El hombre de 45 años, conocido como el “biciclown”, llegó pedaleando a Monterrey el pasado lunes 27 de mayo, proveniente de Tamaulipas, luego de haber cruzado Estados Unidos.
“Biciclown” es debido a que viaja en bici y a que es un payaso. Ofrece espectáculos de clown, magia, malabares, acrobacia, de forma gratuita a favor de las personas más humildes.
Su objetivo es visitar a América del Sur, y para llegar a su destino, el país mexicano es parte de su ruta. En estos momentos, seguramente se encuentra en la carretera, camino a Zacatecas.
“A la velocidad de las mariposas”, dijo, pedalea para continuar su camino sobre el asfalto. Los rayos del sol caen sobre su cuerpo, el aire le azota en el rostro y sigue su trayecto.
A ese ritmo, Álvaro incrementa su lista de 67 países visitados, 120 kilómetros recorridos y de más de 59 espectáculos clowns que ha presentado a personas vulnerables de los sitios a donde ha llegado.
Él pretende varias cosas; hacer realidad su sueño de viajar por el mundo, así como regalar felicidad a los más necesitados a través del clown -payaso que hace reír con señas-, faceta que considera trae en los genes y que aprendió a desarrollarla.
Sin embargo, reconoce que existen dificultades. Álvaro señaló que andar en bici no es tan sencillo como parece, cuando hay países como México, donde más allá de una educación vial, no se tiene educación en general.
Pero lo anterior no lo hará desistir. Ha sobrevivido a diversidad de climas mientras rueda en carreteras de Asia, África, Oceanía y América.
También ha hecho frente a la soledad, a viajar con tan sólo unos cambios de ropa, llevar poca comida o agua y cargar una casa de campaña para dormir donde le agarre al sueño.
Desde el 2004 emprendió esta aventura sobre ruedas de manera ininterrumpida desde que salió de su natal Oviedo, España; espera terminarla en el 2017.
El inicio de un viaje sobre ruedas
Álvaro hizo sus primeros viajes pequeños, pero un buen día decidió abandonar su trabajo de abogado en una notaría de Madrid para seguir su sueño.
Los primeros dos años y medio recorrió 10 países, 32 mil kilómetros y ofreció 49 espectáculos gratuitos de payaso para 21 mil personas.
“Comprendí que eso me llenaba, y dije, así quiero conocer y hacerles ver al mundo a los otros. Preparé el proyecto M.O.S.A.W (Miles of Smiles Around the World)”, expresó.
Aunque se considera payaso de nacimiento y declaró haberse dedicado en un principio a ese oficio para obtener ingresos, reconoció que ahora regala sonrisas sin costo alguno.
“Quise llevarlo por el mundo gratis para regalar a la gente una sonrisa porque a mí la vida me ha tratado bien y quiero devolver eso”, manifestó.
El 19 de noviembre de 2004 a las 10:00 horas del día, emprendió su viaje y partió de Oviedo, España. Hoy lleva más de 60 países visitados y ha provocado millones de sonrisas.
“Estoy aquí porque comprendí que el cementerio está lleno de soñadores y quiero que la muerte me pille con la cartera vacía y el corazón lleno de paisajes y sonrisas”, expresó.
Álvaro aseguró que no renunció a un empleo fijo para hacer este viaje por una discusión con su ex novia, ni por haber leído El Principito una tarde de otoño.
“Si uno es feliz, puede hacer felices a los demás. La idea de viajar creo que es un sueño que todos tienen y yo la estoy haciendo realidad”, dijo Álvaro.
Emprendió camino en bici porque es para él un “medio de transporte ideal: viajas a la velocidad de las mariposas, te expones al mal y al bien, ya que la gente te puede atropellar, pero como esta mañana, también te pueden invitar un jugo”.
“Esto te mantiene en forma, interactúas con la gente, hueles las flores, sientes el aire. Es una experiencia maravillosa que no cambio por nada”, señaló.
Rueda con 85 kilos
Desde hace 9 años que salió de España, Álvaro lleva lo más indispensable y básico para vestir, calzar, comer, dormir y escribir sobre su experiencia.
“Llevo en alforjas mi casa -tienda de campaña-, comida, ropa de invierno-calor, el vestuario para mis espectáculos, medicinas y material para documentar mi experiencia”, señaló
Aunado a eso, lleva mapas para seguir el camino correcto a su destino a seguir o el de regreso, según el caso. No falta su cámara, con la que ha sacado fotografías de su vivencia en cada país.
Su inseparable compañera: la computadora portátil y un teléfono satelital, son sus fieles seguidores durante la vuelta que da al mundo y que le ayudan a resolver ciertas situaciones.
Por otro lado, para Álvaro leer es una manera de viajar y aprender. No lleva una biblioteca ambulante pero la mayoría de las veces, cuando no escribe, lee los textos que ha realizado.
“Traigo 85 kilos, ni eso he de pesar yo pero es necesario. Acomodo las alforjas en la parte delantera, trasera y laterales para crear un equilibrio”, explicó.
