Un caminar encorvado y paso lento; la falta de cabello o el predominio del color blanco en él; las marcas de expresión en el rostro y la delicadeza de los huesos y piel, son las características con las que se define a un adulto mayor.
En esta etapa de la vida (65 años en adelante) se considera que las personas tienen un estilo de vida tranquilo, que no realizan mucha actividad física, que meditan desde su mecedora pensando en los años que se han ido.
Pero ahora, el panorama que envolvía a los de la tercera edad es distinto, pues cada vez son más los ancianos que buscan obtener ingreso extra, distracciones, activación física y se enrolan en diferentes actividades entre las que se encuentra el empleo.
Según datos del Censo de Población y Vivienda en Nuevo León residen 407 mil 278 adultos mayores, es decir, el 8.8 por ciento de la población total.
Indica que el 23.5 por ciento de los adultos mayores realizaron una actividad económica, de éstos 96.1 por ciento estuvieron ocupados y 3.9 por ciento buscó empleo.
La tasa específica de participación económica de personas de 60 a 64 años de edad es de 36.3 por ciento, mientras que para los de 85 años y más es de 6 por ciento.
Mientras que la población no económicamente activa en el Estado asciende a 304 mil 488 personas y un 74.8 por ciento de este grupo de edad.
Se menciona que el 52.4 por ciento se dedica a los quehaceres del hogar, 38.4 es pensionado o jubilado, el 3.8 son personas con limitación física o mental, .3 por ciento son estudiantes y el 5.1 por ciento está en otra actividad.
Voluntariado
Lilia González viuda de Pérez es una mujer que a sus de 65 años de edad, trabaja como voluntaria en un súper mercado. Es pensionada, pero al igual que sus compañeros, busca en el empleo un escape a la rutina y una forma de mantenerse activa.
A partir de las 11:00 horas comienza su turno laboral, las actividades que realiza son la de empaquetar la despensa que llevan los asistentes, brindar ayuda para trasladar los carritos hasta el estacionamiento y recolectarlos.
“Son cerca de 40 paqueteros que esperan su turno, empacas a dos clientes y le pasas el turno a otro para que todos puedan llevarse algo.
A veces una se hace loca y se agarra empacando para llevarse más”, mencionó entre risas.
Y aunque la mayoría son pensionados y reciben ayuda por parte de su familia, también quieren ser independientes y obtener su propio salario.
“La mayoría como yo, recibimos pensión y vamos a trabajar por distracción, ahí hacemos amigos de nuestra edad”, explicó.
Para Lilia el trabajo en el cual se encuentra desde hace más de dos años, le ayuda a mantener buen estado de salud y comenta, “cuando una está en la casa, se la pasa pensando ´me duele esto´ o ´tengo aquello´”.
Por tal motivo, el empleo le sirve para dejar el ocio y mantener buena actitud ante los retos de la vida, además de que conoce personas con afinidades a las de ella.
“A veces nos tomamos un rato para echar el chal aquí con las compañeras o antes de entrar porque nos citan temprano y se te pasa el día muy rápido”, dijo.
Cuando busca obtener mayores ganancias, dobla turno y en lugar de finalizarlo a las 15:00 horas, lo finaliza hasta las 19:00 horas.
Pero su actitud no es la de cualquiera, ella disfruta hablar de sus actividades, sin importar el número de años recorridos y lo que ha hecho de su vida, hoy está contenta por ser independiente y gozar de buena salud.
Y a pesar del cansancio que provoca estar de pie por varias horas y trasladarse en medio de transporte público, le gusta lo que hace y aprovecha sus ganancias.
“Con el dinero que obtengo me doy mis gustitos y compro cualquier cosa que me haga falta aquí en la casa”.
Por el ambiente de trabajo no se queja, platica que nunca falta un problemático en cualquier parte o clientes prepotentes, pero ella se mantiene al margen de ese tipo de personas para que no le amarguen el día, “yo evito meterme problemas”, dijo
Ahora está agradecida con el DIF de su municipio, porque fue ahí donde se enteró del empleo, lo platicó con algunos conocidos, le dieron buenas referencias y decidió ingresar.
“Nos mandan a diferentes tiendas, donde se nos acomode a cada quien, unas están hasta San Pedro, otras aquí en Apodaca y yo en San Nicolás”, explicó.
Los requisitos esenciales para empelarse en este sistema es una Carta de No Antecedentes Penales, de buena salud y una carta por parte del DIF del municipio que corresponda (sin la carta del DIF no las dejan trabajar).
Distribuidor independiente
Otro de los empleos en el que existe área de oportunidad para los adultos mayores es el de distribuidor independiente. Jorge Conrado Ríos Escamilla, se mantiene en este empleo desde hace cinco meses.
Tiene 64 años de edad, trabaja como vendedor con un horario corto, pero productivo, de 7:00 a 9:00 de la mañana. En ese tiempo acude con sus clientes fijos.
El resto del día lo puede emplear en busca de nuevos clientes, o bien, ofreciendo los productos en las calle que transite con el fin de obtener más comisiones.
Ríos Escamilla comenta que a pesar de mantenerse empleado, no se siente satisfecho por el tipo de trabajo que tiene, ya que él estuvo dedicado a la contabilidad por mucho tiempo.
