Son las 18:30 horas en la capital del estado, el astro rey se oculta tras los cerros del poniente de la ciudad mientras el auge comercial del primer cuadro de Monterrey disminuye. La noche se apodera de las calles y el silencio ameniza la escena.
De pronto, bajo la complicidad de la oscuridad, sobre la avenida Juárez, un joven camina a paso acelerado con dirección a M.M. de Llano. Sobre su espalda carga una arma, pero no de fuego, sino de añoranza, es la mochila que contiene los sueños de Andrés Castillo Rocha de 22 años, uno de los 3 mil 450 estudiantes que cursan de noche la secundaria en Nuevo León.
Y es que aunque en un inicio las Escuelas Secundarias Nocturnas para Trabajadores fueron creadas precisamente para que adultos económicamente activos o jóvenes mayores de 15 años pudieran terminar sus estudios, la creación de programas específicos para la población adulta provocó que “las nocturnas”, como coloquialmente son conocidas, agruparan mayormente a adolescentes que trabajan de día y estudian de noche.
“Las instituciones a nivel estatal que se denominaron Escuelas Secundarias Nocturnas para Trabajadores, iniciaron en el estado respondiendo a una necesidad de alfabetización de los adultos.
“En el momento que se iniciaron estábamos atendiendo no sólo a adolescentes que por alguna situación no podían estar en secundaria sino a cualquier persona mayor de 15 años se atendía”, indicó Ramona Idalia Reyes Cantú, subsecretaria de Educación Básica de la Secretaría de Educación del Estado.
“Se ha ido diversificando la atención en el estado y ya tenemos varios programas de atención para adultos. Entonces, eso nos ha significado que se están quedando estas secundarias con exclusivamente adolescentes que tienen una situación difícil en su casa y que tienen que estar trabajando durante el día y se les ofrece el servicio en una secundaria nocturna”, agregó la también maestra.
Y es que “las nocturnas” no sólo cumplen con el objetivo del gobierno de alfabetizar a la población, también representan una oportunidad de superación para aquellos a quienes la suerte no les ha sonreído del todo.
Los estudiantes de dichas secundarias generalmente afrontan dos retos: el económico y el social.
Por un lado, un alto porcentaje de la matrícula de estos planteles proviene de familias con carencias económicas acentuadas y se ven obligados a trabajar para aportar al hogar. Por el otro, su realidad es dividida entre la búsqueda de superación en la secundaria y el desánimo social que permea en sus colonias, frecuentemente conflictivas.
“Cada vez estamos atendiendo más a los jóvenes. Estas secundarias nos permiten abatir el rezago (educativo), ya que por situaciones específicas de las familias algunos de los muchachos tienen que salir a trabajar, que tienen que apoyar a la casa con su entrada económica y se salen de estudiar para empezar a trabajar y eso la mayoría de las veces les cubre todo el día”, recalcó Reyes Cantú.
Contrario a la percepción que se podría tener de los estudiantes de escuelas nocturnas, las historias que se entrelazan en los planteles van más allá del chico rebelde o conflictivo que tuvo como última opción estudiar de noche.
Un ejemplo de ello es Andrés Castillo Rocha, un joven originario de San Luis Potosí, quien llegó hace cinco años a La Sultana del Norte con el objetivo de trabajar.
Aunque en un inicio, el alumno de la Escuela Secundaria Nocturna N° 3 Francisco Márquez se refugió con unos tíos, con el paso del tiempo sus familiares regresaron al terruño y lo obligaron a enfrentarse a la ciudad por sí solo.
Fue ahí cuando Castillo Rocha, quien labora como vendedor desde temprana hora, se percató que aunque trabajar le daría para comer, el estudio le podría ofrecer una mejor calidad de vida, por lo que la secundaria nocturna se convirtió en ese rayo de ilusión que iluminó su estadía en Monterrey.
“Supe que había una escuela nocturna, vine, me informé y me dijeron que sí podía entrar”, dijo el potosino, quien añadió: “Lo más importante es estudiar y trabajar. Estudiar es superarte y saber cosas porque algún día comprenderás más cosas que antes no sabías. Para mí es bueno que haya escuelas nocturnas para lo que vienen de fuera que trabajan y que nos den la oportunidad de estudiar y terminar los estudios”.
