
La crisis hídrica que se vive actualmente en Nuevo León no sólo afecta en la realización de las labores domésticas o en la higiene de las personas, sino también descontrola a quienes tienen la condición de autismo.
Y es que la incertidumbre de no tener agua potable en las tuberías de los hogares, genera en los autistas una frustración al no poder seguir una rutina como comúnmente ellos están acostumbrados.
Ya sea de manera directa o indirecta, los cortes de agua han afectado las actividades de personas autistas desde hace meses; incluso algunas madres de familia han salido a protestar por las afectaciones que provocan en sus hijos.
Martha Catalina González Hernández, detalló como es un día de rutina de Edgar y cómo ha cambiado desde hace al menos cinco meses.
“Mi hijo tiene sus horarios de sueño establecidos, se acuesta desde las ocho de la noche y se viene durmiendo como a las 12, ahí se la pasa gritando y de repente ya no se escucha, es porque ya se quedó dormido.
“Para las comidas tiene que desayunar a las 10 de la mañana, comer a las dos de la tarde y cenar a las siete de la tarde, no le puedo dar más comida después de esa hora porque luego no duerme”, precisó.
Martha platicó como su hijo padece los estragos de la severa sequía que se vive en la entidad, pues afecta sus actividades diarias desde temprana hora.
Edgar, un joven autista que recientemente cumplió los 19 años, acostumbra a despertarse a las cuatro o cinco de la mañana y esperar a que su madre abra los ojos para comenzar sus actividades.
Lo primero que hace Edgar es meterse a bañar para después tomar sus lápices y ponerse a dibujar, sin embargo, cuando no tienen el vital líquido su frustración puede llegar hasta la ira por no poder darse un regaderazo.
Son minutos de descontrol en donde Martha tiene que lidiar con la montaña de emociones de Edgar para poder tranquilizarlo y continuar con su día a día.
En otras ocasiones Edgar acompaña a su madre y tiene que hacer largas filas desde las cinco de la mañana para poder alcanzar agua y observar de donde traen el líquido y cuáles son las tinas o garrafones que son potables.
“Lo tengo que llevar conmigo para que él vea cual es el agua que sirve para tomar y cuál es la que vamos a utilizar para limpiar o lavar”, explicó Martha.
Debido a que Edgar sólo toma agua natural, pues el refresco o jugos lo alteran por la cantidad de azúcar, el no contar con el vital líquido se vuelve más catastrófico de manera emocional.
“Son cerca de 10 minutos los que Edgar tiene de ataques de ira cuando no hay agua, cuando no se puede bañar, lavar las manos o rociarse la cabeza”, detalló.
Golpes en la cabeza, arrancarse pedazos de piel o destruir cosas, es lo que puede causar que no haya agua en la casa de Edgar allá en la colonia CROC, al norte de Monterrey.
Cuando estaban en la escuela y no se vivía la crisis tan severa, Edgar se bañaba dos o tres veces al día porque el calor lo descontrolaba.
Incluso para poder trasladarse de la escuela a la casa, su madre le tenía que mojar la cabeza para que no sintiera tanto calor a la hora de caminar.
Sin embargo, ahora también tuvo que aprender a desprenderse de ese recurso para poder colaborar en cuidar el agua y así combatir la crisis.
“Lo más que dura sin bañarse es un día, porque luego se quita la ropa y sale desnudo a la calle buscando agua, buscando bañarse.
“Y fíjese como va a prendiendo, ahora también se enoja si ve que alguien tira agua y aunque no habla si da a entender que es algo que se tiene que cuidar”, contó.
Edgar cuenta con un lavamanos cerca de su cama y ahora que no hay agua, las escenas de ira y gritos son más frecuentes, cuando abre la llave y no sale nada.
Otra afectación en la rutina de Edgar es el no programar una salida a la calle, pues comúnmente Martha le tiene que avisar dos o tres días antes si van a salir, pero ahora que no saben cuándo va a llegar la pipa a rellenar el tanque, tiene que salir rápidamente y eso distrae al joven.
“Yo le tengo que avisar dos o tres días si vamos a salir y ese mero día él se baña se cambia y dice que ya está listo, pero ahora cuando vamos por agua pregunta y pregunta, se atraviesa en la calle y como que se desconcentra”, señaló.
Es así como Edgar vio un cambio radical en su vida con la falta de agua, pero para consuelo de Martha, su madre, también se va adaptando cada vez más sobre todo en el tema de la concientización, del ahorro y de cuidar el vital líquido.
Así comenzó la historia
Para Martha nunca fue fácil desde el inicio, cuando descubrió que su hijo era autista y al ver como sus logros se iban derrumbando comenzó a sospechar que algo le pasaba, pero no fue hasta que un compañero de trabajo le comentó que su hijo sufría de algo, que lo llevó a realizarle estudios.
“Al año y medio caminaba, pedía de comer, decía algunas palabras y de un día para otro dejó de caminar, eso se me hacía raro.
