Silvia Lidia González es una periodista, académica e investigadora mexicana en la prestigiada Universidad de Estudios Internacionales de Kanda, ubicada a en la prefectura Chiba al este de Tokio. La institución es reconocida como una de las mejores de Japón en la enseñanza de idiomas y culturas de otros países.
Debido a su empleo, que contempla dar cátedra a alumnos locales en el aprendizaje del idioma español y la cultura mexicana, esta comunicadora originaria de Monterrey, Nuevo León, pudo presenciar de primera mano un fenómeno que se ha generalizado en la sociedad nipona: la enorme decepción que han representado los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Este desencanto se debe, más que nada, a que durante años los japoneses se estuvieron preparando para recibir a los millones de atletas y turistas de todos los rincones del mundo que llegarían al país con motivo de la justa deportiva y quienes, debido a la pandemia del Covid-19, simplemente no pudieron asistir.
“Muchos de los planes de trabajo, de acción -incluso de nuestra universidad- tenían que ver con los Juegos Olímpicos. Con nosotros -por ejemplo-, se había ajustado el semestre porque una parte importante de voluntarios para ser intérpretes en diferentes idiomas eran estudiantes de nuestra universidad.
“Esto afectó a mucha gente que, por ejemplo, estaba preparando el menú de su restaurante para los Juegos Olímpicos; el transporte, la empresa de los taxis estaba preparando a sus choferes para saludar en varios idiomas y todo eso se vino abajo.
“Ya sabemos que no va a haber público en los estadios, que no se puede dar el mismo servicio que se iba a dar en los hoteles, los mismos universitarios que iba a ser voluntarios ya no están ya muy entusiasmados con la idea de intervenir con lo que se redujo considerablemente el número de participantes”, citó.
González explicó que la cancelación de estos planes que se habían estado desarrollando desde hace muchos años con el esfuerzo de toda la sociedad japonesa, golpearon severamente en el ánimo de muchas personas, al grado de que se reporta un incremento en los niveles de estrés de esta -de por sí-, sociedad tan llena de ansiedades.
Incluso, una cifra reciente de las autoridades de salud niponas revela que el número de suicidios registrados tan solo en un mes reciente, supera por mucho el que se había registrado durante toda la pandemia en el país.
La catedrática explicó que este desánimo está muy ligado a la forma en la que se comporta la sociedad japonesa, donde más allá de los costos económicos que ha traído para el país el que los juegos se desarrollen sin público, existe el costo social, que implica que cuando cuando una persona sufre un problema, todo el grupo a su alrededor se ve afectado.
Detalló que durante años las metas económicos de muchísimas personas en el país estaban fincadas en los Juegos Olímpicos y los millones de visitantes que se esperarían llegarían durante estas fechas.
Pero, ahora que las competencias se desarrollan sin público y los hoteles no recibieron a los millones de turistas para los que se habían preparado, existe una especie de desamparo entre los japoneses.
“En Japón funciona mucho este espíritu cooperativo; todos cuentan, todos están unidos soñando con lograr la misma meta y ahora se viene abajo la meta”, indicó.
Aún así el golpe económico también es devastador. De acuerdo a un reporte de CNN, Takahide Kiuchi, economista del Nomura Research Institute aseguró que no unos juegos sin espectadores en las gradas podría a costarle a la economía japonesa alrededor de mil 300 millones de dólares.
“Gran parte del beneficio económico esperado de los Juegos de Tokio desapareció en marzo, cuando se decidió prohibir a los espectadores extranjeros viajar a Japón. Este es el momento cuando tenemos que pensar: ¿cuál es el valor de los Juegos Olímpicos? Creo que los Juegos Olímpicos han estado perdiendo su valor”, dijo el investigador.
Esto ha provocado que importantes compañías como Toyota hayan decidido retirar su patrocinio de los juegos preocupadas por no poder ver el retorno de su inversión.
El presidente ejecutivo de Suntory, Takeshi Niinami, dijo a CNN que su compañía decidió no ser patrocinador de los próximos Juegos de Tokio pues era “demasiado caro”.
“Pensamos en ser un socio olímpico… pero la economía no coincidió. Pensé que esta ocasión sería un gran escaparate para nosotros. Esperaba que vinieran muchos espectadores del extranjero”, dijo.
EL DESENCANTO JUVENIL
Profesora de decenas de jóvenes nipones, González aseguró que ha advertido en este grupo de la sociedad la misma decepción porque los juegos se desarrollen sin público.
Explicó que en la Universidad cientos, quizás miles de estudiantes estaban listos y emocionados para participar como traductores, embajadores, asistentes de los millones de turistas que llegarían al país.
Sin embargo, el aumento en los casos de Covid-19 que tiene al país del sol naciente en una alerta sanitaria, provocó que la presencia de este sector de la sociedad ya no fuera requerido.
“Los jóvenes están en el mismo ánimo de la sociedad japonesa, había muchísimo entusiasmo. Igual que gran parte de la sociedad japonesa los estudiantes se desmotivaron. (Ellos) Son muy disciplinados, muy responsables, cuesta que sueñen y ahora que se habían permitido soñar todo se vino abajo”, indicó.
