
A finales del año 2012, un arquitecto regiomontano entendió la importancia de que los ciudadanos de la entidad conocieran más sobre la histórica Batalla de Monterrey, por lo que se embarcó en la aventura de elaborar una maqueta que representa la Batalla de las Tenerías, el primer enfrentamiento entre el Ejército de México y Estados Unidos en territorio de Nuevo León. El impresionante resultado de este esfuerzo se ha exhibido en reconocidos museos de la ciudad.
Desde que era niño, Arnulfo Cadena estuvo fascinado por la historia, especialmente la tecnología y el armamento militar.
Sin importar su corta edad, el hoy arquitecto de profesión leyó cuanto libro de sucesos pasados que cayeron en sus manos; fue así como se enteró que en septiembre de 1846 Monterrey fue escenario de tres días de cruentos combates entre tropas mexicanas y el ejército invasor de Estados Unidos.
Con el paso de los años su amor por la historia se fue incrementando y su interés por los enfrentamientos en lo que hoy es la zona centro de la capital del estado de Nuevo León fue cada vez mayor.
Cadena siempre lamentó que no existiera algo que mostrara a los regiomontanos la importancia de esta batalla en la historia de nuestro país, pues éste fue uno de los primeros combates en una guerra que no acabó hasta que México cedió más de un millón de kilómetros cuadrados de su territorio a los Estados Unidos.
Es por ello que a finales del 2012, cuando se acercaba una importante conmemoración de los hechos por parte de las autoridades de Nuevo León, Cadena tuvo la idea de aplicar sus conocimientos en arquitectura e historia y elaborar una maqueta que representara la Batalla de las Tenerías, el primer enfrentamiento que tuvieron las fuerzas nacionales con el ejército invasor norteamericano en territorio de Nuevo León.
Las Tenerías era un barrio que estaba a las orillas del Arroyo de Los Indios y se comunicaba con Monterrey por el entonces Camino a Santo Domingo. Su ubicación actual la ocupan las calles de Washington y Héroes del 47 en la zona centro.
Los moradores de la zona se dedicaban principalmente al curtido de pieles para la elaboración de distintos productos, además de que existía una edificación con una altura de dos pisos donde destilaban alcohol de caña.
El barrio se encontraba aproximadamente a 500 metros al noreste de los entonces límites de Monterrey y fue el sitio donde el general Pedro Ampudia y Grimarest, jefe del Ejército del Norte y gobernador de Nuevo León, dispuso que se construyera una fortificación con muros de arcilla y paredes de sillar de aproximadamente 60 metros de largo.
Al momento de la batalla la obra estaba a media construcción, pues unos días antes del enfrentamiento se ordenó que la pared fuera demolida y vuelta a levantar. Aun así fueron dispuestos 300 soldados regulares y 32 voluntarios, quienes eran civiles originarios de Monterrey.
Para la defensa, las tropas mexicanas contaban con cuatro cañones de los cuales uno estaba inhabilitado, pues no contaban ni con balas o el personal encargado de cargarlo y dispararlo.
Aunque al momento del enfrentamiento había llovido y el terreno estaba lodoso, los nacionales contaban con la ventaja geográfica pues a unos metros del fortín, donde actualmente se encuentra la calle Modesto Arreola, el terreno tiene un declive que daba a los mexicanos una posición más alta sobre los invasores.
Fue en este lugar donde a las 7:00 horas del 21 de septiembre de 1846, alrededor de 860 integrantes del Ejército de los Estados Unidos, quienes conformaban los batallones de Mississippi y Tennessee (también hay versiones que aseguran que eran el batallón Maryland y los voluntarios de Columbia) atacaron el fortín desde lo que hoy es la calle Arramberri.
Y aunque tras 8 horas de fieros combates las fuerzas mexicanas lograron resistir dos embates norteamericanos, provocándoles una gran cantidad de bajas -incluyendo 9 oficiales recién graduados de la Academia de West Point-, una tercera oleada los obligó a abandonar el fuerte y resguardarse en la ciudad.
De acuerdo a los historiadores la retirada nacional no se debió a la falta de valor, sino que los soldados mexicanos se quedaron sin municiones y tuvieron que resistir el avance norteamericano a punta de bayoneta, lo que finalmente provocó la derrota.
A partir de ese momento inició un sitio que concluyó con la capitulación de Monterrey, la ocupación de la ciudad por el Ejército norteamericano y su avance hasta la Ciudad de México, donde terminaron triunfando en la Batalla del Castillo de Chapultepec.
RECREAR LA HISTORIA…EN MINIATURA
Considerando la importancia que tiene para la historia de la ciudad la Batalla de las Tenerías, Cadena tuvo la idea de elaborar una maqueta donde quedaran representados los primeros momentos del enfrentamiento entre las fuerzas mexicanas e invasoras.
