Quienes sufren de un asalto en la vía pública o un allanamiento en su hogar no solo pierden sus pertenencias, también se les despoja de la confianza de salir a la calle, de la paz de estar tranquilo dentro de su casa, pues ya no saben el momento en que van a volver a ver víctimas de la delincuencia. Estas personas, requieren ayuda psicológica que muy pocas veces reciben.
Rosy, de 61 años, tiene el cabello corto y la tez morena; la luz que entra por la ventana resalta los lunares de rostro que luce cansado; el dolor de sus rodillas no la deja estar mucho tiempo de pie y hace que busque un rato reposo.
Sentada en una silla en la cocina de su trabajo, estira su pierna para descansarla en otro asiento, pero ni así logra sentirse cómoda.
Lo que la molesta es el recuerdo de un día de 2018, cuando fue víctima de robo mientras caminaba rumbo a su casa.
Había terminado su jornada laboral, bajó de la Ecovía y todavía tuvo que recorrer unas cuadras para llegar a su casa en la colonia Plutarco Elías Calles, en el municipio de Monterrey.
Las banquetas obstruidas por carros y macetas le impidieron su paso, por lo que se le hizo fácil caminar en la orilla de la calle; sin embargo esa decisión le ha generado un temor que no la abandona desde ese día.
Unos ladrones que viajaban a bordo de un taxi amarillo aprovecharon que la mujer caminaba por la calle para arrebatarle el bolso, sin embargo, como la mujer decidió aferrarse a sus pertenencias, decidieron acelerar el vehículo.
El bolso de Rosy se atoro en su hombro, cayó al piso y fue arrastrada unos metros por la calle generándole fracturas en su rodilla, hombro, además de golpes en la pierna y brazos.
“Venía del trabajo tranquila, caminando como si nada, traía mi bolsa colgada y nunca pensé que me fuera pasar, si oía que asaltaban y eso, pero nunca pensé que fuera pasarme a mí.
“Entonces me baje de la Ecovía y tenía que caminar a mi casa, de repente salió un taxi amarillo con blanco y se me emparejo, no lo vi, para mí que venía apagado, como es de bajada no lo traían encendido.
“Un hombre estaba manejando y el copiloto que venía en la parte de atrás del chofer saco mitad de su cuerpo por la ventana y me jaló la bolsa, pero como anteriormente ya me había lastimado el hombro al jalarme se me volvió a lastimar y ya no pude estirar el brazo para que se me saliera la bolsa.
“Yo creo que el pelado pensó que yo no quería soltarla y entonces le aceleran al carro, fue cuando me caí y me iban arrastrando, ya veía las llantas encima y me movían de un lado a otro, hasta que la bolsa se zafo. Grite ‘auxilio ayúdenme’ pero ningún vecino se asomó, yo creo que por miedo.
“Ya hasta que se fue el taxi salieron ayudarme, pero ya estaba toda golpeada y de ahí me hice esto”, señaló su rodilla derecha de la que ahora cojea.
La Policía tardo 25 minutos en arribar al lugar y la ambulancia nunca llegó a auxiliar a Rosy, por lo que sus familiares tuvieron que llevarla a una clínica donde permaneció toda la noche.
“Yo sentí que ellos sabían quiénes eran los rateros, porque ya eran muy frecuentes los robos en el área y cuando llegaron no hicieron nada, se quedaron parados ahí, ni salieron a buscarlos o hacer un rondín, mucho menos me levantaron algún reporte”, denunció.
Al día siguiente que la dieron de alta y cuando ya se encontraba en su casa reposando llegó una persona a entregarle su bolsa que, dijo, la había encontrado en la colonia de a lado, sin embargo, ya no tenía ni el teléfono celular o su dinero. Lo que sí le regresaron eran unas tarjetas de débito y un medicamento para el corazón.
Temerosa y con miedo, Rosy sigue saliendo desde muy temprano de su casa para ir a trabajar, incluso antes de que aclarezca, pero aquel día no solo le robaron el bolso, también su tranquilidad; ahora camina por las calles volteando hacia todos lados y cuidándose que nadie la siga.
Ya no carga con tarjetas ni su identificación personal, solo con un poco de dinero porque teme que si le llegase a pasar otra vez lo mismo, los ladrones se enojen con ella por no llevar efectivo y le hagan más daño.
“Ha habido casos en donde los golpean porque no traes nada.
“Como quieras vas con el pendiente, veo un taxi y me da miedo pienso que me va asaltar”, insistió.
Actualmente Rosy ya no disfruta de un atardecer fuera de su casa o el estar sentada en la mecedora en su patio platicando con alguna de sus vecinas.
“Antes había inseguridad pero no como ahora, uno podía sentarse en la mecedora afuera de su casa, yo ya no lo hago y no lo haría.
