El Papa Francisco declaró como santos a Juan XXIII y Juan Pablo II, y ordenó que sean “devotamente honrados” por toda la Iglesia católica universal.
Ante cientos de miles de personas que abarrotaron la Plaza de San Pedro, la Vía de la Conciliación (avenida aledaña) y las cercanías del Vaticano, el Santo Padre pronunció –en latín- la fórmula eclesiástica prevista.
“A honor de la Santísima Trinidad, para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y nuestra”, señaló.
“Después de haber reflexionado, invocado muchas veces la ayuda divina y escuchado el parecer de nuestros hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santos a los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II”.
Ordenó que sean inscritos en el Registro de los Santos y estableció que en toda la Iglesia ellos sean devotamente honrados entre los santos, antes de concluir con la frase: “En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo”.
En el momento en que el Papa terminó de pronunciar esa frase, la multitud explotó en un aplauso ensordecedor, que se extendió incluso a aquellas zonas donde no se podía divisar la Basílica de San Pedro.
Antes de leer esa fórmula el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, lanzó tres peticiones formales al pontífice para que decidiese la canonización de los beatos.
“Beatísimo padre, la santa madre Iglesia pide con fuerza que vuestra santidad inscriba a los beatos Juan XXIII y Juan Pablo II en el Registro de los Santos y como tales sean invocados por todos los cristianos”, indicó, también en latín.
El Papa respondió: “Hermanos queridos, elevamos nuestras plegarias a Dios padre omnipotente por medio de Jesucristo para que, por intercesión de la beata María virgen y de todos los santos, sostenga con su gracia lo que estamos por cumplir”.
Entonces Amato volvió a decir: “Confortada por la unánime oración, beatísimo padre, la santa Iglesia vuelve a pedir con mayor fuerza que vuestra santidad quiera escribir estos elegidos hijos suyos en el Registro de los Santos”.
Francisco insistió: “Invocamos, por lo tanto el espíritu vivificador para que ilumine nuestra mente y Cristo señor no permita a su Iglesia de errar en una obra tan importante”.
Entonces el coro entonó el canto “Veni, creator spiritus” (Ven espíritu creador), que concluyó con la última solicitud de parte del purpurado.
“Beatísimo padre, la santa Iglesia, confiando en la promesa del señor de enviar sobre ella el espíritu de la verdad, que en toda época mantiene el supremo magisterio inmune del error, súplica con grandísima fuerza a vuestra santidad inscribir a estos sus hijos elegidos en el Registro de los Santos”, ponderó Amato.
Finalmente el obispo de Roma se dispuso a pronunciar la fórmula definitiva con la cual elevó al honor de los altares a Angelo Giuseppe Roncalli (Juan XXIII) y Karol Wojtyla (Juan Pablo II).
Un pedazo de piel y un poco de sangre
Como parte del rito de elevación al honor de los altares de Juan XXIII y Juan Pablo II, el Papa Francisco recibió como ofrenda las reliquias de los nuevos santos de la Iglesia.
Se trata de un pedazo de piel de Angelo Giuseppe Roncalli y de un poco de sangre de Karol Wojtyla, ambos contenidos en finos relicarios, iguales, obra de los orfebres Claudio y Piero Savi.
La reliquia de Juan XXIII fue presentada por cuatro sobrinos nietos del santo, por el alcalde de su ciudad natal, Sotto il Monte, ubicada al norte de Italia, y por el presidente de la fundación que lleva su nombre.
La de Juan Pablo II fue entregada por Floribeth Mora Díaz, la mujer costarricense que se curó de un aneurisma por intercesión del santo y cuyo milagro le abrió el honor de los altares. Ella estaba acompañada por su esposo.
Los relicarios son obras hechas en bronce con pintura color plata y dorada, realizados a mano con una técnica mixta de modelación y fusión de cera persa. Cada uno pesa dos kilogramos 250 gramos.
Congrega canonización
a 800 mil fieles en Roma
El Vaticano informó en total se sumaron 800 mil personas las que participaron en Roma de la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, presidida por el Papa Francisco.
Según comunicó la Gendarmería Vaticana, unos 500 mil fieles se ubicaron en la Plaza de San Pedro, la Vía de la Conciliación (avenida que une la Santa Sede con la ciudad de Roma) y en las zonas aledañas.
Mientras otros 300 mil peregrinos siguieron la ceremonia gracias a las 19 pantallas gigantes que fueron colocadas en diversos espacios de la capital italiana: Piazza Navona, Piazza Farnese, Piazza Venezia y Foros Imperiales.