En su último concierto en Monterrey, Joan Manuel Serrat dijo adiós con Las Golondrinas, esa mexicanísima melodía de las despedidas. Al igual que los demás asistentes al Auditorio Pabellón M, de Monterrey, sentí que una parte de mi formación sentimental se iba con el cantautor, que me ha acompañado poniéndole soundtrack a mi vida.
La presentación el pasado 14 de mayo fue un colofón nostálgico de visitas de más de medio siglo del trovador barcelonés a México, país en el que recaló como parte de la gira que lo trajo por vez primera a América en el otoño de 1969. Fue aquel un tour exitoso, en el que estuvo acompañada por acontecimientos afortunadísimos, en forma de éxitos radiales que ya lo daban a conocer por estas latitudes. Su disco de Antonio Machado estaba aún caliente en el mercado, con ventas de súper hit. Era ese su primer disco grabado completamente en español y Serrat tuvo la fortuna de elegir una serie de poemas del vate andaluz, al que insertó, con música, en el gusto popular. Destacaba el mega éxito Cantares, en la que el joven compositor se atrevió intercalar sus propios textos con los del poeta inmortal, y lo consiguió con muy buena ventura. Si el Nano pudo colocarse a la altura de Machado estaba listo para los retos mayores. Polémico desde el origen, el disco era para Serrat una reconciliación con el idioma castellano, después de haber asombrado a la comunidad de Barcelona con LPs previos grabados en catalán. El joven tímido y de mirada inteligente, que tocaba la guitarra con temple de veterano, se había convertido, de pronto, en la vanguardia de la Nueva Canción, el movimiento artístico que, en la época del franquismo, buscaba normalizar el uso del catalán, pero con incómodas denuncias hacia la dictadura. Al desembarcar en este lado del Atlántico, ya también había estrenado Penélope, como disco sencillo, una canción en el que se mezcla la nostalgia del desamor, con una bella historia de abandono y desencanto. Su voz no era de prodigios vocales, pero se rebelaba como un intérprete de personalidad tremenda.
Aquel año giró Joan Manuel por Brasil, Argentina, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo y México. Se le reconocía como un heredero de la voz temblorosa de Charles Aznavour, pero también se le admiraba en su faceta de autor, por su mezcla de canciones de elegante terminología, en el que se adivinaba un gran lector de poesía, y con asombrosos recursos lingüísticos. Toda su creación estaba enmarcada, principalmente, por temas relacionadas con la naturaleza, las anécdotas y las atmósferas que tan bien sabía retratar, como la desesperanza del saltimbanqui que recorre los pueblos en Titiritero.
Cuando pisó México se había convertido ya en un joven veterano de la música. Y no dejó de venir una y otra vez a presentar a lo largo de los años a presentar sus novedades. Cuando tuve edad suficiente, cada vez que venía a Monterrey, iba puntualmente a acompañarlo en sus shows. Digamos que estuve presente en unas siete de las últimas presentaciones, desde que lo acompañé por vez primera en 1987, para la presentación del disco Bienaventurados, en el Gimnasio Nuevo León. En el más reciente concierto se ve avejentado, aunque sorprende su gran vitalidad a los 78 años. Y constaté con angustia, durante esa velada de recapitulación de su obra, que no aparece otro cantautor que recoja la estafeta y que esté cercano a la estatura de su gran talento.
Y como buen seguidor, he escuchado con atención cada uno de sus 20 discos en español y algunos de la decena que ha producido en catalán, su lengua materna. Lo he escuchado con extrema atención, desde aquella lejana melodía, la primera que grabó a los 22 años, en su lengua natal Ella em deixa (Ella me deja), en 1965, hasta el último disco cantado como solista, Hijo de la Luz y de la Sombra, el segundo que confeccionó con poemas de Miguel Hernández, el letrista al que más le ha expresado admiración.
Como aficionado, más que como conocedor, de la música de Joan Manuel Serrat, me permito elaborar una lista, en orden ascendente de importancia, de los discos que, a mi juicio, son los mejor logrados en su trayectoria.
5. PARA PIEL DE MANZANA (1975)
Joven y en plena madurez interpretativa, Serrat hace dupla con el arreglista Ricard Miralles, que lo acompañará a lo largo de toda la trayectoria. Son notables las notas de piano en el sencillo Piel de Manzana, que se la dedica “a esa muchacha que tuvo al barrio guardando cola” y que con el paso del tiempo vio su belleza menguada. El biógrafo Carles Gómez dice que El Carrusel del Furo es un homenaje de Serrat a su abuela. La Casita Blanca es una directa alusión a un motel de paso, descrito con picardía, y La Aristocracia del Barrio es una crítica con humor, en tono de rock, a quienes se esmeran por aparentar un ascenso social. La cascabelera Caminito de la Obra fue injustamente confundida con una crítica al Opus Dei, pues es, en realidad una crónica, a ritmo de rumba, de un grupo de albañiles andaluces en sus jornadas laborales, hablando con su jerga sureña.
Este disco es su primera colaboración con el sello Ariola. Serrat vuelve con mucha más energía después de haber presentado el disco sin título conocido como Canción Infantil que, si bien tenía un sólido aliento poético, fue tratado con indiferencia por la crítica.
