Bajo el lema “no habrá Mundial”, el 24 de febrero más de un millar de brasileños salieron a las calles de Sao Paulo para manifestar su inconformidad por la organización de la Copa del Mundo en el país sudamericano. El saldo de la protesta fue de 130 personas detenidas y siete más lesionadas por las trifulcas que también se registraron.
Tan sólo un mes atrás, de manera simultánea en 30 ciudades del país las calles fueron tomadas por manifestantes que de manera enérgica repudiaron al gobierno el gasto excesivo en la construcción de estadios, en comparación con lo destinado al sistema educativo y de salud.
El sentimiento de un alto porcentaje de brasileños por hospedar la próxima justa futbolística y Juegos Olímpicos podría resumirse en la declaración de Lucas Souza, un joven de 19 años quien participó en las protestas de la capital paulista.
“El gobierno quiere hacer creer que Brasil es alegría y carnaval, pero no es así. Es un país muy desigual”, expresó el joven, de acuerdo al portal de noticias Infobae.
Y es que aunque a nivel mundial se exhibe a un Brasil listo y emocionado por albergar la Copa del Mundo, al interior del gigante latinoamericano el rostro del rechazo crece día con día.
De acuerdo a la empresa consultora Datafolha, el apoyo de los brasileños para albergar la justa mundialista cayó de 79 por ciento en noviembre de 2008 a 52 por ciento en febrero del reciente año, mientras que el rechazo aumentó de 10 a 38 por ciento en el mismo periodo.
Aunque las expresiones de inconformidad se dieron durante la Copa Confederaciones realizada en Brasil por el aumento al transporte público, los más de 11 mil millones de dólares que el gobierno destinará al encuentro y que representan la mayor inversión en la historia de dicho evento provocó la ira de los brasileños.
Y aunque los actos de violencia han mermado la aceptación de la sociedad hacia las manifestaciones, el 32 por ciento de los habitantes del país todavía están a favor de que las protestas tomen lugar durante el encuentro mundialista, que se desarrollará del 12 de junio al 13 de julio en 12 ciudades.
EL DESCONTENTO SOCIAL
Aunque acorde al sondeo publicado por el diario paulista Folha, poco más de la mitad de la población brasileña aún aprueba la organización de la Copa del Mundo en su país, es innegable que el descontento social crece a diario.
Durante un mes, las ciudades de Curtiba, Sao Paulo, Manaus, Cuiabá, Río de Janeiro, Brasilia, Natal, Fortaleza, Salvador de Bahía, Porto Alegre, Belo Horizonte y Recife serán las sedes del mayor encuentro futbolístico del mundo.
Las 12 ciudades mostrarán al mundo los nuevos y desarrollados estadios que fueron construidos exclusivamente para la justa, lo que se traduce en la mayor molestia de los brasileños.
Tal es el caso de Guilherme Romeiro, estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Sao Paulo, quien se declara amante del futbol como espectáculo, pero considera un despilfarro el dinero que el gobierno está invirtiendo en los inmuebles mundialistas.
“Me encanta jugar futbol, me encanta apoyar a mi equipo Corinthians. Me encanta comprar boletos y ver los partidos, ver el espectáculo, ver a mi equipo jugar”, declaró el estudiante de quinto semestre.
“Creo que Brasil no debería albergar la Copa del Mundo porque este dinero debería de ser destinado para mejorar las carreteras, los hospitales, el sistema de salud porque hay muchas mujeres y niños que necesitan mejores hospitales”, añadió el joven de 20 años.
Hace cinco años cuando la fiebre por albergar el Mundial 2014 aún persistía en la mayoría de la población, Guilherme era de los jóvenes que esperaba con entusiasmo que su país fuera sede el encuentro, pero ahora su mentalidad ha cambiado.
Y es que además del espectáculo, el joven, quien actualmente radica en la ciudad de Sao Carlos, anhelaba que la infraestructura de su país mejorara con la llegada de la justa mundialista, lo que a su parecer, no sucedió.
“Hace cinco años cuando la Copa del Mundo fue anunciada que sería aquí estábamos emocionados porque pensábamos que el gobierno haría más carreteras, se mejoraría el tráfico y la gente realmente estaba emocionada, pero ahora que ves que los estadios no están terminados, ni las carreteras, ni el metro están terminados, realmente estoy en desacuerdo”, mencionó.
Acorde al entrevistado, debido a que las condiciones de desarrollo humano no mejoraron en Brasil, lo que el gobierno pretende ofrecer al mundo es una imagen maquillada de la realidad, ocultando la pobreza de la nación.
