Ezequiel Gómez relató que su peor experiencia tras infectarse del Coronavirus fue padecer complicaciones respiratorias, llegando al punto de necesitar tanques de oxígeno y tener sus pulmones “colapsados”.
“En la semana previa a la Navidad me empezó a dar mucha gripa y los dolores de cabeza eran constantes. No te voy a mentir, era un riesgo latente que me diera esa enfermedad ya que utilizaba el transporte público para ir a mi trabajo.
“Tuve que pedir ayuda a mis hermanos para que me llevarán a consultar y de ahí a realizarme la prueba, por fortuna acudimos a un laboratorio privado por la inmediatez y para poder anticiparme si me contagiaba antes de las fiestas decembrinas”, comentó.
El 19 de diciembre recibió su diagnóstico el cual marcaba que había dado positivo a Covid-19, por lo que inmediatamente se aisló, sin embargo, la enfermedad se agravió y se presentaron complicaciones respiratorias.
“Batallé demasiado para dormir por las noches, sentía que me ahogaba y para acabarla de fregar también me dio neumonía. Mis hermanos me ayudaron a conseguir oxígeno, pero fue toda una odisea conseguirlo.
“A donde fueran había de dos: o escaseaba o estaba a sobreprecio. Afortunadamente encontraron un tanque y aunque les costó 16 mil pesos eso fue lo de menos, ese oxigeno me ayudó a soportar las noches”, detalló.
Tres días después, la situación de Ezequiel se complicó tras juntarse las dos infecciones respiratorias, por lo que acudió a un chequeo médico en el que le informaron que sus pulmones estaban “colapsados”, por lo que tuvo que ser intubado.
“Nuevamente empezó otra odisea y una que temí conforme avanzó la pandemia: que no hubiera lugares en los hospitales. Dicho y hecho, tanto en las Clínicas 2 y 6 del IMSS nos dijeron que no había lugar y que el tiempo de espera podía ser de hasta 11 horas.
“El miedo imperó en mis hermanos y afortunadamente nuestro padre entró a salvarnos. Nos llamó y nos recordó que como era derechohabiente del ISSSTE estábamos registrados, por lo que vimos una luz al final del túnel y acudimos al Hospital Regional en Monterrey y encontramos lugar”, precisó.
Ingresó al nosocomio el 23 de diciembre y una vez dentro recordó que cerró el 2020 de la forma “más trágica posible”, intervalo en el que se perdió las fiestas decembrinas.
Afortunadamente demostró una evolución favorable al tratamiento y el 3 de enero fue dado de alta, sin embargo, con el fin de prevenir cualquier eventualidad optó por seguir en aislamiento y no extender la cadena de contagio.
Para concluir, Ezequiel reveló que al día de hoy padece secuelas derivadas por el Coronavirus y dedicó un mensaje a todos aquellos que siguen subestimando a la pandemia.
“Me acondicionaron la planta baja para que estuviera en la cama y si bien mi único efecto post-Covid ha sido la fatiga intensa, tengo miedo de quedar marcado de por vida e incluso de una reinfección.
“Lo único que les puedo decir después de vivir esta nefasta experiencia es que, si esto nos sigue valiendo y la ignorancia persiste, nos espera un 2021 incluso peor que el 2020”, finalizó.
A LAS AFUERAS DEL HOSPITAL UNIVERSITARIO
Alberto Ruiz es un joven de 25 años que a unos días de concluir un fatídico 2020 recibió “la peor noticia de su vida”: su padre dio positivo a Coronavirus y posteriormente presentó síntomas fuertes.
“Días antes de la Navidad había empezado con tos y nos avisó que se iba a realizar la prueba, por lo que pasó por mí y mi mama y juntos acudimos a un módulo Drive Thru para descartar que tuviésemos algo.
“El 24 y 25 la pasamos solamente los tres en casa, una cena y recalentado bastante tranquilos. Sin embargo, el 26 nos llegaron los resultados y el único que resultó infectado fue mi padre e inmediatamente se aisló en su cuarto”, recordó.
Comentó que conforme transcurrieron las horas su padre comenzó a sentir fiebre y dolores de cabeza y articulaciones, mismos que pudo soportar, aunque señaló que tras la noticia el miedo no dejó de imperar en su casa pese a estar en constante comunicación mediante WhatsApp.
