Eran las 7:30 de la mañana del martes 19 de noviembre cuando Elena Poniatowska, de 81 años de edad, fue despertada por el timbrazo de su teléfono fijo. Del otro lado de la línea, y del otro lado del Atlántico, el que le llamaba era el Ministro de Educación, Cultura y Deporte de España, José Ignacio Wert. ¿El motivo? Darle a conocer la noticia de que era la ganadora del Premio de Literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes 2013, y pedirle autorización para difundir su nombre a nivel internacional en una conferencia de prensa.
El fallo del jurado fue unánime –le dijo–, e inclusive en las ocho rondas siempre apareció ella en primer lugar. Y le felicitó efusivamente por ser la primera mexicana en obtener tan preciado galardón que equivale al Nobel de Literatura. Después se sabría que otro mexicano estaba entre los finalistas: Fernando del Paso.
Cómo no se justificaba ser sacudida por el electrizante dato de ser la primera mujer de México en ser elevada al Olimpo a donde llegaron un día otros paisanos como Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987), Sergio Pitol (2005) y José Emilio Pacheco (2009). Además es apenas la cuarta escritora en alcanzar el Cervantes después de la española que vivió en Morelia muchos años, María Zambrano (1988), de la cubana Dulce María Loynaz y de Ana María Matute (2010).
Elenita “apechugó” el golpe emocional y agradeció la distinción. “¿Qué más podía hacer?, si ni me esperaba”, nos dice vía telefónica con suma humildad, que es la misma que le hacer contestar las llamadas de quienes desean escuchar de viva voz sus puntos de vista en este momento tan importante de su carrera como escritora. A todo mundo atiende y en un espacio de su casa recibe a todos los periodistas que le buscan para captar sus impresiones.
“A los periodistas los quiero mucho”, afirma, “porque yo también soy periodista y no les puedo poner obstáculos a su trabajo, ya que a mí me molesta mucho que los políticos los traten mal y los hagan esperar y esperar para decirles al final que no tienen tiempo de atenderlos”.
Y se explaya echando piropos a sus colegas periodistas “porque lo que merecen es mucho amor de la sociedad por su trabajo y no que los traten como seres de segunda o de tercera como a veces ocurre”, exclama con un tono de conmiseración.
Luego suelta su nostalgia y exclama que fue el periodismo, cabalmente, el que le abrió las puertas a éste y otros premios, pues el acta del Cervantes señala que es “por una brillante trayectoria literaria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa y en su dedicación ejemplar al periodismo. Su obra destaca por su firme compromiso con la historia contemporánea. Autora de obras emblemáticas que describen el siglo XX desde una proyección internacional e integradora”.
Por eso Elenita ha dicho que los 125 mil euros que recibirá en abril, en Madrid, los destinará a la Fundación que lleva su nombre (“Ya existe”, dice su hijo Felipe), y buscará un local, de hecho, para una labor social con los periodistas y quienes desean recibir talleres y hacer prácticas periodísticas o bien tener acceso a su biblioteca, ya que piensa ubicar ahí sus libros y otros materiales que pueden ser útiles a los interesados en la carrera profesional que le ha llevado a ella a recibir las más grandes satisfacciones.
SUS PREOCUPACIONES
Después de las 8 de ese martes 19 Elenita recibió efusivas felicitaciones de sus hijos: Mane, el mayor; de Paula, quien le llamó desde Mérida, donde vive, diciéndole lo orgullosa que estaba, y de Felipe, quien le enfatizó: “Te dije, madre, que algún día recibirías el Cervantes porque eres bien chingona”.
Pero, igualmente, contestó muchas llamadas de sus editores de Era, Planeta y el Fondo de Cultura Económica para planear una conferencia de prensa en la Librería Rosario Castellanos, poco antes del mediodía, no sin antes hablar con quien llegaba a su casa y dar cuanta entrevista se ofreciera a los medios nacionales e internacionales que la buscaban afanosamente, con una pregunta recurrente: ¿qué es lo que le preocupa a Elena Poniatowska?
“Me preocupa lo que sucede en la sierra de Guerrero” –inició su perorata–. “Me preocupan los maestros, el petróleo, la reforma energética, la reforma fiscal… Me preocupa que la gente vaya a dormir habiendo comido. Me preocupa el hambre y muchos pobres que duermen en las calles y en los parques.
“Me preocupa que México vaya cada vez para atrás y seamos condenados por la tierra a sufrir lo que África… Me preocupa la educación, porque nadie debe ser privado de lo más elemental de los conocimientos para salir adelante enfrentando los retos del día a día”.
Esas son las preocupaciones de Elenita, simplemente porque no olvida sus inicios en el periodismo al llegar a México, pues a pesar de haber nacido en París, Francia, en 1932, por voluntad propia optó por la mexicanidad, y el mejor medio para conocer y asumirse, para vivirse mexicana, fue incorporarse a las páginas de la prensa. Es un hecho –y ella lo acepta, encantada– que el periodismo la hizo mexicana, pues por él conoció y se adentró en los códigos de nuestro país y aprendió a entender a las minorías, a los marginados y a las mujeres luchando por todos ellos a través de sus crónicas.
Fue en 1953 cuando llegó a Excélsior, a firmar notas de “socialitos” con su identificación inicial “Helene”. Un año después pasó a Novedades. Después vino su trascendencia en los libros: “Meles y Teleo”, 1956 y ya en los 60 inicia la zaga de entrevistas en “Palabras Cruzadas” (1961) y de crónicas en “Todo empezó en domingo” (1963) hasta dar a la luz “Lilus Kikus”, luego “Hasta no verte, Jesús mío” (1969) y no se diga “La Noche de Tlatelolco” (1971).
La última obra, de más de 40, Elenita la acaba de presentar el martes 12 de noviembre en Monterrey, y es una biografía del estrellero Guillermo Haro, su esposo: “El Universo o Nada”.
Los ganadores del Premio Cervantes
:: 1976 Jorge Guillén
:: 1977 Alejo Carpentier
:: 1978 Dámaso Alonso
:: 1979 Jorge Luis Borges y
Gerardo Diego
:: 1980 Juan Carlos Onetti
:: 1981 Octavio Paz
:: 1982 Luis Rosales
:: 1983 Rafael Alberti
:: 1984 Ernesto Sábato
:: 1985 Gonzalo Torrente
Ballester
:: 1986 Antonio Buero Vallejo
:: 1987 Carlos Fuentes
:: 1988 María Zambrano
:: 1989 Augusto Roa Bastos
:: 1990 Adolfo Bioy Casares
:: 1991 Francisco Ayala
:: 1992 Dulce María Loynaz
:: 1993 Miguel Delibes
:: 1994 Mario Vargas Llosa
:: 1995 Camilo José Cela
:: 1996 José García Nieto
:: 1997 Guillermo Cabrera
Infante
:: 1998 José Hierro
:: 1999 Jorge Edwards
:: 2000 Francisco Umbral
:: 2001 Álvaro Mutis
:: 2002 José Jiménez Lozano
:: 2003 Gonzalo Rojas
:: 2004 Rafael Sánchez Ferlosio
:: 2005 Sergio Pitol
:: 2006 Antonio Gamoneda
:: 2007 Juan Gelman
:: 2008 Juan Marsé
:: 2009 José Emilio Pacheco
:: 2010 Ana María Matute
:: 2011 Nicanor Parra
:: ‘2012 José Manuel
Caballero Bonald