Parecía ser un domingo cualquiera, cubriría una marcha más de mujeres que exigen -otra vez- justicia para las mujeres desaparecidas, violadas y asesinadas.
Pero esta vez era 8 de Marzo, se conmemoraba el Día Internacional de la Mujer y los grupos feministas afirmaban que no puede felicitar a nadie cuando vivimos en un país donde desaparecían 10 féminas al día.
Asamblea Feminista de Nuevo León había convocado a las 14:00 horas en la Explanada de los Héroes para comenzar con actividades culturales; decidí llegar 15 minutos antes de la hora acordada, el primero en abordarme fue un señor que vendía banderas a alusión al paro nacional que sería al siguiente día.
̶ No va a querer su bandera muchacha, pregunto el vendedor.
̶ No gracias.
̶ Llévesela -insistió- una por 30 pesos o dos por 50 pesos. Al ver que no me convenció agrego: “se la dejo a 20 pesos”.
̶ Nuevamente le digo no y le agradezco, y se va poco desanimado.
Debajo del asta bandera ya se encuentra un grupo de mujeres y en los escalones de la Macroplaza que conectan con la Explanada, había otro preparándose para realizar algunas actividades artísticas.
En lo que se organizaban fui hacer un rondín, aún me podía mover con libertad sin tener que ir evadiendo a los grupos, poco a poco comenzaron a llegar más manifestantes, y el acceso se volvía más difícil para caminar.
Algunas en grupos, otras solas con semblantes desorientados. Decidí retirarme y observar un poco más desde lejos. Llegó una chica a lado mío, su mirada se dirigía a todas partes, era evidente que buscaba a alguien, se subió a la una jardinera para poder tener más visibilidad, decidió marcar por celular para dar una ubicación más exacta de donde estaba. En unos minutos llego una joven con una sonrisa en el rostro y los brazos abiertos, el encuentro se fundió en un abrazo “qué bueno que viniste”, se dijeron.
Esa escena se repitió muchas veces entre otras mujeres, amigas y familiares que habían acordado encontrarse en la explanada.
Otras estaban un poco desorientadas. Era su primer marcha y no sabían qué hacer o a quién dirigirse como Jessi, quien le pidió a su abuelita que la acompañara pero se negó por que se cansaría, “Si veo que hacen vandalismo, me voy”, advirtió “Es a la primera marcha que asisto”, agregó.
Iniciaron las actividades en dos puntos diferentes, en uno de ellos mujeres se acercaron a dar sus testimonios de cómo habían sido violentadas por sus parejas.
Una maestra de preescolar, reveló que su miedo de confesar que fue violentada por su pareja pues temía que no le creyeran, por lo que decidió callarse.
“Tenía demasiado miedo decirle a la gente de lo que me estaba pasando, porque no me iban a creer, esto ha sido demasiado, tenía mucho miedo pero hoy digo ya basta”, dijo.
Mientras mencionaba estas palabras recordé una vez que salí de noche del trabajo y tenía que regresar a casa a pie, un hombre me acosó y me hizo sentir miedo, mis recuerdos se esfumaron cuando comenzaron aplaudirle algunas mujeres, mientras que en otras las lágrimas rodaban por sus rostros.
A pocos metros, entre el contingente de madres de víctimas y de personas desaparecidas se encontraba Rosy, sosteniendo el cuadro de su hija Griseida quien desapareció el 17 de octubre del 2010 en el municipio de Marín, Nuevo León.
Durante los 4 minutos que Rosy mantuvo la conversación conmigo, siempre se refirió a su hija como si estuviera viva.
“Cuando se la llevaron tenía 23 años, ahorita ya tiene 31, es muy alegre y le gusta mucho Selena. Si mi hija estuviera aquí también estaría apoyando esta marcha”, afirmó.
