
Las puertas corredizas del moderno vagón de la Línea 3 del Metro se abren y al poner un pie en el andén de la estación Hospital Metropolitano una bocanada de aire caliente hace shock en toda tu humanidad. Dejas el vagón climatizado a unos 24 grados y te recibe la realidad de los 42 grados centígrados de la ciudad.
Ya bajó dos grados, pues la Conagua registró una temperatura máxima de 44.8 grados centígrados por ahí de las dos treinta de la tarde, la mayor registrada desde el mes de junio de 2019.
Es miércoles 21 de junio en la Ciudad de las Montañas. Son las 5 de la tarde, acaba de entrar el verano, en plena ola de calor extremo que lleva ya una decena de días continuos en los que no ha habido tregua.
Desde el lunes 12 de junio el día parece ser copia del anterior. Soleado, despejado, sin nubes y con temperaturas que rondan y superan los 40 grados centígrados.
Nativos y arraigados lo saben, Monterrey es de clima extremo, y el calor prevalece gran parte del año, entre abril y septiembre. Esto no significa que octubre, noviembre e incluso diciembre no tenga días soleados y hasta cálidos.
Pero, una temporada con tantos días continuos de calor no se había registrado en la moderna ciudad, epicentro industrial, comercial y económico del Norte de México.
De acuerdo con expertos en Meteorología de Monterrey, la temperatura más alta registrada en esta ciudad se presentó un 2 de mayo del 2002 cuando el termómetro marcó 46 grados Celsius, mientras que en el mes de junio la temperatura más alta registrada ha sido de 44.9 grados.
Y es a partir del año 2000 cuando la zona metropolitana de Monterrey y gran parte del estado registra los calores más intensos. Las razones, argumentan los expertos, son el calentamiento global y la Isla de Calor, es decir, el pavimento y el asfalto que se extiende por toda la mancha urbana.
Hoy esta metrópoli –la segunda más grande de México- compuesta por 13 municipios, tiene una superficie de 6 mil 665 metros cuadrados y una población de 5 millones 394 mil 743 personas.
Por eso el calor se intensifica en la gran urbe donde se ha crecido con desorden, se han depredados amplias zonas de valles y montañas y donde la arborización y el cuidado al agua y la ecología, se ve, no han dado resultados.
Sí, Monterrey es la cuna de las empresas nacionales más importantes de México e internacionales como Cemex, Oxxo, FEMSA, Vitro, Grupo Alfa, Gruma, Gamesa, Banorte, Cuauhtémoc Moctezuma, Maseca, Axtel, Arca Continental, y muchas más.
También es cierto, es la segunda ciudad más rica de México por el tamaño de la economía local.
Monterrey es hoy por hoy capital de espectáculos musicales, de la mayoría de los géneros populares, y en la actualidad atrae inversiones de empresas mundiales como Tesla, Whirlpool, Ternium y Heineken.
Sus equipos deportivos de futbol y beisbol son grandes. Tigres, es el actual campeón del futbol Mexicano. La lista de medallas que hace grande a esta ciudad es larga, pero el calor, y la falta de agua son dos fantasmas que le persiguen desde hace medio siglo, cuando se intensifica su desarrollo.
Si hace 30 años nos hubieran dicho que el Municipio de Monterrey iba a tener una Oficina de Calor Extremo; que se iban a habilitar “centros de enfriamiento” para hidratar a la gente a punto del desmayo en la ciudad, que se registrarían apagones de más de una semana con calores de 40 grados, que los aparatos de aire acondicionado se agotarían, y que las cadenas de oración serían para que llueva en Monterrey, quizás no lo hubiéramos creído.
Hoy los encargados de la Protección Civil hacen rondines dotados de agua fresca, prestos a salvar a la población. Empresas, activistas y algunos políticos regalan también agua a los sedientos en la vía pública, donde los gobiernos del Estado y del Municipio tienen “centros de enfriamiento”, para que los ciudadanos pueden acceder a una sombra, aire y agua fresca.
Las bocanadas de aire caliente pululan en el mar de concreto, justo en el inicio del verano. La infraestructura de la CFE está para llorar, y por natural concatenación el bombeo de agua es deficiente.
Aún falta la canícula que azota con los días más candentes del año entre julio y agosto. Los optimistas dicen que la próxima semana podría haber días menos ardientes, y que hasta podría asomarse la lluvia.
¿Quién sabe qué sigue? Quizáz, como diría aquel locutor de la radio sesentera regia… el clima mejorará: ‘Si Dios Quiere’.
Y SIN AGUA…
Hace un año, las estampas de La Sultana del Norte eran también críticas. En medio del calor “normal” veraniego de entre 35 y 40 grados centígrados, con las presas en ínfimos niveles, los regios se adaptaron a recolectar agua desde horas de la madrugada, ya sea en los escuálidos hilillos que salían de las llaves, o acudiendo a los almacenes colectivos, habilitados por los municipios.
Así lo hacía el pueblo pueblo, incluso llenando cubetas y tanques mediante pipas. Quienes pudieron, instalaron tinacos y sistema de bombeo para contar todo el día con el vital líquido que escaseaba, en plena sequía.