“Dicen que esto se va acabar (la inseguridad), pero al contrario, esto cada día se está poniendo peor; la policía pues no, francamente no le tenemos confianza. La inseguridad esta por todos lados a la hora que sea, ahorita, al rato, en la noche y en la madrugada y pues uno no se siente seguro”, expresó.
El yerno de Rosy, esposo de su hija menor, fue también víctima de la delincuencia. En la puerta de su casa sufrió un asalto a mano armada, ese hecho lo llevó buscar un lugar más seguro para su esposa e hijos.
“Mi hija y mi yerno vivían conmigo, pero a él también lo asaltaron, le pusieron la pistola en la cabeza y le quitaron la cartera, el celular y su gorra. Se mudaron porque dijo que tenía que pensar en su familia”.
“Nos orillan vender nuestro patrimonio para tratar de vivir mejor, donde esté más tranquilo, pero ojalá que no vuelva a pasarme porque donde vuelva a pasarme algo igual yo creo que ya no aguanto otra”, aseguró mientras ríe nerviosa.
Rosy quedo viuda a los 54 años, sin embargo la muerte de su esposo fue algo que no superó enseguida y optó por pedir ayuda psicológica.
Tras ser víctima del robo también fue atendida por el estrés postraumático, pero sabe que aún y está acudiendo a terapia, ya no volverá a tener confianza en las personas.
“El miedo no se quita, ya no vuelves a ser como antes, ya no sales con la confianza, ahora tienes que salir y voltear para todos lados porque ya no sabes por donde te llegan, así se vive ahora y mejor uno se queda encerrado en su casa.
“Añoró esos momentos, salías a platicar, a tomar el fresco, extraño ese Monterrey, esa ciudad que era antes, donde tenías confianza de salir, dejar salir a la calle a tus hijos con sus amigos, antes las vecinas salían con sus mecedoras en la tarde, las saludabas ahora no se ve si están en sus casas, quisiera que volviera a ver esa confianza para llevar a los nietos al parque.
“Estar encerrado no es vida para nadie” concluyó Rosy con una vez triste.
‘TENÍA MIEDO QUE REGRESARAN’
“En la calle nunca me he sentido tan insegura como en mi casa”, dijo Andrea al finalizar la entrevista.
A diferencia de Rosy, Andrea le robaron dentro de su casa y aunque no sufrió daño físico si padeció estrés agudo.
“Estábamos mi abuelita, mi mamá y yo, se metieron a robar en la noche, no sé si fueron uno o dos, se llevaron mi mochila en donde tenía mi laptop y mi cartera y se llevaron las bolsas de mi abuelita y mi mamá”, dijo.
Desde entonces, comenzó a vivir con angustia.
“Para mí fue difícil, fue como un mes de trauma; me daba miedo que fueran a regresar, cerraba la puerta de mi cuarto con seguro a partir de ese día, además dormía como con una especie de cuchillo debajo de mi cama, me hizo sentir más segura, yo solo quería tener un tipo de defensa de arma, porque si me preguntaba ‘si entra alguien que voy hacer’, yo sé que uno no sabe cómo va a reaccionar pero era un modo de sentirme más segura.
“Me sentía muy insegura adentro de mi casa, incluso tres días después se escuchó mucho ruido, entonces me fui con mi abuelita y le dije, pero ya era una cuestión que pensaba que era alguien, que se estaban metiendo, y al igual pudo haber sido un animal”, recordó.
Andrea acudió a realizar la denuncia, sabiendo que nunca recuperaría sus pertenencias, sin embargo dos años después un vecino le fue entregar su mochila, el bolso de su abuelita y su mamá, ahí estaban las identificaciones menos la laptop y el dinero.
“Fui hacer la denuncia, no la quería hacer porque ya sabía que no iba a recuperar mi laptop que era lo que más me importaba, fui porque dije: ‘no va a quedar en mí’, pero la ironía fue que todas las pertenencias las encontraron dos años después arriba de un techo de un vecino, como que los tipos se fueron brincando por arriba de las casas y ahí dejaron las cosas que no les servía”, comentó Andrea.
“Me dejaron una sensación muy rara, siento que invadieron mi intimidad, aunque creo que no entraron a mi cuarto pero si a mi casa, vieron todo, como vives, vieron tus cosas y si te haces preguntas mentales de que hubieran hecho si los hubiera visto y ese tipo de cosas.
“Me puse a pensar que no podía vivir así con el miedo, desgraciadamente no sabemos lo que nos va pasar pero poco a poco me fui quitando esa idea que iban a regresar”, finalizó.
SECUELAS DE UN ROBO
La psicóloga Magdalena Ritter Hernández explicó que el estrés post traumático son las secuelas que deja un suceso impresionante, desde un acontecimiento terrorífico hasta un robo de forma violenta.
Quienes lo sufren tienen que asistir a pedir ayuda psicológica pues la vida cambia drásticamente, el individuo comienza a tener insomnio, disminuye su apetito, se encuentra estresado o irritable, tiene brotes de ansiedad, de pánico o miedo.
