En la actualidad la edad en la que las mujeres comienzan su ciclo reproductivo disminuyó de 20 a 15 años, aunque también aumentó, de los 20 a los 33 años, la edad en que muchas deciden ser madres. Pero existen también una tendencia entre las féminas que esperan hasta la madurez para procrear.
Las razones, reconoce César Humberto Rosas Herrera, coordinador estatal de salud reproductiva, sólo ellas la saben. Pero desde el punto de vista médico, “a medida que pasa el tiempo, las desventajas físicas para madre e hijo aumentan, así como aumenta el riesgo de complicaciones que pueden culminar en aborto”.
La realidad, subrayó, es que la edad de concepción se prolonga incluso hasta poco antes de la llegada de la menopausia, algo que hace años, parecía imposible.
Ahora, agregó el experto, no es algo nuevo y aunque no es recomendable embarazarse después de los 35 años, tampoco se les niega la atención, orientación y seguimiento a quienes estén en esa situación, ya que “es un embarazo de alto riesgo”.
PLANIFICACIÓN FAMILIAR
Más allá del control prenatal, dijo Rosas Herrera, habrían de considerarse los riesgos pre- concepcionales después de los 35 años para que las parejas elijan un método de planificación familiar adecuado.
“Existe en los centros de salud públicos y privados un manual para el uso de métodos anticonceptivos de acuerdo a sus características y se les proporciona la orientación necesaria para su salud reproductiva a edad madura”, informó.
Si no se tiene en mente embarazo, lo ideal es usar métodos anticonceptivos modernos como el implante subdérmico, que se coloca en el brazo y brinda una protección con efectividad, de casi el 100 por ciento o recomendó también el parche dérmico y DIU.
“ Invitamos a la población para que utilice el adecuado, pero que lo haga bajo prescripción médica para tener un mejor control del método”, sugirió.
De querer un hijo a esa edad, reiteró, “debemos cuidar el embarazo, hay que tener un control prenatal adecuado para detectar a tiempo cualquier complicación”.
Cabe recordar; “desde el momento que se deja de utilizar un anticonceptivo, las posibilidades de embarazarse son suficientes para que tras haber tenido relaciones sexuales sin protección, se retrase la menstruación y haya ya un embrión”.
En ocasiones el deso de ser madre a veces no se conreta de manera biológica. En ese sentido, manifestó que hay quienes recurren a tratameintos de fertilidad en hospitales privados o públicos como en el Hospital Universitario, o bien, deciden adoptar.
“Es válida cualquiera de las alternativas que tomen, pero en cuestión médica desde la reproducción natural, como tal, yo no recomiendo un embarazo a los 40. Será decisión de la mujer, y no por ello, se le dejará de otorgar atención médica. Al contrario, se le brindarán la orientación adecuada para lograr el nacimiento del bebé, sano y fuerte”, finalizó.
Rossío Miranda Oliver, de 42 años; Hilda Cuellar, de 35 y Laura Hernández, de 36 cuentan su testimonio de convertirse en madres cerca de la cuarta década de vida… pasaron tiempos difíciles, pero al final y pese a las adversidades, lograron ser madres sin límite de edad.
“MI VIDA CAMBIÓ”
Desde hace cuatro años la vida de Rossío no es la misma. Sin planearlo se convirtió en madre de Ariana, hoy de 2 años y medio, y de Mariana, de año y medio.
Sus dos embarazos llegaron de sorpresas, sin embargo, no ha dejado su faceta profesional por la que tanto luchó. Conserva su trabajo, tiene buen sueldo y divide su tiempo entre sus retoños y su esposo.
“Nunca soñé tener hijos, incluso cuando me casé (a los 36 años), me cuidé un tiempo porque no me quería embarazar. Tenía la idea de que había que disfrutar a la pareja”, expresó.
Un día, su marido le dijo que fueran al médico para ver la posibilidad del embarazo y planearlo, pero ¡oh, sorpresa! Cuando acudió al doctor le hicieron estudios y ya estaba embaraza. Fue una noticia inesperada, no creía que fuera a ser tan pronto, y sobre todo, no haberse percatado de ello.
