Su trabajo como soldador no le da para bien vivir, a veces y apenas si alcanza para que sus pequeños, Juan Martín y Estrella, tengan 20 pesos para que puedan comer algo en el recreo de la escuela donde estudian, y ya en la casa “dios dirá qué se llevan a la boca”.
Martín Zapata trabaja desde hace un par de años como soldador, y lo hace desde que amanece hasta que oscurece, todo con el fin de ganarse unos cuantos pesos más para poder hacer algo de despensa y darles estudio a sus dos hijos.
La mamá de ellos, María Aurora Sánchez, de 40 años, está en prisión por corrupción de menores.
“Mis hijos son mi todo. Por ellos lucho todos los días y por ellos soy capaz de quedarme yo sin comer, para que ellos puedan hacerlo. Los que importan son ellos, no yo”.
De andar y mirada cansada, Martín Zapata asegura que esta próxima Navidad que está por llegar la espera sin ilusión alguna. Es más, si por él fuera, ya quisiera que este mes pasara de manera rápida.
“Ni quiero que llegue, mis hijos sufren porque quieren un regalo y a veces yo les compro lo que puedo, pero pues son niños, ellos ya piden sus regalos y pues a veces la hemos pasado sin probar nada de comida navideña, nada más viéndonos la cara.
“Hay veces que me va bien y pues les compro algo, pero Navidad siempre es triste, me gustaría verlos contentos como el resto de los niños”.
Dentro de sus carencias, Martín asegura estar feliz de estar al lado de sus dos hijos.
“Yo solo le pido a Dios que no se me enfermen, hace poco les dio tos y calentura y todo mi sueldo, que no va más allá de mil pesos por semana, se me fue en medicinas”, reveló.
Incluso, añadió, hay veces que se tiene que ir a pie al trabajo y caminar varios kilómetros bajo la lluvia y el frío, con tal de ahorrarse unas monedas y así poder medio comer.
UNA TABLET… Y PIZZA PARA NAVIDAD
La familia Zapata vive en La Unidad Laboral 516, en la colonia La Unidad, ubicada en las afueras de Escobedo.
La casa apenas y si tiene un sillón sin base para sentarse y una cama toda carcomida. No hay una estufa ni una sala donde poder sentarse ni un refrigerador donde guardar comida.
Pero ahí son felices Juan Martín y Estrella, con su papá a un lado.
De hecho, para Juan Martín su papá es su héroe y cada vez que puede lo abraza y lo besa, no se aparta de él mientras está en casa.
Los dos pequeños ven con amor a su padre y sólo le piden de Navidad que estén juntos y si se puede, una “pizza y una tablet para hacer la tarea de la escuela”.
“Yo quiero cenar pizza en Navidad. Pero con mi papá a un lado”, dijo el pequeño de 6 años de edad.
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“Sí, y que me traiga una tablet, para hacer mis tareas”, comentó Estrella con voz apagada, pero viendo con sumo amor a su papá, “aunque sé que Santa es mi papá”.
UN FORMA CRUEL
DE VIVIR
En la familia Zapata falta la presencia de la mamá, pero nadie la pronuncia, nadie la evoca, salvo su aún marido, Martín Zapata Flores.
“Ella está en la cárcel pagando una sentencia de 8 años, está acusada de corrupción de menores”, dijo Martín Zapata.
“Ella ya hace varios años decidió dejarnos por querer hacer su vida con otro hombre y en eso me quitó a los niños, se los llevó, pero les daba mala vida, a los niños los drogaba para que se durmieran y no le pidieran de comer”.
Dijo que luchó mucho para lograr arrancarlos del yugo de la mamá, porque incluso el DIF no le ayudaba.
“Hasta que un día fueron a la casa donde vivía ella y su pareja y ahí estaban mis niños, bien drogados, y fue cuando con más ganas luché por ellos, hasta que gané”.
Pero dice que las cosas no son nada fácil, ya que los parientes de su esposa lo hostigan y ella, desde la cárcel, pide verlos.
“Ella, la mamá, pide que los niños vayan a verla al penal y pues no es un lugar propio para ellos, yo los llevo, al fin y al cabo es su madre, pero no es un lugar para que ellos vayan”.
Dijo que ha tenido oportunidad de rehacer su vida, pero siempre piensa en ellos, en sus hijos.
“He tenido dos mujeres en mi vida, pero pienso, ‘su madre no fue capaz de cuidarlos, una mujer extraña menos’, y he roto con ellas por eso mismo, no voy a traer a una desconocida a que me los cuide, mejor lo hago yo”.
Confesó que ha habido gente a quien le paga para que se haga cargo de ellos mientras está trabajando.
“Pero la última persona que los cuidaba, por descuido o qué sé, se llevó mis pocas pertenencias, la ropa de ellos, cosas materiales que pues sí nos hacen falta”.
Agregó que en estas fechas decembrinas los niños tienen la oportunidad de quedarse un par de días al lado de su mamá, en el penal para pasar Navidad a su lado.
“Pero eso jamás, capaz que me les vayan a hacer algo; aquí a mi lado, aunque sean frijoles, pero no les falta nada. La Navidad es aquí, en esta humilde casa, pero seguros de que unos brazos como los míos los van a defender de quien sea”, expresó Martín.