Ante la inminente sequía que se avecina en Nuevo León, existen dos caras en el uso y cuidado del agua: hay quienes de manera obligada ya saben cómo vivir con el vital líquido reducido, sin embargo en otros lugares el agua se utiliza como decoración o incluso se tiene un uso desmedido por el tema de la pandemia.
Son dos caras de la moneda que se vive en la mancha urbana, por un lado existen jardines frondosos regados de manera mecánica varias veces en el día, jardines adornados con el vital líquido a través de fuentes estáticas o en movimiento y por el otro quienes almacenan agua en tanques para sobre vivir por días o semanas.
En lo alto del Cerro de la Campana, ubicado al sur de la ciudad de Monterrey existen decenas de familias que desde hace treinta años saben cómo vivir con el agua reducida.
Y es que al vivir en una zona poco accesible, también dificulta la instalación de los servicios primarios básicos como lo son el agua, la luz y el drenaje, haciendo que sus habitantes tengan que ingeniárselas para poder tener una vida un poco digna.
Las escalinatas y las veredas forman parte de esa estampa de La Campana en donde la vida se vuelve más difícil con las carencias que tienen sus habitantes, mismos que no pierden la esperanza de un día contar con todos los servicios a la puerta de su casa.
Son las seis de la mañana y se tiene que despertar a calentar un poco de agua en una vieja vasija de peltre que le regaló su madre, luego se dispone a vaciarla en un bote de 19 litros calculando que quede tibia para su esposo que pronto
se despertará para ir a laborar.
Lo anterior no es parte de alguna escena de una película de guerra, sino de la vida diaria de Concepción Castillo, vecina de La Campana, quien aprendió a vivir entre carencias desde que tiene uso de razón.
“Tengo más de 30 años que vivo con el agua reducida, nos la avientan cada tres días si nos va bien, si no, cada semana”, fue como Concepción comenzó su relato.
Desde que estaba pequeña, recuerda como ayudaba a lavar los trastes de su madre en tres recipientes llenos de agua, uno lo usaban para desmugrar, en otro lavaban y el tercero para retirar el jabón.
Y es que si no aprendían a cuidar el vital líquido, pronto se podrían quedar sin el y con ello batallar aún más el resto de los días que estuvieran sin el agua.
“Antes vivía allá abajo mi mamá tenía como tres tanques de 200 litros y con eso era suficiente para vivir en la semana, ya si el agua se ensuciaba nosotros no las arreglábamos para filtrarla y que estuviera limpia.
“Por ejemplo, si se llenaba de basura como hojas de los árboles u otra cosa, poníamos una garra y luego con una tina empezábamos a vaciarla en los botes de 19 litros, ya después la usábamos para lavar o para bañarnos”, recordó.
Concepción platicó que hace unos 20 años atrás sí tomaban agua de la llave, incluso llenaban unos jarrones de barro con agua para que se mantuviera fresca sobre todo en época de calor.
Hoy en día ya no acostumbra hacer eso, pues considera que con el paso de los años las tuberías se van carcomiendo y es común ver partículas en el agua o simplemente considera que la contaminación de las presas y ríos cada vez es mayor.
“Ahora aquí en mi casa no tomamos agua de la llave preferimos comprar los garrafones, lo único malo es que tenemos que cargar con él por todos los escalones, bueno la friega se la lleva mi esposo.
“Aquí lo único para lo que almacenamos agua es para bañarnos y para lavar los trastes, a veces para tomar, pero sólo cuando es una emergencia.
“De hecho fíjese, hace unos días no aventaron el agua como estaba previsto y nos quedamos sin nada, tampoco teníamos del garrafón, entonces mandé a mi hijo con un vecino para que al menos nos regalara un bote de 19 litros para tomar”, contó.
Concepción cuenta con sólo un tanque de 200 litros y seis botes de 19 para almacenar agua, misma que les suministra el Ayuntamiento de Monterrey a través de un medidor colectivo que una persona se encarga de abrir cada 3 días.
En ocasiones duran más tiempo sin el vital líquido pero es porque tienen algún contratiempo que generalmente es cuando se daña la bomba, cuestión que les hace entrar al quite cooperando para su reparación.
De los 320 litros que almacenan tiene que disponer al menos de 106 diarios para uso de ella, su esposo y tres hijos que viven aún con ellos, reduciendo su consumo a 21 litros por persona al día, sólo para bañarse, lavar sus trastes y regar algunas plantas.
Si esa cantidad se pone en comparación en el promedio de uso diario de un regiomontano, encontramos que la familia de Concepción utiliza casi el 90 por ciento menos agua.
