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Las medidas para contener la crisis sanitaria de Covid-19 en México ha variado conforme al comportamiento de la pandemia en suelo nacional, sin embargo, la lógica parece no estar presente en la toma de decisiones del gobierno federal y las autoridades estatales.
Y es que, a diferencia de los países europeos, en donde se endurecieron las restricciones de movilidad tan pronto se detectó un incremento en el número de contagios y muertes por Coronavirus, en México las medidas se “suavizaron” una vez que la curva comenzó a elevarse.
El lunes 23 marzo comenzó en el país la jornada de Sana Distancia, con la intención de reducir la circulación de la población. Entre altibajos, la medida fue respetada por un porcentaje significativo de la población, que durante poco más de dos meses permaneció en casa.
El anuncio se hizo casi paralelo a la suspensión de actividades económicas en algunas naciones europeas como Italia y España -dos de las más golpeadas por la pandemia en el viejo continente- que decretaron la suspensión de la actividad económica no esencial el 22 y 29 de marzo, respectivamente.
Tras 68 días de encierro -no siempre cumplido por parte de los mexicanos- el 30 de mayo finalizó la jornada de Sana Distancia, bajo una fuerte presión de Estados Unidos para reactivar las cadenas de suministro, el regreso paulatino a la nueva normalidad del hemisferio este y la desesperación por la pérdida de empleos en territorio nacional.
El regreso de una parte de la población a la vida laboral más otro porcentaje a las calles por el hartazgo al encierro se dio en medio de un incremento descontrolado de casos positivos y muertes por SARS-Cov-2, que al día del cierre de esta edición colocaban a México como la octava nación con más infectados del mundo con 268 mil 8 positivos confirmados y la quinta con más muertes con 32 mil 14.
Del otro lado del mundo, el viejo continente también reanudaba actividades. Italia levantó el confinamiento a finales de mayo y después de perder a más de 30 mil ciudadanos por la pandemia. España hizo lo mismo a principios de junio tras más de 25 mil víctimas mortales.
En México el comienzo de la nueva normalidad se dio con 31 estados del país en alerta máxima (rojo) y solo uno -Zacatecas- con altera naranja, de acuerdo al semáforo de riesgo nacional. Y aunque las cifras de decesos en aquel entonces aún no eran tan elevadas (9 mil 779 defunciones para el 30 de mayo) sí se registraba una clara tendencia al alza.
En resumen, la lógica de México fue inversa al de las otras naciones: en marzo, cuando apenas se registraron los primeros casos importados de Coronavirus, las autoridades estatales y federales -con excepción del presidente, Andrés Manuel López Obrador- pidieron a la población resguardarse, pero en junio cuando los positivos y muertes iban al alza se autorizó la reanudación de actividades.
De los casos importados de marzo (con medidas de resguardo) se pasó a la transmisión comunitaria (con medidas de reactivación) y con el correr de los meses, el país y el resto de naciones americanas se convirtieron en el epicentro mundial de la crisis sanitaria con cifras de contagios superiores incluso a las de China y Europa.
De acuerdo con expertos, el virus ya se encuentra en todos los rincones del país con una alta capacidad de contagio. Su expansión” coincide” con la reactivación económica del país y su consecuente aumento en la movilidad de la población.
Como resultado de las decisiones: una curva de muertes y contagios que se eleva sin control en México y una muy distinta que desciende favorablemente en Italia y España.