Con una lija o pincel en sus manos, María Teresa Yebra Tenorio restaura niños Dios y parte de su vida.
Su mirada con cierta desesperanza refleja los golpes emocionales y laborales que ha recibido.
Sin embargo, encontró en este oficio una forma de olvidarse de los malos momentos, de hacer algo que le agradara, pero sobre todo, que le permitiera obtener un ingreso para los gastos del hogar.
Desde hace 12 años, pese a las adversidades de la vida marital o familiar, no pierde el ánimo para hacer su trabajo en vísperas del día de la Virgen de Guadalupe, la llegada de la Nochebuena o de la Candelaria.
Su trabajo se incrementa previo a estas fechas, ya que muchas personas quieren tener listas, y en buena presentación, la diversidad de piezas de la temporada.
Adentro del Mercado Juárez, en uno de los tantos locales que lo conforman, María Teresa revive imágenes de vírgenes, santos, jarrones, marcos grecados y cualquier escultura o antigüedad de barro, yeso, cerámica, resina o porcelana.
“Aprendí de mi hermana mayor. Ella empezó con este oficio como un negocio y yo a veces le ayudaba que poco a poco fui dominando las técnicas”, dijo María Teresa.
Recuerda que durante las mañanas, cuando acudía al local donde anteriormente trabajaba su hermana, observaba con atención qué y cómo lo hacía, hasta memorizar el proceso o incluso, mejorarlo.
“Restauro, retoco pintura e incluso hacemos partes nuevas; hacemos lo que sea con tal de que luzcan como nuevas o como si no les hubiera pasado nada”, enfatizó mientras lijaba las manos de un niño Jesús, que recién había reconstruido.
Ante esa encomienda que desde hace poco más de una década María Teresa tiene, en la mesa y vitrina de al lado, yacen distintas esculturas que serán trabajadas con su creatividad e ingenio para que luzcan como recién fabricadas en las próximas festividades.
MÁS ALLÁ DE UNA FIGURA…
Tener en casa un niño Dios o cualquier otra imagen, sea religiosa o no y esté esculpida en cualquier material, forma parte de un intento por preservar una tradición, aunado al cumplimiento de las festividades marcadas en el calendario católico.
“Hay gente que las conserva porque las utilizaron las abuelas y son piezas heredadas o porque simple y sencillamente les gusta y las quieren tener en buenas condiciones”, expresó la restauradora por oficio.
Además del valor sentimental o de fe que pudieran tener las piezas como la Virgen, Jesús o el niño Dios, la restauración que se realiza en ellas representa un arte.
“No cualquiera lo hace y bien pero creo que mi hermana, mi sobrina y yo, lo hacemos bien porque tenemos demanda de servicio por parte de los clientes que ya nos conocen”, manifestó.
Resanar, lijar, pintar, colocar accesorios que hagan más real la imagen, se dice fácil pero cada proceso requiere su tiempo para que al final la escultura quede como si estuviera recién fabricada.
“Cada paso tiene su chiste, no es nomás lijar o resanar porque sí, hay que procurar que la figura no pierda forma, que quede lo más fina posible para que no se vea tosca”, dijo.
Para que el yeso, resina, cerámica o material con el que se reconstruya selle bien, habrá que tomarse en cuenta las condiciones climatológicas, porque de estar fresco y con lluvia el tiempo de reconstrucción de la efigie variará, “hay que dejar que seque bien la mezcla sobre la figura”, afirmó María Teresa.
Entre el trabajo más laborioso, ella destacó la colocación de las pestañas, así como la reconstrucción de las manos y deditos. “Son partes tan vistosas que deben quedar muy bien hechas”, comentó.
Señaló que la mayoría de las personas que no tienen paciencia para realizar ese tipo de trabajos, “sólo ponen plasta de yeso pero no dan forma a los dedos y uñas, aspecto deja en cuestionamiento el proceso de la restauración”.
“Se deben cuidar todos los detalles por mucha pintura que lleve la pieza o que incluso tenga vestimenta; el pintado o trabajo que se realice habrá de quedar uniforme y sin distinción de tono o texturas”, reiteró.