4.1978 (1978)
Después de la muerte de Franco, Serrat ya ha dejado la imagen de cantante juvenil y es ahora, aunque joven, un músico que se integra ya en el debate político de España. Es así como en 1978 lanza el disco que tiene como título el del año de su presentación y que lo muestra como un artista humilde y sencillo. Si bien en sus discos anteriores aparecía como una presencia de rostro y efigie, que se presentaban para vender discos, en esta ocasión trae en la portada una fotografía en la que aparece en una ventana con la hoja de madera abierta, en la que se recorta una sencilla maceta con algunas cebollas. El álbum, de corte folclórico, habla de cotidianías, incidentes urbanos y de la naturaleza. Presenta Por las paredes (Mil años) que es la gran catedral en la obra del cantautor. Ninguna otra canción de su dilatada producción ha tenido una proyección tan ambiciosa en cuanto a temática. En la extensa melodía de poco más de siete minutos, trata de resumir la historia de Cataluña a lo largo de los siglos. Ciudadano es una agresiva crítica hacia la rutina en la que se involucra el trabajador y el oficinista “hablando a gritos, golpeando los adjetivos precipitadamente”. Aparece una bella obra que le rinde insólito culto a la Luna de Día, que es ignorada por todos. A una encina verde Serrat le dedica una canción poética que podría pasar como un prolongado haiku hacia un árbol que, en la soledad del bosque, estático, simplemente sobrevive. Historia Conocida es un homenaje que el cantante la hace a Miguel Hernández, mediante un poema de José Agustín Goytisolo. Aunque el álbum es de arreglos austeros, sobresalen los acordes de cuerdas, que alcanzan su mejor momento en el pasodoble Qué bonito es Badalona.
3.DEDICADO A ANTONIO MACHADO, POETA (1969)
El poeta andaluz había muerto en Francia, víctima del exilio republicano. Serrat tuvo la idea brillante de honrarlo con un disco que rescataba algunos de sus poemas emblemáticos, con arreglos tremendamente melódicos. Para entonces, el argentino Alberto Cortez había musicalizado algunos de sus poemas, que Serrat incluyó en esta producción. La compañía Zafiro inicialmente había considerado esta obra como riesgosa, pues parecía poco comercial poner música a poemas de un autor muerto, solemne y contrario al régimen. Para entonces, Miralles ya se había incorporado al equipo del catalán e hizo los arreglos de los ya clásicos Cantares y La Saeta, el poema que reniega del Cristo divinizado, y prefiere más a Jesús el que predicó con obra, ejemplo y filosofía. Retrato es un bello poema nostálgico en el que Machado hace su propio recorrido de vida por la niñez, juventud y adultez, hasta su muerte idealizada, diciendo que en su vida se ha concentrado en lo que es realmente trascendente, con un desdeño por lo mundano y superficial. Pero los arreglos convierten el texto en una suave balada acompañada por acordes de vientos, y cargada de añoranza. Completan la lista las irónicas y divertidas Llanto y Coplas y Las Moscas, entre otros de temáticas rurales. Este disco, con irreverentes arreglos pop, que contrastan con las estrofas de lenguaje alturado, establece a Serrat, para siempre, como un autor culto.
2.MIGUEL HERNÁNDEZ (1972)
También de su primera etapa, la más poética y significativa de su trayectoria, Joan Manuel hace un homenaje a Miguel Hernández, un poeta de rimas poderosas que pereció empobrecido y en prisión. Como es toda la obra del alicantino, el álbum es una proclama enérgica en contra de la muerte y el dolor, que, paradójicamente, son temas que saturan su poesía. Los arreglos de Francesc Burrull, austeros y con piano fúnebre, visten de luto todo el LP. Inicialmente incomprendido, se le comparó injustamente con el disco de Machado, que siempre ha sido considerado mejor elaborado. Sin embargo, este de Hernández es una delicada obra en la que se asoma de manera permanente la tristeza. Destaca Elegía, uno de los más soberbios temas de la discografía de Joan Manuel. Esta canción con primorosos arreglos de piano y violín, relata el dolor del poeta, que le canta a Ramón Sijé, su amigo muerto en Orihuela. Alcanza iguales tesituras Nanas de la Cebolla, el poema desgarrador en el que Hernández, desde la cárcel le declama con desesperación a su esposa que, en la miseria, solo tiene cebolla para comer y amamantar al hijo recién nacido. Para la Libertad, es otro de los temas más conocidos por su propuesta subversiva. De igual manera, Romancillo de mayo, trae melodía campirana para exaltar la alegría de la vida y la primavera. Se va al lado oscuro con Umbrío por la Pena, Llegó con tres heridas, y la tragedia de El Niño Yuntero.
1.MEDITERRÁNEO (1971)
Joan Manuel Serrat alcanzó el momento más elevado de su creatividad con la canción que le da título al álbum. En la canción que le da nombre al disco, el poema al mar que lo vio nacer es como una pintura de vivos colores en la que describe lo que para él significa ese inmenso espejo de aguas. Destaca, por supuesto, el uso del lenguaje literario, con expresiones sin contraste en la música del español: “Si un día para mi mal viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca con un levante otoñal, y dejad que el temporal desguace sus alas blancas”. Aunque no es el más conocido en su producción musical, Mediterráneo es un tema que roza la perfección y es considerada una de las mejores canciones de todos los tiempos en el idioma español. Pueblo Blanco, igual, describe con añoranza un paisaje desolado y monótono que, para sorpresa final del escucha, es descrito por un muerto. Ha tenido gran fortuna, a lo largo de los años, la declaración de amor a La Mujer que yo quiero, que se encuentra en el canon del autor. Tío Alberto es una celebración a la vida, con la descripción de las andanzas de un viejo despreocupado y bohemio, que Serrat identifica como Alberto Puig Palau, un conocido personaje barcelonés. El tema más comercial, lanzado como sencillo, es ¿Qué va a ser de ti?, en el que se menciona la desventura de una mujer que busca desesperadamente a su hija que, al crecer, la ha abandonado. Con Vencidos vuelve a sus viejas costumbres, al adaptar el poema de León Felipe.
Los arreglos magistrales del álbum son de Juan Carlos Calderón y Gian Piero Reberbieri.