“Había tenido problemas con algunos quistes y era irregular, por eso no me había dado cuenta, pero cuando me confirmó el doctor, entré en shock. No estaba preparada para tener hijos tan pronto”.
Reveló que sus primeros pensamientos fueron egoístas.
“No supe qué hacer, me pasaba algo raro, tenía sentimientos encontrados, pero con el tiempo asimilé las cosas”, dijo.
Los primeros meses tuvo naúseas y a veces tenía que estar en reposo pero todo normal. Nunca se complicó el embarazo.
“Fue difícil adaptarme a mi condición, pero conforme fue creciendo la bebé dentro de mí fue más fácil todo. Estaba bajo revisión médica, siempre cuidé mi alimentación y hacía ejercicio: creo que eso influyó para que todo saliera bien”.
Llegó el momento del alumbramiento y todo se dio con normalidad, excepto que en Rossío aún no se despertaba el instinto maternal.
“Nunca fui irresponsable, siempre atendí a mi hija, pero no me caía el veinte porque esa etapa de mi vida no fue tan idealizada, estaba enfocada a mi trabajo”, manifestó.
Pero conforme pasó el tiempo y Ariana creció, Rossío aceptó que su retoño era especial y que podría compaginar su vida laboral con su quehacer de madre.
“Me hija me conquistó y se volvió una prioridad. Mi esposo y yo aprendimos a ser padres y aunque no fuimos los mejores, tratamos”.
En aquel entonces Rossío aseguraba que se iba a quedar solo con Ariana y no tendría más hijos. Pero de pronto se imaginaba a la niña sola ta, sin hermanas y hasta lloraba.
“Regresé de Bolivia luego de unas vacaciones y a las pocas semanas me di cuenta del retraso en mi periodo. Fui a hacerme unos estudios, y por segunda ocasión estaba embarazada”, expresó.
La noticia volvió a causarles asombro a ella y su marido, pero lo tomaron más tranquilos. Aceptaron y vivieron con ilusión el proceso. Aunque ya se incrementaría la responsabilidad, la edad no fue un impedimento para ser mamá por segunda vez.
“Me embaracé a los 40, ya era más riesgoso, pero gracias a Dios no tuve malestares, ni complicaciones, ni nada aunque el médico estuvo atento a mi caso”, reiteró.
Hoy Rossío no se imagina sin sus hijas.
“Son la alegría de mi vida y aunque es cansado trabajar, atender la casa y darles lo mejor a ellas, saco las fuerzas que parece se agotan para que estén bien”, dijo.
Hoy a los 42 años, dice Rossío, “que no puedo perderse la infancia de sus nenas.
“No cambio por nada esta etapa de ser madre… son todo para mí. Ser mamá es renunciar a uno mismo, pero ha valido la pena. Es un amor tan grande que implica muchas renuncias y ansiedad por lo que quiero darles.
“Me visualizaba en lo profesional y material pero hoy en día ya no. Ahora no me imagino un día sin ellas, sin poderlas acostar o bañar. Me sentiría devastada. Ha sido difícil, pero no imposible”, concluyó.
MADRE POR ADOPCIÓN
Después de cuatro años de casada, Hilda Cuellar se percató que algo no andaba bien en su órgano reproductivo. No se podía embarazar, así que junto con su marido, emprendió un peregrinaje entre consultorios y médicos para ver qué pasaba.
“Visitamos médico tras médico, probé muchos tratamientos, pero nada. Ningún especialista me decía que hubiera algún impedimento físico para quedar embarazada, pero no había resultados positivos; fue difícil”, expresó Cuellar.
Desde los 24 años y durante seis años, se sometió a diversidad de cirugías y tratamientos para hacer realidad el sueño de ser madre. Sin embargo, la ciencia no estaba de su lado.
