Había pasado tan sólo días desde el brote masivo de Coronavirus en el asilo “Luis Elizondo” de la colonia La Pastora de Guadalupe cuando un abuelito de 87 años de edad encendió las alertas nuevamente, pero ahora en una casa de retiro clandestina.
Waldo Pirela Párraga había llegado al Hospital Metropolitano con aparentes síntomas de la enfermedad, por lo el riesgo de haber transmitido el virus a sus compañeros residentes era latente.
El 9 de mayo, el Secretario de Salud, Manuel de la O, apenas informaba a los medios de comunicación sobre este presunto contagio colectivo cuando una notificación en el celular le confirmó el fallecimiento del octogenario.
De inmediato, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de los familiares de los residentes del centro geriátrico “Nuevo Amanecer”, el aparente nuevo epicentro de un brote de Covid-19.
En la rueda de prensa, el funcionario estatal también anunció que los cinco huéspedes restantes de la casa de retiro ya habían sido sometidos a la prueba de PCR para conocer su estado virológico. Además, que el centro sería suspendido por no estar registrado ante la Secretaría de Salud.
La noticia convocó a los familiares de los residentes al exterior de la casa de retiro, ubicada en Pico de Ajusco 526, de la colonia Las Puentes Quinto Sector de San Nicolás.
En un ambiente de incredulidad y desconfianza, los hijos, sobrinos y nietos de los abuelitos se postraron frente al asilo con una sola idea: don Waldo no había muerto de Coronavirus y mucho menos se había contagiado en “Nuevo Amanecer”.
Con insistencia, los presentes sentenciaron que el octogenario padecía de problemas en la próstata y que su aparente contagio de Covid-19 podía deberse a las consultas que tuvo para atender su problema de salud.
“Dicen que tenía Coronavirus, pero ¿cómo se contagió si ni siquiera nos dejaban verlos? desde que empezó todo esto nos dijeron que solo los veríamos por videollamadas o cuando los visitábamos era de lejitos ni siquiera nos les acercábamos”, dijo otro de los presentes.
Era tanta la seguridad de que sus ancianitos no tenían Covid-19 que se aferraron a que sus familiares permanecieran en asilo, por lo menos, hasta que se les informara el resultado de la prueba PCR y exigieron no trasladarlos a hospitales.
Y es que, según los familiares, sacarlos del asilo representaba una amenaza potencial de contagio, pues temían que en el trayecto o en el mismo nosocomio los abuelitos pudieran contagiarse del peligroso virus chino.
Y aunque por medio de un grupo de Whatsapp circuló que don Waldo había dado positivo a la prueba de Coronavirus, las dudas aún permearon en la atmósfera de la calle Pico de Ajusco.
Pocos creían aún la idea de que su muerte estuviera relacionada con la pandemia y suplicaban que sus familiares permanecieran en “Nuevo Amanecer” a pesar de que las autoridades estatales ya habían advertido que era un sitio clandestino, situación que desconocían.
Y es que, ninguno de los familiares tenía conocimiento de que el asilo al que le confiaron sus abuelitos era clandestino. Incluso, catalogaron de “muy buena” la atención de la señora Juany, como es conocida la encargada del centro.
“Nosotros desconocíamos eso (que no estuviera registrado ante la Secretaría de Salud). La señora Juany los cuidaba muy bien, la señora es muy buena persona, es una persona muy humana”, indicó una de las afectadas.
Por más de cuatro horas, los familiares se aferraron a la permanencia de sus abuelitos en el centro, lo que finalmente así sucedió.
Las autoridades permitieron que cuatro de los cinco huéspedes restantes continuaran bajo el techo de “Nuevo Amanecer” hasta que se conociera el resultado de las pruebas.
Un día más tarde, el propio Manuel de la O, quien en un inicio había advertido sobre un posible nuevo brote de Coronavirus, confirmó que sólo se trató de una falsa alarma y que ninguno de los residentes –incluyendo al fallecido- habían dado positivo en la prueba de PCR.
¿QUIÉN ERA DON WALDO PIRELA PÁRRAGA?
Originario de Venezuela, don Waldo llegó a México en busca de una mejor calidad de vida.
En septiembre del año pasado ingresó al asilo “Nuevo Amanecer”, siendo uno de sus primeros dos residentes.
Como ya es conocido por la opinión pública, el octogenario padecía de Alzheimer y un problema en la uretra.
Padre de 10 hijos, de los cuales le sobreviven 9, apenas el 8 de mayo pasado el octogenario ingresó al Hospital Metropolitano con dificultad para respirar y neumonía.
Un día después, don Waldo falleció bajo la sospecha de tener Coronavirus, misma que fue desechada 24 horas más tarde.
De acuerdo con su hija, Angie Pirela, el abuelito era una persona honrada, trabajador y honesto, que será definitivamente su mejor legado.
“Todas las personas que lo llegaron a conocer se llevaban un recuerdo maravilloso de él porque siempre buscaba el bien para todo”, expresó la hija.