Inicié mi vida laboral en junio de 1965. Fui un modesto obrero de Nylon de México por el rumbo de la entonces carretera a Saltillo, conocida hoy como Boulevard Díaz Ordaz en San Pedro Garza García, Nuevo León. Sin embargo, para septiembre de ese mismo año un compañero de estudios del Seminario de Monterrey me recomendó con su padre, del mismo nombre, Augusto Zenizo Rojas, quien logró convencer a Don Roberto González Acosta para que me aceptara de empleado en el Grupo Industrial que presidía Don Eugenio Garza Sada y su hermano Roberto.
Mi primer puesto fue de profesor en el Colegio “Francisco G. Sada” y de aprendiz de redacción en el semanario “Trabajo y Ahorro”, la revista interna fundada en 1921 de la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa. Me tocó, pues, conocer los preparativos especiales que la alta jerarquía de la empresa culminaba con mucho celo para el festejo del 75 aniversario de la Cervecería Cuauhtémoc, con toda pompa, el 8 de noviembre. Mi jefe directo Hermilo Garza Rodríguez fue el encargado de reunir los materiales de la edición especial de la publicación de SCyF, mientras que Don Raúl Hinojosa Vallejo se lució con la edición de “El Abanderado” que aparecía cada dos meses. Y los publicistas profesionales contratados ex profeso le dieron vuelo a los anuncios y materiales promocionales en los medios masivos de entonces. Por suerte a mí me tocó un ejemplar del pequeño –pero rico en contenido— opúsculo escrito por el famoso cronista capitalino Salvador Novo sobre la empresa.
La mañana de ese lunes, a las 8:00, se celebró la solemne Misa de Acción de Gracias en el Templo de Nuestra Señora del Roble y, por la noche, se exhibió en el Parque de Beisbol de la Liga Pequeña en la Colonia Cuauhtémoc la película a colores del espectacular programa “Homenaje a Agustín Lara”, con una duración de dos horas y en la que tuvieron destacada participación conocidos artistas de cine, radio y TV, como Pedro Vargas, Toña La Negra, Verónica Loyo, Alejandro Algara y muchos más.
Obviamente ahí comencé a conocer la historia de esta gran empresa y a los prohombres que la fundaron en 1890. Me volví un archivo ambulante de todo lo que leía y, al paso del tiempo, con más madurez de mi parte, reparé en la omisión del nombre de Doña Francisca Muguerza Crespo en las reseñas de los años en que nació la Cervecería Cuauhtémoc, a pesar de ser la esposa de Don José Encarnación Calderón Penilla, el impulsor original de la idea y quien le dio continuidad a la obra al fallecer el dueño de la “Casa Calderón” en marzo de 1889. Y fue albacea de la herencia de su hijo José Calderón Jr.
Inclusive, ya siendo yo redactor de “Trabajo y Ahorro”, un día tomé la iniciativa de incluir a Doña Panchita en un texto que formaba parte de otro número de aniversario de la Cervecería, y Don Roberto González Acosta echó los papeles a la basura y me pidió que rehiciera el material histórico sin mencionar a la señora. Todavía más: Ni siquiera en algunas de las reseñas más antiguas se tomaban en cuenta los primeros pasos que dio Don José Encarnación Calderón Penilla para concretar su sueño, sino que, apegados al proceso legal del que dio fe el Notario Tomás Crescencio Pacheco, se atribuía la fundación de la Cuauhtémoc a quienes eran en 1890 los principales socios de la “Casa Calderón”: Don Isaac Garza, Presidente del primer Consejo de Administración de la nueva empresa, y Don José Antonio Muguerza, Secretario y Tesorero, así como al maestro cervecero norteamericano José Maximilian Schnaider, Vocal. La asistencia legal y el carácter de Comisario correspondió a su consultor, el Lic. Francisco Sada Gómez, fallecido en 1893 y cuyo hijo Francisco Guadalupe Sada Muguerza, accionista, se incorporó en 1894 como Gerente General.
Don Enrique Sada Muguerza aparecía en los capítulos fundacionales como el transcriptor a mano del acta fundacional, y de los estatutos de la nueva Compañía, además de ser el traductor del inglés al español y viceversa en las conversaciones sostenidas por sus jefes con el Sr. Schanider. También recibió la encomienda de viajar con el maestro cervecero a Estados Unidos para contratar arquitectos que trazaran los planos e ingenieros que construyeran el primer edificio de la fábrica, además de buscar técnicos y operarios para el departamento de producción de la bebida. Igualmente cumplió el papel de administrador en la adquisición de la maquinaria, tonelería y demás útiles para la total habilitación de la misma.