Recordó que en medio de la desesperación y luego de la primera cirugía, acudieron a la Procuradoría de la Familia. Pensaron en la posibilidad de adoptar, pero no se concretó el primer intento.
“No nos dieron muchas esperanzas, juntamos papelería y todo, pero no realizamos el proceso. Nos desanimamos, así que decidimos continuar con otros tratamientos”, manifestó. “Incluso como última alternativa, recurrimos a la inseminación in vitro, pero no se pudo. Con eso nos quedó claro que Dios tampoco quiso que fuera de esa manera.
“Fueron momentos de depresión. Fue muy desgastante ver que nada rendía frutos. Nos desesperamos y sufrimos mucho”, señaló.
Además de lo emocional, la inversión monetaria fue elevada. Cada medicamento y tratamiento quirúrgico, ascendió a más de mil pesos, por varias semanas, durante varios años.
Pero acercárse a Dios y encontrar en él un respaldo le abrió la mente para tener “esa confianza de que me iba a dar el hijo que tanto deseaba y de que no importaba que fuera biológico o no”.
Tras años de angustia e incertidumbre, pero sobre todo de mucha ilusión, desistieron de seguir de la mano con la medicina para tener un hijo.
“Yo le decía a mi esposo es más difícil tomar una decisión de ser madre por convicción, a ser madre por naturaleza, porque Dios le dio ese don de procrear. Pasó el tiempo y aunque fue difícil, decidimos adoptar”, comentó.
“Siempre consideramos la adopción, pero existía esa tristeza y zozobra de que pudiera ser. Nos cuestionábamos si podríamos ser padres algún día”.
Sin embargo, su marido le brindó todo su apoyo en las decisiones tomadas. Hilda dijo que su esposo fue muy solidario con ella.
“Incluso me decía que ya no me hiciera más tratamientos porque veía cómo me lastimaban, pero yo le respondí una y otra vez que ese era el precio por tener un hijo”, señaló.
Y así, de la mano de su amado, regresó a la Procuradoría de la Familia, luego de algunos años de intentarlo todo por la vía médica para traer un hijo al mundo.
“Dios acomodó las cosas…. empezamos el trámite y aunque en general fue un proceso tardado y difícil, los logramos”, adelantó.
Un día, la madre de un niño se acercó a ellos, los contactó por medio de un conocido y les dijo que deseaba que adoptaran a su hijo… Ahí, el inicio de una nueva ilusión, aseguró Cuéllar.
“Las condiciones en que se encontraba no le permitían dar una vida de calidad al niño. A partir de ahí nosotros empezamos a luchar por nuestro hijo. Dios puso las cosas en el camino”, expresó.
Se dio parte a los estudios socioeconómicos, psicológicos, entre algunos tantos. Detalló que pasaron meses y meses, e incluso les pusieron muchas trabas, pero siguieron firmes en el trámite.
Al paso de los días se comunicaron con Hilda y su esposo para solicitarles fueran a las oficinas a verificar una documentación. De ahí que el proceso tuvo celeridad, pero ya habían pasado un año y nueve meses para la resolución del caso.
Sin embargo, de la noche a la mañana la vida de Hilda se transformó. Ansiosa, en compañía de su esposo, se presentó en la Procuradoría de la Familia para recoger a su hijo.
Ella ya había dado aviso a toda su familia y amigos, quienes se mantuvieron a la expectativa de su situación en todo momento.
“Nos dieron la carta de liberación y de inmediato nos fuimos a la Casa Hogar donde se encontraba. No lo podía creer”, expresó.
Llegaron a la Casa Hogar. Emocionados, entraron al lugar e Hilda tiene presente el instante en que vio a lo lejos al menor.
“Le dije a mi esposo ´es él vas a ver que nos dirán que es nuestro hijo´”. No se equivocó.
“Era él. Mi esposo se sorprendió de mi tino. Lo abrazamos, lo cargamos… fue un momento especial, único e inolvidable. Era nuestro bebé”, dijo aún con emoción.