“Un ejemplo de ello es que el gobierno en lugar de eliminar la pobreza, lo que hizo fue construir muros a un lado de las carreteras para que las favelas no se vean para que los visitantes y turistas no se den cuenta de la pobreza.
“En Río de Janeiro cuando llegas del aeropuerto y tomas la carretera lo único que ves son los muros, ¿por qué? Porque en los dos lados, izquierda y derecha, hay favelas”.
En sus palabras, la situación económica y de desarrollo del país sudamericano dista mucho de la que tienen otros países ya mundialistas como Estados Unidos o Canadá, por tal motivo, aunque no se unió a las protestas de forma física, sí lo hizo a través de las redes sociales, en donde criticó al gobierno brasileño por la organización de la Copa del Mundo.
“Nunca fui a una protesta, pero sí las apoyo. Sólo escribí en mi Facebook y en mi correo electrónico mi propia protesta, pero sólo contra el gobierno, no contra la Copa del Mundo”.
Felipe Guastelli es otro estudiante universitario que se une a las filas del rechazo de la Copa del Mundo por las razones que se escuchan en cada inconforme: el deficiente sistema de salud y educativo de Brasil.
En su opinión, el gasto en el Mundial y posteriores Jugos Olímpicos de Río de Janeiro resulta un gasto innecesario para una nación que se caracteriza por su gran desigualdad y cuyo gobierno podría usar los eventos sólo para promocionarse.
“Creo que la Copa del Mundo es un evento muy importante para los países, pero en mi opinión creo que no debería de ser en Brasil porque el país necesita otras cosas como salud y educación, y ese evento está siendo usado más para promover al gobierno, para mostrar una riqueza que nosotros no tenemos”, comentó el estudiante de la Universidad de Sao Paulo, campus Sao Carlos.
“Aún hay mucha desigualdad en el país y creo que ese dinero debería de destinarse a mejorar la infraestructura y no para derrocharse así, porque si Brasil gana la Copa es la manera en la que van a enmascarar muchas cosas de las que suceden aquí, por eso muchas personas están en contra, yo también estoy en contra porque el país no tiene la infraestructura tampoco”, agregó.
El descontento de los brasileños, especialmente los jóvenes, no sólo radica en los gastos excesivos para la construcción de estadios, también los efectos colaterales que atraen hospedar la justa olímpica.
De acuerdo a la organización Interaction, tan sólo en la ciudad de Sao Paulo cerca de 70 mil familias serán desalojadas de sus hogares, principalmente en favelas, como consecuencia de las obras de preparación para el Mundial de Futbol.
“El derecho a la vivienda está siendo sistemáticamente violado en las ciudades sede del Mundial y de las Olimpiadas: la Articulación Nacional de movimientos sociales frente a la Copa estima que serán desalojadas en masa unas 170 mil personas”, se lee en el portal del movimiento.
Este tipo de acciones provocaron también el descontento social que hoy tiene en jaque a las autoridades brasileñas.
“Ese es otro motivo para estar en contra de la Copa porque el gobierno se está comportando dictatorial, así como están haciendo las cosas. Está sacando a las familias de sus hogares para construir carreteras como si la gente no le interesara”, indicó Felipe, quien agregó: “Creo que el gobierno sólo quiere mostrar una buena cara de Brasil, decirle al mundo que estamos muy bien económicamente, que somos la potencia de América Latina, simplemente enmascarar los problemas”.
Por si fuera poco, activistas en pro de la niñez en Brasil se muestran preocupados de que la prostitución infantil aumente en las ciudades sedes del Mundial y alrededores para satisfacer la demanda de fanáticos locales y extranjeros.
El pasado diciembre el coordinador de la Secretaría de Derechos Humanos de Brasil, Joseleno Vieira dos Santos, comentó que “estamos preocupados con que la explotación sexual aumente en las ciudades sede y alrededor de ellas. Estamos tratando de coordinar esfuerzos lo más posible con los gobiernos de las ciudades para entender la magnitud del problema”.
Para Felipe Guastelli los efectos colaterales seguramente impactarán a las ciudades brasileñas sede de los encuentros, a pesar de que el gobierno federal ya garantizó la seguridad de los visitantes.
“Creo que las cosas pueden empeorar durante el Mundial porque los turistas que vienen para acá obviamente traen dinero y podría acarrear más robos, tráfico de drogas, prostitución, aunque el gobierno ya aseguró seguridad en las calles, pero ya veremos cómo se comporta durante esos días”, expresó el estudiante.