Además, reveló que dos amigos suyos la pasaron mal ante el “enemigo invisible”, por lo que ese día no pudo pensar en otra cosa que no fuese el Covid-19.
“Recuerdo muy bien que a inicios de la pandemia era de los que me creía que esa enfermedad solo afectaba a la gente mayor de 60 años y por lapsos llegue a pensar que los jóvenes éramos inmunes.
“De pronto, mis amigos se infectaron entre julio y agosto, y en palabras suyas es una experiencia que no se le desea a nadie. Si ellos con 25 años necesitaron de tanques de oxígeno, imagínate como la han de pasar gente más grande como mi papá”, añadió.
El 28 de diciembre Alberto mencionó que empezó a escuchar a su padre toser constantemente y paulatinamente este se escuchaba más fuerte.
Relató que las “alarmas se encendieron” cuando les envió un mensaje en el que escribió textualmente: “estoy batallando para respirar y los dolores persisten, lo mejor será ir a un hospital”.
Sin siquiera pensarlo, el joven explicó que le dijo a su madre que lo llevaría a un hospital ya que afirmó que no podría cargar con el remordimiento si la salud de su papá se complicaba.
En cuestión de minutos arribaron a la Clínica 25 del IMSS debido a que era la más cercana a su domicilio, sin embargo, fue en esa institución donde recibieron el primer “trago amargo” del día porque no tenían camas disponibles.
Pese a la mala noticia, Alberto no desistió en la búsqueda por salvaguardar a su padre y tras descartar ir a clínicas privadas por factores monetarios, inmediatamente partió rumbo al Hospital Universitario.
“En un momento sí llegué a entrar en pánico porque recordé que ahí fue el primer brote de Covid en un hospital, pero recordé que si perdía la cabeza el que iba a pagar los platos rotos era mi papá”, añadió.
Afortunadamente, solo tuvieron que esperar alrededor de siete horas y fueron atendidos, aun y con que en el nosocomio se encontraban al borde de la saturación.
Al día de hoy y sin importar la extensa lista de espera, el joven de 25 años ha acudido tres veces a checar el estado de salud de su padre y en palabras de los doctores: “demuestra una evolución favorable, pero debe seguir en revisión médica”.
Para concluir, Alberto dedicó un mensaje a propios y extraños con el fin de intentar concientizar sobre la difícil situación que atraviesa el estado ante la pandemia.
“No es mentira cuando dicen que los hospitales están cerca de colapsar y si no me creen vayan a ver las filas a las afueras. Como el joven que soy solo puedo pedirles que por favor no desestimen a este virus”, concluyó.
POR POCO Y SE VAN
“A mi papá estuvimos atendiéndolo en casa y dándole medicamento pero la última vez que lo llevamos a consultar se le dificulta respirar y necesitaba urgentemente oxígeno”, así es como Karen Ríos empieza a describir el motivo por el que se encuentra fuera del área de Urgencias en la Clínica 6 del IMSS, ubicada en San Nicolás.
Son las 13:17 horas del 6 de enero, y en lugar de estar partiendo la tradicional rosca con los demás integrantes de su familia, está esperando la valoración médica de su padre Juan Enrique Dávila, de 63 años y quien está enfermo de Covid-19.
Su madre, una mujer de la tercera edad, se encuentra a lado de ella esperando noticias de su esposo, tras sus lentes de aumento se le puede notar la mirada cansada y un semblante que en general refleja angustia.
Conservando la calma, Karen cuenta cómo su padre comenzó con los síntomas de Covid-19: primero le dio una gripa, después tos muy constante y por último presentó dificultad para respirar.
“Cuando llegamos la señorita nos dijo que no tenían tanque de oxígeno y que lo podían recibir pero sin ponerle, entonces le comenté que era lo mismo si lo tenía aquí o en mi casa sin el oxígeno..
“Ya nos íbamos a retirar cuando la señorita nos confirmó que ya tenían el tanque y pues lo pudieron recibir. Él tenía mucho miedo de venir al IMSS pero ya platicando lo convencimos”, agregó Karen.
Ahora Juan Enrique es parte de la cifra de personas con Covid-19 que se encuentran hospitalizadas.
“Claro que nos preocupa que los hospitales lleguen hasta el tope, el personal médico se cansa físicamente y psicológicamente, y los necesitamos para que puedan atender a nuestros enfermos”, finalizó Karen.