Luego de las indicaciones por parte de la Procuradora, partieron a casa. Ahí, la familia completa los esperaba. Querían conocerlo.
“Mi hijo, llegó a nuestra vida hace cuatro años como un regalo de Dios, con apenas año y medio de edad. Ha llenado nuestra vida y manera de vivir. En la actualidad tiene seis años y es maravilloso”, expresó.
Tardó, pero finalmente lo logró. A sus 35 años Hilda descubrió que nunca es tarde para ser madre.
“Cuando uno tiene la convicción de ser madre, no importa el medio, sea natural o por adopción porque cuando hay niños que necesitan el amor de una famila y unos padres, vale la pena cambiar la vida de un menor en abandono y él o ella a una pareja”.
Mencionó que ahora que su retoño está con ellos, enfrentan diversidad de situaciones. “Él pregunta por qué no hay fotos suyas cuando era bebé.
“Es normal y cuestiona porque ve fotos de recién nacidos de sus amiguitos en la escuela pero nosotros con el amor que le tenemos le explicamos que nació en mi corazón y no en mi pancita”, reveló.
Hoy viven como una gran familia, pero no descarta la posibilidad de adoptar una niña para tener “la parejita”.
“Hemos estado platicado al respecto, pero mi marido me ha dicho que no porque el proceso es muy difícil, se sufre mientras se está en la espera, y además, tuvimos una mala experiencia en aquel tiempo que hicimos el trámite aunque al final logramos el cometido”, dijo Hilda.
Pero a ver que pasa, añadió. “Nada está escrito y el tiempo nos dará la razón, ya dependerá de lo que decida”.
MADRE
POR PARTIDA TRIPLE
Tras no poder embarazarse de forma natural durante los primeros años de casada, Laura Castellanos inició una batalla con medicamentos y tratamientos hasta que finalmente por medio de un método de reproducción asistida, logró procrear, y no a un hijo, sino a tres.
Dos años después, y sin buscarlo, quedó embarazada de una niña, sin necesidad de someterse a algún tratamiento.
“La vida y dios”, señaló, le dieron la dicha de ser madre de cuatro retoños, situación que le cambió la existencia en todos lo sentidos aunque al principio haya sido difícil, e incluso, llegó a pensar que no llegaría ese día.
“Al año de casada no nos cuidamos, ya anhelábamos tener un hijo, pero pasaba el tiempo y no pude embarazarme durante cinco años, fue muy preocupante. Así que me empecé a tratar e inicié con pastillas para ovular, pero no dio resultados”, expresó Laura.
Al principio les desconcertó la situación, dijo. Sin embargo, no perdieron la fe y con asesoría de su hermano, quién es médico, buscaron al mejor especialista en Monterrey, y en efecto, cuando llegaron con él y les realizó los estudios pertinentes, encontraron la causa.
“A mi esposo le faltaba movilidad en los espermas y yo era irregular en mi menstruación, había una serie de complicaciones, pero nada por lo cual no se lograba el embarazo. El doctor nos sugirió iniciar una tratamiento de inseminación pero no ‘in vitro’ y accedimos”, dijo.
Castellanos explicó que el proceso consistió en la extracción del esperma de su marido y el depósito del semen en la vagina por medio de una inseminación intrauterina.
“Nos dieron esa ayudadita y vaya que nos dio buenos resultados”, manifestó. “Al paso de los días, me hicieron unos estudios, y cual fue la sorpresa, que ya estaba embarazada. Pero la reacción de las inyecciones, del medicamento que nos aplicaron a ambos, fue tanta que tuve un embarazo múltiple”, señaló.
En el primer ultrasonido que le realizaron detectaron cinco embrioncitos, y ante el asombro, el médico explicó que era posible que eso ocurriera por el alto nivel de ovulación que se presentó tras la estimulación con los medicamentos.
“Nos quedamos sorprendidos mi esposo y yo, sí pensábamos tener hijos pero no cinco de un jalón. Era una gran bendición,estábamos contentos, aunque con la incertidumbre de cómo le íbamos a hacer, pero más que todo, preocupados por su salud; sabíamos los riesgos que implicaba”, detalló.
