
“Hospitalidad, exilios, migraciones y desplazamientos” es el título de la agenda del primer semestre de la Cátedra Alfonso Reyes 2022 y la primera actividad fue una mesa de conversación en formato virtual sobre “Alfonso Reyes y la ética de la hospitalidad”, en la que participaron Sara Poot Herrera, Liliana Weinberg y Javier Garciadiego el pasado jueves 17 de febrero.
Ana Laura Santamaría, directora de la Cátedra AR que se fundó hace 23 años, señaló que era urgente comprender y tratar temas como hospitalidad y migración, ya que este último es un fenómeno social del siglo XX, pero que se ha agudizado en el siglo XXI, y una de las figuras centrales para contribuir a que México fuera un país hospitalario fue Alfonso Reyes.
“Según el alto comisionado de las Naciones Unidas para refugiados, durante el primer semestre del año pasado, el número de desplazados y refugiados en el mundo alcanzó los 84 millones de personas.
“Y en nuestro país tenemos un verdadero laberinto migratorio donde las fronteras norte y sur son altamente complejas, pero además tenemos un serio problema de desplazados en estados que tienen conflictos de violencia como Michoacán, Chihuahua y Zacatecas, donde los números de desplazados en 2021 ascienden casi a las 40 mil personas”, mencionó Santamaría a manera de introducción a la mesa de diálogo.
“En este momento cuando el fenómeno de las migraciones, los desplazamientos, las persecuciones, los movimientos de los seres humanos en búsqueda de mejores condiciones de vida y de trabajo, incluso de salvar la vida, nos lleva a pensar en esta otra faceta de Alfonso Reyes que tiene mucho para mostrarnos, para decirnos como humanista como intelectual con un alcance universal en una ética de la hospitalidad”, consideró por su parte, Liliana Weinberg,
La ganadora del Premio Internacional Alfonso Reyes 2021 afirmó que el regiomontano universal supo enfrentar las dificultades que vivió a lo largo de los años, pero que forjaron su carácter y lo convirtió en un gran humanista.
“Quiero que recordemos que a Reyes le tocó vivir en tiempos tan atormentados como los que abarcaron no sólo el fin del porfiriato, la Decena Trágica y el comienzo de la Revolución Mexicana -que tuvo que seguir al otro lado del atlántico- , sino también una Europa sumida en epidemia, en hambruna, en una primera guerra mundial, la revolución rusa, la guerra civil española, la segunda guerra mundial, los difíciles años de la primera post guerra, el establecimiento de un nuevo orden mundial, la guerra fría.
“Años durísimos, años de derrumbe de la civilización occidental que demandaban grandes respuestas a grandes desafíos, y Reyes lo logró de manera ejemplar”, manifestó la ensayista, crítica literaria, editora e investigadora titular del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM.
Añadió que la personalidad incluyente y generosa de Alfonso Reyes, representa lo mejor de la respuesta del hombre de letras siempre atento a la historia, quien se preocupaba por el papel integrador y vinculador de mundos que podía tener el libro y la cultura.
“En esta época de exclusión, intolerancia, persecuciones, monólogos incomprensión que vivimos, Reyes nos da ejemplo de inclusión, comprensión tolerancia e incluso más que tolerancia, capacidad y vocación por ver, por escuchar, por entender al otro.
“Le tocó vivir y construir la gran época del libro, y de ahí que viera en la literatura, en el mundo de las revistas, una clave para la educación, una clave para el diálogo y la contención del mundo”.
Javier Garciadiego, director de la Capilla Alfonsina en la Ciudad de México, indicó que el primer acercamiento que tuvo Alfonso Reyes con la hospitalidad fue como beneficiario.
“Todos nuestros amigos y amigas de Monterrey saben que don Alfonso fue hijo del general Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León durante el porfiriato, pero en algún momento Alfonso Reyes quería liberarse de esta disciplina que imperaba en su familia, de esa fuerza y tremenda personal que tenía su padre”.
Recordó que principios de siglo el joven Afonso decidió abandonar sus estudios preparatorios que hacía en Monterrey y se fue a concluirlos en la Ciudad de México, donde recibió la hospitalidad de algunos jóvenes un poco mayores qué él, involucrados en la revista Savia Moderna.
“Estoy pensando en Alfonso Cravioto, Luis Castillo Ledón y, en Ricardo Gómez Robelo, Rafael López, quienes tenían una trayectoria literaria y que aceptaron encantados a este joven que se integró al equipo de Savia Moderna cuando apenas rebasaba los 16 años”.
Sostuvo que la universalidad de Alfonso Reyes, lo que se conoce como el regiomontano universal, inició en esta primera estancia en la Ciudad de México, pero que tuvo otra etapa biográfica que no es tan conocida.
“¿Cómo el hijo del hombre más poderoso del noreste de México, fue a Europa y tuvo que ir como refugiado a España? estoy hablando de 1914 a 1920; pero lo que hay que destacar, es que Alfonso Reyes llegó a España sin recursos económicos, llegó solamente con dinero para vivir un mes y así Reyes fue beneficiario de los españoles”.
Dijo que sus amigos lo empezaron a presentar con editoriales y eso le dio los primeros trabajos para poder sobrevivir, pues hacía prólogos, traducciones, columnas periodísticas.
Destacó que la segunda etapa en donde se refleja la generosidad y hospitalidad fue durante su primera embajada en Argentina, en 1927 a 1930, ya que ofrecía almuerzos en la casa de la embajada a los que asistan entre otras personalidades, el escritor Jorge Luis Borges y Ricardo Rojas el entonces rector de la Universidad de Buenos Aires, y ellos siempre recordaron con gratitud ese gesto.
“Alfonso Reyes fue siempre un doble embajador; por un lado, la representación oficial y por otro lado, el embajador espiritual de México primero en España y luego en Argentina”, expresó el autor de “Biografía de Alfonso Reyes y Alfonso Reyes y Carlos Fuentes. Una amistad literaria”.
Sara Poot Herrera, quien es doctora en literatura hispánica por El Colegio de México y profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de California en Santa Bárbara, enfocó su presentación para hablar de la relación que tuvo Alfonso Reyes con otros escritores.
“Vamos a hablar de la hospitalidad desplazada a la generosidad, la generosidad que tuvo Alfonso Reyes con algunos escritores, en este caso con Juan José Arreola a quién conoció a través de José Luis Martínez en 1945.
“En las bambalinas de la intelectualidad mexicana está la amistad, ese acto generoso, hospitalario también que por ahí tenemos que rescatar nuestro quehacer de cada día para darle valor a la amistad y respeto al otro”.
Citó a Juan José Arreola en “El último juglar”: “A propósito de don Alfonso recuerdo muchas anécdotas curiosas y las cuento ahora para recordar con alegría y afecto a ese hombre luminoso que fue en mi vida”.