Pese a que en la convocatoria se pedía que no asistieran hombres, Alejandro, un joven de 20 años, hizo caso omiso y decidió asistir con la intención de marchar con miles de regiomontanas, ¿el motivo? la indignación por la violencia contra las mujeres.
“Trataré de unirme en el grupo mixto y si a la hora no me aceptan no voy, pero si me aceptan con mucho gusto marcharía a su lado.
“Tanto los hombres no podemos acabar con el machismo, como las mujeres no pueden acabar con la violencia de género, siempre se necesitara el trabajo ente los dos géneros”, comentó.
Casi se acercaba la hora para comenzar la marcha, las activistas daban los últimos discursos.
“Las autoridades no cuentan con medidas efectivas para prevenir, erradicar e investigar los feminicidios, si compañeras tenemos protocolos con alerta de género, pero no son efectivas, las autoridades no han atacado el problema de raíz porque todavía nos simplifican y nos discriminan.
“Yo le pregunto a las autoridades y lo dejo como una reflexión colectiva, qué tenemos que esperar para que hagan al respecto, para que nos volteen a ver y nos tomen en cuenta, qué tenemos que esperar para que respeten nuestra decisión, que escuchen nuestros gritos y que no invisibilicen nuestras protestas”, cuestionaba.
En otro lugar dos mujeres, elementos de Fuerza Civil dialogaban con integrantes de la Comisión de Derechos Humanos y activistas, para conocer más detalles sobre el recorrido que hasta el momento no se habían dado a conocer.
Ana González, de la Brigada de Observación de Asamblea Feminista, solicitaba a los elementos de Fuerza Civil respetar el libre acceso del contingente durante la marcha “no queremos ir rodeadas, y no queremos sentirnos vigiladas”, advirtió.
“El gobierno ponía a disposición unidades de la policía estatal, ambulancia y la idea que tiene tanto el gobierno del estado como el municipio es que comiencen y terminen bien su manifestación y que no haya heridos”, respondió el elemento policiaco.
Por su parte Blanca Corral, del municipio de Guadalupe, asistió para acompañar a sus dos hijas, aunque sonríe al confirmar que su esposo no estaba de acuerdo pero su hijo también apoyo que asistieran.
“Vengo apoyar a mis hijas que se unieron a la manifestación y que la idea es protegernos como mujeres. No he pasado por una situación de acoso, pero quiero que ellas tampoco la tengan”, dijo Blanca.
Son pasadas las 16:00 horas y las mujeres empiezan a marchar a ritmo de la batucada, lento pero a paso firme.
Entre las miradas de los peatones y comerciantes, el contingente avanza por la calle Padre Mier, los espectadores comienzan a grabar con el celular, el clima parece estar a su favor, nublado y la temperatura marcaba 23 grados.
Al unísono se escucharon frases como “Por ti, por mí, por todas las mujeres”, “Vivas se las llevaron, vivas las queremos”, “Señor, señora no sea indiferente se mata a las mujeres en la cara de la gente”, “Las niñas no se tocan, no se violan, no se matan”.
El contingente avanzó; de vez en cuando hacia paradas para esperar a las de atrás, al llegar a Morelos y Benito Juárez entonaron: “Un violador en tu camino” del grupo chileno LasTesis.
Al igual que otros hombres, Ángel de 21 años, siguió al contingente ocupando un lugar sobre la banqueta, lleva en su carriola a su hijo de un año nueve meses, Ángel René.
Entre las manifestantes se encuentra Evelyn Guadalupe, su esposa “Están en todo sus derechos de expresarse en desacuerdo con todo lo que está pasando en la sociedad y el país”, expresó.
Los últimos contingentes van llegando a la Plaza de los Héroes, son recibidas entre aplausos y con la batucada, es imposible que no se ponga la piel chinita al ver como 15 mil mujeres se unieron con el mismo objetivo, dejando un lado, la clase social, las envidias, creencias religiosas y políticas, y alzando sus pañuelos verdes y morados clamaban “Por ti, por ella, por mí… por todas”.