Algunas de las obras representativas de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo; el estilo naturalista de Daniel Lezama o el minimalista de Pedro Friederberg; la fotografía periodística de Enrique Metinides y las piezas de joyería de Teresa Margolles, tienen algo en común: la crítica social a través del arte.
“La Colección del Museo de Arte Moderno, Un Siglo de Crítica” reúne 54 piezas entre pinturas, esculturas y fotografías que se exhiben en la planta alta del Museo de Arte Contemporáneo desde el pasado 11 de octubre.
En esta exposición organizada por el MAM, el arte que cuestiona las circunstancias sociales y políticas del país y en esta categoría sobresalen los muralistas Rivera, Siqueiros y Orozco y Tamayo, quienes vivieron su juventud durante la Revolución de 1910.
“El muralismo es el mejor ejemplo de esta postura que promovió el anticlericalismo, el nacionalismo y, consecuentemente, el antiimperialismo. Reivindicó las figuras del obrero, del campesino y el indígena, como sujetos del cambio histórico, y encumbró como héroes a los caudillos de la Revolución”, apuntó en un folleto especial Daniel Garza Usagiaga, quien se encargó de la curaduría de la colección del MAM.
Por su parte, Sylvia Navarrete Bouzard, directora del MAM, señaló durante el recorrido especial a los medios de comunicación, que la selección de obras corresponde a una línea de investigación sobre la forma en que los artistas se manifestaban en contra de la pobreza, injusticia, desigualdad y violencia.
“Hace como 20 años se empezó a tomar en cuenta la colección en el sentido que se tenían que hacer investigaciones, no era únicamente poner la colección así en salas, sino proponer lecturas e interpretaciones.
“Y esto se vino fortaleciendo hace una década y es una práctica consuetudinaria proponer unas dos o tres exposiciones al año centradas en la colección, pero a partir de una problemática que en este caso toca temas muy actuales como la violencia, la resistencia y sobre todo la denuncia”, argumentó.
Añadió que la colección del MAM abarca un rango de un siglo porque empieza más o menos en los años 20 y gracias a las adquisiciones recientes cubre además el arte contemporáneo.
LA CRÍTICA DE UN SIGLO
Sylvia Navarrete Bouzard subrayó que Un siglo de Crítica reúne estas manifestaciones que pintores, escultores y fotógrafos han realizado como vehículo para protestar, satirizar o simplemente exhibir los abusos que padecen generalmente las minorías en manos de quienes están en el poder.
“El arte es controversia, porque cualquiera que sean las condiciones históricas en las que se realiza una obra, la condición de un artista finalmente es cuestionar.
“Es cuestionar el poder, llámese gobierno, llámese estado, llámese Iglesia, llámese tabú sexual; es lo que yo siento que esta exposición quiere decir, que el artista tiene que ser la voz de la disidencia: es decir, no puede haber arte si no hay una crisis.
“En la primera sala se ubican los `outsiders´ del muralismo, algunos que sí hicieron murales como Siqueiros, y toda la generación que trabajó paralelamente a los tres grandes pero que no forzosamente se movió dentro de esta gran operación cultural que fue el Modernismo”, abundó.
Observó que en la pintura de caballete se tocaron temas como los estragos de la revolución, la pobreza en el campo, la miseria, la muerte y muchos otros temas que están ligados a la revolución.
Entre las obras que la directora del MAM hizo especial referencia se encuentran tres que corresponden a los grandes del muralismo.
Mencionó “El Tirano”, una obra de José Clemente Orozco, que es una especie de farsa en la que el personaje central es un general desnudo que sostiene en una mano las cadenas de la esclavitud.
Otro de ellos es “La Historia de la Religión”, de Diego Rivera, quien con la suficiente claridad ilustra el mensaje: “Su arte es un arte didáctico que todo mundo pude entender. Aquí vemos la crítica a través de las cadenas que impone la religión al pueblo”.
Destacó también “El Diablo en la Iglesia”, calificada como una “master piece” de Siqueiros, por su contenido contestatario y por su composición y técnica.
“Aquí una obra maestra de Siqueiros, esta composición absolutamente magnífica de dos movimientos contrarios que dan este sentimiento como de fuga, ya que una de las premisas de Siqueiros era construir imágenes que dieran una sensación real de movimiento.
“Obviamente se observa la crítica frontal a la religión a través de la ilusión de un diablo y la separación de las clases sociales, abajo está el pueblo y arriba presenta a la burguesía que parece ser una reproducción de una pintura renacentista”, indicó.
Avanzando en el tiempo, la pieza “Festival histérico en honor a los niños de Afganistán”, de Pedro Friederberg, es otra de las representativas de la colección, pues su propuesta artística puede ser interpretada como oposición al estilo arquitectónico imperante en los años 60.
Y en la última sección de la exposición sobresalen las fotografías de Enrique Metinides tomadas en el terremoto de 1985 en la ciudad de México.
“Este fotógrafo se convirtió en uno de los artistas contemporáneos más buscados y más caros. A raíz de que un artista lo recupera, lo pone al frente del escenario en las grandes galerías de Nueva York, sube muchos sus precios y todo gracias a sus fotos que tomaba para la sección de la nota roja”, refirió Navarrete Bouzard.
Para concluir el recorrido, la representante del Muse de Arte Moderno reflexionó sobre el trabajo de Teresa Margolles, quien ha llamado la atención con las piezas de joyería que elabora, como una medalla con el rostro de Malverde, realizada con pedazos de vidrio que la artista recolectó en alguna balacera de su natal Culiacán, Sinaloa.