En el albergue Belén, Posada del Migrante de Saltillo, Coahuila, la masacre de los 72 indocumentados en San Fernando, Tamaulipas, no fue una novedad.
Alberto Xicotencatl, psicólogo con cuatro años dirigiendo el refugio para indocumentados que viajan rumbo a Estados Unidos, explicó que esas historias de robos, asaltos, secuestros y asesinatos son bastante cotidianas entre los extranjeros que pasan por el lugar.
“La verdad, para nosotros no fue una sorpresa enterarnos de la masacre de San Fernando, porque ya habíamos tenido varios casos documentados. Por desgracia, esta matanza no ha sido única, pues los migrantes refieren varias masacres donde son asesinadas varias decenas de personas”, explica Xicotencatl.
El albergue se encuentra cerca de las vías del tren, en las orillas de la ciudad, justo donde lo necesitan los migrantes para pasar desapercibidos. Se fundó luego de que en 2003 el asesinato de dos menores de edad centroamericano a manos de un garrotero (como llaman a los guardias del ferrocarril) indignó a la sociedad saltillense.
Cuando empezaron tenían capacidad para recibir a 10 personas y actualmente en todo el año auxilian a un promedio de 12 mil migrantes, algunos solamente pernoctan en el sitio y siguen su camino y otros permanecen varios días, según sus necesidades.
Alberto es menudo, de hablar pausado y aspecto juvenil. Es reconocido en el selecto grupo de los defensores de migrantes y, como todos, ha recibido amenazas y acoso de parte de autoridades y delincuentes, pero no cesa en su lucha.
LOS SECUESTROS
En el albergue de Saltillo fue donde primero empezaron a notar la ola de secuestros masivos contra migrantes que comenzó en 2008, pues el flujo de los que llegaban a esta ciudad norteña empezó a descender pero el número de los que salían de los refugios en el sur del país era el mismo.
“A partir de que empiezan los secuestros, que llevan como 2 años, el flujo de migrantes que llega del sur empieza a bajar, empieza a alarmarnos porque después de recibir mil personas, este número empieza a descender.
“Empezamos a preguntar a los colegas de los albergues del sur a ver si había bajado el flujo allá y ellos nos comentaban que seguía igual, entonces cada vez había más casos de personas que nos comentaban que habían secuestros masivos. Esto nos explicó qué es lo que pasaba con estas miles de personas que ya no estaban llegando”.
Ante esta situación, los defensores de migrantes decidieron hacer un informe público con los cada vez más comunes testimonios de las víctimas de secuestros.
“Teníamos documentada tortura y todos estos casos que aparecen en televisión, casos contados por las propias personas que lograron escapar de los secuestros o quienes los presenciaron, relatos en donde las personas eran asesinadas enfrente de sus compañeros, las mujeres eran violadas, los hombres eran mutilados para atemorizar a los compañeros y sacar telefonos de familiares en Estados Unidos para cobrar rescates. Sabíamos que era el crimen organizado en conjunto con la Seguridad Pública de los estados del centro de México”, cuenta Xicotencatl.
Quizá tan alarmante como el secuestro sistemático de migrantes se presentó otro grave problema: la indiferencia de las autoridades, de los medios de comunicación y de la sociedad.
“Hicimos un informe público hace dos años pero la comunidad y las autoridades de México nos tomaron como locos, no creía que hubiera esa violación a los derechos humanos.
Entonces, lamentablemente el informe no tuvo el eco que esperábamos, porque pocas instituciones se estaban dedicando a este tema. Inclusive hicimos un llamado a grupos defensores de migrantes en el Estado de México, porque sabíamos que eran instituciones muy fuertes, con mucho prestigio social, pero tampoco nos hicieron caso”, comentó.
Por eso, confirma que la matanza de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas, en 2010 no los tomó por sorpresa como al resto de la sociedad.
“Para nosotros la sorpresa fue que la atención pública por primera vez se interesaba en el caso, fue triste pero al mismo tiempo fue bueno por que fue abrir una cloaca, por que se destapó lo que ya estaba podrido, fue un golpe profundo para el Estado mexicano”.
Incluso, Alberto Xicotencatl asegura que los secuestros masivos y los asesinatos se siguen presentando.
“Después de la masacre de San Fernando no hemos tenido denuncia pero sí documentación de casos de migrantes que han visto cómo matan a sus compañeros. A lo mejor no son casos tan grandes como el de las 72 personas, pero sí 6 ó 12 que alguien ha presenciado que ahora están muertos, y si no son masacres de personas asesinadas al mismo tiempo, sí hay asesinatos constantes de una persona tras otra.
“La realidad es que, de forma concreta, no hemos visto que disminuya la violencia en las personas migrantes, si no que se ha mantenido e inclusive se ha incrementado”, concluyó el dirigente del albergue Belén, Posada del Migrante, de Saltillo, Coahuila.