Hace un año Laura Melissa Rodríguez Garza daba a conocer la marca Umami Art, su negocio de elaboración de increíbles pasteles con sorprendentes diseños derivado de su destreza, talento y creatividad.
Melissa explicó que la palabra Umami proviene del idioma japonés y significa ‘sabroso’. En esta cultura se cree que los seres humanos somos capaces de reconocer cinco sabores diferentes: amargo, salado, ácido o agrio, dulce y umami; este último se refiere cuando un alimento tiene un sabor delicioso e intenso a la vez y no puede ser catalogado dentro de los primeros cuatro,
La palabra “Art”, que en español quiere decir arte, es la habilidad que Melissa pudo desarrollar al ser egresada de la Universidad Metropolitana como Diseñadora Gráfica, además de los conocimientos que obtuvo durante su trabajo en Colectivo Artik, donde adquirió experiencia.
De 29 años de edad, es integrante de una familia que trabaja en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por lo que sus padres pensaban que iba a terminar laborando ahí, sin embargo, aunque ni ella misma tenía bien establecido cuál sería su carrera o a que se dedicaría, sabía que trabajar en la Comisión no era lo suyo.
Su primera opción fue estudiar Ciencias Políticas, pero después decidió cambiarse a una carrera más creativa e incursionó a Diseño Gráfico, donde la curiosidad la llevaría a combinar su profesión con la pastelería.
A un año de crear su marca, Melissa ya cuenta con local. Mientras acomoda sus cosas para recrear un plato de pozole en pastel, describió cómo fue que inició.
“Fue hace seis años, mi mamá fue mi primera clienta. Recuerdo que llegó diciéndome que regalaría un pastel y que le salía muy caro, se me hizo fácil y le dije ‘págame 800 y yo te lo hago’, lo hice, subí la foto a redes y comenzaron los pedidos”, relató
Tres ese primer pastel con la figura de Mickey Mouse ya no pararon los pedidos, el apoyo de su novio y su familia ha sido incondicional pues fueron los impulsores para que continuara con su negocio.
Desde que inició la creación de sus pasteles, Melissa no conoce “los días malos” pues siempre ha tenido entregas, lo cual agradece a Dios.
Incluso, lo que parecía ser un año malo por la pandemia, para ella ha sido positivo pues el trabajo no ha bajado y su agenda está llena de pedidos.
“Por muy mal que me vaya tengo un pedido a la semana, pero he llegado hacer 13 pasteles a la semana o 5 en un día”, agregó.
La demanda de su producto la ha llevado a rechazar algunos pedidos, pues su compromiso y el ser perfeccionista la lleva a poner toda su dedicación a un solo pastel.
“Soy muy metódica, mi mejor apoyo es el internet, siempre investigo sobre los personajes, cosas u objetos que me piden los pasteles, trato de dar un plus.
“Por ejemplo, si no conozco un personaje veo su película o lo busco en internet y de ahí puede salir una idea o un detalle extra que sorprenda más a mi cliente y a la persona para quien es el pastel.
“Pero yo me engancho, recuerdo mucho a un maestro que decía que busquemos en internet y no se trata de replicar si no apoyarnos y sacar ideas que puedan dar mejor resultado, en mis propuestas siempre mando algo realista porque es fácil poner un monito encima y ya, pero prefiero hacer algo más real”, explicó.
Melissa reconoce su innata experiencia para la cocina, pero insiste que su mejor aliado ha sido el internet y siempre ha trabajado sobre prueba y error, lo que le ha permitido mejorar el sabor del pan.
“Ser diseñadora me facilita ser detallista, por ejemplo, hasta en un pastel que lleva una etiqueta lo hace mucho más real y finalmente sigo aplicando cosas de mi carrera, pero preparar el pan también lleva su proceso y he llegado a experimentar sabores que otro negocio en el mismo giro no maneja.
“Hornear para mí es la parte más difícil, porque si el pan no se hace o si se abre la puerta del horno o si se me va el gas, es algo que no está en mis manos poder controlar, a diferencia de la decoración.
“Trabajar en Colectivo Artík me ha ayudado mucho porque he aprendido técnicas de cómo hacen sus esculturas, claro que también tengo que buscar la forma de reemplazar los productos que se utilizan en el taller por productos comestibles”, agregó.
GRANDES EXPERIENCIAS
Al igual que muchas empresas, la de Melissa no está exenta de la competencia de alto nivel, algo que recibe de buena manera, pues sabe que la gente siempre tiene la última decisión de elegir.
“Sí tengo mucha competencia, algunas pastelerías locales han sacado diseños después de los míos, pero siempre he dicho, mercado hay para todos, y he visto que a raíz de todo esto hay pastelerías que empiezan a trabajar más en el realismo.
“No tengo miedo a la competencia, más bien los admiro, veo su trabajo y les escribo para felicitarlos por sus trabajos; admiro a muchos tanto a los que empiezan como a los que ya tienen años en esto.
“Siempre voy a admirar lo que yo no puedo hacer y me inspiran a seguir creciendo y prepararme para ser mejor en lo que hago, por eso también he buscado realizar cursos virtuales y ofrecerles productos de calidad a mis clientes”, enfatizó.
A Melissa le costó entender que las personas a quienes les hace sus creaciones se resistan partir su pastel en el festejo, lo que lo ve como una forma de valorar su trabajo.
“Algo muy extraño -y con lo que he aprendido a vivir- es cuando no parten el pastel, siento que es una manera de valorar mi trabajo, porque he entendido que no solo diseño pasteles, atrás de eso hay historias recreadas en un pastel.
“Me costó entender por qué no lo probaban y lo entendí hasta el día que yo misma me prepare mi pastel y resistí cortarlo, ahora sí entiendo esa parte y ya no me causa conflicto saber que no prueban mis pasteles”, agregó.
También aprendió que las ideas con las que llegan sus clientes a solicitar un pastel es algo más que un diseño, es recrear historias especiales. Recuerda que en una ocasión preparó el pastel en forma de una camioneta y en otra una máquina de jabón, ambas ideas significaban algo especial para los cumpleañeros.
“Me han pedido una camioneta que fue de la familia, una máquina para hacer jabones. Me ha tocado ver las reacciones porque mis clientes me mandan videos y es una satisfacción bonita al observar cómo se sorprenden”, comentó satisfecha.
La cocina de su casa se ha convertido totalmente en Umami Art, sus herramientas, su impresora, refractarios, trastes han invadido el espacio y los panes el refrigerador de sus padres.
Pero hoy Melissa ha logrado un paso al tener ya un lugar para su negocio y aunque acepta que le ha costado insiste que va por buen camino.
“En un futuro me veo dando empleos y ese es mi objetivo, no sé cómo, cuándo y dónde, pero así me veo, capacitando gente y mi mamá me ha ayudado mucho en esa forma de visualizarme cómo puedo capacitar a más personas, yo no necesito alguien que sepa, creo que es más importante que tengan la intención para yo poder enseñarles y hacer que Umami Art crezca”.
La agilidad en sus manos para tomar un pincel y la habilidad de combinar los colores y el toque perfecto además de la paciencia de poner cada detalle para que su pastel sea lo más realista posible, deja admirado a cualquiera que vea cómo convierte un pastel en la réplica de un corte de carne, un pozole, un elote entero o en vaso, o una obra de Vincent Van Gogh.
Es imposible no darse cuenta que su parte favorita de todo el proceso es pintar.
“Siempre lo digo cuando llego a esta parte ‘Sigue lo mejor’”, finalizó.