Lo anterior de acuerdo con las cifras emitidas por Agua y Drenaje de Monterrey, en donde aseguran que un regiomontano usa en promedio diario, 177 litros, cuando el límite por persona según la Organización Mundial de la Salud, debe ser de 100 litros.
“Nombre oiga, bueno fuera que utilizáramos cada uno de nosotros esos 100 litros, yo agradezco a dios con que tuviera 50 para cada uno, pero no, este tambo y estos botes nos tienen que durar tres días”, comentó.
Otra de las actividades que lleva a cabo para ahorrar agua, es dándole un segundo uso a la que queda de los trastes, aplicándola para regar algunas plantas o bien, para usarla como descarga en el sanitario.
“Tenemos que hacer esto porque no puedo desperdiciar el agua limpia para el baño, tampoco me puedo dar el lujo de lavar con esta agua, sólo lavo cuando tengo de la llave y eso si no dura poco, porque regularmente le abren de dos a tres horas”, afirmó.
No siempre fue así, pues anteriormente en ocasiones los suministraban durante horas de la noche o madrugada, haciendo casi imposibles algunas de las actividades a menos que tuvieran urgencia.
No obstante, aún mantienen la esperanza de que pronto cuenten con el vital líquido todos los días y todo el día desde un medidor que se encuentre en su domicilio, pues ya se encuentran en pláticas con personal de Agua y Drenaje de Monterrey para la instalación de un tanque.
“Entre comillas es más cómodo estar así porque pagamos 20 pesos por semana pero si nos hace mucha falta el agua; mi mamá ya tiene medidor allá abajo y paga de 200 a 300 por mes, nosotros preferiríamos eso pero sin batallar, eso si es que no se secan las presas”, apuntó entre risas.
Por explicación propia de uno de los trabajadores de Agua y Drenaje en una de las juntas que llevaron a cabo el pasado martes 1 de marzo con vecinos, explicaron que antes de instalar medidores buscan proveer de agua a través de un nuevo tanque instalado en la corona del cerro.
“Primero vamos a habilitar el tanque y a través de un medidor colectivo vamos a suministrar sus antiguas pilas, mientras gestionamos las obras para instalar la tubería y los medidores”, explicó el empleado de la Paraestatal.
LOS QUE ABUSAN
Así como hay quienes por necesidad saben cómo hacer rendir el agua, hay quienes abusan de su consumo, y es que según datos de Agua y Drenaje, en San Pedro los habitantes tienen un uso diario de 300 litros por persona.
Esto tal vez se debe a los grandes jardines que tienen en sus casas y que son regados de manera mecánica la mayoría de ellos, o que algunas personas hasta se duchan tres veces por día, sobre todo en épocas de calor.
El segundo municipio en rebasar el uso promedio que recomienda la OMS, es Monterrey, en donde sus habitantes promedian en la aplicación diaria 177 litros, luego le sigue Guadalupe con 168, San Nicolás con 160 y Santa Catarina con 151.
Las razones coinciden en la mayoría de los municipios, el uso desmedido del agua es porque riegan la calle y lavan el auto con manguera, no hay medición de tiempo a la hora
de la ducha o por que exceden en ese hábito.
Ante esta sequía histórica que se vive en Nuevo León, al menos por deber moral las empresas o inmuebles como plazas comerciales deberían tener un compromiso moral a la hora de utilizar el vital líquido como un adorno.
Tal vez se podría dar el caso de que en sus fuentes se utilice el agua tratada o se encuentra estancada circulando, pero la imagen de desperdicio que se da a la población es evidente, así lo consideraron algunas personas entrevistadas en parajes como Sfera, Pueblo Serena y Paseo la Fe.
“Mira, yo no estoy en desacuerdo en que el agua se utilice en fuentes, una porque seguramente no es potable, es agua tratada y dos porque en la mayoría de los casos es la misma que está siendo bombeada.
“Ahora en gesto de solidaridad, sensibilización y congruencia debería de suspenderse su uso durante una sequía”, opinó Christian Durán, vecino de Álamo Sur, quien constantemente acude a centros comerciales ubicados al sur de Monterrey.
Y es que en los lugares antes mencionados, como en muchos más ubicados en toda la mancha urbana, sobre todo en San Pedro, existen fuentes de agua que no tienen un uso básico más que el de adornar los inmuebles en donde se encuentran.
Dando una imagen de desperdicio del vital líquido, sobre todo en este tiempo de sequía extrema en donde las presas Cerro Prieto y La Boca están por debajo del 50 y 20 por ciento de su capacidad.
“Es bonito ver las fuentes, hasta te da tranquilidad, si se trata de agua almacenada a la que se le agrega algún tratamiento para que no apeste ni se ponga negra, claro que estoy de acuerdo con su uso”, opinó Inés Mata, quien es vecino de la Rioja.