La jornada diaria de este joven comienza desde las 6:00 horas cuando tiene que tomar el transporte público para trasladarse de la zona de Lincoln hasta su área de trabajo en el centro de Monterrey.
Su día laboral finaliza a las 19:00 horas, sin embargo, su jefe le da oportunidad de salir media hora antes para ir pincelando poco a poco su sueño: terminar la secundaria, a la que entró hace tres meses.
“Sí es difícil a veces. Lo que pasa es que casi siempre voy llegando a mi casa hasta las 11 ó 12 de la noche, sí está muy pesado y más si vives lejos como yo”, comentó Castillo Rocha.
“Me gustaría estudiar, salir de la secundaria y entrar la prepa y esperar que Dios me dé vida y poder estudiar la universidad”, agregó.
Andrés pasa fuera de casa más de 16 horas al día: nueve trabajando, cuatro estudiando y tres en el transporte público. Sin embargo, la cotidianidad no lo desanima, ya que asegura, cada día aprende cosas nuevas.
A pesar de que tras a su arribo a Monterrey, la ciudad fue golpeada por la crisis de inseguridad, el miedo a salir de noche nunca ha existido en su pensamiento.
Al joven no le incomoda estudiar en la noche, por el contrario, le gusta más “porque antes de que yo estudiara me dedicaba en las noches a ir a lugares que me llevaban al vicio, antes yo tomaba y ahorita tengo mucho tiempo sin tomar, desde que empecé la escuela”.
“Me gusta mucho la secundaria nocturna porque me olvido de todo y me concentro en el estudio, me da tiempo de pensar lo que es bueno y lo que es malo”, señaló.
Lo cansado del trabajo, la lejanía de su hogar o la inseguridad de la noche no ha impedido que Castillo Rocha asista a la secundaria nocturna, el espacio que le está permitiendo forjar las oportunidades del mañana.
AMIGOS DE LA NOCHE
Al igual que Andrés, Tilo Hernández Sánchez tiene 22 años y una meta trazada: concluir la secundaria nocturna y convertirse en profesionista.
La vida de ambos se cruzó en el plantel ubicado en la avenida Juárez y M.M. de Llano de la zona centro de Monterrey, pero sus rutinas ya compartían una similitud, el trabajar por las mañanas y tardes.
Al salir de la primaria Hernández Sánchez comenzó a laborar en la albañilería, el trabajo le redituaba en pesos mientras que el estudio en calificaciones; poco tardó para que este vecino de la colonia Mitras se inclinara por el dinero y abandonara la secundaria.
Pero el encanto por trabajo también pasó rápido cuando se dio cuenta que el raquítico salario de la obra apenas le alcanzaba para sobrevivir.
Tras lapsos de reflexión, Tilo decidió regresar a la escuela para continuar sus estudios y conseguir un buen empleo, mejor remunerado.
“Ahorita ya veo que es más difícil conseguir el dinero, así que mejor estudiando y ya más grande puedo ser algo de mi vida”, aseveró el joven.
Al ser una fuente de ingresos para su familia, Hernández Sánchez no podía dejar de percibir ingresos, por lo que la secundaria nocturna significó la oportunidad de reivindicar su camino, un camino que conlleva sacrificios.
“La ventaja es que puedes trabajar y estudiar y desventaja no veo ninguna porque es para la superación de uno”, mencionó.
“Es bien pesado porque ahorita llegando a mi casa tengo que hacer tareas y me duermo como a la 1 de la mañana y me tengo que levantar como a eso de las 6 de la mañana a irme a trabajar, se me hace muy difícil”, añadió.
Aficionado de los Rayados de Monterrey, Tilo está consciente que hoy siembra lo que mañana cosechará.
Su anhelo es convertirse en chef y cuenta con el apoyo de su familia, quien aún en las épocas de violencia lo motivaban para que continuara con sus estudios. El joven no le teme a la noche, pero sí a los guardianes del orden. Y es que acorde a Tilo la mala percepción que se tiene de los estudiantes de secundarias nocturnas desencadena en el hostigamiento de los cuerpos de seguridad.
“El otro día que venía a la casa me pararon unos policías y dijeron que yo me había robado una cámara, yo les dije que no, que iba a estudiar, me sacaron todas las cosas de la mochila y me los aventaron. Nada más porque una señora que estaba por ahí me ayudó me dejaron ir”, mencionó.
