
Don Miguel Hidalgo y Costilla ha sido para todos los mexicanos el “padre de la patria”, y en su honor han puesto su nombre en calles, escuelas, le han levantado monumentos; pero en las páginas de “Hidalgo. La otra historia”, el cura que también era aficionado a la tauromaquia y al teatro, es visto con otros ojos por su autor, José Luis Trueba Lara.
“Creo que a Hidalgo lo tendríamos que ver no como este héroe de bronce y mármol. Hidalgo es un caudillo, con todas las letras, y es un caudillo que de entrada tiene un gran jalón con la gente, porque Hidalgo llegó a juntar alrededor de 200 mil personas.
“Imagínate ese magnetismo que tiene; y no sólo eso, es un hombre que habla desde una posición religiosa, no sólo tiene como bandera a la Guadalupana, no sólo es un sacerdote, sino que es un hombre que tiene esta capacidad para darle a su movimiento una suerte de cruzada.
“Además él tiene dinero para pagarle a la gente que lo sigue; así que tiene carisma, un discurso religioso y dinero para pagarle a los que le sigan. Ese Caudillo es el que a mí me interesaba rescatar”, afirmó José Luis Trueba.
Señaló que como en el caso de Hidalgo, este tipo de personaje va a aparecer a lo largo de la historia de México durante muchísimo tiempo, ya que todos los caudillos tienen más o menos las mismas características, pero ahora la gente los identifica como populistas.
“Los populistas son los nuevos caudillos, son hombres que no tienen un proyecto político y son hombres que confían en su voz, en su jalón con las masas y no necesariamente terminan bien, pues algunos terminan huyendo del país, otros logran establecer gobiernos muy complicados como en el caso de Venezuela o de Nicaragua, y a otros simplemente los regresan a su casa como a (Donald) Trump.
“El caudillo en el fondo por lo único que pelea es por él mismo y por una serie de ideas que sin ningún sustento le llegaron a la cabeza; es decir, mientras un jefe de estado, mientas un gobernante de gran altura tiene una idea de nación, un populista, un caudillo, como vemos en la novela con Miguel Hidalgo, le dice a la gente lo que quiere oír, es el que le da a la gente lo que quiere, aunque no hay ningún proyecto de nación, pero al final se acaba el dinero, se acaba el carisma, y el resultado es la derrota”, enfatizó.
EL CURA BRIBÓN
Mucho se ha hablado de las otras facetas de Hidalgo, un hombre que le gustaba asistir a las tertulias, y también ha trascendido que era un don Juan y que incluso tenía hijos.
Trueba Lara admite en las páginas de la novela que: “no es un libro de historia, sino una ficción en la que se cuenta algo de lo que pasó, algo de lo que pudo haber pasado y algo de lo que yo quise que pasara”.
Para ello, requirió de ocho años de investigación y dos para dedicarse a trabajar en este proyecto, porque ya contaba con toda la información para hacer su propia historia sobre Hidalgo.
“Lo que pasa es que cuando estás trabajando en una novela histórica, la parte más larga es la investigación; de los 10 o 11 años que estuve trabajando en la novela, 8 o 9 fueron de la investigación, y eso quiere decir que no voy a estar todo el día escribiendo y agarrado al escritorio solo pensando en Hidalgo.
“Todos los días le dedicaba un par de horas. Los primeros años fueron mucho tiempo de lectura, y conforme vas leyendo, vas descubriendo nuevos mundos, cosas que no habías pensado y te vas adentrando no sólo en el personaje, sino también en la época”, recordó el también autor de “Moctezuma”, “La patria y la muerte: Los crímenes y horrores del nacionalismo mexicano” y “Masones en México: Historia del poder”, entre otros.
Y sobre la forma en la que iba a desarrollar la novela, mencionó que la idea surgió al leer las actas del juicio que le hicieron a Ignacio Allende antes de ser fusilado, entonces decidió que este personaje tendría que ser el narrador de la historia.
“Cuando estaba leyendo esas actas, Allende hablaba de Hidalgo, y ahí venían cosas muy feas; le dice bribón, le dice cabrón, vamos, lo pone del asco, lo deja como palo del gallinero.
“Y cuando me doy cuenta de esto, la decisión estaba tomada porque me interesaba no sólo contar la historia de Hidalgo-esto estaba cantado desde el principio- sino contarla desde el punto de vista de un enemigo suyo, no de su mejor amigo. Es decir, yo quería un punto de visto de vista que me permitiera adentrarme en todas las sombras del personaje”, argumentó.
La recreación de “la otra historia de Hidalgo”, no es estrictamente fiel a los hechos-como lo aclara el propio escritor- pero sí se aproxima mucho a los usos y costumbres de la época.
“En la novela llega un momento en que están probando un cañón, y en la casa no tengo cañones y nunca he calado un cañón y no sé nada de eso; pero para crear una escena tan simple a esa, yo revisé enciclopedias y videos dedicados a los cañones, revisé los tratados de artillería de aquella época.
“Y no solamente entender cómo probaban un cañón, sino investigar qué comían, cómo comían, cómo se enamoraban, cómo miraban a los otros, sobre todo en una sociedad de castas”, mencionó.
ENTENDER EL PASADO
José Luis Trueba Lara afirma que esta novela es una provocación porque está convencido de que se deben discutir algunos puntos sobre los hechos que sucedieron en el pasado para así poder entenderlo.
“Hay algunos que se proclaman herederos de Hidalgo y habría que discutirlo, y en este acto de provocar encuentros, se corre el riesgo de tener la razón o no tenerla. Y se corre el riesgo de que, si uno asume el reto de la discusión, tengas que reconocer que te equivocaste, pero si nosotros dejamos de juzgar el pasado y lo entendemos, todos vamos a salir ganando”, consideró.
Y en este sentido, refirió que una de las mayores preocupaciones del gobierno actual ha sido arreglar el pasado y como ejemplos, citó el perdón que solicitó el presidente Andrés Manuel López Obrador al Rey Felipe VI de España y al Papa Francisco por lo que sucedió en la Conquista, hace 500 años.
“Para acabar pronto, hace 500 años no existía España. Es decir, Cortés y todos los involucrados en la Conquista, ya están muertos y no hay manera de llamarlos a cuenta; y en vez de arreglar el pasado ¿no valdría la pena que arregláramos el presente?
“El pasado no tiene remedio, lo que sucedió no lo podemos arreglar. Y yo preferiría que en vez de andar pidiéndole disculpas a todo el mundo, mejor habría que invertir ese esfuerzo en la pandemia, en los problemas económicos, en la inseguridad; creo que en el presente tenemos cosas más urgentes, que andar arreglando lo que ya no se puede”, recalcó.
Finalmente comentó que la percepción que tenemos de los héroes es muy parecida a una historia bíblica en la que hay un pueblo sometido por un faraón malvado, pero aparece un Moisés que lo va a liberar.
“Había una vez un pueblo elegido – esos somos nosotros- que cae en manos de un faraón malvado: los españoles, los conservadores, Porfirio Díaz; y aparece un Moisés que lo va a llevar al paraíso: Miguel Hidalgo, Benito Juárez, Francisco y Madero, escoge el que tú quieras.
“El problema es que no funciona así. No podemos estar esperando que llegue un Moisés a salvar al país. Lo que tenemos que hacer es tener una sociedad fuerte que guíe al país y que lleve junto con ella a un sistema político”, puntualizó el escritor.