Sin embargo hubo quienes por el simple hecho de no ser solidarios con el tema de la sequía, condenaron el uso del H2O en las fuentes.
“A mi si me da una mala impresión, desconozco si se trate de agua potable, pero mínimo deberían apagarlas mientras pasa este tema de la escasez de agua, pienso que se verían solidarios”, expresó un paseante de la plaza comercial Paseo la Fe.
Otro foco en donde hay que poner atención son las empresas que se dedican al ramo de alimentos y bebidas, si bien es cierto que la higiene es fundamental para laborar en ese rubro, sería importante evaluar qué es lo importante y que es lo urgente.
Yair Durán, ex empleado de la tienda Starbucks, detalló el proceso de lavado de manos es fundamental para el tema de la salud, pero que después de ver las últimas noticias sobre el desabasto de agua, sería importante evaluar prolongar el tiempo entre una lavada de manos y otra.
Durán explicó que anteriormente las manos se lavaban cada dos horas a detalle y mientras tanto los empleados se ubicaban en estaciones específicas para no ensuciarse las manos frecuentemente.
Al cuestionarle sobre cuantas personas laboran en la mencionada marca, comentó que en una ocasión le tocó ver un correo donde se especificaba que eran 1018 empleados.
Entonces, tan sólo en Starbucks a nivel región (implica estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas) hay más de 1018 colaboradores que siguen un proceso de lavado de manos cada media hora y dicho proceso debe durar al menos 20 segundos.
De esos 1018 empleados alrededor de 800 laboran en el Área Metropolitana, partners -como los llaman- que siguen las normas del lavado de manos cada media hora por el tema de la pandemia.
“Primero tienen que abrir la llave y verificar la temperatura del agua dejándola correr el tiempo necesario hasta tener una temperatura adecuada, posteriormente tienen que enjabonarse hasta antes de los codos y frotar sus manos durante al menos 20 segundos”, explicó.
En ese tiempo se tienen que lavar entre los dedos, uñas y palmas de las manos hasta el antebrazo, luego tienen que enjuagar sus extremidades sin tocar la llave y hasta después de secarse con ligeros golpes, pueden cerrar la llave con la misma que utilizaron.
Tan sólo en esa acción se tiran al menos dos litros de agua en un solo empleado y la operación de una tienda Starbucks es de 16 horas al día en promedio, lo que representa que un empleado se lave las manos 32 veces al día, desperdiciando 64 litros de agua.
Lo anterior quiere decir que en tan sólo en una marca dedicada al ramo de alimentos y bebidas en el área metropolitana de Monterrey, se consumen 51 mil 200 litros de agua en el lavado de manos.
Cabe aclarar que esas cifras corresponden al deber ser según las normas establecidas por la marca a sus empleados, habría que revisar si todos la llevan a acabo apegados totalmente o si la incumplen.
PIDEN POR LA LLUVIA
Ante el panorama de sequía que se visualiza en la entidad, el pasado 5 de marzo el obispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, ofició una misa en el malecón de la Presa de la Boca para pedir por el don de la lluvia.
Fueron más de 100 feligreses los que se congregaron en el templo de Nuestra Señora en Santiago, para después caminar más de cinco kilómetros hasta llegar al malecón de la Boca en donde se ofició la misa.
Todos marchaban rezando y cantando con la esperanza de que Dios mande pronto la lluvia a la región y con ello, los embalses se vuelvan a llenar para garantizar el vital líquido a los neoloneses en la mancha urbana.
El obispo, en su homilía, invitó a los creyentes católicos a orar en conjunto para pedir que llueva en la región, pues aseguró que la lluvia es un regalo de Dios que a él pertenece y que se tiene que cuidar.
“Si dos se ponen de acuerdo aquí en la tierra para pedir algo, mi padre que está en los cielos lo concederá; vamos a salir adelante, no sabemos cómo, pero con la seguridad de que Dios nos Asistirá.
“La lluvia, el agua es un regalo de Dios, viene del cielo, a Dios le pertenece”, expresó Cabrera López.
En la eucaristía celebrada a pocos metros del Vaso, asistió el gobernador de Nuevo León, Samuel García, así como el alcalde de Santiago, David de la Peña.
En entrevista el obispo señaló que orar hacía más inteligentes a quienes lo hacían, además solidarizarlos aún más con la situación y por ende los hace encontrar mejores soluciones.
En el lugar se encontraba una imagen del Señor de la Expiración, comúnmente conocido como El Señor de la lluvia, imagen que tiene su origen desde 1714 y que fue instalada en el templo con el mismo nombre en el municipio de Guadalupe.