Desde la antigüedad, las crónicas de los griegos hablaban de plagas e infecciones que cobraban vidas. El final de la era de Pericles fue un periodo agitado en la antigua Grecia. En el 431 A.C., Atenas y Esparta se batían en guerra por el control del Mediterráneo y una extraña epidemia, la llamada peste de Atenas, acabó con un tercio de la población de la ‘polis’ marcando así el devenir de las guerras del Peloponeso. Científicos de la Universidad de Atenas han desentrañado ahora las claves de esta plaga que acabó con la vida de unas 300 mil personas.
La peste de Atenas fue en realidad una epidemia de fiebre tifoidea, una enfermedad infecciosa provocada por una bacteria denominada ‘Salmonella tiphy’. … Así describía Tucídides en su ‘Historia de la guerra del Peloponeso’ la plaga que asoló Atenas desde el 430 hasta el 426 a.C. “La peste no solamente carcomía los cuerpos, degradaba las palabras”.
También en mundo siguen siendo famosos los escritos de Francisco Petrarca y de Giovanni Bocaccio (“El Decamerón) sobre la peste negra que devastó Italia en 1348, y en nuestra tierra azteca aún tiene valor de símbolo el sarampión y la viruela con que el imperio español acabó con el 75% de los indígenas, en su enfrentamiento contra los colonizadores encabezados por Hernán Cortés en 1521.
Pero el evento del que se hacen comparaciones con el actual Coronavirus en México tuvo lugar en 1918, año en que apareció la llamada ‘influenza española’, cuando nuestro país vivía una lucha armada que parecía no tener fin, mientras que el mundo estaba inmerso en una violenta guerra mundial que llegaría a su fin en noviembre de ese año.
Fue en España donde se incubó la cepa en la primera etapa en marzo de 1918 y ya para junio afectó en serio a las personas que presentaban síntomas de fiebre intensa y hemorragias nasales o infecciones pulmonares. Las noticias tardaban entonces un largo periodo en ser confirmadas, pues los periódicos eran el único medio para difundirlas, ya que el cine, fundado en 1895, era la otra alternativa pero no tenía sonido, y la radio estaba en periodo de pruebas para su difusión masiva.
En Estados Unidos, donde se inició en marzo esta influenza, se registraron poco más de medio millón de víctimas, aunque al llegar el virus a aquel país ya se habían presentado, tan solo en Boston, casi 10 mil casos confirmados, así como cerca de 500 fallecidos. Para ese momento, se ordenó el cierre de escuelas y espacios de reunión a fin de evitar la propagación de la epidemia.
En nuestro territorio, al entrar esta epidemia a México por la frontera norte y el puerto de Veracruz, las primeras planas del 6 de octubre de 1918, de los diarios mexicanos recién fundados (El Universal en octubre de 1916 y Excélsior en marzo de 1917) así como El Demócrata y El Nacional, alarmaban con la cifra de muertos en el mundo al incrementarse de manera exponencial, consignando que habían fallecido 19 personas en Cuba a bordo del barco “Alfonso XII” que había zarpado de España con mil 200 pasajeros, decenas de ellos contagiados. Pero el 8 de octubre las noticias señalaban que en Nuevo Laredo había unos 6 mil infectados, de modo que la ciudad fronteriza fue severamente aislada para evitar la propagación de la epidemia.
Como hoy en día con el Coronavirus, la crisis sanitaria fue muy estricta decretándose el cierre de escuelas y todo establecimiento donde se llevaban a cabo reuniones, con miras a evitar los contagios en todo el país, al diseminarse con gran rapidez, pues en Puebla y Tlaxcala su número iba en aumento, igual que en Lerdo, Gómez Palacio y Torreón.
En Monterrey había una efervescencia política por la cercanía de las elecciones de gobernador, y el virus mantenía en vilo a los regiomontanos de la época por los casos que se daban a conocer, mientras que don Jesús Cantú Leal, el impresor de más prestigio de la época, había cambiado en 1916 su centro de trabajo a las calles Galeana y 5 de mayo, donde se concentraban poetas, escritores, periodistas y maestros a debatir el futuro de Nuevo León en vísperas del cambio de ejecutivo estatal.
Y entre el barullo noticioso de la influenza española mezclado con el rumor político del momento, fue ahí donde se gestó el nacimiento del diario El Porvenir, cuando llegó de nuevo a Monterrey el transhumante colombiano Ricardo Arenales, a dirigirlo, pero para entonces ya el virus aquí no era noticia y por eso no ocupó espacio entre las informaciones, mientras que España .vivió un segundo momento, de septiembre a diciembre, y el tercero, de enero a junio de 1919.