Y así es. Durante su paso en Monterrey, Hora Cero siguió al “biciclown” por una de las avenidas más transitadas de la ciudad, mientras cruzó Constitución para tomar el Túnel de la Loma Larga y seguir su camino a Coahuila.
A paso lento pero seguro pedaleó para pasar el túnel. Desde luego, los automovilistas tocaron el claxon de sus autos o le pasaban muy cerca.
“La gente no tiene respeto por los ciclistas e incluso ni por los otros conductores. Es difícil andar así pero hay que hacerlo; este es mi medio de transporte”, dijo.
Reparte sonrisas
por doquier
Pese a las adversidades y riesgos que enfrenta, Álvaro no deja de luchar por el proyecto “Miles of Smiles Around the World”.
En cuanto llega a un lugar, tal como lo hizo en África, Oceanía, Asía y América, bajó de su bicicleta e interactúo con la gente regia.
Tenía que descansar pero también obtener algún ingreso para subsistir el siguiente camino por México, rumbo a Coahuila.
“Estoy aquí tratando de vender mis libros o documentales para tener un poco de dinero. No lucro con la gente ni nada”, expresó.
Durante la mañana del pasado lunes 27 de mayo, Álvaro llegó a la calle Morelos. Tendió su material y regaló dosis de sonrisas a quienes por ahí pasaron.
Obtuvo apoyo voluntario y aunque no vendió nada, logró tener acercamiento con las personas, las hizo reír un poco mientras iban rumbo a su trabajo u oficina.
No hizo de manera formal su espectáculo clown, pero sin necesidad de usar la nariz roja u otro accesorio, logró el cometido de dar un momento de felicidad a quienes transitaron por ahí.
Este hombre que recorre el mundo en bicicleta regala su arte clown a un público especial: las personas más desfavorecidas, “aquéllas a las que la vida les ha sonreído menos”, mencionó.
“Es para las personas que sufren de marginación social, económica o cultural. Especialmente quienes han sido objeto de violencia o actúa en la calle o por dinero”, especificó.
En Monterrey no ofreció show porque sólo estuvo de paso. Pero en Saltillo, de acuerdo a un contacto que conoció, dio dosis de alegría a quienes se hospedan en la “Casa del Migrante”.
“He actuado en campos de refugiados, en prisiones, en hospitales y lo hago gratis porque quiero, sin importarme la barrera del idioma.
Considera que el idioma universal es el respeto aunque tiene conocimiento que esa palabra se pronuncia diferente en el mundo.
“Yo puedo decirla en español, inglés y en otros idiomas más, ya que aprendió el portugués viajando por Brasil, y estudio francés para poderme hacer entender en los países de África”, explicó.
No está sólo…
Para poder llevar gratis la risa por todo el mundo, el “biciclown” trabaja, ofrece conferencias, talleres de Clown y edita libros y documentales de su experiencia.
Reconoce que es más fácil tener el dinero necesario para un viaje de 10 años alrededor del mundo, que el valor preciso para hacerlo.
Pero él dice: “a mí me sobra lo segundo y ando escaso de lo primero”. El 60 por ciento del dinero sale de mis ingresos, 20 por ciento me lo aportan patrocinadores, y el otro 20 lo voy encontrando por el camino”.
También cuenta con la ayuda de algunas empresas y de personas que comparten los principios del proyecto MOSAW y que colaboran mediante donaciones con la idea de llevar miles de sonrisas alrededor del mundo.
Lo anterior se argumenta en lo siguiente. Desde que inició el proyecto estimó que para llevarlo a cabo son necesarios 6 euros al día -120 pesos diarios- que incluyen visados, comidas, entre otras cosas.
Respecto a los visados que ha ido tramitando en cada país, este personaje sobre ruedas cree que “la única frontera es la del corazón.
“La mayoría de los países convierten tan romántico pensamiento en un sello estampado en las páginas de un pasaporte”, señaló.
En esa línea del presupuesto mensual, dijo que hay lugares en que 6 euros al día puede ser mucho dinero, pero mencionó que hay que tener en cuenta que los visados son caros y que hay situaciones que se salen de control o uno no contempla.
La mayor parte del presupuesto lo ha reunido de sus ahorros cuando trabajó en la Notaría, de las conferencias, venta de documentales y libro “Kilómetros de Sonrisas”.
“No duermo en hoteles, no voy a restaurantes, cocino lo que traigo, vivo en mi casa de campaña y así puedo viajar muchos años”, declaró.
Puntualizó que hace el espectáculo clown como un “regalo”, y añadió que no se maquilla mucho, “sólo uso la nariz roja y algún vestuario sencillo, hago malabares, magia y acrobacia”, expresó Álvaro.
“Quiero darles un sonrisa. El Clown no engaña, te hace ver las cosa con lógica de niño y a divertirte con los problemas porque el clown necesita de ellos para que aparezca la risa”, manifestó.
“El mayor riesgo;
los carros”
En medio de la satisfacción que Álvaro encuentra al regalar sonrisas, se expone a que algo malo le suceda en el trayecto.
