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odo Red es una metáfora de la primera menstruación.
Pixar, en su mágica sociedad con Disney, se pone denso y aborda con ternura y mucha comprensión un tema complejo y fundamental en la vida de las mujeres, como es el inicio de la adolescencia. Y traspasa barreras culturales, al hacer la historia en un contexto de la comunidad china en Toronto.
Otra vez echa luz sobre un lado oculto de la vida. En Intensamente habló sobre las emociones que se evitan. En Soul, dice que la felicidad no está en chispazos de éxito, sino que es una búsqueda permanente. Ahora, remite a cambios de hormonas y emociones.
La cinta presentada por Disney + es hecha por chicas, con un enfoque muy femenino. La directora Domee Shi coescribe el accidentado episodio en la vida de Meilin, una alegre, expansiva y brillante chica de 13 años, que crece en un entorno feliz, con su pandilla de tres amigas, y con sus padres. La madre Ming es sobreprotectora, y la sigue a todos lados, tratando de impedir que los estímulos del mundo la afecten, en esta etapa de cambios que enfrenta.
Hasta que la chica se encuentra transformada en un enorme panda rojo. Cada vez que se emociona se convierte en un gigante peludo, atemorizante, lo que le provoca primero confusión, luego miedo y, posteriormente, tras el desconcierto inicial, tolerancia. Después de todo no es tan malo ser diferente.
Sin embargo, corre el riesgo de permanecer así para siempre.
Pixar cambia su conocido y exitoso formato de animación, para inclinarse hacia el manga. Con un enfoque juvenil, los personajes tienen las bocas y dientes grandes, los ojos redondos y brillantes, con algunas similitudes con el arte del estudio Ghibli. Al ubicar la anécdota en el 2002, saca de la ecuación las redes sociales, que se popularizaron hasta años después.
La niña vive en un mundo pequeño, con marcada influencia de los ancestros, y con unos padres que quieren que permanezca como una chiquilla, aunque la propia naturaleza hace que se transformen su cuerpo y sus intereses. Comienza a sentirse atraída por los chicos.
Se presentan, como en un risible catálogo, las formas infinitas que una madre tiene para avergonzar a su hija. El muchacho de la esquina es su romance ilusorio aunque, injustificadamente, la señora lo vea como un hombre que pretende pervertir a su bebé. La madre la acecha en la escuela, para vigilar sus movimientos. Ve como oportunidad para la disipación y el desenfreno el concierto del grupo juvenil de moda, al que la chica quiere acudir con sus amigas.
El panda que lleva adentro es irrefrenable y todo lo complica. La transición hace que sus estados de humor varíen intempestivamente. La puberta se rebela, en busca de una identidad nueva, en la cual ya no puede estar pegada a su mami. Hasta que entiende que, estas vicisitudes que enfrenta, son un legado transgeneracional que debe soportar como una carga que le ha sido impuesta por herencia natural. Cuando el orden se rompe y el legado está en peligro, la madre se convierte en una figura amenazante, con una alusión directa a los temibles kaiju de la ficción japonesa.
Llena de alegorías, con un marcado predominio por el color escarlata, la cinta va a provocar alivio en las madres, pues muestra, con humor, cómo afrontan esas incómodas situaciones, en las que tienen que ponerse serias y explicar a sus retoños esas transiciones del organismo, que las lleva a la adultez, y a una etapa reproductiva.
En la última línea, la película habla de aceptación. La chica finalmente se siente orgullosa de sus orígenes y decide entender quién es y de donde viene, como cualquier otra joven que debe conocerse y hacer las paces con las facetas que no le son del todo gratas, pero que la definen.
Red es una cinta familiar que entenderán, especialmente, las muchachas y sus madres, que han pasado por todo esto. ϖ