“No me siento satisfecho con lo que he realizado en mi vida profesional, dejé un trabajo bien remunerado por aburrimiento y cuando pienso en eso me arrepiento”, recordó.
Por falta de decisión optó por cambiarse, pero cada que pasaban los años se le dificultaba más conseguir algo seguro y estable; aunque lo logró, no deja de reprocharse esa decisión que quizás ahora le hubiera dado una mayor satisfacción.
Actualmente es pensionado, pero considera necesario tener algo que le exija levantarse temprano, ser responsable y no perder los hábitos a los que uno se acostumbra en la adultez.
Con su vida personal está contento, se encuentra casado con una mujer de 60 años con quien comparte su tiempo, además de convivir a diario con sus tres hijos de 40, 39 y 38 años y sus seis nietos.
Cuando decidió dejar su carrera, instaló un negocio de productos químicos, comenta que todo marchaba bien, “abrimos y todo iba marchando acorde a lo planeado, pero tuvo que llegar la devaluación del 94 y quebró el negocio… son errores que comete uno”.
Ahora que es distribuidor, comenta que fue una vecina quien le informó del tipo de trabajo, le gustó y hasta la fecha se siente cómodo en el área de ventas.
Su tiempo libre lo aprovecha al 100, menciona, sale a pasear con su esposa, acuden a los casinos de apuestas y se divierten.
“Vamos a jugar a las máquinas, convivo con mi familia, de repente nos llegan ahí a la casa y también vamos a misa y estudiamos la Biblia”, puntualizó.
Técnico en refrigeración
El panorama que para algunos es color de rosa, no es el mismo para otros, Ricardo Montemayor de 75 años de edad recuerda sus años de juventud y la manera en la que lo golpeó la vida, pues asegura vivió un infierno.
A los 20 años se enamoró de una joven simpática, de casa, que con mucho sacrificio lograba ver. Fueron 10 años de noviazgo y luego 35 de matrimonio.
Pero durante ese tiempo, no logró conocer bien a su novia (porque no la dejaban salir muy seguido) ni a su familia, por lo que al momento de casarse se llevó muchas sorpresas.
Su esposa nunca quiso vivir con él, sólo quería estar con su madre y su hermana. Al momento de comprar una casa para él y su familia, la esposa se llevó con ellos a su hermana mayor, por lo que los problemas siempre estuvieron presentes y nunca recibió apoyo para salir adelante en trabajo.
A Ricardo Montemayor los problemas lo rodeaban, “yo soy técnico en aire acondicionado y refrigeración, tuve mis trabajos, mi negocio propio, incluso llegue a ganar millones, pero por problemas se acabo”, dijo.
Y aunque el dinero y lo material nunca le importaron, los aires de desprecio y odio que recibió por parte de su ex esposa lo hacían infeliz.
Ahora a 10 años de haber salido de un matrimonio lleno de odio, el cual con el pasar de los años iba incrementando, ahora siente que superó ese tiempo de amargura.
“Yo di mi palabra de casamiento y me casé enamorado, nunca me eché para atrás, cumplí y respondí a mis hijos, ellos son unos verdaderos caballeros, todos se recibieron y se casaron: Vicente, Ricky, Paco, Pedro y Vico”, platicó.
Don Ricardo, ahora vive rentando una casa en el centro de Monterrey y continúa dedicándose a la refrigeración, sobre todo al mantenimiento de climas. También es pensionado y recibe apoyo incondicional de sus cinco hijos.
“Son trabajos esporádicos, me hablan conocidos y si el trabajo no es muy pesado, lo realizo, porque trabajo solo”, comentó.
Cuando se remonta a esos años y le cuestionan cómo hizo para soportar un matrimonio así, él menciona que fue gracias a su empleo, que lo mantuvo ocupado, pero que en ocasiones por distracciones y por llevar los conflictos personales a su área de trabajo, estuvo a punto de sufrir accidentes con las máquinas de su trabajo.
“Viajé mucho porque fabriqué refrigeración y los vendíamos fuera de aquí, en Reynosa, Laredo, en casi toda la frontera”, dijo
Comenzó en el mundo laboral desde muy joven (15 años), con el negocio llegó a tratos millonarios, “ya la habíamos hecho mi compadre, que era mi socio, metió 50 mil pesos y eso se volvieron 3 millones de pesos, pero para todo se necesita apoyo, desafortunadamente no lo tuve, fracasó el negocio, pero seguí trabajando”, expresó.
“Así que no terminé rico, pero no importa, tengo mi más grande tesoro que son mis hijos, bien educados y bien casados, con un excelente trabajo cada quien y su propia casa”, aseguró.
Ricardo Montemayor disfruta del aire libre y actividades religiosas, sale a caminar al parque, asiste a misa cada domingo, además de que dirige un coro de 20 personas en la “Medalla Milagrosa”.
“La vida es tan dura como tú quieras hacerla, tú puedes tener la salud que tú quieras, tú puedes tener la bondad que tú quieras, pero siempre guiándote por el bien, nunca por el mal.
“Así que mejor sin nada, pero feliz y contento”, finalizó.