Existe un porcentaje de alumnos de planteles nocturnos que no necesariamente el trabajo los obligó a inscribirse al último turno, algunos como Jesús Antonio Herrera Reséndiz de 15 años, prefieren estudiar de noche, ya que asegura, se aprende más.
El adolescente, quien cursa el tercer año en “la nocturna” número 3, no fue aceptado en secundarias tradicionales, pues había cumplido los 15 años cuando solicitó su ingreso.
“En las escuelas normales ya no me aceptaron por mi edad. Mi mamá se enteró de esta secundaria, pidió información y pude entrar a segundo año”, mencionó.
Vecino de la zona centro, Herrera Reséndiz se siente más seguro ya que estudiando de noche “puedo hacer la tarea en todo el día, duermo y puedo salir”. Las desventajas no existen en las secundarias nocturnas, dice, y echa abajo la creencia de que los alumnos que estudian de noche suelen ser conflictivos.
“La verdad nunca he escuchado nada de peleas, ni nada. Son mayores y pueden vivir en colonias peligrosas, pero nunca han hecho problemas”, sentenció.
Pensando ya en el futuro, Jesús espera terminar su último ciclo escolar y estudiar dibujo técnico.
RADIOGRAFÍA ESCOLAR
Andrés, Tilo y Jesús estudian en la Secundaria Nocturna N° 3 Francisco Márquez, una de las 65 que actualmente existen en el estado y en donde se imparten clases de 18:00 a 22:00 horas en las federales y de 18:30 a 22:30 en las estatales
En el presente ciclo escolar están inscritos 3 mil 450 alumnos, aunque el número varía, debido a las condiciones laborales que viven la mayoría de los estudiantes, acorde a la subsecretaria de Educación Básica de la Secretaría de Educación, Ramona Idalia Reyes Cantú.
“Los alumnos varían bastante del ciclo escolar porque dependen mucho de sus actividades laborales. Muchos de ellos se tienen que retirar, otros nos dicen que sí pueden entrar aún cuando no sean tiempos de inicio, los aceptamos, se les da tutoría, se les actualiza, por eso nuestro número de alumnos varía”, comentó la también docente.
Esto bien lo sabe el subdirector de “la nocturna” número 3, Roberto González Copada, quien señala que el mayor reto que enfrenta el plantel es la asistencia y puntualidad de los alumnos a causa de las actividades laborales que rigen a algunos.
“La problemática fundamental que se pudiera presentar es la asistencia y puntualidad. Que ellos asistan con interés a aprender a la escuela, que vengan con ganas a sacar su educación secundaria porque la educación básica es hasta secundaria”, expresó el profesor.
La mayoría de las secundarias nocturnas, cuyos planteles son prestados por centros diurnos y vespertinos, se ubican en el área metropolitana de Monterrey, pero abarcan todas las regiones de la entidad, con excepción de la zona nueve que corresponde a Linares y la dos de San Nicolás.
Lo que inició hace más de cuatro décadas como un apoyo para la alfabetización de adultos, hoy representa para algunos jóvenes la oportunidad de salir adelante.
Contrario a la percepción popular, las secundarias nocturnas forjan mentes interesadas en superarse y proveer bienestar a la población.
Entérate
:: Las Escuelas Secundarias Nocturnas para Trabajadores fueron creadas inicialmente para apoyar la alfabetización de adultos económicamente activos.
:: Las 13 regiones escolares de la entidad cuentan con secundarias nocturnas, a excepción de la zona 9 de Linares y la 2 de San Nicolás.
:: Los horarios de las secundarias nocturnas en Nuevo León son: de 18:00 a 22:00 horas las federales y de 18:30 a 22:30 las estatales.
:: A diferencia de las secundarias diurnas y vespertinas, las únicas materias que no se imparten en las nocturnas son artes y educación física.
:: 3,150 estudiantes están inscritos actualmente a secundarias nocturnas, en su mayoría jóvenes.
:: 65 secundarias nocturnas están en funcionamiento en Nuevo León, la mayoría ubicadas en el área metropolitana.
:: 15 años, la edad mínima para ingresar a la secundaria nocturna.