Gran expectación provocó la exposición “Tutankamón. La Tumba, El Oro y La Maldición”, ya que cientos de familias regiomontanas acudieron a la inauguración el pasado miércoles 26 de marzo, en el Museo del Noreste atraídas por todas las leyendas que giran en torno al faraón y sus tesoros.
Como una gran oportunidad de conocer la máscara funeraria de Tutankamón, el sarcófago, el trono, la diadema real, entre las piezas más importantes, fue concebida esta muestra que ya se presentó con éxito en el Palacio de la Autonomía en la Ciudad de México gracias al apoyo de la empresa History Time y la Fundación Cultural UNAM.
“Todos los objetos expuestos se recrearon meticulosamente como preciosas antigüedades. Artistas y artesanos de la Toscana en Italia, trabajaron en las piezas usando las mismas técnicas y materiales de los vestigios arqueológicos originales, entre ellos: oro, plata, diversas aleaciones de metales, piedras semipreciosas, vidrio, terracota, entre otras materiales”, manifestó Claudia Ávila, coordinadora de exposiciones en 3 Museos.
Durante el recorrido inaugural la doctora Gabriela Martha Arrache Vértiz, reconocida egiptología y directora de la primera misión mexicana en Egipto, alabó la labor de los artesanos italianos que hicieron las réplicas.
“Nuestro país no está en condiciones de traer la colección original que está circulando en Estados Unidos porque no está en nuestras posibilidades económicas, así de fácil.
“Tener esta exposición con estas réplicas tan perfectas, tan adecuadas a lo que era es una gran oportunidad para los mexicanos que conozcan el maravilloso tesoro de Tutankamón”, destacó la presidenta y socia fundadora de la Sociedad Mexicana de Egiptología.
La exposición se divide en 5 temas: la religión, ritos fúnebres y embalsamamiento, capillas-relicario y tesoro del faraón; la tumba de Tutankamón y la leyenda o maldición.
Además cuenta con variados recursos museográficos como reproducciones de ambientes, iluminación y audio, que enmarcarán el tiempo y espacio de cómo pudo haber sido el momento en que Howard Carter descubrió la tumba de Tutankamón.
La religión egipcia fue extremadamente rica y coherente debido al profundo sentido religioso y el politeísmo que practicaban, su fe se fundaba en el culto de divinidades zoomorfas, derivada de la antigua veneración del animal-tótem, característico de las civilizaciones de cazadores.
“Hay tres figuras: dos zoomorfas y las tres eran de los hijos de Horus, quienes eran los que cuidaban las vísceras. Al hacer la momificación se separaban las vísceras que ellos necesitaban para renacer, no para reencarnar porque ellos no creían en la reencarnación.
“Cuando nosotros vemos figuras como esta podemos pensar que los egipcios adoraban los animales, pero no es así; era el animal a través de la cual se manifestaba una deidad superior, pero no adoraban a los animales”.
Entre sus deidades destacan: el chacal representado por Anubis, guardián del reino de los muertos; el buey, identificado en Apis, dios de Menfis; el gato, animal intocable al que se le dedicó la ciudad de Bubastis al norte de Egipto; había también divinidades con forma de halcón y de hipopótamo.
“Era algo muy frecuente en las tumbas poner ofrendas y una ofrenda eran gatos y eran sacrificados al año de edad y eran desnucados. Claro que el gato era importante en Egipto, porque ellos eran básicamente agricultores y el enemigo número uno del agricultor eran las ratas, por eso el gato era particularmente celebrado”, abundó.
Comentó que el otro animal venerado era el del cocodrilo, por lo que también era momificado.
LAS CUATRO VÍSCERAS
La egiptóloga subrayó que en el proceso de momificación el cuidado de las vísceras era de suma importancia, pues al momento de “renacer” ellos regresarían por sus pulmones, hígado, estómago e intestinos, a excepción del corazón.
“Creo que una de las partes más interesantes de esta exposición es dejarnos ver claramente cómo era el proceso de momificación una vez que lo empezaron a hacer artificialmente”.
Indicó que ellos tenían que sacar cuatro vísceras que ellos consideraban indispensable para recuperarse: los pulmones, el hígado, los intestinos y el estómago; a cada uno de esos correspondía uno de los hijos de Horus y estas vísceras eran perfectamente momificadas para que el espíritu encontrara el cuerpo y pudiera renacer.
“El corazón no lo tocaban, porque era el que iban a juzgar cuando el difunto muere y si se tocaba por alguna razón tenían que poner un amuleto especial para que el corazón no los acusara en el juicio”, aclaró.
Dijo que los amuletos eran un elemento fundamental dentro del proceso de momificación porque iban insertados en las vendas.
“En medio de las vendas iban una cantidad impresionante de amuletos. En el cuerpo de Tutankamón había más de 100 amuletos en medio de las vendas y pusieron un escarabajo, porque si por alguna causa lo tocaban tenían ese escarabajo para que no los acusara en el juicio”.
Destacó que la momia de Ramsés Segundo está rellena de hilos de oro y otros de especies y otras cosas.
“De forma que la momificación era una parte muy importante dentro de todo el rito fúnebre. Tardaban 70 días que moría el difunto y lo enterraban; y 30 días el proceso de momificación, entonces el resto de los días lo dedicaban a ritos diferentes para ayudarlo a llegar al más allá”, enfatizó.
LA MALDICIÓN
La primera información sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón tuvo lugar el 22 de diciembre de 1922 y los medios se volcaron en la búsqueda de noticias acerca de este importantísimo hallazgo, pero Lord Carnavon le cedió la exclusividad al periódico Time de Londres.
“Lord Carnavon se creía dueño de las piezas, y eso pasa con muchos extranjeros: te dan algo y crees que eso ya es tuyo, pero eso no es cierto, tú lo estás sacando y trabajando, pero es del pueblo egipcio.
“Y Lord Carnavon sintió que la tumba era de él porque era amigo personal del príncipe de Gales y dijo que solamente iban a tener noticias sobre la tumba a través del Time de Londres, entonces el resto de los periodistas incluyendo a los egipcios no tenían ninguna noticia, más las que daba el Time de Londres lo cual era absurdo”, manifestó Arrache Vértiz.
Dijo que ese mito fue creciendo y creciendo y haciéndose cada vez más famoso. El sensacionalismo y la industria Hollywoodense, extendieron la creencia en la maldición.