Don José Calderón Muguerza, en cambio, empezó a figurar como consejero a partir de 1899, pues tenía 12 años de edad cuando falleció su padre. Desempeñó diversos cargos del Consejo de Administración, del que fue presidente hasta su fallecimiento en 1946. A partir de esa época aparecerán como directores Don Eugenio y Don Roberto Garza Sada, y se volvió una tradición incluir sus fotografías, al lado de Don Francisco Guadalupe Sada Muguerza y el Señor Calderón Jr., destacándose sus figuras entre los fundadores en las páginas centrales de la revista, desde el 4 de noviembre de 1950 (número 1396), en el 60 aniversario de la Cervecería Cuauhtémoc. Y para 1970, en el 80 aniversario, aparecen los nuevos dirigentes: Eugenio Garza Lagüera y su hermano Alejandro, en compañía de su primo el Ing. Bernardo Garza Sada.
Cuando, ya como Jefe de Redacción, me tocó elaborar el número del 90 aniversario de la Cervecería, en 1980, me indicaron colocar en la portada a todo color una composición artística con las imágenes de Don Isaac Garza y Don Francisco G. Sada en la parte superior, además de Don Eugenio y Don Roberto Garza Sada, abajo. Y me autorizaron desplegar toda la historia investigada desde los antecedentes fundacionales a cargo de Don José Encarnación Calderón Penilla, con una breve referencia a Doña Panchita. Obedecí. Pero me quedé con la “espinita” de saber más de esta mujer que fue invitada especial al convivio llevado a cabo en el Teatro Juárez y al festejo en el Casino Monterrey, a fines de 1898, con motivo de la visita a Monterrey del Presidente Porfirio Díaz, quien hizo un recorrido por la Cervecería Cuauhtémoc, junto con el Gobernador Bernardo Reyes, quien lo había invitado a conocer la nueva Penitenciaría del Estado, inaugurada en 1895, en terrenos de la Alameda “Mariano Escobedo”. La imagen de la dueña de la “Casa Calderón” se perpetuó por acompañar a la primera dama de México, Doña Carmen Romero Rubio, segunda esposa del General.
No obstante su sencillez, el tamaño de la regiomontana era enorme en el mundo de los negocios, como quedó claro en 1899, al ser nombrado Consejero de la Cervecería José Calderón Jr., quien en 1905 promovió un aumento de capital a un millón de pesos, y en la distribución de las acciones aparece él, por sí mismo, con 21 acciones y por su madre 250, seguido de Joseph Maximilan Schanider con 210 e Isaac Garza con 204, mientras que Don José A. Muguerza Crespo por sí con 183 y Francisco G. Sada con 75, el mismo número de Alberto Sada, en representación de Compañía Maderera de Sierra Mojada. Sin embargo, cuatro años después, en 1909, Doña Panchita era la socia mayoritaria al poseer una cuarta parte del total de las acciones.
Por eso mi sorpresa fue mayúscula cuando en el Centenario de la Cervecería ya no figuraron en el libro conmemorativo y en la edición especial de “TyA” ni el nombre de Doña Francisca ni la fotografía de su esposo José Encarnación Calderón Penilla, pero sí en blanco y negro la de su hijo José Calderón Muguerza. El despliegue de las cien páginas inicia con las imágenes de Don Eugenio y Don Roberto y sus apuntes biográficos, para continuar con la exaltación de Don Eugenio Garza Lagüera y de los directores o funcionarios del más alto nivel. Tampoco se tomó en cuenta en la reseña histórica la firme decisión de la viuda del señor Calderón Penilla para que culminara el proyecto original de la empresa y la aportación económica que ella hizo a la sociedad mercantil.
Así es que ahora, en plena época de la reivindicación de la mujer en la sociedad moderna, no tengo duda de que vale la pena reconocer los méritos de una dama que contribuyó al nacimiento del desarrollo comercial e industrial de Monterrey en aquellos tiempos en que los liderazgos visibles de la sociedad mexicana en general estaban representados por los varones y no era bien visto que el sector femenino sobresaliera en la conformación de grupos dirigentes en cualquier actividad pública.
Hoy Doña Panchita debe trascender el círculo cerrado de aquel ayer, y ser incorporada a la historia actual en que la presencia femenina ha seguido ganando espacios en todos los ámbitos y la igualdad de género se ha vuelto una demanda, especialmente desde el año 1953 en que en México se consagró el derecho de la mujer a votar y ser votada en las elecciones de la democracia participativa, siguiendo el ejemplo de sociedades abiertas en otros sitios del mundo y de grupos femeninos de instituciones patrocinadas por empresas privadas en que podían acceder a cargos de representación mediante el voto de sus compañeros y compañeras, como ocurrió localmente a partir de 1920 en la Cervecería Cuauhtémoc y en Fundidora Monterrey.
Que esté o no esté su nombre en un documento legal o en un acta notarial de fines de siglo 19, no es obstáculo para exaltar en ésta mi historia del Grupo Cervecería y su obra diversificada, la participación de esta gran dama en el proceso histórico de los inicios del primer auge industrial de Monterrey, para progreso de la entidad nuevoleonesa y ejemplo en todo México.