Al igual que en México, la juventud japonesa ha sufrido con el incremento de los contagios de Coronavirus, mucho de ello debido a que existe una urgencia por el contacto humano cuando se creía que la enfermedad estaba cediendo.
“Tienen ganas de abrazarse, salir a beber juntos y hay contagios”, indicó.
LAS SANCIONES MORALES
Pero, al contrario de lo que sucede en tierras aztecas, tanto la juventud como la sociedad japonesa es mucho más responsable en el resto de la normas sanitarias como el uso de mascarilla facial, gel antibacterial y respeto a la llamada sana distancia.
“Japón es un país que ya tenía bastantes normas sanitarias aceptadas socialmente, no fue difícil prevenir y tomar precauciones porque la gente estaba acostumbrada a llevar cubrebocas, tener esos detalles de limpieza constante personal como en los lugares de trabajo”, precisó.
Estas medidas se han reforzado ahora que, debido al estado de emergencia decretado por las autoridades, se regresó a acciones como la orden de cerrar temprano los negocios, salir lo mínimo y trabajar en línea.
Y aunque estas medidas están vigentes, caminar por las calles de una urbe de 14 millones de habitantes como lo es Tokio, no revela imágenes de calles vacías y negocios desolados, pues la gente sigue saliendo y haciendo su vida de una forma más o menos normal.
“No da la impresión de estar desolado, ahora imaginemos cómo hubiera sido en su apogeo, cuando se esperaban millones de visitantes para los Juegos Olímpicos la gente estaba preparado para eso”, expresó González.
La catedrática detalló que la diferencia entre Latinoamérica y Japón, donde no se reportan los crecimientos exponenciales en los nuevos casos, es que la sociedad japonesa respeta a las determinaciones de las autoridades pues se rige por un código moral que, en ocasiones, es más importante que las leyes.
“En Japón operan una especie de sanciones morales muy importantes. No es tanto que haya cosas que están prohibidas por la ley, sin por estos códigos morales”, explicó.
Un ejemplo es el hecho de que las personas que viajan en el Metro de Tokio, tienen prohibido por la sociedad hablar por teléfono, algo que no está sancionado por la ley, pero aún así tiene que respetarse.
“Hay una sanción moral, si hablas por teléfono en el Metro te ves muy mal, la condena real está en la sociedad que reprueba estas acciones y llega a señalarte”, aseguró.
Este estricto contrato social también se refleja en los módulos de objetos perdidos en el transporte público de Japón, donde a diario llega cientos de objetos porque nadie en este país consideraría quedarse con algo que encontró tirado en la calle.
“Si encuentras algo que no es tuyo lo devuelves a una estación de Policía. Han devuelto hasta una urna con cenizas de muerto”, relató.
UN CAMBIO SOCIAL
Una encuesta publicada hace unas semanas por la empresa Ipsos Mori mostró un dato revelador: casi el 80 por de los japoneses consideraban que los Juegos Olímpicos no deberían seguir adelante.
Esta opinión fue compartida por Michael Payne, ex director de marketing del Comité Olímpico Internacional, quien la situación en la que se están llevando a cabo los juegos no es la ideal.
Pero lo más importante es que por primera vez en la historia de la sociedad japonesa, algunos sectores de la sociedad han comenzado a manifestar su rechazo a los juegos y la decisión de las autoridades a seguir adelante con la competencia.
Tal es el caso de una asociación de médicos, quien consideró que ante el estado de emergencia por el Covid-19 realizar los Juegos Olímpicos desviaría recursos sanitarios que el país necesita para atender a sus ciudadanos.
Para la catedrática mexicana, estas manifestaciones de inconformidad de la sociedad japonesa con inéditas.
“Aunque es una sociedad bastante acostumbrada a no debatir, a no polemizar, a no entrar en conflicto, la situación de emergencia que estamos viviendo ha levantado voces que no estábamos acostumbrados a escuchar, la organización de voces para decir no a ciertas medidas oficiales, no para hacerlo de la manera a la que estamos acostumbrados en nuestros países desacreditando totalmente, sino para advertir que no se está considerando cierta visión de lo que está pasando, entonces si por primera vez grupos de médicos, la sociedad civil, se han manifestado para que se escuche su voz”, reveló.
González relató que otro sector que no solo levantó su voz, sino que hasta recolectó firmas para cambiar una medida oficial, fueron los sobrevivientes Hiroshima y Nagasaki, quienes se molestaron porque en los meses previos a los juegos, el Comité Olímpico Internacional quiso utilizarlos como embajadores por la paz sin su consentimiento.
En una acción inédita, más de 70 mil personas firmaron una petición donde exigieron al comité no utilizar a los supervivientes para la promoción de las Olimpiadas, algo que hace años nunca se hubiera siquiera pensado en esta sociedad.
“Están pasando muchas cosa inéditas no solo porque es Japón, inéditas porque la situación es inédita, porque las medidas de higiene son excesivas, porque la organización ya llevaba un orden y ahora hay que reforzarlo para que salgan las cosas”, dijo.
Ante ello, la expectativa de la sociedad nipona ya no será la misma después de las Olimpiadas es una posibilidad muy real. Solo falta esperar.