Cada mañana Carlos Aguilar Orozco recorre las calles del Barrio Antiguo de Monterrey en la búsqueda de un espacio libre para estacionar su carro.
El costo elevado de las pensiones de autos en el primer cuadro de la capital de Nuevo León no le permite pagar una renta mensual, por lo que tiene que atenerse a los parquímetros o lugares permitidos por el municipio.
En un día con suerte, el empleado de 35 años puede encontrar un lugar en cinco minutos, pero cuando no, el “viacrucis” se extiende hasta los 25, en parte, porque muchos de los cajones públicos han sido “secuestrados” por “los dueños de la calle”.
Se trata de particulares que no pagan al municipio exclusividad, pero que aun así se atreven a “privatizar” los espacios públicos con cubetas, macetas, bloques y hasta personas, que se la pasan vigilando si alguien osa en ocuparlos.
La calle Abasolo, entre Diego de Montemayor y Doctor Coss, en el centro regio, es un claro ejemplo de ello.
Tras ser remodelada durante el sexenio de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”, las autoridades delimitaron la arteria, en el tramo ya mencionado, con cerca de ocho cajones gratuitos para los civiles; sin embargo, algunos propietarios de establecimientos ya se adueñaron de los lugares.
Lo anterior, bien lo sabe Aguilar Orozco, quien semanas atrás tuvo un altercado con uno de los “propietarios” del cajón público por intentar estacionar su carro en la esquina de Abasolo y Diego de Montemayor.
“Vi que el lugar tenía macetas, pero ningún anuncio de estacionamiento exclusivo, así que quité las macetas y me puse ahí.
“Apenas me estaba bajando cuando uno de los señores que trabajan para unas oficinas por aquí me empezó a decir que debía de respetar el lugar, que no era el mío.
“Yo le dije que si ellos pagaban exclusividad al municipio y que, si era así, yo me quitaba, pero obviamente no lo hacen y solo quieren estar separando lugares que no les pertenecen”, mencionó molesto el trabajador de una revista, ubicada también en la misma calle.
El municipio de Monterrey expide dos tipos de permisos especiales de estacionamiento: residencial y comercial, como muchos de los que se pueden apreciar en el primer cuadro de la ciudad, pero que están plenamente identificados con la leyenda “Exclusivo” y debajo el número de permiso municipal.
Es decir, solo una señal así puede impedirle ciudadano a estacionarse en algún cajón libre.
Sin embargo, a pesar de la ilegalidad de estas prácticas, la autoridad municipal poco o nada hace al respecto.
En la calle Abasolo, en donde es habitual que algunos automovilistas invadan la línea guía para débiles visuales, a diario el departamento de Tránsito aplica decenas de multas a los conductores irresponsables, pero las sanciones no aplican para los “dueños de las calles”, esos que roban espacios y prácticamente obligan a los demás a violentar los reglamentos.
“Es lo que me molesta, que cuando uno se estaciona mal de volada llega a tránsito a ponerte la multa y está bien, uno reconoce que faltó al reglamento, pero por qué no multan a estas personas que se adueñan de los lugares.
“Muchas veces llegamos tarde a los trabajos porque están ocupados los lugares con macetas o bloques y a ellos no les dicen nada. Uno termina harto y se estaciona malamente en lugares indebidos, pero también porque ellos no dejan los espacios libres”, comentó Aguilar Orozco.
Haciéndonos pasar por civiles, un reportero de Hora Cero intentó llevar a un agente de movilidad de Monterrey al lugar para indicarle qué particulares se estaban apropiando de los lugares, pero el agente no atendió la petición y señaló que los hechos deben de reportarse al 911 para su solución.
Y es que, al parecer, la autoridad sí ve a los autos mal estacionados, pero no a los privados que se adueñan de los cajones en el Barrio Antiguo de Monterrey.
Cuando el sol cae y las oficinas del centro se cierran, el corazón de la capital cambia de rostro, especialmente los fines de semana, para convertirse en una zona de esparcimiento, repleta de restaurantes al aire libre, cafeterías, espacios culturales, bares, centros nocturnos y demás.
Y aunque en apenas unas horas, las calles ya no están llenas de trabajadores, sino de visitantes, lo único que se mantendrá intacto son: los amos de las calles.
Si alguna vez ha intentado estacionar su carro en el centro de Monterrey en fin de semana, seguramente ya le tocó lidiar con estos personajes que cobran una cuota “voluntaria” para dejarte estacionar en un espacio gratuito y además “echarle un ojo a tu carro”.
Argelia Véliz es una joven de 25 años, como muchas de su edad, acostumbra visitar los fines de semana el Barrio Antiguo de Monterrey para distraerse.
Junto a sus amigas, sabe lo tortuoso que es alcanzar estacionamiento privado un viernes o sábado por la noche, pero desconfía de los taxis, así que prefiere traer su propio vehículo.
Apenas logra detectar un espacio libre, se dispone a ocuparlo, pero tarda más ella en llegar al cajón, que el “propietario” del lugar, que ni siquiera le permite bajarse del carro cuando ya le está señalando pidiendo la cuota.
“No quiero sonar mala onda, pero todavía ni te estacionas y ya te están cobrando. Además, de que según ellos te ayudan a estacionarte cuando no hacen nada en realidad.
“Ni es de ellos y todavía quieren que les pagues. ¡Ah!, y para asegurarse de que les des algo te dicen así de que: pues a ver si no le pasa nada a su carro. O sea, ya ellos mismos te están advirtiendo de que si no les pagas le van a hacer algo y no se vale”, sentenció la vecina de San Nicolás.
El pago de su servicio evidentemente es obligatorio, pero no así su compromiso para cuidar el vehículo, ya que en cualquier incidente o altercado, el “dueño de la calle” mostrará su otro talento: desaparecer.
Y es así como mientras el centro de la ciudad renace y se intenta repoblar, algunas prácticas abusivas permanecen y vuelven más compleja la convivencia entre vecinos.