Un atropello, enfermedades, entre otras circunstancias, pero a lo que más le teme es a los autos. En base a su paso por México, donde ha visitado Tamaulipas, Nuevo León y Saltillo, se dio cuenta que no existe una cultura para manejar y hacia los ciclistas.
“No respetan nada, es uno de los peores países para andar en bicicleta. Los conductores toman el metro de distancia entre un auto y otro, muchos no usan el cinturón y a los ciclistas les pasan cerca”, señaló.
“Esto es falta de educación en general”, exclamó. Reiteró que ni siquiera es educación ciclística. “Uno no puede entender que cuando un motorista tiene la elección de reducir la velocidad o guardar distancia, opte por lo negativo”, dijo.
“Pueden matar a una persona, y no sólo eso, sino hasta arruinar su vida por pagar el hecho con cárcel. No lo digo por personas que como yo usamos la bici como medio de transporte, pero sí por ambas partes”, recalcó.
Por otro lado, añadió, no hay carteles que adviertan a los conductores, y si existieran, no los respetarían porque no hay educación, pero además, las vías están en condiciones deplorables.
“La carretera por donde vengo está llena de neumáticos del camión rotos y cuando se pedalea se clavan en las llantas; es peligroso”, comentó.
La India, dijo Álvaro, es el segundo país “de los peores para pedalear”. Sin embargo, “al menos ahí respetan a las vacas, son sagradas y aquí en México ni eso”.
“Hace poco un ciclista italiano murió y era una persona como yo, un viajero que tenía ilusiones. Mañana quizás muera otra persona, puede que sea yo y sé que el mayor riesgo de mis viajes son los carros”, expresó.
A pesar de las dificultades, él no desiste de su proyecto. Toma las precauciones necesarias y enfrenta los obstáculos que se presenten.
“Voy por cuota, no ando de noche y duro dos días en cada lugar, aunque si México no estuviera en mi camino hacia el sur, no lo atravesaría en bicicleta, me perdería de conocer gente buena que me habría ayudado y a quien llevar sonrisas”, detalló.
Sigue su proyecto
de vida…
A sus 45 años, Álvaro persigue su sueño y brinda dosis de felicidad a quienes puede pese a las adversidades. Ayer quizás ya partió de Saltillo con destino a Zacatecas.
Seguirá su ruta a Guadalajara, luego al Distrito Federal para partir a Chiapas y Guatemala. “No tengo una meta de número de países a conocer y llevar sonrisas”, dijo.
“No es mi objetivo acumular países sino vivir en bicicleta y hace reír a quien esté en el camino. Llevo nueve años así y seguiré; hay ocasiones en que hay que cambiar las ruedas o pedales pero las piernas son las mismas”, expresó.
Por ahora no tiene planes de regresar a su país natal, hasta que termine su proyecto Miles of Smiles Around the World: ir a los cinco continentes sin escalas, recorrer más de 100 países, más de 140 mil kilómetros e incontables sonrisas durante aproximadamente 14 años.
Pero el tiempo lo dirá todo. Sabe que de concluir con éxito este plan de vida, no tendrá una pensión o jubilación y le resultaría complejo incorporarse al la cuestión laboral.
Tampoco le preocupa que la hayan retrasado hasta los 67 años porque alguien le dijo que no se vuela porque se tengan alas, sino que las alas crecen porque se ha volado.
“Yo añadiría que volar sin importar si tienes alas y no pienso desistir”, insistió. La vida es un juego y él la vive así, a bordo de una bicicleta.
Hoy no se sabe en qué carretera va, pero se tiene la certeza que avanza a la velocidad de las mariposas, disfruta el aire, el sol, el anochecer y acampa donde le agarre el sueño.
Un proyecto sobre ruedas
Objetivo del Proyecto M.O.S..W (Miles of Simles round the World)
:: Miles de personas carecen de motivos para reír, pero afortunadamente existen médicos especialistas.
:: Oler, tocar, ver, oír y degustar el mundo a la velocidad de las mariposas.
:: Solidario no es quien da lo que sobra, sea tiempo o dinero, sino quien reparte lo que tiene.
:: Amar a los demás es hermoso, pero a veces bastaría con respetarlos.
:: Www.biciclown.com, abre una ventana a otro mundo.
A detalle
:: Asturias, España (2004).
:: Ruta cinco continentes: África de Norte a Sur, descendiendo por el Oeste y ascendiendo por el Este (2005, 2006, 2007).
:: Oriente Medio y Asia (2008).
:: Asia (2009-2010).
:: Asia Pacífico (2011).
:: Asia Pacífico, Oceanía y Norteamérica (2012).
:: Norteamérica, América Central y del Sur (2013- va en esta ruta)
:: Oviedo, (Asturias, España) 201?
:: Más de 100 países
:: Más de 140 mil km
:: Incontable sonrisas
:: En 14 años.
Actualmente lleva:
:: 119.977 km
:: 3114 días
:: 67 países