
Mientras que en algún otro hogar fechas como el 31 de diciembre se viven en familia, alrededor de la mesa con comida caliente y bebidas, Martha tuvo una fiesta diferente en un lugar poco usual, la banqueta cercana a urgencias de la Clínica 2 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Fue la otra fiesta que tuvo junto a algunos miembros de su familia. No por gusto, sino porque estaban al pendiente de las noticias de su padre quien sufrió un cuadro de crisis cardiaca e ingresó de urgencia a la Clínica 2.
Semanas antes, incluso años anteriores, ya habían pasado por una situación similar. Sin embargo nunca les había tocado estar fuera de casa por motivos de salud en temporada decembrina, una situación que Martha no le desea a nadie.
ALGO ANDA MAL
La mañana del pasado 31 de diciembre fue inusual para Martha quien se levantó cerca de las 8:00 horas para alistarse y preparar el desayuno, pero algo andaba mal.
Su padre Manuel, quien sufre de problemas en el corazón, había vomitado y tenía la presión muy baja. Le tomaron los signos y le dieron un medicamento para ver si pasaba, pero el oxíometro no le detectaba las pulsaciones.
Fue entonces que decidieron llevarlo a urgencias de la Clínica 2. Eran cerca de las 11:00 de la mañana cuando partieron su madre, ella y su padre.
Antes de eso ya habían puesto los frijoles para preparar los típicos frijoles a la charra y acompañar una carne asada que sería el platillo principal en la cena de fin de año, sin embargo, por la situación tuvieron que suspender la preparación.
El esposo de Martha se quedó en casa para cuidar a su pequeño y desde ahí esperar noticias de don Manuel.
De repente recibió un mensaje de Martha: “Papá viene muy malito, dice el doctor que llegó en shock. Lo están estabilizando y le van a dar choques eléctricos para ayudar a que el corazón funcione de nuevo”.
Para entonces lo único que quedaba era encomendar a don Manuel a Dios y a las manos de los enfermeros y doctores que lo estaban tratando en ese momento.
QUE NO SE QUEDEN LOS FRIJOLES
Pasaron las horas y entre varias llamadas Martha le hizo saber a su esposo que habían descartado los choques eléctricos y que al parecer don Manuel iba mejorando, sin embargo seguramente habría de quedarse en la clínica a pasar el año.
Luego de permanecer por un buen rato dándole vueltas a la cabeza por la situación que estaban pasando, el esposo de Martha decidió poner manos a la obra, pues pensó que si iban a pasar la noche en la sala de urgencias, lo más conveniente era llevar la cena a los familiares que estaban ahí.
Hizo una llamada para preguntar a su madre como se preparaban los frijoles a la charra, o frijoles charros como los llaman algunos. Recibió las instrucciones y comenzó la preparación en la solitaria cocina.
Estaba acompañado de su pequeño, quien permanecía ajeno al asunto y se encontraba viendo videos en You Tube. Más tarde pasó un amigo quien lo acompañó por un momento mientras disfrutaban de unas cervezas.
Cuando terminó la preparación fue a buscar a su esposa Martha, quien ya le había llamado para que pasara por ella. Ya cuando iban de camino a casa el esposo le comentó la idea de cocinar un poco de carne y llevar la cena a la Clínica.
LA CENA
“Voy a asar la carne para llevar y que cenen tu mamá y tu hermano. O por qué mejor no llevamos todo y cenamos afuera en la camioneta”, comentó el esposo. A Martha le pareció buena idea y se pusieron a preparar lo que había que llevar.
Después de asar varios pedazos de carne echaron todo a la cajuela de su camioneta. Si no habrían de pasar la noche en casa cenando en la mesa, al menos lo harían como una familia esperando noticias de don Manuel.
Por fin llegaron, eran cerca de las 11 de la noche, le hablaron a su madre y a su hermano para que salieran a degustar un pedazo de carne con los deliciosos frijoles que preparó el esposo de Martha.
Esa noche no hubo uvas para los deseos del 2025, sin embargo las peticiones no faltaron en sus corazones y en sus mentes. La principal fue la salud para don Manuel.
Todos cenaron y hasta un hombre en situación de calle, al ver a la familia reunida alrededor de la cajuela se acercó para ver que estaban regalando.
Le comentaron que no estaban regalando comida, como comúnmente lo hacen familias o miembros de algún grupo en los hospitales para los familiares de los enfermos.
Sin embargo le preguntaron que con cuantas personas se encontraba. El hombre respondió que sólo era él. Y no era que no le quisiera regalar a más, sino que ya no alcanzaba para muchos.
Por fortuna el hombre, que era sólo él, alcanzó frijoles charros, un buen trozo de carne y se fue gustoso porque esa noche tendría que cenar.
“Soy de Veracruz, estoy aquí solo pero salí tarde de trabajar y me quedé sin poder cenar”, dijo aquel hombre.
NO ERAN LOS ÚNICOS
Estando ahí se dieron cuenta que no eran la única familia en la misma situación. Otras incluso hasta instalaron una pared con tiras en color dorado para tomarse fotos. Unos más tenían una botella de vino para brindar cuando fueran las doce.
Ellos eran aún más, como unas 10 personas, y a pesar de la situación en donde también esperaban noticias de un enfermo, no dejaron nunca de mostrar una sonrisa.
Al preguntarles el por qué de su alegría. Martha escuchó que confiaban en Dios y en que su familiar pronto habría de salir de la enfermedad. Esas palabras la reconfortaron y le dieron fuerzas para seguir pidiendo por su papá, don Manuel.
Por fin dieron las 12:00 de la media noche y Martha, su madre y su hermano, se fundieron en un abrazo para desearse un próspero 2025 con mucha salud.
Cinco días después don Manuel salió sonriente por la puerta principal de la Clínica 2 y hoy se encuentra con su familia disfrutando de este año.
Es así como muchas familias pasan las navidades, el año nuevo, cumpleaños, días de la Madre o del Padre, en lugares en donde la fiesta se vive diferente. En el hospital, en la cárcel o en alguna clínica de rehabilitación. Son las otras fiestas de las que muy poco se platican.