Cuatro embriones se encontraban en el útero y uno en las Trompas de Falopio. De ahí que se vinieran algunas complicaciones, que dieron parte a que Laura tuviera un embarazó ectópico. “Es cuando se obstruye o retarda el paso de un óvulo fecundado a través de las trompas hacia el útero”, especificó.
“De pronto me desmayé. Me pasaron a urgencias porque me bajaron lo glóbulos rojos y había una hemorragia, así que me sometieron a una cirugía para detenerla y descubrieron que el embrión que estaba en las trompas se rompió. Se perdió un bebé”.
Aunque fue algo triste y se llevaron tremendo susto, el médico les explicó que en esos casos a veces se sacrifica a un bebé cuando su condición no es estable. Pero eso no fue todo, al siguiente ultrasonido, se dieron cuenta que un embrión más no se desarrolló.
“Finalmente y bajo cuidados los tres embriones con los que me quedé, se formaron, pero se extremaron cuidados ya que nacieron a los seis meses y medio”, explicó.
“Se adelantaron”, agregó. Debido a eso, de inmediato los colocaron en el área de Hematología, recordó. “Fue muy difícil porque nos los pude ver, como generalmente sucede, pero sabía que primero estaba su salud y recuperación.
“Estaban muy pequeñitos. Pesaron entre un kilo y un kilo 400. Fue todo un equipo de médicos quienes me atendieron durante el parto. Los bebés estuvieron en la incubadora casi dos meses, hasta que me los pude llevar a casa”, expresó.
Laura estaba satisfecha porque todo estuvo bajo control y de pronto vio realizado su anhelo de ser madre de tres niños.
“Aún lloro cuando proyectamos el video porque fueron tantos años de lucha, que saber que ya estaban conmigo, fue inolvidable”, recalcó.
“Fueron años de espera, incertidumbre, desgaste psicológico y económico pero valieron la pena. Por ejemplo, cuando llegaba la menstruación lloraba. Yo quería que no sucediera para saber que era posible estuviera embaraza. En fin, eso ya pasó”, dijo.
Pero no todo fue miel sobre hojuelas cuando los bebés llegaron a casa. Laura y su marido no estaban preparados para atender a los tres al mismo tiempo, o de acuerdo a sus necesidades, pero ese “amor” de padres, reiteró, les ayudó a hacer frente su responsabilidad.
Los primeros tres meses implementaron cuidados especiales con los niños para que se desarrollaran mejor por su estado prematuro. Y aunque les daba fórmula, porque no los amamantó, poco a poco ganaron peso y crecieron.
Laura y su familia tomaron el valor y las fuerzas suficientes para manejar la responsabilidad y darles todo el amor que tenían a sus retoños ante tan ansiado momento.
“ Fue una época maravillosa aunque algo exhausta, no dormíamos, cualquier cosita que les sucediera nos mantenía en alerta, pero no pasó a mayores. Los malestares que se presentaron en ellos fueron los de cualquier otro niño; gripa, tos, catarro”, aclaró.
Pasaron el año y todo bien, el segundo año y seguían las cosas igual pero no por ello Laura y su marido dejaron de asistir con el pediatra para revisión continúa de los trillizos, pues aún se encontraban vulnerables por la edad.
Dedicados a los trillizos, Laura y su familia no esperaban tener otro integrante más en la familia y mucho menos porque de manera natural no podía. Sin embargo, tras un chequeo médico, se percataron de un nuevo embarazo.
“Pensábamos que con tres hijos estábamos bien, queríamos disfrutarlos al máximo, pero cual fue nuestro asombro, que estaba embarazada. Al principio pensé que era un síntoma propio de la irregularidad de mi periodo, pero luego de un estudio, nos dimos cuenta”, expresó.