La idea era plasmar en un espacio de metro y medio por 3 metros de extensión y 30 kilos de peso, la distribución de las tropas nacionales y norteamericanas, la forma del terreno y el fuerte en forma de diamante que las fuerzas nacionales alcanzaron a medio construir para defenderse del avance enemigo.
Sin más apoyo que su entusiasmo y el de Mario Núñez, otro enamorado de la historia de Monterrey, Cadena se dio a la tarea de adquirir por su cuenta mil 200 pequeñas figuras de soldados, caballos, cañones y demás artículos militares a una escala de 1:72, que quiere decir que cada milímetro de la figura de plástico representa 72 milímetros del objeto real. Del total de las figuras adquiridas, 740 fueron incluidas en la maqueta final.
“Pudieron haber sido más, como mil 100, sin embargo nos faltó tiempo para poder incluirlas todas”, explicó el arquitecto.
Cada una de estas figuras tuvo que ser pintada a mano, una titánica labor que provocó que a la fecha Cadena necesite lentes de aumento para poder leer y realizar otras actividades cotidianas.
Durante cinco meses, los dos entusiastas de la historia se dedicaron a pintar soldados, jinetes y caballos además de elaborar el fortín, las casas, la destilería y el terreno donde se desarrolló la batalla, una labor que no fue nada sencilla pues deseaban apegarse lo más posible a los datos históricos.
El primer problema con el que se encontraron es que los registros apenas mostraban la forma, ubicación y las dimensiones aproximadas del fortín, además del número de soldados y piezas de artillería que ahí fueron dispuestos, por lo que tuvieron que iniciar una profunda labor de investigación, evitando cualquier interpretación arbitraria.
Por esta labor tuvieron que visitar el sitio donde fue la batalla para determinar el declive del terreno, además de analizar las construcciones más antiguas del Barrio Antiguo para darse una idea de cómo pudo haber sido la destilería donde un grupo de tiradores mexicanos se colocaron para la defensa de su posición.
La precisión histórica de la maqueta es tal, que cada una de las figuras que representan a las fuerzas mexicanas y norteamericanas -incluyendo a los voluntarios y milicianos-, está pintada con los colores de los uniformes y la ropa que se usaban en la época. Por si eso fuera poco, hay algunos soldados nacionales que aparecen descalzos, pues se trata de campesinos y jornaleros que fueron reclutados a la fuerza en lo que en ese entonces se le conocía como “leva”.
Cada soldadito tiene entre 10 y 12 colores, por lo que en promedio se necesitaba una hora de trabajo a mano, con pincel y lupa especiales, para poder pintar 40 de estas figuras.
A todo esto hay que agregarle el tiempo necesario para colorear el terreno, elaborar cada una de las piezas que conforman el fortín, el campamento norteamericano, el camino a Santo Domingo, el arroyo Los Indios, las casas de los jornaleros, las trincheras y el resto de los elementos de la maqueta.
Tras meses de trabajo, el 21 de septiembre de 2013 la maqueta estuvo lista y formó parte de las conmemoraciones de la Batalla de Monterrey. Desde entonces ha sido mostrada en espacios como el Museo del Obispado, la Capilla Alfonsina de la Universidad Autónoma de Nuevo León y, actualmente, el Museo del Noreste, donde forma parte de la exhibición dedicada a este evento histórico que permanecerá abierta al público hasta el 30 de octubre.
Cadena explicó que al final este es el objetivo que estaba buscando, que la gente y principalmente los estudiantes conocieran más de un evento tan importante de la historia de México y Nuevo León.
De hecho el arquitecto siempre está al pendiente de su trabajo, por lo que regularmente visita el sitio donde encuentra la maqueta, lo que le permite platicar con las muchas personas quienes se maravillan con su trabajo.
“Creo que entre las cosas más bonitas que me han dicho es que al ver la maqueta pueden entender mucho mejor la historia de la Batalla de las Tenerías, pues así como dicen que una imagen vale más que mil palabras, esta maqueta vale más que 5 mil”, aseguró.
El arquitecto expresó que tras la buena respuesta que ha tenido entre la ciudadanía la maqueta, tiene la intención de elaborar más representaciones en escala de otros importantes enfrentamientos que se dieron durante la Batalla de Monterrey, entre los que se encuentra la Batalla del Cerro del Obispado, la del Fuerte Federación y el Puente de la Purísima.
El obstáculo que se ha encontrado es la falta de recursos para poder elaborar estos trabajos, pues independientemente de las horas hombre necesarias para poder realizarlas, está el problema de los costos económicos que representan.
Es por ello que confía que algunas empresas o incluso instituciones de gobierno puedan apoyarlo en la elaboración de estas maquetas, con lo que permitiría a los ciudadanos tener una mejor idea de lo que fueron estas batallas tan importantes en la historia de la ciudad de Monterrey.
Después de todo, el único pago que Cadena necesita es ver el rostro de sorpresa de los niños y jóvenes que ven la maqueta, misma que podría ayudar para que alguno de ellos se enamore de la historia, tal y como a él le sucedió durante su niñez.