
A diferencia de lo que sucede con sus pares masculinos, con más dinero, apoyo y difusión, los equipos femeniles de Rayadas y Tigres nos han acostumbrado a encuentros de infarto, memorables, dignos de enmarcarse.
El partido de vuelta de cuartos de final, que se resolvió en la agonía del encuentro permitiendo el pase de las de Monterrey, demostró que estas chicas están para cosas grandes.
Los poco más de 28 mil asistentes al encuentro salieron felices, con el buen sabor de boca de haber vivido un verdadero enfrentamiento de futbol donde, independientemente del género, el respeto y cariño a la pelota fue evidente.
Por Andrea Jiménez y José Luis Olguín