El primer número de la revista regiomontana “Trabajo y Ahorro” apareció en junio de 1921, y desde entonces no ha dejado de publicarse como parte del programa de comunicación interna de la Sociedad Cooperativa y de Ahorros para Empleados y Operarios de la Cervecería Cuauhtémoc, S. A., Sociedad que había sido fundada el 30 de marzo de 1918, una vez que llegaba a su fin la lucha armada que sumió al país en el caos desde 1910. Cuando empezó a editarse ese impreso gobernaba México el general Álvaro Obregón y el intelectual José Vasconcelos fundaba la Secretaría de Educación Pública, después de haber sido Rector de la Universidad Nacional.
Esta Cooperativa empezó en Monterrey con 24 socios liderados por Ireneo Tovar y Macario Salas, bajo la guía del señor Luis G. Sada García, cuyo padre Francisco G. Sada Muguerza era el gerente general de la compañía, que empezó a operar en noviembre de 1890. Sin embargo, poco a poco fueron sumándose más socios, y con el tiempo, al expandirse la fábrica cervecera, algunos departamentos se convirtieron en empresas independientes, como Fábricas Monterrey (FAMOSA). Se decidió entonces que la Cooperativa integrara a los trabajadores de esa nueva firma comercial, de modo que el 22 de julio de 1932 adoptó el nombre de Sociedad Cooperativa Cuauhtémoc y Famosa. Y el 25 de mayo de 1934 dejó de ser cooperativa, debido a los cambios en las leyes mexicanas para estos organismos.
La colección de todos los ejemplares de este medio informativo de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa es un testimonio irrefutable de que es el segundo más antiguo en su género de toda América, después de “Revista de Revistas” que fundó en enero de 1910 como semanario Luis Manuel Rojas, quien se inmiscuyó en la política de la época y ante los serios problemas que enfrentó, la adquirió en 1915 el poblano Rafael Alducín, fundador en marzo de 1917 del diario “Excélsior” en la ciudad de México, por lo cual desde entonces la identificación de ambas publicaciones tienen el mismo sello.
Yo llegué a “Trabajo y Ahorro” en julio de 1965 como aprendiz de redactor y al mismo tiempo como profesor de primaria en el colegio “Francisco G. Sada”, al que accedían únicamente los hijos de los socios, como una prestación entre otras que ofrecía la SCyF en un edificio de la colonia Bellavista. Viví de cerca los preparativos para el 75 aniversario de la Cervecería Cuauhtémoc y fui favorecido con un texto conmemorativo que escribió Salvador Novo, el preclaro cronista de la Ciudad de México. Pero también me tocó llevar a la imprenta los materiales que preparó mi jefe directo Hermilo Garza Rodríguez, supervisados por don Roberto González Acosta, hombre de una alta cultura y de una fina “pluma” para pergeñar los escritos más representativos. Fue mi maestro de maestros porque jamás dejó de lado la revisión del entonces conocido por antonomasia como “el semanario”, pues se editaba todos los viernes.
“Trabajo y Ahorro” desde su primer saludo en junio de 1921, firmado con las siglas del jefe de redacción, Raúl R. Villarreal, subraya su ideal, como órgano de esta agrupación: “BIENESTAR PARA EL OBRERO LABORIOSO; desea la evolución franca y legal, tanto moral como económica para los socios, y tratará siempre porque no sean sólo un proyecto la organización formulada en los Estatutos constitutivos, para lograr el mejoramiento efectivo de todos los asociados”.
También pone énfasis en el significado de su título: “Trabajo significa la religión que guíe a todo cooperativista persuadido. Ahorro será la base para llevar a feliz éxito nuestras esperanzas, y ambos, TRABAJO Y AHORRO, serán el escudo de la bandera bajo la cual nos agruparemos empleados y obreros que aspiramos a una idealidad: MEJORAMIENTO EFECTIVO A BASE DE NUESTROS PROPIOS ESFUERZOS”.
Por otra parte, la publicación se engalana con la firma de Celedonio Junco de la Vega, eximio poeta y escritor, galardonado desde fines de siglo por sus composiciones literarias. Su colaboración se titula: “Lo simbólico de un título” y ahí hace ver que TRABAJO Y AHORRO es por sí solo un emblema. Sintetiza lo cardinal en el espíritu de una raza que aspira a engrandecerse, por el impulso de la acción derivada de aquello que más pujante existe en los hombres: el trabajo para adquirir y el ahorro para conservar.
En 1921 las primeras 20 modestas páginas, de 16 centímetros de ancho por 23 de alto, incluyen una sección de arte en las planas centrales, con el título “El lápiz de nuestros caricaturistas”. Pero a los pocos años su formato empezó a aprovechar los recursos del diseño de la época. Y del proceso artesanal pasó a una impresión más cuidada con portadas a color en contadas ocasiones para hacer más atractivas sus noticias de importancia, como la de la elección de la primera mujer para integrar la Junta Directiva de la Cooperativa en 1924. Se trató de la señorita Guadalupe Toffé. Ella abrió la puerta a la participación femenina en los cargos de elección de esta institución, que desde su fundación en marzo de 1918 estableció que las mujeres podían votar y ser votadas, aunque por la resistencia en aquellos tiempos, pocas de ellas eran nombradas para encabezar comités u organismos femeninos, y menos competían como candidatas en una planilla en busca del sufragio de sus compañeros como lo hizo Lupita. Y ganó en las elecciones de ese 1924 en que “Trabajo y Ahorro” dejó el testimonio de este suceso histórico, pues se trató de un avance democrático, ya que hasta 1953 se concedió en México el derecho de la mujer a votar en los comicios políticos.
La señorita Guadalupe Toffé alcanzó, por votación de los socios en 1924, el cargo de Secretaria de la Junta Directiva de la Sociedad Cooperativa, institución que terminaría por llamarse SCyF.