
Son las once de la mañana en la colonia Joyas del Pedregal del municipio de Apodaca y todo luce normal, de no ser por el riachuelo de aguas negras que está brotando de una alcantarilla ubicada en la calle Jade.
Durante un tiempo, los residentes de este sector soportaron los malos olores provocados por las pestilentes aguas que brotan del subsuelo, un problema que se espera termine en unos minutos con el arribo de la cuadrilla de trabajadores de Agua y Drenaje de Monterrey.
Acostumbrados a esta labor, el equipo se prepara con picos para abrir las tapas de las alcantarillas, cuando lo logran, es como si los demonios de un apestoso infierno salieran a hacer de las suyas.
Y es que si las aguas negras huelen mal, el tapón que ha provocado el brote es peor… muchísimo peor.
Un rápido vistazo permite ver dentro de la alcantarilla al culpable del tapón: una mezcla de grasa, desechos humanos y otros productos que tienen que ser retirado con palas para permitir que el drenaje fluya como se supone debe de hacerlo.
Y si esta mezcla es horrible visualmente, el olor ni para qué contarlo. Es como una mezcla de excremento, aceite rancio y agua encharcada que se mete a lo más profundo de las fosas nasales y ahí se queda.
Aún así, estos muchachos están acostumbrados a esta penuria y tienen que estarlo, pues si no son ellos nadie más va a operar la maquinaria llamada Jetpac que, básicamente, es una manguera que lanza chorros de agua a una presión de 2 mil PSI que permite destapar las cañerías y permitir que todo fluya correctamente.
A cargo de este equipo se encuentra, Gustavo González, mayordomo de Alcantarillado de la Central San Miguel de Agua y Drenaje de Monterrey, un ingeniero con 27 años de experiencia que ha pasado por todos los puestos en estas cuadrillas, lo que quiere decir que ha visto -y olido- de todo.
Detalló que son más de 70 servicios de este tipo que se tienen que realizar las 24 horas, los 365 días del año.
Para González, es normal ver este tipo de tapones en el drenaje que se forman debido a la irresponsabilidad de algunas personas de desechar lo que no deben en la red.
“El mayor problema son los azolves de las grasas, eso es lo que más nos provocan problemas en las redes.
“En este caso debe de haber algún tipo de negocio aguas arriba, pues es demasiada grasa para una descarga sanitaria”, indicó.
Indicó que así como hay ciudadanos responsables quienes hacen lo posible por cuidar los desechos que tiran a la red, existen quienes no y generalmente son propietarios de negocios a los que no les preocupa el daño que están realizando a la colectividad.
“Hay de todo, hay gente que tiene conciencia y hay gente que tiene algunos negocios irregulares y son los que más sólidos avientan, más grasas avientan a la red”, apuntó.
En sus 27 años de experiencia, este funcionario ha sacado de todo de la red del drenaje, pero existe una anécdota que sobresale del resto.
“Estábamos trabajando en la Río Talaverna y Guadalajara, estábamos destapando un subcolector de 24 pulgadas, entonces se alcanzó a ver como una cabeza y creímos que habían aventado a alguien.
“Cuando se bajó más ya vimos que lo que se avistaba dentro de la alcantarilla era un perro -un pitbull-, o sea se murió el perro y se cayó a la alcantarilla y se hizo el tapón”, apuntó.
Y aunque sabe que este complicado trabajo es su obligación y la del equipo a su cargo, González no puede evitar pedir un poco de comprensión y apoyo a la ciudadanía, haciendo buen uso del drenaje sanitario.
“Denle al drenaje el uso debido, si cuidan bien sus coladeras y no tiran sólidos no vamos a tener problemas ni ellos, ni la red general donde estamos realizando los trabajos”, finalizó.