A TIEMPO Y PARA TODOS LOS BOLSILLOS
La llegada de figuras a su taller para restauración, dijo María Teresa, empezó desde enero pero tiene la certeza que en los próximos días se incremente, ya que sus dueños quieren tenerlas con buena presentación para las diferentes celebraciones que se avecinan.
“Hemos tenido trabajo desde hace meses porque hay gente que en cuanto pasa el día de la Candelaria y antes de guardar las piezas, las trae de una vez para arreglarlas. Sin embargo, sabemos que la demanda aumentará porque existen las personas que buscan nuestro servicio a la última hora”, explicó.
A pocos días del Día de la Virgen de Guadalupe y unos más de Navidad, la restauradora ya tiene varias vírgenes, niño Dios, José, entre otros, junto a la caja de decenas de pinturas y pinceles que esperan su turno para lucir mejor.
Por lo pronto, ella y su sobrina Claudia agilizan su labor para terminar las piezas que están por entregar con el fin de dejar agenda libre para tomar otros trabajos.
“Es cuestión de organizarnos y lo hacemos sobre agenda. Claro, dependerá del daño de la pieza, el tiempo de restauración; si hay que reconstruir, tardamos hasta un mes, si es sólo resanar o pintar, entre dos días o 15, de acuerdo al tamaño de la figura”, detalló.
Pero “la espera valdrá la pena”, aseveró María Teresa, ya que el trabajo que se entrega es de calidad. Ella se empeña en invertir el tiempo necesario con tal de que la pieza quede como nueva y el cliente quede satisfecho.
El trabajo realizado tiene un costo y de acuerdo al tipo de restauración, los precios oscilan entre 50 pesos por un retoque, hasta 400 por algo minucioso o especial.
“A la gente no le importa el precio, ni el tiempo de entrega cuando al final ven su reliquia como si estuviera recién fabricada. Conservar una figura es importante que con tal de tenerla, valoran el trabajo que se hace y pagan”, comentó la restauradora.
LUCHA CONTRA
LA COMPETENCIA…
En el Mercado Juárez hay muchas personas que se dedican a restaurar figuras, por lo tanto la competencia se ve reñida, sin embargo el buen trabajo atrae a los clientes.
“Es un buen negocio y deja pero de nada sirve ofrecer el servicio sino sabes hacer las cosas bien. No puedes engañar a la gente porque al momento de entregar las piezas, se ve la diferencia de una buena o mala restauración”, expresó María Teresa.
Ante ese posible panorama y sin temor a perder uno o varios clientes, la reconstructora de la fe al arreglar las efigies comentó: “le digo a la gente que dé la vuelta por el mercado para ver otros restauradores que le podrán cobrar más barato o caro pero no le dejarán la escultura como nueva”.
“Hemos visto cómo les entregan todo boludo o mal hecho que de inmediato nos traen el trabajo a nosotros porque no les gustó; nosotros garantizamos un producto de calidad”, afirmó.
Para ofertar un servicio de excelencia, María Teresa y su sobrina se actualizan, aprenden a manejar todo tipo de materiales y técnicas para que cada parte de la figura quede a la perfección.
Después de varios días de trabajo sobre una pieza el momento crucial llega; la entrega de la misma, pero sobre todo, la reacción de la persona que la recibe.
“Ver una figura sin raspaduras, colorida y sin grietas es satisfactorio pero más cuando el cliente reconoce la labor y posterior a ello, exhibe las piezas en vitrinas o ambientes adecuados para apreciar el arte”, comentó.
Con más de 10 años de experiencia a María Teresa no le basta con reconstruir una escultura de cerámica o yeso, sino el reconstruir la fe de cientos de personas sobre una imagen en cualquiera de sus vertientes.
Por eso y el gusto por su oficio, considera que éste como otros, son para toda la vida y pasan de generación en generación. “Si no le sigo yo, sé que mi sobrina continuará con la restauración de figuras; le gusta mucho y ha aprendido bien”, finalizó.