
Ya ha transcurrido un año y siete meses desde que 23 pobladores partieron de su natal San Luis de la Paz, Guanajuato, con destino a Estados Unidos y repentinamente desaparecieron en su paso por el norte de México.
Desde aquel 21 de marzo de 2011, la interrogante de decenas de familias de la comunidad es la misma: ¿en dónde están nuestros desaparecidos?, pregunta que no ha podido ser respondida por ninguna autoridad municipal, estatal o federal.
A pesar del tiempo, el sentimiento de esperanza aún transita por los caminos empolvados que conducen a las rancherías del municipio, de donde son originarios los desaparecidos.
Minerva Hernández, esposa de Ricardo Salazar, uno de los extraviados, es un ejemplo claro de la angustia diaria que viven los familiares en la búsqueda de sus seres queridos; su rostro no puede ocultar las horas de desvelo y llanto que ha padecido desde el día en que su pareja se marchó, aun así, un ligero brillo de fe se vislumbra en su mirada, con el anhelo de que algún día lo encontrará.
“Me siento muy triste porque no hemos sabido nada de él ni de nadie, lo que sabemos pues son puros rumores. Aún tenemos la esperanza de que van a regresar, yo todavía pienso que sí van a regresar”, dijo la joven de 27 años.
La desilusión que provoca la falta de interés de las autoridades locales y los nulos resultados de las federales, contrasta con el ánimo que recibe de su voz interna que le pide no decaer.
Muchas veces ha querido desfallecer, pero es justo en esos momentos cuando en sueños mira a su esposo y los ánimos se revitalizan.
“Hay veces en que siento que ya no puedo, que es mejor ya dejarlo así. Sí, lo he soñado algunas veces y se siente bien bonito, al día siguiente me levanto con muchos ánimos y es cuando digo que debo de seguir buscándolo”, expresó Minerva.
Y es que a 19 meses de su desaparición, San Luis de la Paz no olvida a sus hijos, aunque la necesidad haya hecho que las familias se sumerjan en la triste atmósfera de resignación para seguir viviendo.
Algunas esposas han comenzado a trabajar en la venta de comida y otras han salido a la cabecera municipal en busca de oportunidades para llevar alimento a su hogar, ya que a su amarga pena se le suma la indiferencia de los gobiernos locales, cuyas promesas de apoyo social se las llevó el viento.
Los compromisos de despensas y becas que ofrecieron el municipio y el estado cuando el caso cobró fuerza mediática a nivel nacional fueron enterradas en el olvido y la incertidumbre aumentó en octubre de 2012, cuando Guanajuato renovó sus administraciones.
“Nunca nos dieron nada, ni las becas para los niños ni nada. Antes nos enviaban dos despensas al mes del municipio y ahorita nada más una”, comentó Minerva.
Las rutinas diarias de estas esposas, madres, padres y hermanos de desaparecidos incluyen reuniones recurrentes con organizaciones civiles de atención a víctimas y algunas que otras con la Procuraduría General de la República en la Ciudad de México, pero nada ha surtido efectos hasta el momento.
A pesar de la tragedia y el incremento de la delincuencia en las carreteras del país, la migración hacia el norte del río Bravo sigue representado para los pobladores de San Luis de la Paz la única manera de progresar, por lo que las despedidas son escenas de todos los días, incluso para las familias que ya atraviesan la pena de una desaparición.
Este es el caso de la familia de Raúl Pérez, quien hace 19 meses vio partir a su hijo Manuel “Meme” Pérez, ahora de 19 años, en el grupo de los 23 desaparecidos. Aún con la herida abierta, hace cinco semanas Raúl y su esposa María de Jesús Araiza dijeron adiós a otros dos integrantes de la familia que decidieron arriesgarse a lograr el “sueño americano”.
Martín y Antonio Pérez son los nombres de los jóvenes que contra todo temor lograron cruzar la frontera de México, no sin antes llenar de preocupación a la ya lastimada familia Pérez Araiza.
Y es que a pocos días de haberse marchado, Martín y Antonio comenzaron a replicar la historia de su hermano “Meme”, pues no se tenía conocimiento de su paradero. No fue hasta una semana después cuando finalmente los jóvenes llamaron para avisar que habían llegado con bien a Estados Unidos y así terminar con la angustia de sus padres.
VISIÓN HUMANA
Por azares de la vida o “suerte informativa”, el periódico Hora Cero coincidió con la historia de los 23 migrantes en el mes de abril y desde el primer momento se involucró de una manera profesional y humana.
Una llamada telefónica bastó para conocer que luego del descubrimiento de fosas con restos humanos el 6 de abril en San Fernando, Tamaulipas, cuatro personas provenientes de San Luis de la Paz llegarían a Matamoros con el fin de saber si entre las víctimas se encontraba alguno de sus familiares.
El periódico documentó en video cada movimiento de los guanajuatenses durante cinco días y le dio eco a sus peticiones, que de otra manera no hubieran sido escuchadas entre el caos del acontecimiento. En una primera instancia ninguno de sus seres se encontró entre las víctimas de las fosas y los cuatro enviados regresaron a su tierra.
Meses más tarde, tras la apatía de las autoridades de Guanajuato para dar respuesta a los familiares de los desaparecidos, ahora cuatro mujeres del municipio decidieron dirigirse a la ciudad de México para solicitar a la PGR el esclarecimiento del hecho, del que Hora Cero fue nuevamente testigo.
La lucha por conocer el paradero de sus seres y el retrato del México actual se puede apreciar en el documental “Las fosas” del periódico Hora Cero, en donde se exponen las vivencias de estos ocho misioneros que salieron de su tierra para encontrar a sus familiares extraviados.
El documental, que da una visión cruda pero realista de las consecuencias de la inseguridad que aqueja al país, fue presentado el sábado 29 de octubre justo en el lugar en donde nació esta historia, San Luis de la Paz, Guanajuato.
El Centro Cívico de la localidad fue el escenario para que el presidente municipal, Timoteo Villa Ramírez, miembros de su gabinete y por supuesto familiares de los desaparecidos presenciaran el trabajo final de un equipo de reporteros que sólo busca dar voz a estas víctimas.
Entre lágrimas de los asistentes, el primer objetivo del documental ya se cumplió: hacer que las autoridades municipales volteen a ver a los afectados y les ofrezcan ayuda.
Al término de la proyección, con voz entrecortada el actual edil ofreció disculpas a los familiares de las víctimas por haber sido desamparadas por la pasada administración y ofreció poner todo de su parte para que las promesas de su antecesor se cumplan en esta nueva gestión.
“Antes que nada quiero pedirles perdón a las familias porque no fue justo que jugaran con ustedes. Yo me comprometo a poner todo lo que esté de mi parte para apoyarlos. Disculpen que hable así (voz entrecortada), pero soy un ser humano y no puedo evitar ponerme así con este sensible documental”, comentó Villa Ramírez.
A un año y siete meses de su partida, San Luis de la Paz no olvida a sus hijos, por el contrario, los recuerda con mayor fuerza y aunque los pronósticos sean desalentadores, los familiares de los desaparecidos no descansarán hasta dar con el paradero de sus seres queridos, estén vivos o muertos.