó con las diálisis recibiendo así
otro duro golpe emocional que ahora le da energía para salir adelante.
“En el 2010 secuestraron a un buen amigo, mi compadre, y no volvió; el hecho de que mi compadre no regresara fue clave porque ahí me di cuenta que yo tenía una opción.
“Alguien más decidió por él y te apuesto que si le dieras a escoger entre tener la vida que tengo ahorita y ya no estar, no ver crecer a sus hijos, te juro que preferiría mil veces mi opción aunque fuera amarrado o preso como digo”, recordó al momento que sus ojos se llenaban de lágrimas.
Su compadre ahora no tiene la oportunidad de ver a sus hijos crecer porque alguien más decidió por él, y es precisamente de donde saca el ímpetu cada mañana.
“Yo tengo esa oportunidad que él no tuvo, para mí fue muy fuerte porque él era muy cercano a nosotros, vivimos ese secuestro, esa angustia, esos días sin dormir, este miedo, viví eso en carne propia, que un ser querido no regresar.
“Entonces para mí el saber que tengo una opción es más importante que rendirme, mi compadre que en paz descanse es fuente de inspiración”, agregó.
NO ES COMO IR A LA TIENDA
Si encontrar un riñón fuera sencillo, Sofía ya hubiera acudido a la ‘tiendita’ de la esquina y pedido dos, pero las cosas no son así de sencillas.
Ahora lo que sigue es seguir luchando con todas sus fuerzas y seguir obteniendo recursos para sustentar su costosa vida, cuestión que agradece al saber que hay quienes no cuentan con el dinero necesario para sobrevivir.
“Agradezco que (Dios) me dio inteligencia para trabajar y ser movida, porque yo lleno visas, vendo comidas, me dedico a las importaciones y hago de lo que se pueda como la próxima apertura de un spa que será manejado por personas con discapacidad, siempre estoy buscando que hacer y cómo conseguir recursos”, detalló.
Hay quienes le ofrecen ayuda monetaria pero para Sofía eso no es necesario, sino encontrar el órgano.
Sin embargo algunas personas traspasan la barrera de la honestidad y se han ofrecido a vender un riñón por una fuerte suma de dinero, cuestión a la que Sofía jamás accedería.
“Hay gente que me ofrece ayuda económica y yo les digo que no me hace falta dinero, sino conseguir un riñón y esos no se compran, no puedo ir a la tienda a comprar un riñón.
“Hay otras personas que me escriben y me dicen que me venden el riñón, pero no, eso tampoco lo estamos promoviendo porque se llama tráfico de órganos y yo busco una donación altruista”, precisó.
TODO SERIA MEJOR SI…
Dadas las dificultades que hoy en día se presentan respecto a la cultura en la donación, no sólo de órganos sino de otro tipo como la sangre o plaquetas, Sofía trabaja en la planeación de una Ley para que incentive y proteja ese tipo de prácticas.
Desde promover la donación de órganos, hasta respetar la voluntad de los pacientes que pierden la vida y desean darle una oportunidad a alguien más, es lo que abordaría dicha ley.
Sangre a cambio de horas de servicio social, sería otra propuesta para encaminar a los jóvenes hacia la cultura de la donación.
“Algo bien importante es platicar con la familia si alguien quiere ser donador de órganos, porque luego pasa que caen en muerte cerebral y los familiares por apego o ignorancia deciden no donarlos”, apuntó.
Dijo que
“Que mejor darle la oportunidad a tu familiar que su corazón siga latiendo en el cuerpo de alguien, que su riñón siga viviendo en el cuerpo de alguien, que sus pulmones sigan respirando en el cuerpo de alguien más”,
El saber que un final podría llegar en menos de 10 años no acaba con el semblante, el buen humor, el carisma y la sonrisa de Sofía, aun y cuando tiene un estilo de vida limitado.
“La estadística dice que si continúo, yo que ya llevo nueve años y medio, tengo otros nueve años de vida máximo, sin embargo con un riñón puedo llegar a vivir 20 o 30 años más.
“Probablemente me veas muy bien pero no soy libre, no puedo viajar a ningún lado, no puedo meterme a una alberca, no puedo hacer muchas cosas sencillas”, expresó.
¿Qué necesitas para ser donador?
Aunque parezca increíble, las probabilidades de ser compatible con una persona que necesita una riñón son demasiadas, la cuestión es la voluntad.
“A nivel México hay más de 21 mil personas esperando un órgano, de esa cantidad más de 16 mil esperamos un riñón y de esos 16 mil solamente el 0.6 por ciento se transplanta”, precisó.
Dijo que ese 0.6 por ciento se debe a que las personas encuentran un donador vivo, en la mayoría de los casos, pues las personas difícilmente donan los órganos de sus familiares cuando mueren.
“La gente que va saliendo la lista de donación es porque se muere, no porque reciba el órgano”, dijo de manera contundente.
Por eso si alguien desea ser donador en vida de un riñón debe: ser mayor de 18 años y preferentemente menor de 60, tener buena salud física y psicológica en general, tipo de sangre compatible, estar dispuesto a someterse a un proceso largo.
Tener una buena función renal, no tener o haber tenido cáncer, hepatitis B o C, VIH, diabetes, sobre peso u obesidad, problemas del corazón, o estar embarazada (puede ser antes o después del embarazo).
Posterior a la cirugía, las personas deben dormir y comer bien, evitar el tabaco, alcohol y evitar alimentos procesados.