Fue el 10 de junio del 2010 cuando se colocaba la primer bicicleta blanca en la ciudad de Monterrey; el objetivo de la iniciativa del colectivo Pueblo Bicicletero es manifestarse pacíficamente pero sin dejar de buscar ‘justicia para las y los ciclistas que mueren en siniestros en la vía pública por causa de vehículos motorizados.
En ese mismo año la ciclista Liliana Galaviz sufrió un accidente que pudo costarle la vida, al ser arrojada por un vehículo que se pasó el semáforo en rojo en la calle Zaragoza, casi llegando a la avenida Constitución.
Galaviz, a diferencia de Cristina Serna Ramírez, quien fue embestida por una camioneta y perdió la vida el pasado 16 de julio, tuvo la suerte de poder contar su historia.
“Lo primero que sentí fue miedo”, recordó diez años después de su accidente.
Ella utilizaba la bicicleta para transportarse en la zona centro de Monterrey, una actividad que la combinaba con el transporte público; recuerda que el día su accidente regresaba a su hogar.
“Eran como las ocho de la noche, ya había salido del trabajo y me dirigía a mi casa que estaba en la colonia Independencia; tenía que atravesar Constitución y Morones Prieto e iba transitando sobre Zaragoza, había un semáforo pero un automovilista se pasó el rojo, supongo que no me vio”, comentó.
Galaviz dijo que al darse cuenta que el automovilista se acercaba a una alta velocidad prefirió dejarse caer sobre el cofre para que el impacto fuera lo menos fuerte posible.
“Había tenido otras situaciones como caídas previas, pero nunca me había tocado que un auto se viniera sobre mi. Veo que se acerca a toda velocidad y se pasó el rojo, era inminente el golpe y lo que hice fue una reacción de sobrevivencia”, dijo.
Recuerda que el conductor del auto en lugar de huir, se bajó para preguntarle si se encontraba bien.
“El auto se paró y me dio más miedo, porque atravesábamos por una época de mucha violencia e inseguridad y el narcotráfico sonaba en todos lados; llegue a pensar que el hombre era un narco”.
Sin embargo, la idea de “enfrentarse a un posible narco” no le impidió para tener valor y reclamarle, mientras que el hombre conservó la calma y se enfrentó a las consecuencias originadas por su acto.
“Resulta que el hombre era un trabajador de la PGR, lo sé porque él se para y me pregunta si estoy bien, mi primera reacción fue reclamarle y él actuó debidamente y como deberían actuar todos. Un tránsito que se encontraba cerca llamó a una ambulancia; a él lo detienen y a mí me llevan a un hospital”.
La ciclista tuvo cuatro meses de incapacidad tras sufrir golpes y una fractura en el tobillo derecho, duró tres meses apoyándose en muletas para caminar, porque su pie tuvo que ser enyesado.
“Si él no hubiera pagado los gastos yo hubiera quedado en el abandono, de hecho recuerdo que se peleó con gente de su aseguradora porque querían inculparme a mí del accidente y que yo pagará los daños del vehículo.
“Mi caso es un hecho aislado, porque hay muchos automovilistas que se dan a la fuga y dejan a las personas sin vida o con daños en su cuerpo y sin apoyo médico”, afirmó Galaviz.
Después del accidente, en su trabajo le condicionaron su permanencia al advertirle que si seguía utilizando la bici como medio de transporte la correrían.
“Cuando deje de trabajar en ese lugar y volví andar en bicicleta, fue una manera de recuperar mi libertad y la autonomía de tener el derecho en trasladarme en bicicleta”, mencionó satisfecha.
La ciclista recomienda aquellas personas que quieren hacer de la bici su medio de transporte, hacerse visible lo más posible, como portar chalecos antireflejantes y luces, además de los accesorios de protección.
Diez años después de su accidente, Liliana Galaviz sigue creyendo que falta mucho para tener una ciudad segura en donde peatones, ciclistas y vehículos puedan compartir las vialidades en la ciudad.
También asegura que la gente ha llegado a valorar mucho a los automovilistas, que desechan todo lo ajeno fácilmente.
“Falta mucho para ser una ciudad segura y compartida, con todas las diferencias de movilidad que tenemos las personas. Y es muy fácil culpar y criminalizar al ciclista y normalizar la violencia automovilística como si fuera algo normal”, concluyó.
En lo que va del 2020 ya suman 12 víctimas, tan solo en el mes de julio de este año, siete ciclistas fallecieron en el estado según datos recabados por el Colectivo de Pueblo Bicicletero.
De acuerdo a cifras del INEGI al 2018 Nuevo León, es el líder nacional en hechos de tránsito con más de 80 mil casos al año, en ese mismo año murieron 692 personas y 6 mil 379 resultaron heridas en siniestros viales en el estado.
Aunque ya existe un reglamento de tránsito, los colectivos en pro del uso de la bicicleta hacen hincapié de que se cumpla, ya que la mayoría de los accidentes son por exceso de velocidad y es necesario controlar la rapidez con la que se desplazan los vehículos motorizados, para salvaguardar la vida tanto peatones como ciclistas.