“Un compañero del trabajo me decía que mi niño tenía algo porque no lo miraba, yo le contestaba que estaba loco, pero después de tanto observarlo noté que algo pasaba y lo llevé a hacer unos estudios”, contó.
Martha llevó a Edgar al antiguo Hospital Infantil que se ubicaba en la colonia Centro, entre la Independencia y la Roma, ahí los médicos le hicieron una tomografía en donde no arrojó ninguna enfermedad.
“Me dijeron que mi niño era autista, que esa era una condición, no una enfermedad y la única manera de darle un medicamento era si no dormía, si era muy hiperactivo, si tenía alguna alergia, entre otras cosas”, dijo.
Fue así que comenzó su peregrinar resolviendo cosas y ayudando a su hijo a adaptarse de nuevo a este mundo con la misión de cuidarlo y sobre todo aprender junto con él la vida de autismo.
Aconsejada por algunas personas de que debía dejar ser más independiente a Edgar, un día lo dejó que regresara “solo” de la escuela a la casa, pero al ver como unas personas en una camioneta lo querían subir a la fuerza, fue la única y última vez que siguió dicho consejo.
“Estaba en la primaria, yo iba caminando más atrás y de repente se paró una camioneta, lo querían subir, en eso que me voy corriendo y les gritaba que era mi hijo, desde ahí jamás lo volví a dejar solo”, platicó.
Martha, Edgar y su familia han pasado por muchas cosas juntos, pero regularmente ellos dos siempre han salido a delante sea cual sea la adversidad.
A pesar de todo, ayuda a su familia
Martha y su familia viven de manera modesta en la parte alta del cerro del Topo Chico en la colonia CROC al norte de Monterrey, su pareja se dedica a la albañilería y ella siempre ha vendido cosas para ayudar en los gastos de la casa.
Con esos ingresos y una ayuda que recibía Edgar cada dos meses podían vivir de manera digna, sin embargo, desde que inició la pandemia el joven autista dejó de recibir el recurso federal y entraron en aprietos.
De repente el NIP de su tarjeta Banorte se bloqueó y después de visitar el banco en reiteradas ocasiones finalmente le dijeron que la tarjeta estaba bloqueada y tenía que tramitar la ayuda de nuevo en el banco Bienestar.
Según tenía que esperar sólo tres meses, pero ya va más de un año sin recibir el apoyo, por lo que tuvo que buscar otras alternativas.
Y es que aunado a la crisis de agua que tiene al menos cinco meses, su esposo en ocasiones no labora en el ramo de la construcción y es cuando se las ven más apretadas.
Sin embargo, un talento de Edgar los ha mantenido a flote gracias a una idea de Martha que surgió por el orgullo de no hacer caso a varios de los maestros de su hijo.
“El talento lo detecté desde que estaba chiquito, me fijaba como las cosas que conocía las podía dibujar, el con sus lápices hacía los diseños y yo le ayudaba a colorear o pintar.
“Pero cuando comenzamos con la página de los Dibujos de Edgar en Facebook fue hace dos años, casi después del inicio de la pandemia”, reseñó.
Lo anterior fue a causa de los comentarios de varios maestros que señalaban que Edgar no podía hacer nada, fue como Martha inició una página donde oferta los dibujos de su hijo o los intercambia por materiales para que él siga dibujando.
“La idea nació porque los maestros no me creían que los dibujos los hacía Edgar, decían que yo los hacía; que para que llevaba a mi niño a la escuela si él no podía hacer nada. Yo les contesté que iban a ver cómo podía hacer algo con los dibujos de mi hijo”, rememoró.
Desde entonces, Edgar y Martha trabajan en la venta de dibujos a través de una página de Facebook en donde no sólo han logrado colocar el arte de su retoño, sino también han recibido ayudas en especie.
30 pesos fue el precio que Martha creyó justo por un dibujo de su hijo, pero los mismos clientes le sugirieron que los ofreciera en 100 pesos, aun así, hay quienes han pagado hasta 500 pesos por unos trazos de Edgar.
“Nosotros no teníamos más que un cuarto que logramos construir con mi venta de ropa, la gente me dona prendas y yo las vendo para ayudarnos.
“Pero cuando abrí la página de Dibujos de Edgar, nos fue muy bien, ahora ya tenemos otros dos cuartos y con eso le compro todo lo que mi hijo necesita para seguir dibujando”, contó.
Ya sea en efectivo o en especie, Martha ha recibido un sinfín de ayuda gracias al talento que su hijo desarrollo, cama, televisión, estufa, lavadora, son algunas de las cosas que les han donado para el bienestar de la familia y de Edgar.
En otras ocasiones las personas le entregan material como lápices, libretas, colores o pinturas a cambio de un dibujo de joven artista de la colonia CROC, incluso hasta juguetes o ropa les son entregados, mismos que cuando no son de utilidad para la familia son donados más adelante.
Así es como la vida de un joven con autismo se vive cada día, paso a paso y aprende a vivir con las crisis que se viven actualmente.
Pero nada detendrá a Edgar y su madre para salir adelante, ellos seguirán juntos contra la marea o mejor dicho contra la sequía que experimentan desde hace meses.