La crisis de la Covid-19 ha empujado a muchas personas a tener que trabajar en casa. Muchos trabajadores se despidieron de la oficina en marzo y no volverán en mucho tiempo. Esto ha afectado económicamente al sector inmobiliario, pero también ha creado nuevas tendencias laborales y residenciales.
“A corto plazo, esta situación de confinamiento ha llevado a cambiar la mentalidad de mucha gente respecto a la vivienda; mucha gente está valorando (aquella que tiene la posibilidad) dónde quiere vivir y en qué tipo de vivienda y población”, afirmó Xavier Anzano Bergua, profesor colaborador del máster universitario de Ciudad y Urbanismo de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Esto ha supuesto que muchas poblaciones hayan vivido un repunte en el número de habitantes y de empadronamientos, y algunas viviendas han pasado de segundos hogares a viviendas habituales.
“El teletrabajo puede contribuir a repoblar algunas zonas rurales: para el trabajador supone conseguir un nivel de vida mucho más sostenible e impulsa mucho más su respuesta desde el punto de vista psicoemocional”, aseguró Manel Fernández Jaria, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC y experto en bienestar laboral.
No solo algunas segundas viviendas se han convertido en primeras opciones. Esta crisis también ha afectado al precio del alquiler y a los lugares turísticos: muchos han dejado de serlo.
UN LUGAR CÓMODO DÓNDE TRABAJAR
Intentar unir teletrabajo con un estilo de vida más saludable o con una mejor calidad de vida ha llevado a lo que se conoce como workation. De la suma de work (‘trabajo’) y vacation (‘vacaciones’) nace esta tendencia que permite trasladar el trabajo remoto a lugares más relajantes que la propia vivienda.
Desde islas hasta pueblos perdidos, no solo empresas de alquiler de viviendas, como Booking, se han sumado a esta tendencia, sino que algunas de las grandes compañías hoteleras del mundo, como Marriott International, ya lo están ofreciendo.
Habitaciones con facilidades e instalaciones para teletrabajar, espacios diseñados para hacer videollamadas y un buen servicio gratuito de wifi son algunos de los cambios.
Los hoteles buscan atraer a empleados y altos directivos que quieran unir teletrabajo y placer, algunos ofrecen también paquetes de educación en casa (homeschooling) para tener ocupados a los niños mientras se teletrabaja.
“Siempre que se presenta un problema aparece una oportunidad: un hotel puede ofrecer otras alternativas y vincular el trabajo con el ocio”, explica Fernández Jaria.
No solo se han sumado las cadenas hoteleras, esta oferta ya la han puesto en marcha países que ofrecen visas de residencia de hasta doce meses a aquellos que quieran teletrabajar desde estos lugares.
“Se trata de reconvertir la oferta para dar salida a una demanda cada vez más creciente de poder trabajar en diferentes espacios con comodidad y a la vez cerca de otras personas, generando sinergias diferentes; esto se puede convertir en una oportunidad para ver cómo podemos hacer transitar nuestro negocio hacia nuevas direcciones”, advirtió Fernández Jaria.
SUS EFECTOS POSITIVOS
¿Qué tiene de positivo usar las segundas viviendas como espacio de trabajo? En primer lugar, es una forma de potenciar el turismo laboral.
“Consiste en utilizar áreas que habitualmente están despobladas e infrautilizadas dándoles otro sentido», afirma Fernández Jaria.
La segunda es que se potencia la economía y provoca un trabajo menos estacional en áreas turísticas.
“Y, para el empleado, asociar el trabajo a un espacio agradable, vinculado a tiempo de calidad o de ocio influye directamente en la motivación, en las ganas de trabajar y en la vinculación con aquello que se está haciendo, y esto afecta directamente a la productividad”, explica el experto.
Otro de los fenómenos residenciales que empiezan a despuntar es el coliving, que permite teletrabajar y compartir ese espacio con otros individuos y conseguir cierto ocio y red de contactos.
Es una forma similar al workation que se puede practicar en un hotel, pero sin estar solo y donde, además, se pueden crear relaciones profesionales.
En general se ofrece un alquiler cerrado, un piso amueblado, con flexibilidad de fechas (permite ir renovando el contrato mes a mes) y todos los gastos y servicios incluidos (wifi, terraza, piscina si la tiene), y lo pueden compartir desde cinco hasta cincuenta personas.
En Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, este modelo está muy asentado.