Aunque, Ritter describe estas reacciones como algo natural, ya que es un instinto de supervivencia.
“Si no tuviéramos esa sensación de miedo ni siquiera saliéramos corriendo o de alguna forma no tendríamos alguna reacción de alerta ante un suceso peligroso”, indicó.
Sin embargo, afirmó que no todas las personas pueden generar estrés postraumático, quizás solo desarrollen estrés agudo que consiste en un sufrimiento temporalmente, como respuesta a la experimentación de uno o varios sucesos altamente estresantes, donde se ha puesto en peligro la integridad física de uno mismo.
“No todas las personas van a tener secuelas graves, depende en el contexto donde sucedió todo eso, no es lo mismo a que te arrebaten una cadena a que te apunten con una pistola para robártela; o que haya un herido, apuñalado o te hayan querido golpear o te golpearon”, explicó.
También es común que en otras ocasiones las personas normalizan actos de violencia porque viven en un lugar en donde es concurrente este tipo de actos.
“Hay lugares en donde la violencia se normaliza, si por un lugar roban mucho las personas ya empiezan a verlo normal e inclusive empiezan hasta divertirse de cómo fueron robados. Pero habrá otros sitios en donde no sean tan comunes los robos y entonces las personas pueden entrar más en pánico”, dijo.
La ayuda psicológica consiste en que las personas puedan volver a tener una vida tranquila y normal, como la que tuvieron antes de pasar un hecho traumático.
Es a través de la terapia que una persona se comienza a recuperar a partir de los seis meses pero si los síntomas son demasiados graves o recurrentes puede tardar más su recuperación e inclusive en algunas personas puede volverse crónico y tenga que ser persistente su terapia.
“La enfermedad va a depender mucho de la persona, tenemos que revisar los procesos cognitivos, como enfrenta la situación de forma individual; todos tenemos formas diferentes de afrontar una situación por ejemplo para más o menos saber que una persona tiene estrés postraumático se debe de presentar síntomas de vivencia en donde tu recuerdos sean como un flashback, o tengas palpitaciones, sudoración, pesadillas, pensamientos aterradores más los síntomas de evasión en donde te quieres alejar de los lugares u objetos que te traen recuerdos de la experiencia traumática”.Terapias cognitivas conductuales, acercamiento a los lugares donde sucedió el robo y terapia de exposición, son algunos tratamientos al que el psicólogo acudirá para ayudar a una víctima de robo.
Por otra parte muchas veces las personas afectadas recurren a la evasión de los hechos y quieren evitar a toda costa lugares o personas que les recuerdo el suceso, al ser evasivo evitan un miedo excesivo, crisis o angustia.
Además, existen otros síntomas de hipervigilancia, como exaltarse, sentirse tenso, impulsos de ira y síntomas cognitivos y de estado de ánimo en donde puedes tener problemas para recordar detalles importantes de la experiencia traumática, pensamientos negativos de sí mismo o del mundo en general como sentimientos distorsionados en donde a veces la vpictima siente culpa o remordimiento que la conlleva a perdida de interés en sus actividades.
La importancia de asistir con un psicólogo es poder evitar las consecuencias que se genera después de un hecho delictivo, como vivir con el trastornó, perder su trabajo, tener una relación familiar en donde haya tensiones, aislarse de la sociedad, vivir constantemente de temor, ansiedad, inseguridad y padecer de insomnio.
Una de cada diez personas asiste a pedir ayuda, comenta Ritter, esto se deber a que la gente cuenta con poca información de lo que es la psicología y la práctica de un psicólogo.
“Dicen que la terapia es solo para locos o el simple hecho de pensar que los psicólogos están peor que uno, entonces de cierta forma no tienen la información debida de lo que es la práctica de un psicólogo”.
“Un psicólogo no te va a tratar en base a su historia, vida personal, sus hábitos o su estilo, sino que te atienden de acuerdo a evidencias científicas y pruebas psicológicas “, dijo Ritter.
Ritter enfatizó en la importancia de tomar terapia pero sobre todo que las personas aprendan la manera en que un psicólogo aborda a un paciente y pidió que las personas no se dejen llevar por comentarios o mitos de cómo se ejecuta un proceso un psicólogo.
“A veces hay mucha información equivocada o fomentan mucho de que un psicólogo no te va ayudar y al contrario te ayuda como no tienes idea, con terapias y técnicas que son sustentadas científicamente”, concluyó Ritter.
El miedo no se quita, ya no vuelves a ser como antes, ya no sales con la confianza, ahora tienes que salir y voltear para todos lados porque ya no sabes por donde te llegan, así se vive ahora y mejor uno se queda encerrado en su casa. Añoró esos momentos, salías a platicar, a tomar el fresco, extraño ese Monterrey, esa ciudad que era antes.
Rosy, Víctima de robo