Con 21 años de edad y residente en Sao Paulo, ciudad en donde dará inicio el Mundial 2014, Mateus de Melo Hachul intenta ver aspectos positivos a la organización del evento, pero le resulta complicado ante la avalancha de críticas que el gobierno ha recibido.
Uno de ellos es el aspecto económico, se espera que 600 mil turistas extranjeros arriben gigante verde amaerla para la contienda mundialista, quienes gastarían alrededor de 25 mil millones de reales (139 mil millones de pesos) según cifras de la Oficina de Turismo Embratur.
Sin embargo, para un alto porcentaje de brasileños, la derrama económica que dejarán los turistas no es equiparable al gasto que está realizando el gobierno para organizar la justa.
“Creo que la derrama económica que la Copa traerá no será suficiente para cubrir los gastos que se hicieron en la Copa. Creo que la Copa traerá algunos beneficios económicos, pero para un país que es carente de educación, salud y muchos otros aspectos como medicinas, la Copa es un gasto innecesarios porque se le van a destinar gastos enormes cuando podrían irse a educación a medicinas”, indicó el joven, estudiante de la Universidad Federal de Brasil.
Aunado a los gastos económicos, la poca funcionalidad de los inmuebles, tras la realización de la competencia, resulta absurda, debido a que algunas ciudades como Brasilia o Manaus ni siquiera cuentan con equipos en la Liga Brasileña de Futbol.
Como residente de la capital paulista, Mateus señala que su ciudad vivirá prácticamente un colapso cuando de inicio el evento deportivo, ya que la infraestructura es insuficiente para soportar un Mundial.
“La infraestructura de Sao Paulo, principalmente la de transporte debería de mejorar mucho más por la Copa, pero la infraestructura de Sao Paulo mejoró muy poco y va a traer más tráfico, más gente en las líneas de metro de Sao Paulo”, mencionó.
Fue precisamente en Sao Paulo en donde la más reciente manifestación en contra de la Copa del Mundo tuvo lugar, sin embargo, para el estudiante, participar en una protesta ahora es inútil, ya que el objetivo debió ser evitar que FIFA organizara el Mundial en Brasil.
“Las protestas ya no son necesarias porque debieron de ser antes de que se eligiera a Brasil como sede de la Copa, ahora que la Copa ya es una realidad ya no debería de ocurrir”, comentó Mateus, quien añadió: “No participaría en las protestas porque lo principal era que no se realizara la Copa, ahora que ya está, la gente va a querer lucrar con los movimientos”.
VOCES A FAVOR
No todo lo que se escucha en las calles brasileñas es descontento. Como el 52 por ciento de la población, Lucas Giovani Santos aprueba la realización del Mundial en su país.
Para el joven de 21 años y estudiante de Leyes, el evento deportivo traerá grandes beneficios a la nación más “futbolera” del mundo, sobre todo en infraestructura.
“Va a ser excelente porque va a traer miles de millones en inversiones a Brasil. Van a mejorar los aeropuertos, los metros, el transporte público”.
Acorde al residente de Sao Paulo, las manifestaciones en contra del Mundial responden más a una cuestión política que de interés social.
“Las personas que están desacuerdo es sólo por cuestiones políticas, sólo por cuestiones mediáticas que dictan que la Copa del Mundo no es buena para el país, más que nada por cuestiones políticas porque este año es de elecciones”, afirmó el joven.
Para Lucas, quien da su apoyo total al gobierno brasileño, las problemáticas que podría acarrear el mayor torneo de FIFA no son exclusivas de Brasil y confía en que se puedan solucionar.
Y aunque le gustaría asistir a alguno de los encuentros mundialistas, se conformará con verlos por televisión, eso sí, dando todo su apoyo a la organización.
“No, no pienso ir a los encuentros porque no tengo suficiente dinero, pero voy a apoyar el gobierno de Bilma Roussef porque creo que la gente pobre están teniendo más derechos, más beneficios”, sentenció.
Irónicamente la nación que más practica futbol, la que más Copas del Mundo ha ganado y la que preserva a “El Rey” del balompié, hoy se encuentra polarizada entre los que aprueban y desaprueban la realización de la justa mundialista en sus tierras.
A cuatro meses de que el evento de inicio en territorio verde amárela, la presión de los inconformes continúa, aunque con menor fuerza y las próximas semanas serán decisivas para pronosticar una fiesta futbolística pacífica o turbia.