Por eso, quienes hoy sufren por el calor extremo, dicen que podría ser peor, pues mientras haya agua, aunque racionada y no pase lo que en 2022, la situación puede sortearse.
MARTES 13
Pero así como la línea 3 del Metro tiene vagones flamantes, la Línea 1 del Metro tiene trenes que datan de 1990, que además de tener fallas, carecen de clima. Por estos días, ya en plena ola de calor, la ciudad tiene amaneceres de entre 28 y 30 grados centígrados.
El martes 13 fue uno de esos días. A las 8:00 horas el termómetro ya marcaba 29 grados centígrados y para acabarla, uno de los trenes falló por lo que se suspendió el servicio.
Metrorrey informó que el tren modelo 1990 que viajaba en la interestación Unidad Modelo-Aztlán presentó fallas en la transmisión, por lo que fue necesario remolcarlo para sacarlo de la línea y enviarlo a los talleres.
Esto provocó una suspensión en el servicio de unos 30 minutos, lo que trastocó las actividades de miles de usuarios, en plena ola de calor intenso.
De hecho, la movilidad, que en la ciudad es su talón de Aquiles desde hace décadas, tiene hoy contrastes. Hay trenes y vagones del metro nuevos, pero también los hay viejos y deficientes, mientras que también hay camiones modernos ecológicos y climatizados, a la par que aún hay viejos, deficientes y sin clima.
En esta ola de calor, viajar en las unidades viajas del transporte público que aún circulan a lo largo y ancho de los 13 municipios de la zona conurbada se convierten en un martirio.
Con temperatura que rondan y superan los 40 grados centígrados el calor en el metro es intenso, lo cual se agrava por la multitud que utiliza sobre todo las Línea 1 y 2.
Los pasajeros se ven afectados por el calor, pues en muchos vagones el aire acondicionado no funciona, o, de acuerdo con pasajeros, la empresa no los enciende.
Ante esta situación, algunas personas usan abanicos y ventiladores pequeños portátiles, para refrescarse un poco.
LAS AULAS SON HORNOS
Los contrastes se ven también en las escuelas públicas estatales y federales. Las hay arboladas, dotadas de minisplit, aires de ventana, coolers (aires lavados) y abanicos y sin nada de esto, u aparatos descompuestos, o bien sin luz o sin agua; o ambas cosas. Aún existen aulas móviles y prefabricadas que absorben más calor que las edificaciones de block o ladrillo.
Por eso el Gobierno del Estado decidió regresar al esquema de trabajo semipresencial (implementado en tiempos de la pandemia por Covid-19) en las escuelas de Educación Básica.
Esto, para garantizar la integridad física de la comunidad educativa ante la ola de calor, en los planteles donde los estudiantes reciben clases en aulas móviles, prefabricadas o en escuelas que carecen de ventiladores, aire acondicionado o luz.
A partir del 13 de junio la Secretaría de Educación Pública autorizó que esos planteles tuvieran solo 2 horas de clases presenciales, mientras que el resto de la jornada se llevó a cabo de manera remota, apoyándose en actividades pedagógicas diseñadas por los docentes y en la programación de Escuela TV, transmitida por Canal 28.
Sin embargo, la ola de calor pega en el cierre del ciclo escolar, cuando, sobre todo los alumnos de sexto grado y los de tercero de secundaria están recibiendo las guías para los próximos exámenes de fin de curso, cuyas evaluaciones y certificados están programadas para el próximo mes de julio.
El calendario estatal suele estar empatado con el federal, por lo que las autoridades analizaban la forma de concluir el curso antes del término oficial, sin perjudicar a los alumnos.
El 22 de junio, el Gobernador Samuel García adelantó que ante la ola de calor extremo y dado que el 29 de junio los alumnos de primaria y secundaria concluyen los exámenes finales, se podría ajustar el calendario escolar y terminarlo antes. Oficialmente el ciclo concluye hasta el 26 de julio.
Calor que mata
En el marco de la onda de calor extremo, la Secretaria de Salud en Nuevo León, Alma Rosa Marroquín admitió que investigan la muerte de 9 personas, algunas en la vía pública, cuya causa podría ser el calor extremo que azota a la zona metropolitana de Monterrey y la región.
La funcionaria no oficializó los decesos, pero refirió que al menos en 9 casos se realizan las indagaciones de rigor para establecer si las causas fueron el calor.
La ola de calor afecta a Nuevo León con temperaturas que desde el 12 de junio oscilan entre los 40 y 45 grados centígrados como máxima.
La funcionaria dijo que una vez que se realicen las autopsias podrá establecerse si todas o algunas están relacionadas con la ola de calor extremo.
“Son defunciones que todavía están en proceso de investigación, al ser muertes que eventualmente se presentan de forma súbita, pueden ser producidas tanto por un infarto, por una diabetes, un desequilibrio metabólico, como por un golpe de calor.
“Entonces la mayor parte de estas defunciones se han presentado en la vía pública y pues se someten a proceso rutinario de hacer una autopsia, y derivado de lo que nos reporte la autopsia ya les estaremos compartiendo los datos”, indicó Marroquín.
Refirió que las muertes súbitas pueden presentarse en casos de personas con diabetes, hipertensión o un desequilibrio metabólico.