No fue un embarazo esperado y menos por la experiencia anterior pero con el tiempo y cuando supieron que era una niña “ nos volvimos locos”, señaló Laura porque “gracias a Dios, nos dio de nueva cuenta la bendición de ser padres y sin haberlo buscado”.
Laura ya tenía 36 años. La edad a lo mejor representaba un riesgo pero por fortuna nada se agravó, y tras un parto natural, su hija llegó con bien.
“La verdad, pensé que nunca sería madre… recuerdo cuando veía a mis hermanas con sus hijos y yo lloraba mucho, especialmente cuando la invitaban a baby showers.
“Todo ha sido maravilloso con sus altas y bajas. Me siento realizada como mujer, madres y esposa. Estoy plena, no me falta nada”, declaró.
Señaló que lo que recibes de tus hijos no se compara con nada. Verlos sonreír, llorar, ensuciarse y crecer, es una “bendición”.
“Ser madres es un privilegio, es felicidad. Por ello a las mamás que no pueden tener hijos les comparto mi historia para que vean que es posible realizarse en este aspecto de la vida, ya sea biológicamente, adoptando o con apoyo de algún método”, finalizó.
Lo ideal y lo real…
:: Hace décadas, de acuerdo al experto en salud reproductiva, era casi inexistente que una mujer tuviera hijos a partir de 35- 40 años pero lo cierto es que, desde el punto de vista natural y genético, las probabilidades de quedarse embarazada, aunque disminuyen, existen hasta el momento en que viene la menopausia.
Si una mujer que está a poco de cumplir los 50, sigue teniendo reglas, aunque irregulares, aún está a tiempo de tener hijos y se ha vuelto una tendencia “frecuente” hace tiempo.
“Hay mujeres que por diversidad de factores se quieren embarazar a esa edad pero también es cierto es que hay quienes recurren a distintos medios para hacer realidad su aspiración”, señaló César Humberto Rosas Herrera, coordinador estatal de salud reproductiva.
Desde el punto de vista fisiológico, el especialista hace hincapié que procrear a una edad madura incrementa el riesgo en la futura madre, y desde luego en el bebé, al ser más latente la posibilidad de enfermedades físicas o mentales.
“Es un dato real pero se pueden evitar los riesgos al procurar embarazarse a una edad ideal de los 20 a 35 años, al tomar en cuenta que si lo hace después, la edad y factores hereditarios, entre otros, representan un riego para ella y el producto” expresó.
Entre las complicaciones, señaló, puede haber hipertensión, diabetes, pre clamsia, por mencionar algunas pero que si finalmente la mujer o la pareja deciden adentrarse a esa etapa de manera natural o con tratamiento, “deberán hacerlo bajo supervisión médica continúa”.
“Si se trata de una mujer de esas características, debe ser mas constante el nivel de atención, es un estado en el que se debe realizar una revisión cautelosa en cada una re las consultas prenatales porque es importante detectar cualquier factor de riesgo”, aseveró.
Después de los 35, agregó, la incidencia de los casos de complicaciones severas, lleva incluso a la muerte materna. “En el 2011 se presentaron 25 y 6 de ellas ocurrieron en mujeres de más de 35 años”, reveló el experto.
“Todas las mujeres que están embarazadas después de los 30- 40 años, son de riesgo, se espera e intenta, que ningún caso tenga complicaciones. Por eso es importante la supervisión médica”, reiteró,
Entre las afecciones, no sólo de la mujer, están los que se presentan en los bebés. “Es posible que se de una malformación en el producto como Síndrome Down o labio leporino, entre otras, por lo que insisto, es imprescindible la atención médica.
“Puede ser o puede que no. Es cuestión de tomar en cuenta los riesgos para evitar, en medida de lo posible, este tipo de enfermedades en los pequeños. Dependerá de la madre o pareja, decidir la edad del embarazo o de los cuidados, si desean ser padres a una edad avanzada”, puntualizó.
Sin embargo, el médico recomienda a los matrimonios o mujeres, tener en mente la planificación familiar por cuestión de salud y no sólo por el simple hecho de ser madres a toda costa.